Querida membresía de la UNEAC: Carta abierta a la UNEAC para expresar mi inconformidad y al mismo tiempo una reclamación del derecho a participar como membresía del debate nacional al que ha sido convocada la sociedad cubana para emitir sus criterios sobre la consulta del proyecto constitucional. La reclamación está avalada en el derecho como […]
Querida membresía de la UNEAC:
Carta abierta a la UNEAC para expresar mi inconformidad y al mismo tiempo una reclamación del derecho a participar como membresía del debate nacional al que ha sido convocada la sociedad cubana para emitir sus criterios sobre la consulta del proyecto constitucional.
La reclamación está avalada en el derecho como ONG del país a la inclusión junto al resto de los grupos sociales dígase maestros, médicos, juristas, campesinos, obreros, científicos de las ciencias y las ciencias sociales, estudiantes, cuentapropistas, iglesias, amas de casa y de toda persona que sienta el deseo de decir sus puntos de vista.
Considero pertinente hacer una aclaración de una información que hace referencia a la realización de una reunión en la Sala Villena, un encuentro con los trabajadores de esa organización a donde fueron invitados personalidades escogidas. En ese caso la UNEAC tiene todo el derecho de elegir quienes participaran. Las cartas que han circulado incluida ésta no se refieren a ese tipo de reunión. Lo que se está reclamando con fuerza es la participación de la membresía, dígase el conjunto de escritores y artistas donde la información ofrecida lejos de justificar la exclusión muestra el déficit político y la débil comprensión acerca de los derechos individuales de quienes integran esta organización.
Cuando Fidel dijo que lo más importante que había para salvar de la revolución era la cultura, sentí que sus palabras eran un llamamiento colectivo pero a su vez, lo interpreté también como una tarea personal para cumplir la misión de salvaguardar la cultura como una prioridad, algo que seguramente entendieron del mismo modo, muchas personas. Quizás con ingenuidad y orgullo asumí que sus palabras formaban parte de un deber pero también de un derecho social que me comprometía en la defensa de la revolución.
La convocatoria nacional para discutir el proyecto de la nueva constitución convertida en expresión del consenso social ocupa un lugar trascendente en la consciencia social, lo que es para la sociedad como los latidos del corazón para los seres humanos. Un rasgo distintivo e intransferible de la consciencia social es que su existencia está condicionada precisamente a su carácter participativo a través de discusiones, intercambio de opiniones y disensos, de lo contrario la consciencia social, prácticamente muere de muerte natural, o simplemente languidece, porque pierde su energía creadora.
Escribir un libro, una pieza musical, una obra de teatro, filmar un audiovisual, pintar un cuadro, hacer una escultura puede ser y generalmente lo es, una acción en solitario, pero la consciencia social tiene una función colectiva que solo crece y se fortalece a partir del debate permanente.
Por eso esta carta abierta plantea la urgencia de reclamar el espacio de participación.
Así las cosas, parece inconcebible que mientras que millones de personas han encontrado los espacios para discutir el proyecto de la llamada ley de leyes, la membresía de la UNEAC no ha sido convocada a ese debate.
¿Cómo es posible que la ONG que reúne a intelectuales y artistas no incluya a su membresía para ofrecer sus reflexiones haciendo uso de ese derecho como parte de la sociedad cubana? Se dice que participemos del debate barrial. Aunque debatir el proyecto de la constitución en el barrio es un honor, porque allí participan casi todas las personas que cumplen las funciones sociales o privadas del país, considero que no debe ser solo el barrio el único contexto de participación para la membresía de la UNEAC.
Aprovecho esta carta abierta para recordarle a la UNEAC, con el debido respeto, el derecho ciudadano que asiste a su membresía como ejercicio participativo en su acompañamiento como representación de una organización no gubernamental que reúne a intelectuales y artistas. La reclamación enfatiza desde un posesionamiento histórico, el derecho de participación en el espacio correspondiente para ofrecer también su contribución al debate nacional para preservar y enriquecer la obra revolucionaria. No se trata de un favor ni de un privilegio sino del derecho de participación junto al resto de la sociedad, como membresía de la organización de intelectuales y artistas, que por cierto, no es poca cosa…
Gisela Arandia Covarrubias. Licenciada en Periodismo en la Universidad de La Habana (1971). Posgrado sobre Literatura Latinoamericana (1978), en la Universidad de París VIII, impartido por el profesor Ignacio Ramonet. Posgrado de Teatrología en el Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana. Diplomado sobre Estudios Culturales en la Escuela de Antropología, en México D.F. (1997). Su experiencia profesional como periodista ha estado vinculada a los mass media (Radio Reloj, Noticiero Nacional de Televisión, Radio Progreso). A partir de 1993 inicia en la Asociación de Cine, Radio y Televisión un trabajo teórico sistemático sobre el impacto del racismo en los mass media. Ha preparado textos para una veintena de encuentros nacionales e internacionales sobre ese tema. A partir de esa experiencia redacta en 2001, bajo el auspicio de la UNEAC, el proyecto Color Cubano, cuyo objetivo es promover una reflexión teórica en los medios y en el mundo académico e intelectual de la Isla. Desde 1995 dirige el proyecto comunitario «Concha Mocoyú» (La California), en un barrio pobre de Centro Habana. Otras publicaciones: 2012, «Población Afrodescendiente Cubana Actual»; 2005 «Somos o no somos», La Gaceta de Cuba , 2002, «Nicolás Guillén: Paradigma de multirracialidad», Hispanic Languages and Literatures, University of Pittsburg, 2001 «Promoting Memory», Black Renaissance, New York University y 1994, «Strengthening Nationality: Blacks in Cuba», Contributions in Black Studies.