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Cartas y telegramas de dos lógicos antifranquistas: Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio y Manuel Sacristán Luzón

Fuentes: Rebelión

Para Luis Vega Reñón, que una tarde de noviembre de 2005, en la conferencia inaugural de unas Jornadas de Lógica, lógicamente inolvidables, nos habló, como nadie lo había hecho hasta entonces, del papel de Manuel Sacristán en los estudios de lógica en España. Pero, repito, cuando repaso la vida que he llevado, me parece que […]


Para Luis Vega Reñón, que una tarde de noviembre de 2005, en la conferencia inaugural de unas Jornadas de Lógica, lógicamente inolvidables, nos habló, como nadie lo había hecho hasta entonces, del papel de Manuel Sacristán en los estudios de lógica en España.

Pero, repito, cuando repaso la vida que he llevado, me parece que es natural que procediera así; y seguramente si tuviera que volver a empezar lo haría del mismo modo. No parece que hubiera otra posibilidad. Las dos únicas veces en que escribí largo tuve que suspender la actividad militante. Fue cuando redacté mi tesis doctoral y cuando escribí el manual de lógica. Dos veces quedó claro que era imposible escribir un texto largo y llevar a cabo diariamente trabajo conspirativo. Y ganarme la vida, además. Creo que veo claramente las limitaciones de lo que he escrito, que siempre ha sido con urgencia.

Manuel Sacristán habla con Dialéctica (1983)

Te doy la enhorabuena, pues, y me la doy a mi mismo, pues tus noticias [la edición de Introducción a la lógica y al análisis formal] aportan un elemento animador a mi visión del futuro de España -uno de los pocos- y constituyen un estimulante, hasta cierto punto inesperado. Tengo interés en conocer más detalles de ese panorama entrevisto.

Miguel Sánchez-Mazas (1965)

ÍNDICE

1. TIEMPOS DE SILENCIO

2. UN MANUAL PARA FACULTADES DE CIENCIAS SOCIALES Y NATURALES

3. CARTA DESDE SUIZA DE UN LÓGICO EXILIADO QUE AMABA A LEIBNIZ Y A LA JUSTICIA.

4. CRÓNICA DE UNA EXPULSION ANUNCIADA

5. EL CÁLCULO DE LAS NORMAS EN CONVIVIUM

6. THEORIA, SEGUNDA ÉPOCA.

ANEXO 1: SACRISTÁN SOBRE BRECHT

ANEXO 2: MANIFIESTOS UNIVERSITARIOS

ANEXO 3: INDICE DE LOS APUNTES DE METODOLOGIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES 1956-57.

ANEXO 4: «LA ARITMETICA DE LAS IDEAS».

ANEXO 5: ALGUNAS IDEAS CONCERNIENTES A LA POSIBILIDAD DE UN CÁLCULO ARITMÉTICO DE «CUALIDADES» (INTENSIONAL). INDICE PRIMER CAPÍTULO.

ANEXO 6: UN APUNTE DE SACRISTÁN SOBRE LA OBRA DEL AUTOR DE LA PELL DE BRAU [LA PIEL DE TORO]

ANEXO 7: SACRISTÁN SOBRE LEIBNIZ

1. TIEMPOS DE SILENCIO

El escenario representaba el fondo de una taberna. Una puerta cristalera de una pared, que debía estar a la izquierda del espectador, daba entrada a un pasillo, perpendicular a la línea del telón. A la izquierda, un teléfono; al fondo, el servicio, las letras «WC» debían brillar en la oscuridad. A la derecha, una puerta comunicaba el pasillo con una habitación, visible porque la pared del fondo de la taberna, la de la puerta cristalera, tenía una gran abertura irregular. A su derecha, una mesa con un par de sillas, y más a la derecha aún, unos barrilitos. En la habitación interior no tenía que haber más muebles que una cama junto a la pared del fondo; en medio, un velador y una silla de enea estropeada.

Los personajes principales eran Luisa, una mujer vestida de negro de unos 60 años, y José, de unos 65. El tabernero debía ser más joven. Era 1950. Todos vivían en Barcelona, donde transcurría la acción, en una taberna del Eixample [Ensanche] barcelonés. En la prensa de ese mismo año había aparecido la noticia recogida en el desenlace de la obra. También el episodio de la venta del trigo era histórico, aunque en la obra aparecía más elaborado y, de hecho, había ocurrido en Valladolid hacía más de 25 años. Los monstruosos «señores banqueros» aludidos había sido uno solo realmente, «hoy muerto en olor de patricia magnanimidad» apuntaba el autor de la obra.

La brechtiana 1 estética de El pasillo, la única obra teatral que Sacristán publicó, estaba pensada a partir de la convicción de que, por más viva que fuera su materia y tal como ya había argüido en su comentario del Alfanhuí 2 de Rafael Sánchez Ferlosio, el arte conllevaba siempre, y de forma esencial, voluntad de artificio.

La vida del arte es entonces diversa de la vida común: el arte vive por voluntad de los que con él comulgan -autor y contemplador- y la voluntad de vida artística pasa por encima (debe pasar por encima) de la falta de vida común, para conseguir, más allá de ella, una nueva alma y una nueva sangre.

Por eso, concluía el traductor de la Estética de Lukács, en El pasillo sería subrayada la naturaleza artificial del arte, para que su contenido artístico cobrase «nueva naturaleza, más allá de la física, en el acuerdo de autor y contempladores».

El buscado distanciamiento brechtiano debía alcanzarse mediante el siguiente procedimiento: mientras no actuasen, los actores debían estar sentados en primera fila de butacas o a los lados del escenario, fuera del espacio dramático que estaría limitado por la línea del telón. A la vista del público, los actores podían servir incluso como traspuntes de la representación, según acotaba Sacristán en algunas escenas. Mientras no atravesaran la línea del telón los actores no debían adoptar la actitud requerida por sus respectivos personajes; fuera de esa línea no se desarrollaba el drama. Por ello, podían también

[…] estar amontonando en el espacio no dramático los utensilios que se necesiten para la representación y los cacharros con los que se produzca el ruido de cierre metálico que debe sonar cerca del desenlace.

La pieza, con ello finalizaban las indicaciones iniciales, debía representarse a un ritmo lento, muy lento.

El pasillo, obra de un joven Sacristán que se había convertido en un leído e influyente critico teatral en las páginas de Laye presentando y comentando obras de Eugène O’Neill, Gian Carlo Menotti, De Cabo y Richart, Lorenzo Gomis y de Thornton Wilder entre otros, que publicaría en 1954 en la revista alemana Dokumente 3 un artículo sobre el teatro español de postguerra, fue publicada en el número de enero-febrero de 1954 de Revista española. Formaban el consejo de redacción de la publicación madrileña Alfonso Sastre, Ignacio Aldecoa y Rafael Sánchez Ferlosio 4 . Es probable que fueran en aquellas fechas cuando Sacristán conoció a Miguel Sánchez-Mazas, hermano del autor de El Jarama.

No es una conjetura muy aventurada. En Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, están depositados algunos trabajos publicados en Theoria –una revista de filosofía de la ciencia y temáticas próximas que se publicó, en su primera época, de 1952 a 1955, seis números en total, tres de ellos dobles-, textos leídos y estudiados por Sacristán. Colaboraron en la primera época de Theoria el matemático y académico Julio Rey Pastor, Juan David García Bacca, Jesús Palacios, Carlos París, Juan Zaragüeta, Josep Ferrater Mora, Gustavo Bueno, Luis Martín Santos, José Mª Díez Alegría y Víctor Sánchez de Zavala, amigo y también corresponsal de Sacristán. La revista publicó textos de Einstein, Oppenheimer, Russell, Bohr y Von Weizsäcker. De algunos de estos autores se hacía eco Sacristán en los compases finales de su artículo sobre la gnoseología de Heidegger publicado en el penúltimo número de Laye, «la inolvidable»: «Verdad: desvelación y ley» 5 , como también en algunos de sus trabajos de aquellos años o en su célebre textos sobre el papel de la filosofía en los estudios superiores.

Igualmente, Sacristán impartió una conferencia -«Hay una buena oportunidad para el sentido común»- 6 en un ciclo organizado por el Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona entre noviembre de 1954 y marzo de 1955 en el que también iba a participar Miguel Sánchez-Mazas. En la presentación del curso, después de las citas iniciales de Nietzsche (1878), Ortega (1930) y Alfred Weber (1935), podía leerse:

Nuestro mundo cultural visto por hombres intelectualmente jóvenes. Una serie de reflexiones sobre aspectos de presente y las posibilidades del inmediato futuro a través de españoles nacidos no antes de 1914. Once conferencias bajo el tema ‘Panorama del porvenir’.

Entre los conferenciantes anunciados, Julián Marías («Estructura de la Historia»), Lorenzo Gomis («La religión a prueba»), de quien Sacristán había hablado elogiosamente en una de sus notas teatrales, Fabià Estapé («El precio de la industrialización»), R. Vidal Teixidor («Hombre, destino y enfermedad»), José Casanovas («La música, una revolución imposible»), Josep Maria Castellet («Una literatura sin lectores»), Manuel Ribas («Ese arte útil que llamamos Arquitectura»), Gabriel Ferrater («¿A dónde miran los pintores?»), Miguel Sánchez-Mazas («Ciencia teórica, ciencia aplicada»), Pinilla de las Heras («La coexistencia posible: el equilibro entre potencias. La coexistencia imposible: libertad y seguridad») y el propio Sacristán. El curso se inició el 24 de noviembre de 1954 en el Ateneo barcelonés con Julián Marías; no pudo celebrarse la última conferencia ya que, por causas que me son desconocidas, Sánchez-Mazas no pudo trasladarse a Barcelona.

Pinilla de las Heras ha comentado 7 los avatares de la publicación de las conferencias:

Del ciclo «Panorama del Porvenir» se hicieron cuatro ejemplares mecanografiados. Conservo todavía la factura de los mecanógrafos, a mi nombre, factura que el Instituto de Estudios Hispánicos nunca me reembolsó.

Un ejemplar se envió al diplomático José Luis Messía, que por entonces era Secretario General en funciones del Instituto de Cultura Hispánica, en la sede central en Madrid. Otro ejemplar quedó en posesión del Secretario General del Instituto en Barcelona, Ramón Mulleras. Otro lo tengo yo. Y el cuarto ejemplar debió hacer algún recorrido errático por los clanes intelectuales barceloneses. Solamente una parte de las conferencias llegaron a publicarse por entonces, donde se pudo (por ej., en el boletín cultural del Instituto de Estudios Americanos, en el núm. 1, 1958). La conferencia de Gabriel Ferrater fue publicada, íntegra, por el profesor Laureano Bonet, como apéndice a su libro sobre Gabriel Ferrater, Universidad de Barcelona, 1983.

Sacristán, asegura Pinilla de las Heras, no tuvo tiempo de leer el texto mecanografiado y de hacer observaciones y correcciones, que Pinilla conservó eso sí en el manuscrito de la conferencia 8 . La esperanza del sociólogo era que, dada la calidad de los textos, se hallaría algún editor.

Pero el Instituto de Cultura Hispánica era la institución que había pagado las conferencias, y no produjo ni autorización ni negación de autorización. Por otro lado, Julián Marías decidió publicar por su cuenta, como parte de un libro suyo, su ensayo sobre Estructura de la Historia, convirtiendo en editorialmente imposible su reproducción simultánea por nosotros 9 .

¿Cómo se pudo organizar un ciclo de estas características en la oscura y terrible Barcelona de los años cincuenta? Pinilla de las Heras, algo deslumbrado ante el deslumbrante poder, con destacada arista literaria, del industrial Juan Solé, explicaba las razones por las que miembros del grupo Laye, recién llegados al Instituto, tuvieron libertad suficiente para organizar las jornadas:

En el verano de 1954, en un jardín de que disponían los pisos (un entresuelo ampliado) en que se hallaba por entonces el Instituto de Estudios Hispánicos, en la calle Valencia, 231, en Barcelona, nos reuníamos a menudo los participantes en seminarios. Era presidente del Instituto un industrial textil y gran mecenas barcelonés, don Juan Sedó Peris-Mencheta. Se trataba de un genuino gentleman, un hombre liberal, de pequeña estatura, salud más bien débil, voz muy mesurada, de un trato exquisito, una diplomacia permanente. Tenía un hobby por el cual era conocido internacionalmente, desde Barcelona al Japón, y desde California hasta Armenia: los beneficios de su industria textil los invertía en una gigantesca biblioteca cervantina que había ido formando, desde muy joven, en un gran piso que poseía en la Ronda de San Pedro. En esa biblioteca tenía no solamente ediciones muy antiguas del Quijote y de otras obras de Cervantes, en el original castellano; merced a contactos frecuentes con libreros de todo el mundo (incluida la Unión Soviética, Bulgaria, India, etc.) había ido reuniendo traducciones de Cervantes en otras lenguas. La sola visión de aquella biblioteca (donada a su muerte a la Biblioteca de Catalunya, en la calle del Carmen) producía un cierto sentimiento de vértigo. Este se transformaba en placer y gozo al poder hojear algunos textos, maravillas de impresión, de arte, de creatividad humana. No había biblioteca cervantina comparable en el mundo 10 .

Sánchez-Mazas Ferlosio, como se apuntó, no pudo impartir su conferencia en el ciclo organizado por el Instituto de Cultura Hispánico. Lógico matemático y profesor, había nacido en Pesciera del Garda (Italia) el 3 de septiembre de 1925 y era hijo de Rafael Sánchez Mazas. Miguel vivió sus primeros años en Roma, donde su padre era corresponsal y cronista del ABC, una plataforma desde el que popularizó en España durante más de una década, y no sólo de forma descriptiva, la evolución del fascismo italiano11.

