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Carabineros de Chile: ¿cuándo se pudrió todo?

Fuentes: Rebelión

El ánima corrupta del cuerpo de carabineros queda de nuevo expuesta en la maraña de mentiras con las que tratan, trataron, tratarán, de negar lo innegable: ejecutaron cobardemente a una persona desarmada con un tiro en la nuca. A continuación, se hace presente el tinglado de mentiras dichas por esos hombres en los que el […]

El ánima corrupta del cuerpo de carabineros queda de nuevo expuesta en la maraña de mentiras con las que tratan, trataron, tratarán, de negar lo innegable: ejecutaron cobardemente a una persona desarmada con un tiro en la nuca.

A continuación, se hace presente el tinglado de mentiras dichas por esos hombres en los que el honor es una cosa con la que hacen gárgaras por la mañana.

Por más que han puesto empeño y escasa inteligencia a sus intentos por encubrir sus crímenes, siempre han quedado en la evidencia más vergonzosa: matan y vuelven a matar, mienten y vuelven a mentir.

Cuando carabineros degollaron a tres personas el año 1985, sus jefes de entonces corrieron a afirmar que había sido una venganza de sus propios compañeros.

Carabineros parece no inmutarse ante la evidencia monumental: semana a semana aparecen robos, estafas, negocios truchos, exacciones, además de golpizas, torturas, amenazas y de vez en cuando ejecuciones sumarias.

La corrupción terrorista de la dictadura encabezada por aquel general traidor y criminal que hizo gárgaras con el honor, la decencia y valer militar y no fue sino un ladrón con gorra y charreteras, se mantiene al parecer como doctrina.

Vivimos hace años en el triunfo definitivo de la moral impuesta a sangre y fuego por la dictadura.

Tal es su perfección, que no resulta ajeno a su ideal de sociedad esta policía, estas Fuerzas Armadas y estos políticos. Cada uno es un factor necesario para la cultura imperante. Son la demostración empírica de la permanencia de la dictadura por medios enmascarados por una pátina de democracia.

En un país en el que impere la decencia, ni qué decir de los derechos básicos, jamás podrían existir instuciones como las que hoy campean con el desparpajo de quien hace lo correcto.

Como dijo en su tiempo el general rastrero, en el caso de la ejecución aleve de Camilo también se comienza a desgranar el choclo, uno más.

A Carabineros se le cayó, como siempre, la primera versión de los hechos. Tal como lo supusimos muchos, un par de pacos verán truncadas su carreas de las que saldrán con pensiones jugosas, pero las responsabilidades ideológicas quedarán impunes.

Luego de la ejecución de Camilo, hemos asistido al patrón comunicacional que viene de la dictadura con periodistas amaestrados en mentir, decir verdades a medias y falsedades acicaladas.

Y, por cierto, la vulnerabilidad amaestrada de un sistema judicial que esconde su moral detrás de leyes injustas con la certeza de que ellos no tiene más que aplicar lo que otros hicieron. Como se ve, no muy diferente al paco que mata dizque recibiendo órdenes.

Y, obvio, tras cartón, el alarido cínico de los políticos de la Concertación/Nueva Mayoría, crispados, tristes y afectados por el crimen, sin importar que en sus propias barbas y bajo sus propios presidentes, también se mató, persiguió, torturó y aterrorizó.

Especialmente bajo la administración de la compañera Bachelet, la de la cínica cara de pesar con poco uso y en perfecto estado.

No menos de seis jóvenes cayeron asesinados en distintas circunstancias, pero por el solo hecho de ser mapuche durante el mandato de la compañera socialista: M atías Catrileo Quezada , Johnny Cariqueo Yañez, Jaime Facundo Mendoza Collío, José Mauricio Quintriqueo Huaiquimil, Víctor Manuel Mendoza Collío.

¿Estará en naturaleza de ser carabineros la incapacidad para decir la verdad?

¿No habrá en las filas policiales un hombre o una mujer de real valer que dé un paso al costado y diga No en mi nombre?

¿No habrá un oficial de real vocación de servicio público que sacrifique el estado de confort de la impunidad y diga Esto no es posible?

¿Es que hay que creer que todos los oficiales son sujetos que erraron su vocación y, aún cuando luzcan charreteras y juramentos, son ni más ni menos que delincuentes al servició de sus propias ambiciones, tal que les importa un soberano rábano ser todo lo contrario de lo que se supone, por lo que se les paga y por lo que juran ante la bandera?

Si usted se pregunta en qué momento se pudrió todo, para eso hay una sola respuesta: desde siempre la policía ha sido un brazo armado de los poderosos utilizado para el control, castigo, represión y eventual asesinato de los pobres que osan reclamar.

Vea en los archivos si alguna vez se ha golpeado, gaseado, maltratado, torturado, asesinado a algún poderoso.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.