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Carlos Varela: un gnomo que se agiganta

Fuentes: suenacubano.com

Si el misterio y la poesía de las canciones de Carlos Varela hacen temblar de emoción por sí solos, con la fuerza armoniosa de las cuerdas de la Orquesta de Cámara de La Habana -bajo la batuta de Daiana García y con la dirección musical de Aldo López Gavilán– llegaron a hacer vibrar a decibeles […]

Si el misterio y la poesía de las canciones de Carlos Varela hacen temblar de emoción por sí solos, con la fuerza armoniosa de las cuerdas de la Orquesta de Cámara de La Habana -bajo la batuta de Daiana García y con la dirección musical de Aldo López Gavilán– llegaron a hacer vibrar a decibeles bien altos las almas de todos los presentes este sábado al concierto por sus 30 años, en el Teatro Nacional.

Fue en silencio… «Como los peces», que se reveló la noche, para dar paso a un escenario, cuyo telón de fondo era un largo pasillo rodeado de grandes ventanales. Carlos Varela reaparecía así, inconmensurable, ante su público, después de una ausencia prolongada de los espacios habaneros, para devolvernos el encanto de sus canciones en vivo.

Carlos regaló a su público sus míticas «Siete«, «Habáname«, «Memorias» «Una palabra«, «Foto de familia«, «Monedas al aire«, «Leñador sin bosque«, «Como un ángel«, «Guillermo Tell«; frente a un auditorio que además de corear sus canciones vibró ante cada emotivo verso y acertado acorde.

También hubo estrenos, como «El árbol de los pájaros dormidos», canción que desnuda el sentimiento e incita a reflexionar sobre esas realidades que tan bien sabe develarnos Varela con el sortilegio de su poesía.

Los «Muros y puertas» cayeron ante el hechizo de la voz de Jackson Browne, uno de los invitados foráneos a esta fiesta. El brasileño Iván Lins y el boricua Eduardo Cabra, también se encargaron de darle espectacularidad y sonidos novedosos a la escena. Con el primero, Varela interpretó «No es el fin«, para dar paso al sensual ritmo de las composiciones del cantante carioca, reconocido en Cuba por la música a famosas telenovelas. Con el segundo haciendo un deleite del sonido, Varela cantó «Veinticinco mil mentiras sobre la verdad».

Del patio hubo sorpresas: X Alfonso impregnó la sala con su inigualable timbre. Diana Fuentes fue la voz femenina de la noche, su voz angelical se unió a la de Carlos para regalarnos «Luna de vino tinto» y «De vuelta a casa«, con esta última se alcanzó un momento hondamente emotivo, pues la Orquesta de Cámara de La Habana hizo una interpretación magistral de este tema, con arreglo de Aldo. El auditorio palpitó con cada golpe de cuerda, instantes perdurables en la memoria y el sentimiento, que podrán disfrutarse de cierta manera después, pues todo el concierto quedó grabado para su versión en DVD.

Si algunos quedaron con el sabor nostálgico por las ausencias de sus hermanos de generación, los llamados «cantores de la herejía»: Frank Delgado, Gerardo Alfonso y Santiaguito Feliú, las expectativas fueron bien saldadas al final, cuando con todo el teatro de pie, coreando: «…La política no cabe en la azucarera», desfilaron por el escenario: Juan Formell y su hijo Samuell, José Luis Cortés, Giraldo Piloto, Alexander Abreu e Issac Delgado; en lo que fue, no solo el abrazo melódico de la timba y el son con el rock and roll, sino la conjunción, en un profundo sentimiento de hermandad, de toda la música cubana.

Tanto aquellos que recordaban sus canciones con añoranza, como los jóvenes que también colmaban el teatro, apreciaron la grandeza de una obra que gana significados y se enaltece con el paso de los años. La hondura de las canciones de Varela junto a la riqueza musical de los arreglos dejaron patente una certeza: el gnomo cada día se agiganta más en el corazón de su público.

Fuente: http://www.suenacubano.com/news/1410c5e85dd211e2b9ce3860774f33e8/carlos-varela-un-gnomo-que-se-agiganta/