Miguel Sánchez-Mazas estudió Matemáticas en la Universidad de Zaragoza. Interesado por la historia y la filosofía de la ciencia, publicó en 1946 en Arriba varios artículos sobre asuntos científicos. En 1947 fue uno de los fundadores de Alférez y en 1948 de la segunda época de La Hora. Intervino también en Alcalá, un semanario universitario, desde donde en 1952 impulsó un suplemento científico-filosófico que acabó convirtiéndose en Teoría, siendo también colaborador del Instituto «Luis Vives» de Filosofía del CSIC, en el que organizó una colección de Cuadernos de Lógica, Epistemología e Historia de la Ciencia. En los primeros años cincuenta publicó en Revista de Filosofía, Cuadernos Hispanoamericanos y Arbor, y en agosto de 1955 escribió nueve crónicas para el ABC como enviado de España a la Primera Conferencia Mundial sobre usos pacíficos de la energía nuclear.

Sánchez-Ferlosio Mazas, próximo al socialismo de la época, intervino activamente en 1956 en las movilizaciones estudiantiles que marcaron el inicio de la oposición universitaria al régimen. De hecho parece que fue él el autor de la redacción final del Manifiesto a los universitarios madrileños12, 1º de febrero de 1956, un texto que fue uno de los desencadenantes de aquellos sucesos. Detenido por la policía franquista, ese mismo año decidió abandonar España, asentándose en Suiza, donde se doctoró por la Universidad de Neuchâtel.

Ese mismo 1956 regresaría Sacristán de Westfalia (Alemania), del Instituto de Lógica Matemática de la Universidad de Münster 13 donde había cursado cuatro semestres de lógica y epistemología con maestros de la talla de Hans Hermes y Gisbert Hasenjaeger 14 . Tras su vuelta, Sacristán impartió clases de Fundamentos de Filosofía en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, cursos en los que la temática lógica, netamente ausente en la enseñanza de la filosofía de la época tanto en Barcelona como en el resto de España, estuvo muy presente 15 , siendo ubicado pocos años después en la Facultad de Económicas de la misma Universidad. Explicar Kant 16 era explicar pensamiento ilustrado crítico y el arzobispado barcelonés de la época no estaba para exquisiteces filosóficas de ese tenor.

2. UN MANUAL PARA FACULTADES DE CIENCIAS SOCIALES Y NATURALES

Tras su regreso del Instituto de Lógica de Münster, Sacristán impartió clases de Fundamentos de Filosofía en la Universidad de Barcelona. En sus apuntes de sus cursos de 1956-57 y 1957-58 editados por la Cooperativa Universitaria de la UB, en el apartado dedicado al silogismo, Sacristán citaba un artículo de Miguel Sánchez-Mazas publicado en el número doble 7-8 de Theoria, páginas 95 y ss: «La teoría del silogismo desarrollada en forma de álgebra».

En esos mismos años, tras lo sucedido en las oposiciones a la cátedra de lógica de la Universidad de Valencia, Sacristán estuvo preparando los últimos capítulos de la Introducción a la lógica y al análisis formal 17  (ILAF) que publicó en 1964, uno de los primeros libros de lógica escrito y publicado en nuestro país. Sánchez-Mazas Ferlosio había publicado por su parte un año antes, en Caracas (Venezuela), Fundamentos matemáticos de la lógica formal. En la bibliografía de su ensayo, Sacristán hacía referencia al libro de Sánchez-Mazas con una nota añadida: «Desarrolla el punto de vista intencional».

Fueron tres las reimpresiones del manual de Sacristán hasta octubre de 1976 en la colección Convivium de Ediciones Ariel, siento posteriormente reeditado en 1990 por Círculo de Lectores, con introducción y nota de José Luis Abellán. Albert Domingo Curto y Verá Sacristán fueron los encargados de la edición 18 . No hubo otras reediciones. Sacristán pensó en reformular algunos desarrollos, en reescribir algunos apartados, incluso en una edición corregida que contara con la colaboración de Jesús Mosterín, pero la tarea finalmente no llegó a realizarse.

En la presentación del volumen, Sacristán señalaba que importantes conceptos epistemológicos -sistema deductivo, algoritmo, modelo, función o estructura-, que eran de uso frecuente en ciencias positivas, tenían en la lógica formal el lugar de su primera introducción y aclaración. Sin duda, esta inicial dilucidación que se encontraba en la lógica era muy general, «y los conceptos en cuestión toman en las diversas ciencias positivas que los usan connotaciones específicas», pero una introducción formal a estas nociones en el marco de una iniciación a la lógica formal era útil para toda formación científica que se quisiera educar también en el espíritu de la teoría. Por ello, proseguía,

la principal motivación con que ha sido escrito este manual es la de suministrar un texto introductorio que, a diferencia de lo que muy naturalmente suele ocurrir a los libros de lógica, no presuponga en sus lectores ningún interés especial por la filosofía ni por la matemática, ni menos una educación universitaria en ellas. El lector típico tenido presente es más bien el estudiante de nuestras facultades de ciencias positivas (naturales y sociales). Esto puede dar razón del carácter ingenuo de la información y las discusiones sobre temas filosóficos y matemáticos, así como del abandono de venerables doctrinas tradicionales (por ejemplo: de la renuncia a un tratamiento sustantivo de la silogística) 19 [cursiva nuestra].»

Lo que Sacristán pretendía con ILAF era ayudar a la introducción del estudio de la lógica y temas afines fuera de las secciones de filosofía y de matemáticas, sabedor de que salvo en unas pocas facultades universitarias que ya en aquellos años contaba con unos «Fundamentos de Filosofía» en su primer curso, no era nada fácil alcanzar entonces ese deseable objetivo en el ámbito universitario español.

No es lugar aquí para una presentación detallada del ensayo de Sacristán. Pero cabe sucintamente señalar lo siguiente:

ILAF está dividido en cuatro partes. La primera, «La lógica formal y las ciencias reales. Categorías lógicas», con cuatro capítulos -1. Noción de lógica formal. 2. La lógica formal en la investigación de fundamentos. 3. El ideal del lenguaje bien hecho y 4. Las categorías lógicas-, presenta una introducción a asuntos epistemológicos generales y a temáticas de filosofía de la lógica y de la matemática que aún hoy se lee con agrado y con aprovechamiento y en donde la perspectiva gnoseológica singular de Sacristán no está perdida dentro de un marco estrictamente didáctico. La segunda parte -El sistema de la lógica elemental-está dividida en dos secciones: la primera, «El lenguaje de la lógica elemental», está compuesta de dos capítulos: 1. La composición de enunciados. Lógica de enunciados y 2. La estructura de los enunciados atómicos. Lógica de predicados, y la segunda sección -«Cálculos lógicos elementales»- consta de cuatro capítulos: 1. Presentación axiomática del cálculo de preciados de primer orden. 2. La deducción a partir de premisas. 3. Técnica de la deducción natural. Algunos teoremas, y 4. Formas normales. Comparación del sistema axiomático con el cálculo de deducción natural. Esta apartado es, pues, una introducción, con axiomática incluida, a la lógica proposicional y a la lógica de predicados de primer orden, con especial énfasis en procedimientos de deducción natural.

La parte tercera de ILAF la componen dos secciones. La primera -«Limitaciones del cálculo lógico»- está formada por tres capítulos: 1. Rendimiento del cálculo lógico elemental, 2. La lógica de predicados de orden superior y el teorema de incompletud de Gödel 20 y 3. Decidibilidad en la lógica elemental; la segunda sección -El alcance analítico del cálculo lógico- tiene dos capítulos: 1. La lógica de clases y 2. La lógica de relaciones. Esta tercera parte, acaso la más larga del ensayo, consta de dos importantes apartados: uno de resultados metalógicos esenciales y un segundo que es una ampliación de la lógica elemental en terrenos de la teoría de clases y de la lógica relacional.

La cuarta y última parte -Lógica formal y metodología- está constituida por dos capítulos: La división y la definición, y El análisis formal de la inducción 21 , temáticas que tradicionalmente habían sido tratadas en manuales de lógica o de metodología. Además de ello, una relación sucinta de teoremas lógicos, la bibliografía consultada donde destacan las referencias a Boole, Frege, Mates, Moody, Couturat, Quine, Scholz, Hermes, Ackermann, Tarski, Prior, Carnap, E. Casari, Church, Kleene, Lorenzen o Hao Wang, algunas de ellas comentadas sucintamente 22 ) y un índice analítico y nominal.

Con las siguientes palabras, donde se hace referencia a Carnap, uno de los lógicos y filósofos más admirados por Sacristán 23 , finalizada su ensayo:

Debe indicarse, por último, que, con posterioridad a la primera edición de su estudio sobre la lógica inductiva, Carnap ha preferido dejar de hablar de ‘confirmación’, para expresarse con léxico más matemático (tomado de la teoría del cálculo de probabilidades)

No es fácil aquilatar el impacto real que tuvo ILAF en la propia facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona -o en facultades afines- donde Sacristán impartía clases en aquellos años24. No olvidemos que el autor de «La Universidad y la división del trabajo» fue expulsado de la Universidad barcelonesa en 1965, que sus sustitutos -entre ellos, el metafísico teólogo de extremísima derecha doctor Canals o el mismo profesor Quintana- no parecían tener la arista lógico-analítica en un lugar destacado de sus preocupaciones pedagógicas, que el mismo Sacristán se mostró autocrítico con algunas de sus iniciales pretensiones didácticas 25 y que, en fin, hasta 1976, hasta después de la muerte del asesino dictador golpista, Sacristán no pudo reincorporarse a la Universidad española, acompañado, nuevamente, de pendulares y significativos movimientos en torno a su nombramiento como catedrático extraordinario26 .

Sea como sea, y aun cuando no fuera ésa su finalidad básica, ILAF sí tuvo influencia en las facultades de filosofía del país, incluso bastante años después de su primera edición, y fue valorado elogiosamente por destacados miembros de la comunidad filosófica hispánica de la época. Dos de ellos, Josep Ferrater Mora y Sánchez Mazas, en el exilio exterior, y el tercero, Víctor Sánchez de Zavala, en un real y nada acomodaticio exilio interior. Incluso en un reciente manual de lógica de Quesada, Pérez Otero y Fernández27, se ha señalado que:

El capítulo 5 presenta de forma comprimida el contenido esencial de los grandes resultados clásicos sobre los sistemas de lógica, incluidos los llamados teoremas limitativos y muy especialmente los de Gödel. Entre los manuales más utilizados en nuestro país, sólo el de Sacristán introduce parcialmente este material…[la cursiva es mía]

Sacristán envió su ensayo a colegas y amigos. Entre ellos, como decíamos, Josep Ferrater Mora, Víctor Sánchez de Zavala, Rafael Sánchez Ferlosio, Agustín García Calvo, Ettore Casari, su compañero en el Instituto de Lógica de Münster, J. D. García Bacca 28 y al poeta catalán Salvador Espriu. Este último, por ejemplo, en carta de 25 de diciembre de 1965, se dirigía a Sacristán en los siguientes términos:

Querido Dr Sacristán:;

No quiero que pasen más días sin escribirle, como le prometí aunque sean una breves líneas, pues mi tiempo no permite otra cosa. He leído sus excelentes prólogos 29 (Ud es más justo con Goethe que lo fue Brecht, al fin y al cabo, «Über allen Gipfeln», es una espléndida poesía de circunstancias, tal vez una improvisación) que postulan quizá un mayor desarrollo, para intentar, junto con los otros trabajos de me habló, un libro de ensayos.

En cuanto a su «Lógica», creo que me va a ser muy útil. Le agradezco de nuevo y muy de veras su generoso y valioso presente.

Les deseo a Vd., y a los suyos, un buen año 1966 y espero que en el transcurso del mismo se vislumbre su reincorporación a la Universidad. Veo muy claro que no debe Vd marchar de Barcelona, pues su puesto está aquí. Reciba un muy cordial abrazo de su afmo.

Espriu

No sólo a ellos. Un gran conocedor de Leibniz también fue obsequiado con un ejemplar de Introducción a la lógica y al análisis formal.

3. CARTA DESDE SUIZA DE UN LÓGICO EXILIADO QUE AMABA A LEIBNIZ Y A LA JUSTICIA.

Sacristán envió también su manual a Miguel Sánchez-Mazas Ferlosio, quien debió responderle casi a vuelta de correo. El 8 de enero de 1965, desde el número 42 de la rue du Môle de Ginebra, Sánchez-Mazas enviaba a Sacristán una carta de cinco folios escrita a máquina y en la que, en sus primeros compases, se refería a ILAF en los términos siguientes:

Querido Manolo:

He tenido una gran alegría al recibir, en los primeros días de este nuevo año, tu buen regalo, no sólo por el interés y el atractivo del libro en sí mismo y por la simpatía que entraña su envío, sino también -y tal vez principalmente- por saber con ello directamente, después de muchos años, de ti y de tu actividad, y comprobar con enorme satisfacción que estás en pleno fermento intelectual y desarrollando un programa de gran valor pedagógico y renovador, a la larga, de nuestra mentalidad -y metodología- social, no sólo por tu obra científica personal, sino por la que intuyo que animas, en la Universidad, o a través de planes editoriales de estilo enteramente nuevo.

Después de dar la enhorabuena a Sacristán, Sánchez-Mazas le informaba que desde hacía tiempo -«y por las más distintas razones, pero sobre todo más recientemente, desde que he «vuelto» a la lógica, o simplemente al estudio -algo así como hace un año-«, deseaba conocer sus coordenadas, todas las coordenadas de Sacristán, y muy especialmente las de su situación en relación con los problemas de los fundamentos lógicos de la ciencia y su papel en todo el contexto cultural y social.

