El autor de «FARC-EP y ELN, una historia política comparada» opina que «las FARC avanzaron más en La Habana que en 50 años de guerra». En diálogo con Colombia Informa auguró un buen desempeño del ELN en sus propias gestiones de paz y criticó fuertemente al Polo Democrático Alternativo, aunque respaldó la decisión de Clara […]
El autor de «FARC-EP y ELN, una historia política comparada» opina que «las FARC avanzaron más en La Habana que en 50 años de guerra». En diálogo con Colombia Informa auguró un buen desempeño del ELN en sus propias gestiones de paz y criticó fuertemente al Polo Democrático Alternativo, aunque respaldó la decisión de Clara López de apoyar a Santos.
El docente e investigador de la Universidad Nacional de Colombia, Carlos Medina Gallego, fue uno de los animadores de la presentación del libro «Unidad en la Diversidad. Camilo Torres y el Frente Unido del Pueblo» el pasado miércoles, en el Centro Memoria de Bogotá. Al finalizar la actividad mantuvimos el siguiente diálogo.
Colombia Informa: Se anunció una nueva instancia de diálogos con el ELN, además de las que ya protagonizan las FARC. En las últimas décadas fueron reiterados los intentos de negociación con la insurgencia, sin embrago esas experiencias previas no prosperaron. ¿Por qué esta vez habría que ser más optimistas?
Carlos Medina Gallego: El ELN ha peleado durante 25 años un escenario de solución política negociada al conflicto armado, construyendo apuestas democráticas de transformación de la sociedad colombiana en un ambiente de equidad, justicia, democracia, soberanía, nuevo país. El discurso del ELN está atravesado por el pensamiento de Camilo Torres, pero también por el contexto del mundo global hoy. Yo pienso que el ELN ha estado cavilando lentamente las circunstancias de los procesos políticos latinoamericanos, las circunstancias de la guerra, del agotamiento. No se han transformado las condiciones que dieron origen a la confrontación armada pero sí se han abierto nuevos escenarios que son posibles de transitar en términos de conquistas democráticas, a los cuales también le han apostado las FARC. Pienso que las FARC, en el proceso de negociaciones de La Habana, han logrado mucho más de lo que consiguieron en 50 años de guerra. Están llegando al lugar de origen de la guerra, es decir, al tema de las Zonas de Reserva que era las viejas repúblicas independientes, la constitución de un movimiento agrario importante, la búsqueda de una economía campesina. Lo mismo en términos políticos, con la ampliación y profundización de una democracia que logre incluir sectores que hasta ahora no se habían incluido, porque recordemos que las dos organizaciones armadas surgen en el contexto del Frente Nacional donde había una democracia cerrada. Creo que las FARC están consiguiendo una reconceptualización de las prácticas democráticas en el marco del modelo neoliberal y la globalización. Aquí no va a ver una revolución socialista, no va haber una revolución de democracia popular, nada de eso. Lo que va haber es un acuerdo político que aspire a construir unas condiciones para la vida social y económica de sectores vinculados al desarrollo agrario.
Sobre el ELN, pienso que tiene el mismo propósito. Quiere mantener su identidad, mantener su autonomía, quiere mantener su proyecto, no quiere ser visto como ha sucedido en otros procesos, como una especie de comodín: el comodín del proceso con las FARC, el comodín del proceso con los paras… Ahora el ELN quiere tener su propio proceso, su propio protagonismo, y me parece que eso es fundamental. Tiene otras formas particulares de percibir los diálogos y las agendas, creo que va a centrarse en unos problemas que ellos han venido manejando con mucho trabajo político y con mucho esfuerzo de los sectores sociales en términos de la participación política de las comunidades, de los procesos regionales, de los problemas que tienen que ver con la minería, el extractivismo, el medio ambiente, los Derechos Humanos, el problema de las víctimas, de la soberanía. Es decir, temas que son gruesos pero que tienen que aterrizarse en el escenario de las posibilidades que ofrece la correlación de fuerzas en el campo de batalla. Las FARC revirtieron unas condiciones de precariedad militar en un éxito contundente en el escenario político, no solamente se legitimaron de nuevo, se sentaron a conversar con el gobierno, tienen todo el apoyo de la comunidad internacional, de las Naciones Unidas, la OEA, el parlamento europeo, el senado norteamericano. La comunidad internacional está expectante sobre estos procesos y creo que eso es muy valioso.
C. I.: Usted expresa una mirada optimista sobre la situación política de las insurgencias. ¿Por qué cree que un sector de las clases dominantes, que es lo que expresa el gobierno de Santos, brindaría condiciones para que las fuerzas insurgentes acumulen legitimidad?
C. M. G.: Yo creo que eso obedece en parte a la coyuntura política electoral. Creo que el pronunciamiento reciente del ELN es un espaldarazo que le da la organización al proceso de paz de La Habana y al presidente candidato. Porque el pronunciamiento es muy raquítico, puede sonar duro, pero es un pronunciamiento como un hueso sin carne. Plantear que hemos llegado a acuerdos en los que hay que participar, y segundo, tomar en consideración a las víctimas, y sí, es que hay que tomar en consideración a las víctimas. Pero una agenda sustancial todavía no se ha esbozado. Yo creo que lo del ELN es un apoyo importante a dos cosas: primero, al proceso de paz en La Habana, me parece que ahí hay un mensaje, donde se dice ´estamos dispuestos a negociar con este gobierno, apoyar ese proceso e irnos enrutando a unos mecanismos de representación de ese proceso´. Pero segundo, hay una apuesta por un escenario de conflicto menos intenso y criminal que se daría si el otro sector que representa el populismo autoritario neofascista se encarama en el poder. Porque éstos [en referencia al candidato Óscar Iván Zuluaga] no vienen a un gobierno transitorio.
C. I.: ¿Cree que si gana Zuluaga desmontaría todo lo avanzado en los diálogos de paz?
C. M. G.: Él no puede decir inicialmente que ese proceso de paz se sepulta, porque eso no tendría presentación ante la nación colombiana. Pero va a comenzar a poner condicionantes, y el proceso se va a venir desplomando poco a poco. Hay gente que piensa que se podría hacer con Oscar Iván Zuluaga otro proceso distinto, la apuesta de Willian Ospina por ejemplo. Pero una cosa es la democracia en un modelo neoliberal con algún tipo de oxígeno, y otra cosa es la democracia en un modelo populista, fascista y autoritario, sin ningún tipo de oxígeno para los movimientos sociales, eso es absolutamente distinto.
C. I.: El Polo Democrático Alternativo, después de lograr casi dos millones de votos con propuestas progresistas, muestra hoy un sector que plantea una oposición férrea y abstencionista y otro sector que votará por Santos. Usted conoció esa fuerza política desde adentro, ¿cómo ve el momento actual?
C. M. G.: Yo fui de la dirección nacional del Polo, pero el PDA evolucionó políticamente de una manera vergonzante. Siendo una propuesta que constituía una base de la unidad de la izquierda, se fue desagregando en un tipo de liderazgo de cacicazgos políticos. Yo creo que la postura de Robledo es absolutamente contraproducente para el desarrollo de la historia, a mí sí me parece acertado que Clara López haya decidido acompañar este proceso. No es que allí haya una entrega de principios. Es que no hay opciones en las que uno puede recogerse, aquí lo que se está tratando de decidir es cómo se salvaguarda y se protege un proceso de solución política y unos acuerdos políticos que pueden ampliar los escenarios de la democracia, y dar un acuerdo a un modelo de gobernabilidad donde los sectores sociales y democráticos puedan tener mayor participación.