Tu libro, que he empezado enseguida a recorrer en todas direcciones, más que a leer ordenadamente, me da unas primeras respuestas, que juzgo muy positivas. Pero deseo seguir al día las proyecciones futuras y espero que tú también, cuando conozcas las perspectivas de mi trabajo actual, puedas encontrar un interés común, primero en nuestro intercambio, y más adelante, eventualmente, en una colaboración de cualquier tipo, capaz de aportar una célula más a ese trabajo racional en equipo que tan indispensable es en todas partes, y cada día más urgente en España -y muy especialmente en este campo del cual, como tú perfectamente sabes, tantas y tan decisivas consecuencias y repercusiones pueden surgir no sólo para la investigación científica, en general, sino también para la pedagogía, para la sociología, en su sentido más práctico y más dinámico, en una forma que ciertamente sorprenderá a quienes, engañados por la apariencia externa del simbolismo y por las dificultades de la perspectiva formalista, juzgan esas tareas como un estéril (y por lo tanto culpable) juego de mandarines.

A continuación, Sánchez-Mazas explicaba a Sacristán que Juan A. Nuño, que por aquellas fechas estaba preparando en Ginebra con Bochenski un análisis del pensamiento lógico de Platón similar al que la escuela de Lukasiewicz había realizado con la lógica de Aristóteles, le había preguntado qué españoles capaces de dar un cursillo de tres meses sobre problemas lógicos tendría interés invitar y que él, aún sin conocer sus actuales coordenadas, pero habiéndolas conocido hacía años, le dijo que indudablemente el nombre de Sacristán era el primero, y tal vez el único desde su punto de vista, que había que tener en cuenta

No sé si llegó a escribirte, no se lo he preguntado ahora, pero en los últimos meses alguien me dijo al volver de Barcelona, al preguntarle yo si habla oído hablar de ti y de tus actividades a raíz de noticias «extra-científicas» e inquietantes aparecidas sobre ti en la prensa extranjera que había oído decir (y así sucesivamente…) que no estabas muy dedicado a los trabajos de lógica y que se tenía la impresión que habías abandonado esa preocupación. Me parece que quien me trajo esa voz -cuya falta total de fundamento compruebo ahora con alegría- fue Eduardo Rallo, un psiquiatra amigo nuestro que vive en Lausanne (o más exactamente en Morges) y que habló con amigos comunes. Pero eso ya no tiene la menor importancia.

Sánchez Mazas confesaba que todavía no había tenido tiempo de leer ILAF de un modo ordenado y sistemático, y que, por otra parte, la curiosidad por ver cuál era la posición de Sacristán ante problemas muy precisos, así como por descubrir el estilo que había elegido para presentar los conceptos fundamentales de la disciplina y su función en la ciencia a los estudiosos de las «ciencias reales», le había impedido empezar la lectura de modo usual. Sánchez-Mazas señalaba a Sacristán que lo que ya había visto le había producido una gran satisfacción, porque creía que la metodología seguida era práctica y eficaz, y que, además, casi adivinando el horizonte lógico y filosófico hispánico, el libro de Sacristán podía andar mucho camino

[…] por los viejos y polvorientos senderos de nuestra cultura peninsular -no sólo filosófica, que tal vez es lo menos importante (me pregunto cada día con espanto si hay una sola idea científica en la filosofía, fuera de las que integran nuestra lógica)-, rejuveneciendo mentes, quitándoles telarañas. Es un libro saneador no sólo de buena pedagogía científica para los jóvenes aún no maleados por la enseñanza dominante, sino tal vez incluso -esperémoslo- regenerador de algunas mentes de adultos que, desgraciadamente, son ya sabios.

Se centraba a continuación Sánchez-Mazas en «el programa algorítmico» y en los resultados de Gödel. La posición de Sacristán 30 le parecía en este punto «acertada, prudente y pragmática» y compartía enteramente sus positivas apreciaciones sobre la experiencia gödeliana, así como las críticas a las interpretaciones desinformadas de la misma en el mundo extra-matemático, donde, sin conocimiento de los términos exactos del problema, que no podían captarse, señalaba Sánchez-Mazas, «fuera de la perspectiva formalista», se había hablado de «crisis de la razón», jeremiada en la que había caído el propio Ortega y Gasset 31 , como ya había recordado hacía algún tiempo Gallego Díaz.

Después de ello, Sánchez-Mazas hacía un largo desarrollo de su personal visión del «programa algorítmico», apuntando a Sacristán que, aun compartiendo como punto de partida las limitaciones, condicionamientos y reservas por él indicadas en su ensayo, él estaba llegando sin embargo a tener algunas esperanzas de desarrollo y aplicación eficaz, más seguras de las que Sacristán parecía tener, al menos en aquel momento.

Yo veo el problema de un modo tal vez mucho más pragmático, más operativo y dinámico de como lo han venido tratando los técnicos de los sistemas formales y del «Entscheidungsproblem» 32 , de un modo que acaso parezca infantil y blasfemo a los guardianes y vestales de la «legitimidad» de la consecuencia lógica y a los implacables aduaneros que vigilan armados la temible frontera que separa los «lenguajes objeto» de los «meta-lenguajes», éstos y aquellos de los «meta-meta-lenguajes» y así sucesivamente, en un proceso de retroceso infinito que, como tú muy acertadamente señalas, aún si resultara imprescindible -que no lo es para lograr resultados prácticos muy interesantes y útiles con una formalización prudente-, no tendría por qué llevarnos al suicidio mental colectivo y a renunciar a algo tan vivo -a pesar de tanto sepulturero- como es la ciencia.

Lo que Sánchez-Mazas creía esencial para trabajar «en forma intelectual y socialmente útil en un «programa algorítmico» limitado, controlado y perfectible» era construir sistemas formales, con sus correspondientes algoritmos o máquinas, que aun apoyándose en supuestos últimos -axiomas, reglas- que no se justificaban a sí mismos y que no podían justificarse tampoco en el sistema del que formaban parte, permitieran, a partir de ellos, obtener resultados nuevos y coherentes en los desarrollos posteriores, como ya lo hacían las ciencias matemáticas conocidas, si bien superando a éstas en varios aspectos:

1. mayor seguridad y rigor en los desarrollos «a partir» de esos supuestos admitidos. 2. mayor facilidad para un desarrollo rápido y automático de las consecuencias, para la constatación de las equivalencias y contradicciones, en esa zona «tratable» por los algoritmos o máquinas, y solución limitada a cierta esfera de proposiciones del «problema de la decisión»; 3. mayor capacidad para representar teorías no exclusivamente lógicas ni matemáticas, expresando formalmente relaciones «cualitativas» específicas de las ciencias «reales», de la física y la biología a la sociología.

Defendía, pues, Sánchez-Mazas una posición pragmática en este punto: había que abandonar la pretensión de edificar un formalismo como un sistema teológico o como una constitución política, y construirlo más bien como una obra de ingeniería, para que funcionase efectivamente, de forma «legal» o «ilegal»:

Así, en lugar de poner el acento en los posibles recursos de un sistema formal para «autojustificarse», yo pondría el acento en la capacidad expresiva, en el poder del análisis, en la aptitud para distinguir y tratar los conceptos de las ciencias reales.

No era rentable, en su opinión, desplegar esfuerzos gigantescos en tratar de fundamentar mejor la aritmética y rasgarse las vestiduras porque un sistema que la incluyera no pudiera ser absolutamente consistente o completo. La aritmética conocida tenía un grado de seguridad y autosuficiencia más que suficiente para darnos por muy satisfechos el día que supiéramos construir vasos comunicantes adecuados para transmitir, precisamente, esa seguridad a toda la ciencia restante o, si no fuera el caso, a parte de ella.

Así, es la efectiva potencia expresiva de la matemática, y esencialmente de la aritmética en la que sigue estando la clave de la representación de relaciones «cualitativas», lo que tenemos que estudiar.

En este sentido, proseguía el lógico antifranquista exiliado, las perspectivas de Leibniz y Gödel eran esencialmente diferentes: aunque Leibniz, como Sacristán apuntaba en su ensayo 33 , pretendía crear un sistema que permitiera zanjar las discusiones con el famoso «calculemos», lo que de hecho nos había legado con su analogía, genial en opinión de Sánchez-Mazas, de la descomposición del concepto y del número, fue la inspiración de que no sería tiempo perdido estudiar a fondo las posibilidades reales de expresión de los números, en la esfera no cuantitativa y extensional, sino cualitativa e intensional. Gödel, en cambio, proseguía Sánchez-Mazas buscaba otra cosa: la autojustificación del sistema desde una perspectiva formalista, moderna, tomando de los números características, en cierto modo «por las hojas» escribía Sánchez-Mazas, intentando utilizar «las ventajosas propiedades de los números primos y de la divisibilidad en forma un tanto desenfadada» añadía:

Yo juzgo -y próximamente si el tema te interesa, intentaré demostrártelo- que la sugerencia de Leibniz sigue siendo valida y no ha sido explotada debidamente. Creo que la experiencia -y advertencia- de Gödel son utilísimas, pero demuestran algo que no es exactamente la limitación de las posibilidades expresivas de la matemática, sino la limitación de las pretensiones de autosuficiencia de las matemáticas y aún eso según cierta perspectiva, como tú insinúas.

En opinión del autor de los Fundamentos aritméticos de la lógica formal, los números característicos de Leibniz podían llegar a ser en las ciencias reales un eficaz instrumento de análisis en función se cómo se aplicaran. ¿Dónde situaba, entonces, su crítica al proyecto gödeliano? En lo siguiente:

Para Gödel parece como si lo esencial es que exista la posibilidad de etiquetar los símbolos y su posición en las expresiones y esperar, milagreramente, que todos los demás se le diera por añadidura. Que se le va a ofrecer de cualquier modo una relación entre los números de Gödel como expresión de la relación entre las proposiciones correspondientes. Pero eso me parece -que me perdonen los gödelianos- muy simplista. Para emplear una metáfora, no tan atrevida como puede parecer a primera vista, Gödel planta en una hilera perfectamente rectilínea, una serie de mástiles (las bases) a cada uno de los cuales les coloca, ordenadamente, como rótulo, un número primo (2,3,5,7,…) y en lo alto de cada uno de esos mástiles coloca distintas piezas, las piezas todas de la fábrica (los exponentes) «por orden de aparición en escena», y piensa que con ello el mecanismo compuesto de todas las piezas ya está listo para funcionar. Es como si en el montaje en cadena de un automóvil los sucesivos obreros recibieran las piezas no según los criterios internos que han de regir la construcción y el funcionamiento de aquel, sino por orden alfabético, y la posición de los obreros en la fábrica estuviera determinada no por la calificación y aptitudes y experiencia concreta de cada uno de ellos, sino por orden de edades.

Sánchez-Mazas creía que había que trabajar de otra manera y, de hecho, señalaba a Sacristán, ya había empezado a hacerlo. Su impresión es que Leibniz había acertado en la orientación básica «aún sumergido en un baño de metafísica que nos lo altera» y que, al descubrirlo dos siglos más tarde, los filósofos y lógicos modernos dotados de una técnica de formalización muy superior a la leibziana no supieron o no creyeron útil aplicarla a aquella orientación. En cambio, era ya entonces posible intentarlo con dos condiciones esenciales. La primera: trasladando a la perspectiva intensional o cualitativa toda la experiencia y las técnicas adquiridas en el intento, poco rentable hasta entonces, de exprimir la perspectiva extensional o cuantitativa, que había parecido la línea indiscutible y que tan poco había dado de sí. La segunda condición: trasladando al problema del enriquecimiento de las posibilidades expresivas todo o parte del esfuerzo que se estaba poniendo en desarrollar las posibilidades de autosuficiencia formal de los sistemas formales.

En opinión del lógico hispano-italiano, aceptando el grado de seguridad que poseía la aritmética, se podría ganar un nuevo horizonte para la expresión y la investigación científica si se pudiera dar, después de estudio, una respuesta no del todo negativa a la pregunta:

¿Hay en la aritmética (y, después, como derivación en el álgebra -no puedo aquí desarrollar este punto-) recursos suficientes para distinguir (o sea, dar una expresión diferente, con arreglo a criterios coherentes) entre sí los distintos objetos y relaciones que distingue el lenguaje científico ordinario (dejemos de lado, ahora, el lenguaje de la vida corriente, el literario e incluso -por qué no- el «filosófico»?

Sánchez Mazas creía que sí. Por el hecho, meramente anecdótico que Leibniz sólo hubiera conseguido expresar la partícula «y» por la multiplicación, y el álgebra de Boole, apenas hubiera añadido las partículas «o» y «no» -pero, matizaba, ésta ya es extensión, con lo cual se retrocedía de nuevo-, quienes han considerado el tema se habían desanimado muy pronto. En su opinión, no había quedado zanjado el problema de una posible aritmetización de una gramática general, para usos científicos, y de un lenguaje restringido en cada caso a los términos de una rama o teoría.

Creo que podré, si te interesa, darte algún fundamento para sugerirte que la tarea puede dar sus frutos con aplicaciones útiles a la traducción simultánea -problema en el que se están gastando enormes sumas de dinero y de esfuerzos dispares, desde la escuela de Ceccato en Italia a la de Chomsky en Estados Unidos-, al análisis y comparación de las teorías y a la formalización incluso, y simplificación consiguiente, de la esfera jurídica.

La carta tenía que finalizar en algún punto, proseguía Sánchez-Mazas, y como primer contacto, «tras muchos años», creía que ya era suficiente. Era Sacristán a quien correspondía decir ahora en qué problemas estaba interesado «y si crees posible y útil un contacto periódico, que pudiera transformarse más adelante, en una colaboración»·.

Sánchez-Mazas daba fin a su escrito solicitando a Sacristán un contacto periódico e informándole de su trabajo en la FIOM, en la Internacional de Metalúrgicos, donde además de las relaciones con las organizaciones afiliadas en el mundo de lengua española, y de todo lo relativo a publicaciones y circulares, se ocupaba de los análisis de los balances de las empresas y de la preparación y estudio de negociaciones colectivas. Además de ello,

como el trabajo aquí en la FIOM es francamente animador y agradable, en su contenido y por el ambiente humano y de compañerismo, y sólo trabajo 40 horas en cinco días, me queda el tiempo y la atención suficiente para mis trabajos de lógica. Estoy preparando así un libro, cuyo índice te envío 34 . Mi intención es publicarlo antes de nada en España. Pero, por otro lado, mis trabajos han interesado mucho en la Universidad de Ginebra y en la de Neuchatel, entre lógicos de la escuela de Piaget, y me han animado a que prepare una tesis para el Doctorado en Matemáticas. Lo he aceptado y ya la estoy preparando. El título, ya admitido, es el siguiente «Sur l´arithmétisation de la logique et du langage: problèmes, méhodes et perspectives» [Sobre la aritmetización de la lógica y del lenguaje: problemas, métodos y perspectivas]. Puede interesarte tal vez el esquema del capítulo introductorio 35 , que ya he escrito, de modo que te lo adjunto» [la cursiva sobre horario es mía]

Es muy, pero que muy improbable que Sacristán no respondiera a la carta y las propuestas de Sánchez-Mazas. Sin embargo, en Reserva de la BC de la UB no se conserva copia de la probable correspondencia.

Sea como fuere, poco meses después, volvieron a ponerse en contacto. Por motivos muy diferentes. Desde un punto de vista no estrictamente lógico.

4. CRÓNICA DE UNA EXPULSIÓN ANUNCIADA

Los malos vientos seguían arrasando el país. Manuel Fraga era ministro de Información y Turismo del Régimen que había asesinado a Julián Grimau poco tiempo antes. Sacristán, como Aranguren, como Tierno Galván, como Montero Díaz, como más tarde Valverde en admirable gesto de solidaridad, fue expulsado de la Universidad, la barcelonesa en su caso. Las motivaciones políticas de la decisión son conocidas, al igual que el destacado papel que ejerció el gran científico y entonces rector franquista Francisco García Valdecasas 36 . Fabià Estapé, personalmente presente en las instancias universitarias que discutieron el tema, ha contado lo sucedido en los términos siguientes 37 :

Se sabía que en el despacho del rector García Valdecasas 38 se perseguía extirpar ‘la mala yerba’. La expulsión de Sacristán constituyó una acción de fuerza que llevó a término el rector de la Universidad de Barcelona

[…] persona capaz de recurrir a elementos políticos, religiosos y también tal vez a los Legionarios de Cristo Rey. Quien dominaba también los mismos elementos es un tal Marcial Marciel que en el final de su carrera tuvo algunos tropiezos con el Vaticano.

Según Estapé, en la expulsión de Sacristán ejerció también un papel destacado Mario Pifarré, quien llevaba pocas semanas en el decanato y no podía permanecer en un plano oculto.

Recuerda, el que fuera también rector de la Universidad en tiempos franquistas, que con la llegada del automóvil en el que viajaba el rector se dio aviso del inicio de la amplia sesión. Desde el punto de vista de la disciplina y de las costumbres en casos como el de Sacristán, jamás un rector, hasta la fecha, había hecho pesar en la Universidad de Barcelona su autoridad sin límites. Sería ésta una excepción. En seguida, supieron los asistentes al encuentro universitario que la finalidad de la reunión era la expulsión del profesor rojo.

La sesión tuvo lugar bajo las ventanas elevadas del pabellón de la Escuela de Comercio de Barcelona. En el proceso se dio a conocer a todos los profesores asistentes, todos ellos numerarios, por parte del decano Mario Pifarré que se estaba ante dos aspirantes al encargo de la cátedra en cuestión, la de «Fundamentos de Filosofía» -acaso ya entonces Metodología de las Ciencias Sociales- en la Facultad de Económicas: el doctor Sanvicens de Filosofía y Letras, y Sacristán. El acto fue presidido por un rector-farmacólogo, recuerda Estapé, que no cesó de sacudir las manos.

Estapé, como catedrático más antiguo, votó inmediatamente a favor de Sacristán. Siguió Berini que planteó su voto indeciso arguyendo que era amigo de los dos. Volvió a votar a favor de Sacristán el profesor Lasuén39 y Lóbez votó a Sanvicens. Fueron muchos, recuerda Estapé, «los que atribuimos este voto torticero al Festival de la Canción Económica» y añade:

Cuando se entreveía ya el desenlace delante del rector e incluso del decano, el catedrático más joven, Salustiano del Campo, pronunció un vehemente alegato y dirigiéndose al decano Mario Pifarré le dijo que por veinte veces que le preguntara, veinte veces votaría a Manuel Sacristán.

Después de escuchar las intervenciones, Pifarré se llevó todos los papeles comentando que posteriormente ya informaría de su decisión. El rector musitó unas tristes palabras, que Estapé no reproduce, y que nosotros, señala, «hoy debemos calificarlas de innobles».

Y también es cierto que algunos que todavía no habíamos alcanzado la autoridad académica suficiente sabíamos ya que en el despacho del rector se perseguía la labor de extirpar la mala yerba. Así fue como bajo esa luz esperpéntica se privaba a la facultad de uno de sus profesores más luminosos. Averiguamos más tarde que el tema venía de antiguo, que ese deseo de extirpar a profesores como Manuel Sacristán arrancaba de muy atrás.

Así, pues, Sacristán fue expulsado de la Universidad de Barcelona vía no renovación de su contrato laboral a inicios del curso 1965-66. Vale la pena recordar algunas muestras de apoyo. Salvador Espriu le escribió el 16 de octubre de 1965 en los términos siguientes:

Dr. Manuel Sacristán.

Mi querido y admirado amigo:

Acabo de enterarme del inaudito e incalificable atropello de las autoridades académico-ministeriales contra Usted. No comentaré, porque no vale la pena, un acto tan arbitrario como estúpido. Le ruego acepte la renovada expresión de mi amistad y le recuerdo que me tiene, para cuando necesite, a su entera disposición.

Reciba un cordial abrazo de su afmo. Espriu

También lo hizo José Luis Sampedro, entonces catedrático de Estructura Económica de la Universidad de Madrid, enviándole una carta fechada el 28 de octubre de 1965 en la que se expresaba del siguiente modo:

Mi querido amigo y compañero:

Acabo de enterarme de que no se le ha renovado a Vd. El encargo de curso de su asignatura en la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales de Barcelona, y como considero muy de verdad que es decisión nos causa una verdadera pérdida en la enseñanza, quiero enviarle esta carta para hacerle patente mi consideración y el altísimo concepto que me merece su obra intelectual y docente. Una persona como Vd nos honra a todos los universitarios.

Sólo lamento no tener personalmente mayor autoridad para respaldar mi juicio, pero no necesito decirle que, cualquiera que sea su valor, estoy dispuesto a manifestarlo donde Vd estime necesario, y en la forma más categórica posible, empleando para ello con esta misma carta, de la que puede Vd hacer en cualquier momento el uso público40 o privado que estime conveniente, pues su contenido es una declaración que me honro en suscribir.

Con el mayo afecto y compañerismo, le envía un cordial abrazo su buen amigo de quien sabe puede disponer, J. L. Sampedro

También P. Bohigas escribía a Sacristán el 17 de octubre de 1965 expresándose del modo siguiente:

Sr. D Manuel Sacristán Luzón:

Apreciado amigo:

Me han informado estos últimos días de la arbitrariedad que han cometido con Vd. Huelgan comentarios. Sólo quiero expresarle mi adhesión personal en esta ocasión y el aprecio en que le tengo. Es lamentable el hecho por consideraciones personales; pero lo es también, y mucho, en vistas al interés colectivo y concretamente al universitario. ¡Ojalá la reflexión hiciera rectificar a quieren ahora tan ciegamente y nuestras esferas se procediera con mayor alteza de miras!

Suyo, afmo amigo, P. Bohigas

También supo de la expulsión Miguel Sánchez-Mazas a través, probablemente, de Víctor Sánchez de Zavala, amigo de ambos. El 10 de noviembre de 1965, enviaba desde Ginebra un telegrama a Sacristán en el que se expresaba en los términos siguientes:

Toda mi solidaridad y amistad en este trance dime si podemos hacer por ti algo preciso un fuerte abrazo. Miguel

Breve telegrama, pocas pero sustantivas palabras. No fueron las últimas.

5. EL CÁLCULO DE LAS NORMAS EN CONVIVIUM

 En 1973, la editorial Ariel, en la colección Convivium, publicaba un ensayo de Miguel Sánchez Mazas, Cálculo de las Normas. Estas palabras del autor abrían el prólogo, fechado en enero de 1973:

Este libro es la versión española de una tesis doctoral preparada bajo la dirección cordial y generosa del gran lógico suizo, el profesor Jean-Blaise Grize, y presentada en la Universidad de Neuchâtel (Suiza) para la obtención del título de doctor en Letras. Y aunque, como es natural, la presentación y lectura de dicha tesis han tenido que realizarse en francés, lengua oficial de la citada Universidad, de acuerdo con el reglamento de la misma, lo cierto es que esta edición castellana va a adelantarse en varios meses a la edición francesa.

No necesito explicar, por lo menos a los que me conocen, que este hecho no es fruto del azar ni decir con cuanta satisfacción doy a la lengua de mi patria, con el beneplácito de la repetida Universidad suiza, las primicias de una obra que ha sido concebible y realizada en 1971 con el fin de aportar en este año una primera contribución original española a la lógica de las normas, evitando que nuestro país siguiera estando ausente de esa importante esfera de investigaciones al conmemorarse el vigésimo aniversario de la fundación y organización sistemática de tan sugestiva disciplina con los geniales trabajos de George Henrik Von Wright en 1951.

Por ello quiero manifestar mi gratitud a Ediciones Ariel, que tanto hace por mantener a nuestra cultura en vivo contacto con la actualidad del pensamiento europeo y universal, en los más diversos campos, y muy en especial a mi amigo y compañero Joan Reventós, que desde la conclusión de este libro, en diciembre de 1971, cogieron con el mayor interés la idea de su publicación en España. Ahora bien, al haber transcurrido prácticamente un año desde la citada fecha por razones de adaptación recíproca entre los textos español y francés así como por otros motivos de programación interna de la propia casa editora, creo indispensable también hacer algunas observaciones cuya necesidad se ha venido imponiendo a lo largo de estos meses [la cursiva es mía].

Sánchez Mazas se refería a continuación a la obra del lógico polaco Georges Kalinowski, segundo ponente en su tribunal de doctorado, cuya Teoría de las proposiciones normativas era una obra pionera en este ámbito de la lógica. Por lo demás, el lógico hispano-italiano apuntaba que durante esos últimos meses había seguido desarrollando algunos aspectos importantes del cálculo que exponía en el ensayo:

[…] especialmente proponiendo un método para expresar con sencillez, tanto en el formalismo lógico como en el formalismo aritmético, varios sistemas normativos y fácticos a la vez, haciendo sí posible analizarlos y tratarlos simultáneamente y compararlos en su estructura y en su contenido.

En la bibliografía de la obra, Sánchez Mazas incorporaba un artículo de Sacristán y en el desarrollo del volumen hacía dos referencias a su obra.

El artículo referenciado no era un escrito de lógica sino un trabajo sobre Filosofía del Derecho, el único texto que publicó Sacristán dentro de este ámbito temático. «De la idealidad del Derecho» (fragmento) 41 era su título y fue publicado primeramente en Teoría y sociedad, un volumen editado por Ariel en 1970 como homenaje a José L. Aranguren. Trabajo, digamos, interrumpido, finalizaba con las siguientes palabras:

El hecho mismo de la función apologética coincidente del iusnaturalismo y el positivismo jurídico no necesita probablemente mayor análisis. El esquema general en que se inserta ese hecho es suficientemente conocido desde la época de la Ideología Alemana. En cambio, una consideración más detallada de las peculiaridades ideológicas de esa apología -que en el caso del iusnaturalismo lo fue ya, con otros coeficientes, de sociedades anteriores a la burguesa- puede ser fecunda para la elaboración de la problemática en interés de las tareas constructivas (no solo críticas) del pensamiento revolucionario […]

La primera referencia a Sacristán en Cálculo de las Normas aparece en una nota a pie de la página 34 42 . Sánchez Mazas apunta en texto central que era preciso reconocer que la constatación de las posibilidades de análisis formal del universo jurídico, considerado por el científico o cuanto menos por el lógico como algo empíricamente dado, «previamente a todo juicio de valor sobre su justificación o su legitimidad de origen» abiertas por la actitud positivista de la escuela de Kelsen, era totalmente independiente de toda eventual toma de posición en el conflicto teórico que enfrentaba al iusnaturalismo y al positivismo, señalando en nota a pie de página que:

Consideraciones de sumo interés sobre este conflicto se encontrarán en Sacristán, Manuel 1970, y en Pérez-Luño, Antonio Enrique, 1971b

La referencia a Sacristán remite, precisamente, al artículo publicado en el homenaje a Aranguren sobre la idealidad en el Derecho.

La segunda referencia es algo más extensa. Sánchez Mazas habla de la existencia en aquellos años setenta de dos jóvenes filósofos españoles que dedicaban una atención especial al estudio del lenguaje moral y a la Lógica deóntica en su vertiente ética, ambos profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, «vinculados al Departamento de Filosofía que, con valerosa actitud de apertura y renovación, dirige mi viejo amigo Carlos París» 43 : Javier Muguerza, «que es una de las mejores cabezas lógicas de la Península» y José S-P Hierro, añadiendo Sánchez Mazas a continuación:

Otro lógico y filósofo importante del actual momento cultural español, Manuel Sacristán, cuya influencia y magisterio se extienden bastante más allá -o más acá- de la ciudad de Barcelona en que escribe y enseña, debe ser mencionado aquí, porque, a pesar de no haberse ocupado nunca de un modo directo y especial de la Lógica deóntica, en sentido estricto, ha planteado, sin embargo, en alguno de sus numerosos trabajos, problemas estrechamente relacionados con esa nueva disciplina. Nos limitaremos aquí a mencionar el fragmento de su trabajo «De la idealidad en el Derecho», que se publicó en 1970 en una colección de trabajos en homenaje al profesor Aranguren, porque en él se ocupa de algunos aspectos de la pugna entre positivismo jurídico y iusnaturalismo que tienen interés para la Lógica deóntica, en el contexto de lo que hemos observado anteriormente, a propósito de Kelsen y su escuela.

Pero no sólo fueron esas referencias. En la solapa interior del libro de Sánchez Mazas, aparece un texto de presentación del volumen que sólo pudo ser escrito en aquellos años por Sacristán, por el propio Sánchez Mazas o acaso, en colaboración complementaria, por ambos. El texto está dividido en seis apartados. En los dos primeros se daba cuenta de la tradición milenaria, estrictamente descriptiva, de la lógica:

La lógica ha estado anclada milenariamente, desde Aristóteles, en las ideas de lo verdadero y lo falso, proponiéndose encontrar las leyes del razonamiento en una expresión descriptiva de la realidad. Esta posición no ha variado esencialmente cuando, siguiendo las geniales y proféticas intuiciones de Leibniz (1646-1716), las teorías lógicas han venido adoptando, desde mediados del siglo pasado, la forma de cálculos matemáticos en un sentido estricto, como en la expresión aritmética de las «leyes del pensamiento» por el inglés George Boole (1815-1864), que representó lo verdadero por el número 1 y lo falso por el número 0, echando con ellos los cimientos matemáticos para el funcionamiento de todas las computadoras digitales, ni cuando a la clásica lógica binaria sucedieron los sistemas polivalentes (con más de dos valores), como los del lógico polaco Jan Lukasiewicz (1878-1956), o probabilistas, como los del filósofo alemán Hans Reichenhach (1891-1953) y el economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) y las lógicas intuicionistas, construidas por primera vez por los lógicos y matemáticos holandeses Brouwer (nacido en 1881) y Heyting (nacido en 1898).

Lo cierto es que todas estas grandes creaciones, a pesar de su originalidad e interés, seguían estando apoyadas en una consideración descriptiva de las proposiciones y de los sistemas científicos y seguían tomando, como punto de referencia esencial, los valores tradicionales de lo verdadero y lo falso, aunque luego estos valores se matizasen y coloreasen, adquiriendo modalidades peculiares o valores intermedios y multiplicándose hasta el infinito, en el prodigioso caleidoscopio de la razón.

Los dos siguientes apartados señalaban la importancia de las aportaciones de Von Wright y Kalinowski en el tratamiento lógico riguroso de las proposiciones prescriptivas:

Pero en 1951 el lógico y filósofo finlandés Georg Henrik Von Wright (nacido en 1916) lanza desde Cambridge el primer sistema viable de lógica deóntica o lógica de las normas, iniciando el tratamiento lógico-matemático riguroso de los enunciados y sistemas de carácter prescriptivo (frente al descriptivo tradicional) y de los valores de ejecutado, omitido, obligatorio, permitido, prohibido, etcétera, de las acciones (frente a los tradicionales de verdadero y falso de las proposiciones).

Casi al mismo tiempo el polaco Kalinowski lanzaba desde Varsovia una lógica de las proposiciones prácticas, de orientación análoga. Estas nuevas posiciones de la lógica abrían para la ciencia entera, pero en particular para las ciencias sociales y humanas, un horizonte inmenso de posibilidades aún sólo en parte sospechadas y apenas explotadas. Si se piensa que los sistemas de la lógica deóntica pueden ser interpretados tanto en una esfera ética como jurídica, técnica o lúdica, proporcionando un instrumento de análisis lógico-matemático, de comparación y de deducción en todos estos campos, se comprenderá que la afirmación precedente no es, en modo alguno, exagerada.

Sin embargo, la lógica de las normas, se reconocía, no había logrado construir después de veinte años un cálculo completo, consistente e indiscutible:

Ahora bien, hay que reconocer también que, desde sus comienzos, hace más de veinte años, la lógica de las normas viene sufriendo, sin interrupción, graves dificultades, sobre todo en forma de paradojas, como las llamadas «paradojas de la obligación derivada», que denunció ante todo el lógico y filósofo inglés Prior (1914-1969). Y aunque el infatigable Von Wright, junto con otros lógicos insignes como Hintikka, Hansson, Segerberg, Hilpinen, Follesdal, etc., viene dedicándose, año tras año, a construir sistemas de deónticos más perfeccionados, que puedan escapar a tales paradojas, lo cierto es que aún no han logrado construir un sistema de lógica de las normas completo, consistente e indiscutible.

Cálculo de las Normas presentaba, por el contrario, desde una perspectiva intencional, un cálculo que escapaba de las paradojas de la obligación derivada señaladas por Prior:

En Cálculo de las normas, Miguel Sánchez-Mazas, lógico español residente en Ginebra desde 1957, presenta un sistema deóntico enteramente formalizado y aritmetizado, que escapa a las famosas paradojas gracias, entre otras cosas, a la perspectiva a la vez meta-lingüística e intensional en que se sitúa, evitando la utilización de la implicación material (de carácter extensional), principal vehículo a través del cual han penetrado en la esfera deóntica las consecuencias absurdas que Prior calificó socarronamente, de «principio de la rectitud moral continua» y «principio del hecho consumado». En el sistema de Miguel Sánchez-Mazas -que, desde hace más de 20 años, cuando fundó en Madrid, la primera revista española de lógica matemática, Theoria, viene adoptando, en lógica, la postura intensional- las normas y las acciones se expresan aritméticamente por números primos; los operadores normativos, fácticos y deónticos por operaciones aritméticas, y las relaciones mutuas de normas y acciones por los números resultantes. Todas las deducciones en esta esfera se resuelven en multiplicaciones y simplificaciones de fórmulas aritméticas, proporcionando así un instrumento precioso a la informática jurídica, a la iuscibernética y al tratamiento automático de sistemas jurídicos mediante computadoras. El sistema de Miguel Sánchez-Mazas, tesis doctoral presentada en la Universidad de Neuchàtel, figurando como ponentes los grandes lógicos Grize y Kalinowski, ha sido por ello acogido con extraordinario interés en la mesa redonda sobre informática jurídica reunida en Florencia en octubre de 1972, con ocasión de la primera Conferencia Mundial para Informática en el Gobierno.

Precisamente Theoria, la mítica revista de filosofía de la ciencia de los años cincuenta, fue el motivo del último intercambio epistolar entre ambos filósofos y lógicos.

6. THEORIA, SEGUNDA ÉPOCA

Diez años más tarde, el 20 de julio de 1984, también desde Ginebra y con membrete de la revista Theoria, volvía a escribir Sánchez-Mazas a Sacristán a propósito de la reedición de la mítica publicación.

Sánchez-Mazas, que conoció el nuevo domicilio de Sacristán gracias nuevamente a Víctor Sánchez de Zavala, le pedía esta vez que fuera uno de los conductores de la nueva empresa filosófica como miembro del Consejo Asesor, en cuya lista provisional ya figuraba.

Querido Manolo:

¡Menos mal que Víctor Sánchez de Zavala me ha dado tu actual dirección, ya que, después de haberme sido devuelto el envío del 1 de julio a Balmes, 311, no sabía qué hacer.

Así puedo comunicarme contigo y anunciarte nuestro -como verás de un equipo a caballo entre San Sebastián (Víctor incluido) y Salamanca (Quintanilla incluido)- propósito de volver a sacar Theoria y pedirte que aceptes ser uno de los conductores del mismo como miembro del Consejo Asesor, en cuya lista provisional (página 10 de la Circular nº 1 adjunta)ya figuras, como es natural.

¿Quieres dedicar algo de tu precioso tiempo a este proyecto, que sé muy bien que siempre te ha interesado, como lo prueba tu intento con Víctor [Sánchez de Zavala] y Ariel, del verano de 1964 44 , del que hablo en la página 4 de la repetida Circular?

Sabes muy bien que TODOS te lo agradeceríamos y sería, además, una magnífica ocasión de vernos periódicamente, de planear obras cosas juntos, que pueden ser positivas en el marasmo actual.

De vez en cuando sé por Carmiña o Gabriela algo de ti, pero siempre te he escrito a Balmes 311 45 y las cartas no te habrán llegado y no me han vuelto tampoco.

Propón lo que se te ocurra para THEORIA: TUS colaboraciones (incuso uno de los editoriales -prevemos varias «páginas editoriales»- del 1er número), otros miembros del Consejo Asesor o del de Redacción, otros colaboradores, lo que quieras. La primera reunión del Consejo de Redacción -al que acudirán también miembros del Asesor (esperamos, por ejemplo, que lo haga García Bacca que, entonces estará en Navarra con su familia)- será en la Facultad de Filosofía de San Sebastián el 7 u 8 de setiembre (Ya precisaremos).

¿Podrás venir? Me alegraría y emocionaría enormemente, como sabes, poder abrazarte en esa ocasión. Hasta entonces un fortísimo abrazo, Miguel

Sacristán respondió desde Parlavà (Girona) 46 , casi a vuelta de correo, el 30 de julio de 1984:

Querido Miguel,

ha sido una gran alegría el recibir tu carta del 20 de julio; hasta me parece un indicio más de que no me he muerto. Tal vez sepas que me he pasado tres meses en el Hospital Clínico de Barcelona, donde me implantaron una válvula aórtica después de superar (relativamente) un casi fallo renal producido (sobre la base de mi crónica insuficiencia) por el líquido de contraste utilizado en el cateterismo que hacen para el examen hemodinámico previo a la operación. Después de ésta «hice» -según la jerga de los médicos- una pericarditis lo suficientemente seria y dolorosa como para que tuvieran que desfibrilarme en cuidados intensivos. Cuando calcularon que ya me sostendría de pié, me operaron para dotarme de la fístula arterio-venosa que necesitaré en el momento en que la hemodiálisis resulte imprescindible 47 . (Ando ya con una tasa de creatinina en torno el 6) […]

Cuando estaba levantando la losa de esa tumba barroca me llegó tu carta, definitiva señal de que estoy vivo. (Por cierto, que, aunque la carta me ha llegado, la dirección sigue teniendo un error…) 48

Desde luego que acepto con agradecimiento y buen ánimo vuestro ofrecimiento de tener que ver con Theoria 2ª época. Yo te conocí porque existió la vieja Theoria.

La verdad es que en los primeros tiempos, mientras no haya recuperado no diré la salud (porque ya no puedo pensar en una restitución in integrum), pero sí al menos la energía suficiente, no voy a ser de mucho servicio. De todos modos, en el cuestionario, al que he contestado, y que adjunto, os propongo algunos posibles asesores y redactores, e incluso me permito recoger tu invitación a que escriba una nota editorial, si el asunto os parece de interés: mi intención es escribir unas pocas palabras para decir que no tiene ninguna utilidad ya hoy contraponer a un irracionalismo oscurantista bastante de moda una euforia progresista y cientificista que pocos científicos admitirían 49 ; recordar cortésmente a los románticos anticientificistas su ignorancia y a los petulantes progresistas ciegos el hecho, por ejemplo, de que entre los que pidieron la moratoria en ingeniería genética no estaba el cardenal Bellarmino, ni siquiera Theodore Roszak, pero, en cambio, estaba el mismísimo Watson 50 . Si os parece que esa «toma de posición» merece una notita editorial, me lo decís (y me dais instrucciones sobre extensión); y si no, me lo decís también y pasamos a otra cosa 51 .

* * *

Me gustaría muchísimo ir a la reunión donostiarra de principios de septiembre; cuando sepáis las fechas, haz el favor de avisarme a mi dirección de Barcelona y a esta otra, en la que pasaré varias semanas:

Ca la Neus

Parlavà (Girona)

Sin embargo, no puedo asegurar que vaya, porque eso depende de que los médicos me dejen y de que pueda cambiar la fecha de la convocatoria de exámenes de septiembre de la asignatura (qué risa, ¿no?) que cae el 7 de septiembre.

* * *

El proyecto de Theoria 2ª época me parece sólido, pero en un punto estoy dubitativo: parece que calculáis unos costes de distribución del 25% al 30%. Yo dirijo una pequeña revista 52 y nuestro coste de distribución es del 50%. Los porcentajes que tú me das sólo me parecen probables si prescindís de agencia distribuidora y la revista vende directamente a los libreros. ¿Es eso lo previsto?

* * *

Te escribo a San Sebastián y a Ginebra para asegurar que esto te llegue. Y discúlpame que lo haga a máquina: siempre tuve mala letra, pero ahora, después de tanto bisturí, ya ni garrapateo.

Espero tener la alegría de verte en San Sebastián, y mientras tanto te mando un abrazo.

Siguiendo las indicaciones de Sánchez-Mazas, Sacristán añadió a las respuestas del cuestionario de Theoria 2ª época, su propuesta de redactores. Francisco Fernández Buey, García Bermejo, Josep Plà, profesor de Lógica matemática en la Universidad de Barcelona, Magí Cadevall, Alfons Barceló y Antoni Doménech fueron algunos de los nombres sugeridos.

Sacristán no llegó a escribir la nota editorial. Pero otro asunto más, un asunto muy propio de la transición española les unió nuevamente.

Ambos fueron nombrados catedráticos extraordinarios. Tuvieron que esperar para ello hasta el 17 de septiembre de 1984 53 . A los gobiernos de la UCD, al consejo de rectores de las universidades españolas, les parecía que estos dos lógicos antifranquistas, al igual que M. Castells, Castilla del Pino y Vidal Beneyto, no tenían talla ni curriculum suficientes para tal distinción.

Miguel Sánchez-Mazas fue nombrado catedrático extraordinario de la Universidad del País Vasco, donde en 1985 inició la segunda época de Theoria, que dirigió hasta su fallecimiento en Ginebra diez años después. Ese mismo verano de 1985 fallecía Manuel Sacristán de un ataque al corazón al regresar a su domicilio de la Diagonal 54 barcelonesa tras salir de una sesión de diálisis en un dispensario de la sanidad pública muy próximo a su lugar de residencia. Cuatro días antes, 24 de agosto de 1985, había escrito a Félix Novales, entonces un preso político en el penal de Soria, expresándose en los términos siguientes:

A Félix Novales Gorbea 55

Preso político. Prisión de Soria

42071 Soria

Apreciado amigo,

Me parece que, a pesar de las diferencias, ninguna historia de errores, irrealismos y sectarismos es excepcional en la izquierda española. El que esté libre de todas esas cosas, que tire la primera piedra. Estoy seguro de que no habrá pedrea.

Si tú eres un extraño producto de los 70, otros lo somos de los 40 y te puedo asegurar que no fuimos mucho más realistas. Pero sin que con eso quiera justificar la falta de sentido de la realidad, creo que de las dos cosas tristes con las que empiezas tu carta -la falta de realismo de los unos y el enlodado de los otros- es más triste la segunda que la primera. Y tiene menos arreglo: porque se puede conseguir comprensión de la realidad sin necesidad de demasiados esfuerzos ni cambiar de pensamiento; pero me parece difícil que el que aprende a disfrutar revolcándose en el lodo tenga un renacer posible. Una cosa es la realidad y otra la mierda, que es sólo una parte de la realidad, compuesta, precisamente, por los que aceptan la realidad moralmente, no sólo intelectualmente (Por cierto, que, a propósito de eso, no me parece afortunada tu frase «reconciliarse con la realidad»: yo creo que basta con reconocerla: no hay por qué reconciliarse con tres millones de parados aquí y ocho millones de hambrientos en Sahel, por ejemplo. Pero yo sé que no piensas que haya que reconciliarse con eso).

Sobre la cuestión del estudio de la historia, repito lo que ya te escribí. A principios de septiembre podré hablar con Fontana, que estará aquí, y comentaremos el asunto. No tienes que temer en absoluto que, porque esté preso, no te vaya a decir lo que piensa. Fontana es un viejo militante, ahora sin partido, como están los partidarios de izquierda con los que él tuvo y tiene trato, pero no se despistará al respecto.

Tu mención del problema bibliográfico en la cárcel me sugiere un modo de elemental solidaridad fácil: te podemos mandar libros, revistas o fotocopias (por correo aparte) algún número de la revista que saca el colectivo en que yo estoy. Pero es muy posible que otras cosas te interesen más: dilo.

Por último, si pasas a trabajar en filosofía, ahí te puedo ser útil, porque es mi campo (propiamente, filosofía de la ciencia, y lógica, que tal vez no sea lo que te interese. Pero, en fin, de algo puede servir).

Con amistad, Manuel Sacristán Luzón

Su campo filosófico seguía siendo la lógica y la filosofía de la ciencia. Como lo fue el de Miguel Sánchez-Mazas. Pero el cultivo de ese frondoso jardín científico-filosófico no les cegó para mirar y actuar en territorios no afines ni estrictamente lógicos.

ANEXO 1: SACRISTÁN SOBRE BRECHT.

Una breve antología de textos de Sacristán sobre el que seguramente fue uno de sus poetas y autores preferidos. Mosterín ha llamado la atención, no sin razón, sobre su parecido físico.

1. Un comentario sobre Goethe (1963)

La recusación tal vez más impresionante del «legado» goethiano se encuentra en las terribles parodias de su lírica por Bertolt Brecht. El poeta socialista denuncia en el «olímpico» clásico la premeditada ocultación del mal del mundo y la sucia complacencia en la humillación de los humillados.

En las condenas de Goethe suele haber una intrincada conjunción de motivaciones morales e intelectuales que afectan al mismo núcleo del ser y el hacer de Goethe. Cantar en versos excesivamente dulces la serenidad que se respira en idílicas cimas cuando puede verse desde ellas toda la miseria de los hombres es ser un cursi farsante: esto vienen a decir las parodias o los sarcásticos comentarios de Brecht a la lírica goethiana.

2. Heine y Brecht

A. A los por nacer (1964)

Al final de la complicada trayectoria del poeta Heine no queda tal vez entre sus versos más que ese indiscreto secreteo con las generaciones por nacer. Pero no son tantos los poetas de los que puede decirse una cosa así. En 1817, al publicar sueltas sus primeras poesías, el adolescente estaba, como es natural, muy lejos de iniciar conversaciones con las generaciones por nacer, a las que siglo y medio más tarde uno de los principales herederos de Heine, Bertolt Brecht, dedicaría un poema célebre.

B. Impaciencia (1964).

Su expresión más radical arrastra al abismo, junto con el arte, aquello en lo cual había buscado primero salvación al deponer la hipócrita «piel de serpiente» de la lírica intimista romántica, o sea la naturaleza: «Los árboles verdes aburren tanto como los vaudevilles; junto al arte no hay nada más horrible que la naturaleza»

Al radicalizarse así la crisis, Heine empieza de verdad a ver, aunque sea sonambúlicamente, como el caballero Ogier, el danés, los bosques de encinas en la bellota de 1830. Ya en el último párrafo citado preanuncia al poeta que contemplará la naturaleza «con impaciencia» y que dedicará toda su obra a destruir la tradicional ilusión artística: Brecht.

3. Brossa y Brecht (1969)

A. Inversión

Pero, además de la definitiva copresencia de lírica y drama, hay en la obra de Brossa, y a veces hasta en sus muy parcas reflexiones explícitas de poética, una confluencia de ambas artes, también relacionable, como la duda lírica, con motivos de Brecht. Lo más interesante a este propósito es una nota de El gran Fracaroli, trabajo que Brossa ha manejado repetidamente entre 1944 y 1964. Brossa se refiere al V-Effekt brechtiano y habla a continuación de «poesía dramática» no para significar simplemente al modo tradicional, «teatro», sino en el sentido de poesía dramatizada. Esta inversión de la noción brechtiana de «episches Theater» parece resolver la intrincación de teatro y poesía, el problema formal más interesante de la obra de Brossa, en el sentido de una acentuación de la sustantividad de la lírica (a la inversa, pues, que en la obra de Brecht).

B. Heroísmo.

La Ilustración recoge otros elementos, señaladamente el valor y el amisticismo, la permanencia en este mundo, y termina sonando convincentemente contra la piedra de toque: para este mundo mismo, refutar la mística es saber -como Brecht, clásico del tema- que hasta el heroísmo es, bajo el estado, un mal inevitable, que sólo el reaccionario puede fingirlo un bien. En la utopía de verdad revolucionaria La vida no ha de ser res més que vida (1)

Quotidiana

Y no por reducción, sino al revés: porque al final se harán superfluas, todas las corazas sociales y políticas -entre ellas también el heroísmo externamente impuesto por el mal social a la subjetividad revolucionaria- con que el hombre viejo se defendió pesadamente de sus angustias y de su cáncer mefafísico:

Quin tros de plom anomenàveu home! (2)

se permite decir el poeta desde un recodo del camino de la utopía, ilusoriamente recorrido.

(1) La vida no tiene que ser más que vida / Cotidiana. (2) Qué trozo de plomo denominabais hombre!

Referencias textos Sacristán: 1.»La veracidad de Goethe», Lecturas, ob cit, pp. 88-89. 2. A. «Heine, la consciencia vencida», Ibidem, p. 183. 2.B. Ibid., p. 196. 3. A. «La práctica de la poesía»,Ibid., p. 232. 3. B. Ibidem, pp. 241-242.

Sacristán acostumbraba a regalar a los miembros del comité central del PCE copias de su traducción de «A los por nacer», un poema de Brecht de 1938. Ésta es una de sus traducciones

I.

Verdaderamente: vivo en tiempos tenebrosos.

La cándida palabra es necia. Una frente tersa

revela insensibilidad. Y si alguien ríe

es que no le ha llegado todavía

la noticia terrible.

¿Qué tiempos son éstos, en que

es casi un crimen hablar de los árboles

porque eso es callar sobre tantas maldades?

Ese hombre que va tranquilamente por la calle,

¿es ya acaso inaccesible a sus amigos

en la necesidad?

Cierto: yo me gano la vida todavía.

Pero creedme: es por casualidad. Nada

de lo que hago me da derecho a hartarme.

Por caso me respetan (pero si cambia mi suerte

estoy perdido).

Me dicen: ¡Cómo y bebe, sé alegre tú que tienes!

Pero ¿cómo voy a a comer y beber

si le arranco al hambriento lo que como

y mi vaso de agua le falta al sediento?

Y, sin embargo, como y bebo.

También me gustaría ser sabio.

Los viejos libros dicen que es sabiduría

apartarse de las luchas del mundo y pasar

el breve tiempo sin temor.

También renunciar a la fuerza, devolver bien por mal,

no cumplir los deseos, sino olvidarlos

dicen que es sabiduría.

Pero yo no puedo hacer nada de eso:

verdaderamente, vivo en tiempos tenebrosos.

II.

Yo llegué a las ciudades en la hora del desorden,

cuando reinaba el hambre.

Me mezclé entre los hombres en la hora de la rebelión

y me indigné junto con ellos

Así transcurrió mi tiempo,

el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

Comí mi pan entre las batallas.

Me eché a dormir entre los asesinos.

Cultivé sin respeto el amor

y fui impaciente con la naturaleza.

Así transcurrió mi tiempo,

el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

A una ciénaga llevaban en mi tiempo todos los caminos.

Mi habla me traicionó al matarife.

Poco pude. Pero los amos

habrían seguido más seguros sin mí: ésa fui mi esperanza.

Así transcurrió mi tiempo,

el tiempo que me había sido dado sobre la tierra.

Pocas eran las fuerzas. La meta

estaba muy lejos

Pero era ya visible, aunque para mí

apenas alcanzable.

Así transcurrió mi tiempo,

el tiempo que me había sido dado sobre las tierra.

III.

Vosotros, los que surgiréis del pantano

en que nosotros hemos sucumbido

pensad,

cuando habléis de nuestras debilidades,

también en el tiempo de tiniebla

del que os habéis librado.

Porque a menudo, cambiando de patria más que de sandalias

fuimos desamparados a través de la guerra de las clases,

cuando todo era injusticia y faltaba la cólera.

Mas no por ello ignoramos

que también el odio contra la vileza

desencaja al rostro,

que también la cólera contra la injusticia

enroquece la voz. Sí, nosotros,

que queríamos preparar el terreno a la amistad

no pudimos ser amistosos.

Vosotros, cuando se llegue a tanto

que el hombre sea un apoyo para el hombre,

pensad en nosotros

con indulgencia.»

Esta segunda traducción del poema de Brecht es de enero de 1973:

I. La verdad, vivo en tiempos obscuros. / La palabra ingenua es fatua. Una frente tersa/ Indica insensibilidad. El que ríe/ Es que no ha recibido todavía/ La noticia terrible. /¿Qué tiempos son éstos, en que /Casi es un crimen hablar de árboles,/ Porque eso implica callar sobre tantas fechorías?/ Aquél que cruza tranquilamente la calle, /¿Es que no es ya accesible a los amigos suyos/ que están en la miseria? /Es verdad: todavía me gano el sustento. /Pero creedme: es sólo por casualidad. Nada/ De lo que hago justifica que me sacie. /Da la casualidad de que me dejan en paz. (Como se me pase esa suerte Estoy perdido). /Me dicen: ¡tú come y bebe! ¡Alégrate de que puedes! / Pero,¿cómo puedo comer y beber, si /Arranco al hambriento lo que me como y /Mi vaso de agua le hace falta al sediento? /Y el hecho es que como y bebo. /También me gustaría ser sabio. /Está en los viejos libros, qué es sabio: /Quedarse fuera de la pugna del mundo y pasar /Sin temor este poco de tiempo. /Salir del paso sin violencia, /Devolver bien por mal, /No satisfacer los deseos, sino olvidarlos, /Se tiene por sabio. /De nada de eso soy capaz. /De verdad, vivo en tiempos obscuros.

II. Llegué a las ciudades en el tiempo del desorden,/ Cuando reinaba el hambre./ Entre los hombres llegué en el tiempo de la rebelión, /Y me indigné junto con ellos./ Así pasó mi tiempo,/El que me estaba dado en la tierra./ Me comí la comida entre las batallas. /Me eché a dormir entre los asesinos. /Cultivé el amor sin atención /Y sin paciencia ví la naturaleza./Así pasó mi tiempo, /El que me estaba dado en la tierra. /En mi tiempo los caminos llevaban al pantano. /El habla me traicionaba ante el carnicero. /Yo no era capaz de gran cosa. Pero los amos /Habrían estado más seguros sin mí: esa fue mi esperanza./ Así pasó mi tiempo,/ El que me había sido dado en la tierra. /Las fuerzas eran escasas. La meta /Estaba muy lejos. /Era visible con claridad, aunque para mí/ Seguramente inalcanzable./ Así pasó mi tiempo, /El que me había sido dado en la tierra.

III. Vosotros los que salgáis a flote del diluvio /En que nosotros nos hemos ahogado,/ Recordad,/ Cuando habléis de nuestras debilidades,/ También el tiempo oscuro /Del que os habéis puesto a salvo./ Porque, cambiando más de tierras que de suelas,/ Nosotros anduvimos a través de las guerras de las clases, desesperados,/Cuando sólo había injusticia y no había rebelión./ Pero al mismo tiempo lo sabemos: /También el odio a la vileza /Tuerce los rasgos. /También la cólera por la injusticia /Enronquece la voz. Ya: nosotros, /que quisimos preparar el suelo de la amistad,/no pudimos ser amistosos. /Pero vosotros, cuando llegue el día /De que el hombre sea ayuda del hombre, /Acordaos de nosotros /Con indulgencia.»

Francesc Vicens ha explicado la predilección de Sacristán por este poema y cómo ambos recitaban los versos de Brecht a la limón y en alemán.

Por lo demás, una traducción de Sacristán de principios de 1974 [«El B. B. nuestro de cada año, que nos lo traen los Meges Rayos, arrebujado en sus grandes sayos, porque más vale que el oro en paño»] de los fragmentos II y III del borrador de los Diálogos entre fugitivos, llevaba incorporada la siguiente nota:

B. B. escribió la mayor parte de los Diálogos entre fugitivos en el otoño de 1940 y en los primeros meses de 1941, cuando estaba refugiado en Finlandia. Tenía entonces entre cuarenta y dos y cuarenta y tres años. Pocos meses antes, también en Finlandia, había escrito El señor Puntila y su siervo Matti. Terminó de escribirlos durante los años siguientes, ya en Norteamérica.

Todos los dibujos son de B.B. pero los que llevan un asterisco no se encuentran en el manuscrito de los Diálogos, sino en una tabla de signos que había ido preparando. Los editores de las Obras Completas en alemán los han introducido aquí.

Estos fragmentos son del período norteamericano, como se puede inferir de la fecha puesta al signo «doctrina» en el fragmento II. Yo creo que el fragmento III es posterior al II. El III articula en forma de poema ideas que el II da en forma de diálogo encadenado, todavía con el tono del Puntila. Precisamente después de escribir esa obra B.B. había leído Jacques le Fataliste de Diderot, y seguía gustando de trabajar la prosa en forma dialogada.

Dicho sea de paso, el fragmento III anticipa la poesía visual que hoy -1974- está bastante de moda.

ANEXO 2: MANIFIESTOS ESTUDIANTILES.

El siguiente texto es el manifiesto a los universitarios madrileños, de 1º de febrero de 1956, desencadenante de las movilizaciones de ese mismo año:

Desde el corazón de la Universidad española, los estudiantes de las Facultades y Escuelas Especiales de Madrid, abajo firmantes, en la convicción de que ejercen un auténtico derecho y deber al buscar el medio de salir de la grave situación universitaria actual, invitan a sus compañeros de todos los Centros Superiores de España a que suscriban la presente petición, elevada a las autoridades nacionales:

«Al Gobierno de la Nación, a los Ministros de Educación Nacional y Secretario General del Movimiento.»

En la conciencia de la inmensa mayoría de los estudiantes españoles está la imposibilidad de mantener por más tiempo la actual situación de humillante inercia en la cual, al no darse solución adecuada a ninguno de los esenciales problemas profesionales, económicos, religiosos, culturales, deportivos, de comunicación, convivencia y representación, se vienen malogrando fatalmente, año tras año, las mejores posibilidades de la juventud dificultándose su inserción eficaz y armónica en la sociedad y comunicándose, por un progresivo contagio, el radical malestar universitario a toda la vida nacional que arrastra agravándolos todos los problemas antes silenciados.

Nosotros, los estudiantes españoles, queremos afrontar esta situación de una manera clara y definitiva. Queremos lograr una respuesta capaz de satisfacer los legítimos intereses y aspiraciones de miles de jóvenes universitarios, condición indispensable para una convivencia civil digna y estable entre los ciudadanos de nuestro país.

El estudiante se encuentra, a su llegada a la Universidad y a las Escuelas Especiales, con una carrera que consiste en ir salvando, con medios escasos y difíciles de conseguir, una serie de obstáculos al final de los cuales se presenta el hoy más grave de todos: ¿qué hacer con el título académico?

Cuando las Residencias de Estudiantes y Colegios Mayores son escasos y caros, y muchos nos vemos reducidos a pensiones de precio creciente donde la vida de estudio y convivencia universitaria es casi imposible, cuando los libros de texto son deficientes y costosos, cuando los precios de matrículas y seguros suben continuamente, el estudiante se ve falto de medios suficientes de asistencia universitaria y todas las cargas recaen sobre los agobiados presupuestos de las familias, que no ven compensación a tales sacrificios. Así España, para su mal, permanece en vivo contraste clasista -en éste como en tantos otros aspectos- con la realidad universitaria europea, donde el Estado asume buena parte de tales cargas facilitando el acceso de todas las clases sociales a los Estudios Superiores.

La situación material y vocacional del universitario español es de indigencia, su perspectiva intelectual es mediocre -¡cuántos catedráticos y maestros eminentes apartados por motivos ideológicos y personalistas!- y su porvenir profesional totalmente incierto por la escasez de salidas y especializaciones y por la intervención de excluyentes criterios extraprofesionales, precisamente cuando las necesidades del país reclaman todo lo contrario: aportación de nuevas capacidades y esfuerzos.

Las causas de este desolador panorama, del que ningún buen fruto puede esperarse, son múltiples y hunden sus raíces en todo el clima material y espiritual de nuestra actual sociedad, pero vienen a resumirse y anudarse en una: la organización que hoy se atribuye cada día de un modo más ilusorio al monopolio del pensamiento, de la expresión y de la vida corporativa de la vida universitaria en el aspecto profesional, social, cultural e internacional, posee una estructura artificiosa que o no permite o tergiversa la auténtica manifestación y representación de los universitarios.

Existe un hondo divorcio entre la Universidad teórica, según la versión oficial, y la Universidad real formada por los estudiantes de carne y hueso, hombres de aquí y de ahora con sus circunstancias, opiniones y deseos. Este divorcio explica muy bien la esterilidad y los fracasos cosechados en el terreno intelectual, deportivo y sindical, fracasos que nos humillan en todo contacto internacional ante los estudiantes de otros países.

Al ambiente de desencanto como españoles que quisieran ser eficaces, colaborar y servir inteligente y críticamente a la empresa del bien común y ven ahogado este noble propósito, hay que unir ya la amargura que provoca la emigración creciente de cientos y miles de nuestros mejores graduados. Estos hechos sólo pueden perturbar hondamente en el futuro la ya nada fácil ni justa, en otros aspectos, vida social de la Nación. Porque el camino hasta hoy seguido es el de la ineficacia, la intolerancia, la dispersión y la anarquía.

Precisamente para evitar esta terrible amenaza, conscientes de nuestra responsabilidad y con espíritu constructivo, proponemos volver la vista a la Universidad real y pedimos con el mayor calor y energía un cambio de perspectiva para el bien de España.

Petición

Que se convoque un Congreso Nacional de Estudiantes, con plenas garantías para dar una estructura representativa a la organización corporativa de los mismos.

Estas garantías, sin las cuales el Congreso sería una nueva ficción en perjuicio de la Universidad y del País, son:

1º. Que en el Congreso Nacional de Estudiantes tomen parte todos los estudiantes de Centros Superiores de Enseñanza de España, por medio de sus representantes, designados por libre elección, garantizada por el control de los Claustros de Profesores. Y que estos representantes se constituyan automáticamente, una vez elegidos, en cada Distrito Universitario, en comisiones para la organización del Congreso.

2º. Que las elecciones se celebren entre el 1 y el 15 de marzo de 1956 y el Congreso tenga lugar en Madrid del 9 al 15 de abril de 1956.

3º. Que los representantes elegidos, reunidos en el Congreso Nacional, nombren a sus presidentes de Comisiones y que los acuerdos y conclusiones se aprueben por mayoría.

4º. Que por los Ministerios correspondientes se alleguen los medios de toda índole precisos para la preparación y el desarrollo del Congreso, así como para evitar toda clase de obstáculos que pudieran interponerse a su plena efectividad.

Madrid, 1º de febrero de 1956.

Xavier Folch, actual editor de Edicions 62 y compañero de militancia de Sacristán en los años ’60, ha conservado un papel de Sacristán traducido al catalán por Salvador Espriu, que fue escrito por él a instancias de unos estudiantes -entre ellos el propio Folch- del incipiente movimiento universitario barcelonés de finales de los cincuenta que pretendían dar respuesta a un artículo del entonces ministro franquista de Educación Jesús Rubio.

No he sabido encontrar hasta ahora el original castellano. El escrito lleva por título «La malaltia nacional» (La enfermedad nacional) y el texto copiado a continuación es una (pobre) traducción de la (exquisita) traducción de Espriu del original (probablemente magnífico) de Sacristán. No es vacía, desde mi punto de vista, la intersección de contenidos e incluso de estilo de uno y otro texto:

Bajo el título «La buena salud universitaria», el ministro de Educación Nacional, don Jesús Rubio, publicó en La Hora un artículo en el que aseguraba que el estado de salud de la Universidad española era malo: lo explica de la manera siguiente: «Nuestros jóvenes universitarios, en contraste con lo que pasa en otros países, no son suficientemente aplicados». Después de este diagnóstico y de su comentario («Se precisa, por el propio equilibrio y por el equilibrio de la colectividad a la que pertenecen, que nuestro esfuerzo tenga una aplicación exacta…»), el núcleo del artículo queda redondeado con una promesa («El resto le será otorgado por añadidura»), mezclada con una amenaza elegante: «…y no hay error más grave que el de intentar alcanzar directamente aquello que tan sólo por añadidura se puede conseguir».

Nosotros, los universitarios de Barcelona, muy especialmente afectados por la política y por las frases del señor Ministro, creemos que esa acusación no está fundamentada. Por el contrario, los funcionarios del Ministerio de Educación Nacional han repetido muchas veces que jamás no se había estudiado en España con tanta aplicación como ahora. Es cierto que el testimonio de unos funcionarios no puede convencer de nada al ciudadano español actual, pero en este caso coincide con nuestra experiencia: muchos de nosotros hemos visitado en estos últimos años universidades extranjeras y hemos podido comprobar que nuestra inferioridad intelectual, respecto al estudiante europeo de nuestra edad y de nuestra misma especialidad, no consiste en una mayor aplicación por su parte. Por el contrario, es normal que el estudiante español sea, por decirlo así, más «erudito» que su colega extranjero: sabemos más cosas -datos, por ejemplo, o, títulos de obras, o nombres de cónsules romanos-, adquiridos con una paciente aplicación. Nuestra inferioridad proviene de otra fuente: del hecho de no conocer casi nunca el planteamiento actual de los grandes problemas ideológicos y científicos. Si no tenemos la suerte de encontrarnos con un profesor ajeno a los elaboradores de cuestionarios oficiales, o si alguna casualidad no nos ayuda a dirigir con buenas lecturas nuestro forzado autodidactismo, somos inevitablemente, con todas nuestras montañas de cosas con tanta aplicación aprendidas, unos rústicos provincianos en la cultura del siglo XX, unos provincianos a los que nadie ha mostrado donde radica la fuente, signo de estudio y de discusión, de la vida espiritual del mundo en que vivimos.

Y cuanta más aplicación, peor. Porque -excepto en las disciplinas técnicas (cuya esterilidad en España proviene de otra causa: del desorden económico)- es imposible enseñar y aprender nada auténtico en un régimen universitario desprovisto de toda libertad científica y de todo contacto con la situación real de la humanidad. No hay ninguna cultura que pueda florecer en el suelo uniforme -puro carbón de piedra- de una tiranía ideológica como la que soporta la Universidad española.

El señor Ministro tendría razón si se limitara a decir, por una parte, que la Universidad española está mal, y seguiría teniendo razón si, por otra parte, ampliara su diagnóstico y dijera. «Toda la cultura española está herida de muerte, esterilizada». En efecto: el prestigio cultural del país se alimenta todavía de la cultura que en él floreció hasta la agonía de la libertad.

No es sólo la Universidad la que está enferma. La deficiencia universitaria no es más que un síntoma de la enfermedad que sufre toda nuestra cultura, fusilada por el «¡Muera la inteligencia!» que el general Millán Astray disparó a Unamuno el año 1936 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca; un síntoma de la enfermedad nacional que se llama «tiranía».

Y, sin embargo, es cierto que el estudiar con aplicación los cuestionarios ideológicamente decretados por el Régimen puede dar algo por añadidura: puede dar unas cuantas sinecuras. Pero lo que necesita el país en el terreno universitario no es la solución poco digna de los problemas personales de cien estudiantes astutos, sino el restablecimiento de la libertad científica y de cátedra. Y esto no se consigue por añadidura, sino, empero, de una manera inversa: con nuestra lucha política conseguiremos, con la libertad de la nación, la libertad universitaria -por «añadidura»-. Por eso, pues, combatimos.

El razonamiento es tan obvio que no podemos creer que el señor Ministro haya expuesto sinceramente sus razones. Y lo creemos aún menos cuando recordamos, por ejemplo, aquel «NO-DO» destinado a calmarnos y en el que el locutor nos aconsejaba con insistencia. «Lo esencial es divertirse». Decían lo mismo las octavillas puestas en circulación por la Autoridad, en la Universidad de Barcelona, durante las acciones de enero y febrero. El señor Ministro no es sincero cuando pide aplicación: él sabe bien que los estudiantes del divertirse, los estudiantes de la estudiantina y de la «Casa de Troya» son los únicos que están a su lado.

Más allá del tema central, el artículo del señor Ministro comenta dos cuestiones a las que nos interesa aludir brevemente. Una es el reproche de «juvenilismo» (valga la palabra) que nos hace. Este reproche es también injusto. Nosotros no creemos que la juventud sea un valor moral; sólo han podido creer una cosa así las personas de contextura cerebral más peregrina que jamás haya existido: los fascistas, es decir, el señor Ministro y sus compañeros de partido. Nosotros no luchamos en nombre de la juventud contra la vejez, sino en nombre de la verdad, de la libertad, de la justicia y de la honradez -valores tan viejos como el ser humano-, contra la mentira de la prensa dirigida, contra la esclavitud bajo una tiranía que impone a los exámenes universitarios la «solución» unívoca de cada tema, contra la injusticia de la ilegalidad oficial en la que vivimos y contra la corrupción administrativa que aumenta todavía más los sufrimientos que causan estas tres plagas que acabamos de citar: la mentira, la esclavitud, la injusticia.

La otra cuestión es la de la justificación que de su violencia contra los estudiantes de Barcelona da el señor Ministro, quien dice. «La más envilecida de todas las formas de adulación es aquélla que se rinde a la colectividad». Nosotros propondríamos al señor Ministro que sustituyera la «moral» de pura emoción «viril» que le dicta esa frase, por la moral de seres racionales atentos a los postulados de la justicia pública. Entonces obtendría, en lugar de la sentencia viril-glandular acabada de citar, la siguiente afirmación ético-jurídica: «La más monstruosa de todas las formas de dictadura es aquélla que tiraniza una colectividad mayoritaria, constituida prácticamente por todo un pueblo».

Recordaba Xavier Folch que Sacristán había comentado al conocer la versión catalana de su escrito que no importaba demasiado que su papel se perdiera, que lo decisivo era conservar el texto de Espriu. Sin negar razones literarias, la modestia era una principalísima virtud que Sacristán apreciaba y cultivaba.

ANEXO 3: ÍNDICE DE LOS APUNTES DE METODOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES DE 1956-1957.

Los apuntes fueron ediciones por Técnicas del SEU con el título «Apuntes de las lecciones del curso 1956-57». Universidad de Barcelona, 22 lecciones, 137 páginas. Se conversa una copia de los mismos en Reserva de la Biblioteca Central de la UB, fondo de Sacristán. Existe igualmente una fotocopia de los apuntes del curso siguiente depositada por Juan-Ramón Capella. El siguiente es el índice de la publicación:

INTRODUCCIÓN (3 LECCIONES) (16 PÁGINAS)

1.1. Camino para obtener una noción de la filosofía.

1.2. Fuentes y métodos de la Filosofía.

1.3. Los problemas de la filosofía.

PARTE PRIMERA: LÓGICA (71 PÁGINAS)

1. Nociones generales.

1.1. Los problemas del conocimiento.

1.2. Las formas lógicas

1.3. Lógica y metodología.

2. Las grandes etapas de la historia de la lógica

2.1. El Organon de Aristóteles.

2.2. La lógica de las escuelas medievales.

2.3. Ampliaciones no-formales de la lógica aristotélica.

2.4. Las lógicas no-aristotélicas.

2.5. La lógica en su estado actual.

3. El programa lógico formal.

3.1. Aspecto formal del conocimiento

3.2. Necesidad del discurso simbólico-formal en lógica.

3.3. Cualidades del discurso simbólico-formal perfecto.

3.4. Variables y constantes lógicas

4. Lógica de proposiciones.

4.1. Variables proposicionales y constantes lógico-proposicionales.

4.2. Sintaxis de la lógica de proposiciones

4.3. Metodología del cálculo proposicional.

5. Lógica de predicados.

5. 1. Variables, constantes y operadores.

5. 2. Sintaxis de la lógica de predicados.

5. 3. Cuestiones de metalógica.

6. Nociones de lógica de clases y de lógica de relaciones.

6.1. Nociones de lógica de clases.

6.2. Nociones de lógica de relaciones

7. La inducción

7.1. Concepto de inducción

7.2. Aspectos formal y metodológico del problema de la inducción.

8. Tratamiento moderno de la inducción y la deducción

8.1. Deducción: el concepto de cálculo de la inferencia «natural»

8.2. Tratamiento simbólico-formal de la doctrina del silogismo categórico.

8.3. Inducción: la teoría general de la reducción

8. 4. El tema de la inducción sustituido por el de la lógica del cálculo de probabilidades.

PARTE SEGUNDA: METODOLOGÍA (10 PÁGINAS)

1.1. Concepto de método. Concepto de metodología.

1.2. Definición. División. Prueba. Demostración.

1.3. Deducción e inducción en el método científico.

PARTE TERCERA: TEORÍA DEL CONOCIMIENTO (21 PÁGINAS)

1. Introducción.

1.1. Noción de la teoría del conocimiento y problemas que plantea.

1.2. Descripción del conocimiento.

1.3. La esencia del conocimiento.

2. Posibilidad del conocimiento.

2.1. Planteamiento del problema.

2.2. La duda metódica.

2.3. Criticismo. Indicaciones finales sobre el problema.

3. La verdad.

3.1. Definición.

3.2. Verdad, coherencia.

3.3. La verdad como cualidad de los juicios.

3.4. La verdad como una relación

3.5. Falsedad y error.

3.6. El concepto pragmatista de verdad

3.7. El concepto idealista de la verdad.

3.8. La verdad según Heidegger.

4. El saber y sus fuentes.

4.1. La verdad y el saber. Formas imperfectas y forma perfecta del saber.

4.2. La certeza y sus clases.

4.3. Fuentes originales de la certeza.

5. Planteamiento del problema noción de lo transcendente y de lo inmanente.

5.1. Planteamiento del problema. Noción de lo transcendente y de lo inmanente.

5.2. El realismo ingenuo.

5.3. El idealismo metafísico.

5.4. El idealismo transcendental.

5.5. El realismo crítico.

PARTE CUARTA: ONTOLOGÍA (14 PÁGINAS)

1. La ontología.

1.1. Noción de ontología.

1.2. Nombres con los que es conocida.

1.3. Posibilidad de la ontología.

1.4. Ser y objeto. Noción de objeto. Distintas especies de objetos.

2. Los objetos reales.

2.1. Noción de realidad. Sus dos sentidos: ser y existencia de los objetos.

2.2. El ser y sus formas categoriales. Substancia y accidente.

2.3. Noción de la esencia. Substancia primeras y segundas.

2.4. La realidad existencial. Propiedades derivadas de la existencia.

2.5. Especies de objetos reales.

3. Los objetos mentales.

3.1. Noción y caracteres de los objetos mentales. Dos especies de los mismos.

3.2. Los objetos ideales. Consideración especial de algunos de ellos.

3.3. Los objetos ficticios.

4. Los universales.

4.1. El problema metafísico de los universales. Su planteamiento. Noción del universal.

4.2. Soluciones posibles al problema.

4.4. Los universales in re, post rem y ante rem.

5. Esencia y existencia.

5.1. Problema de la distinción entre esencia y existencia. Su planteamiento. Datos referentes al mismo.

5.2. Distinción mental o de razón y distinción real.

5.3. La posición del existencialismo en este problema. Discusión.

Como se ha observado, la primera parte, la dedicada a Lógica, ocupaba más del 50% de los apuntes.

ANEXO 4. LA ARITMÉTICA DE LAS IDEAS.

El índice libro al que hacía referencia Migue Sánchez-Mazas en su carta a Sacristán de enero de 1965 era el siguiente:

1.- Una posibilidad inédita de la matemática: la representación directa de relaciones cualitativas

2. Ciencia y lenguaje: un juego de ajedrez

3. El espacio cualitativo.

4. Propiedades del espacio cualitativo y de las familias de números, de puntos y de términos.

5. Esferas de aplicación práctica del espacio cualitativo en diferentes ramas de ciencia.

6.a. La aritmetización del cálculo de clases, en comprehensión (cálculo de cualidades), del cálculo proposicional y de la silogística, y la conversión de la deducción lógica en un cálculo numérico.

6b. La aritmetización de los fundamentos de la geometría y la conversión del proceso de demostración de los teoremas geométricos en un cálculo numérico.

6.c. La aritmetización del ALGOL, el nuevo lenguaje de la calculadoras electrónicas.

7. Análisis matemático de las palabras y de las ideas

8. Lógica, gramática, lenguaje, aritmética y geometría

9. La traducción numérica de los conceptos y relaciones científicas permitirá a las calculadoras electrónicas registrar, analizar, comparar y verificar verdades y teorías, así como desarrollar automáticamente sus consecuencias.

10. Posibilidad de un lenguaje científico universal y de una Enciclopedia de estructura matemática

ANEXO 5. ALGUNAS IDEAS PRELIMINARES RESPECTO A LAS POSIBILIDADES DE UN CÁLCULO ARITMÉTICO DE «CUALIDADES»

El siguiente esquema es el guión del primer capítulo del libro que Miguel Sánchez-Mazas adjuntó, igualmente, a su carta a Sacristán de enero de 1965:

Introducción:

  1. Sobre los sistemas de relaciones entre los términos de una ciencia.

  2. Sobre la aritmetización

  3. Sobre la expresión de términos según la perspectiva de la comprensión

Cálculo elemental de cualidades:

  1. Generalidades.

  2. Las cualidades simples.

  3. La ley de la composición elemental de las cualidades.

  4. La cualidad universal.

  5. El problema de la negación y la restricción de su validez. El concepto de «neutralidad» de una cualidad por relación a otra.

  6. La incompatibilidad y la cualidad contradictoria.

  7. La expresión aritmética de la negación, en comprensión

  8. La tres posiciones posibles de una cualidad sujeto S frente a una cualidad predicado P.

  9. Expresión aritmética del primer conjunto de cualidades derivadas, por composición elemental y negación, de dos cualidades dadas A y B.

  10. Las cinco categorías generales de cualidades: cualidad universal, cualidades simples, cualidades compuestas, cualidades individuales y cualidad contradictoria, y su expresión aritmética.

  11. Los problemas de las cualidades «individuales».

  12. Introducción del símbolo de enunciación y paso de las cualidades a las proposiciones concernientes de las cualidades.

  13. Expresión aritmética de las proposiciones categóricas.

  14. Primeras leyes de la deducción

  15. La aritmetización de la silogística, en comprensión.

ANEXO 6: UN APUNTE SOBRE LA OBRA DEL AUTOR DE LA PELL DE BRAU

Este texto es muestra del interés de Sacristán por Salvador Espriu, uno de los poetas catalanes, junto con Joan Brossa, más apreciados por el traductor de Heine y Goethe. Ricard Salvat ha hablado, en «Integral Sacristán» de Xavier Juncosa, de su armónico encuentro (y ejemplar comportamiento) durante el encierro en los Capuchinos de Sarriá.

Pero los filones que, desde hace más de un siglo, partiendo del Atta y el Deutschland, acompañan la marcha de la poesía contemporánea afloran por todas partes, donde menos podría esperarse, sin influencia directa: tan esencialmente captó Heine la estructura de una duradera situación de la poesía. Algunos de esos afloramientos se producen en la obra de poetas de tradición ajena a la de Heine, y entonces el hecho sobrecoge al lector como la comprensión de una ley histórica. He aquí un ejemplo que tiende un frágil hilo de parentesco externo, eco visible de una profunda veta de vecindad de situación, entre Heine y un poeta de tradición muy otra, aunque también dotado excepcionalmente de aquella tensa calidad lacónica de Heine: Salvador Espriu. En el capítulo III del Deutschland, Heine cruza la frontera y entra en tema -la sátira a la Alemania en vías de prusianización- mediante el siguiente diálogo con el águila de Hohenzollern:

Zu Aachen, auf dem Posthausschild,

Sah ich den Vogel wieder,

Der mir so tief verhasst! Voll Gift

Schaute er auf mich nieder.

Du hässlicher Vogel, wirst du einst

Mir in die Hände fallen,

Su rupfe ich dir die Federn aus

Und hacke dir ab die Krallen.

Du sollst mir dann in luft´ger Höh´

Auf einer Stange sitzen,

Und ich rufe zum lusrtigen Schiessen herbei

Die rheinischen Vogelschützen (1)

Estiraven les ales de l´ocell solar,

per la façana el pugen cap a dalt.

El claven prou enlaire, reblen els claus.

Retrunyen martellades. A poc d´espai,

dits de botxins manobres el deixen ja

fix en el mur, immòvil. Ben aviat,

els ulls que porten dintre l´immens palau

de la claror pensada s´entelaran

de lenta mort pepita. I esdevindrà

l´esglaiós sacrifici d´imperial

captiu que per llargs segles senyorejà

els cims, el cel, els somnis de Sepharad,

un barroer martiri de casolà

capó per a la festa del canvi d´any

dolor de renegaire rat-penat. (2)

Muchas diferencias hay, sin duda, entre esos dos poemas, desde la diferencia, probablemente capital, motivada por el constitutivo subjetivismo de Heine hasta otras más anecdóticas. Pero por debajo de esas y otras numerosas diferencias hay una identidad de locación de la dicción poética que estalla furiosa en la destrucción de algo totalmente externo y ajeno a ella. Y esa identidad indica hasta que punto pervive la situación poética descubierta por Heine en el Deutschland, la situación en la cual el decir poético llega a tener que concentrarse sobre una exterioridad antitética de sí mismo, una exterioridad dicha como trivial, antiartística y antihumana, poetizada precisamente porque trivial, antiartística y antihumana, y no, como en la armonía de la aspiración épica clásica, por ser exterioridad fecundamente penetrada por el hombre y fecunda penetradora en él.

(1) «En Aquisgrán, en la insignia de Corrreos, / Volví a ver al pájaro / Que me es tan odioso. Lleno de veneno / Me miraba desde arriba // Tú, pájaro feo, el día / Que me caigas en las manos / Te arrancaré las plumas / Y te cortaré las garras // Entonces, en aérea altura, /Te tendré puesto en un palo, / Y llamaré para que se diviertan disparando, / A los tiradores del pueblo renano»

(2) Salvador Espriu, La pell de brau [La piel de toro], XVI.

Referencia: «Heine, la consciencia vencida», Lecturas, ed cit, pp. 209-211.

Nota SLA: La versión castellana de Santos Hernández, con la colaboración de Carmen Serrallonga y Mª Aurelia Capmany y la supervisión del propio Espriu (Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1968, p. 67), dice así:

Estiraban las alas del ave solar / por la fachada arriba lo han de izar. / Lo clavan bien en alto, suenan los clavos / Retumban los martillos. Tras poco espacio, / dedos verdugos zafios lo dejan ya / fijo en el muro, inmóvil. Pronto verás / que los ojos que encierran la clara paz / de la mansión soñada se empañarán / de muerte pequeñita. Y ocurrirá / el atroz sacrificio del imperial / cautivo que por siglos logró mandar / en cimas, suelos, sueños de Sepharad, / un grosero martirio sin dignidad, / capón que en Año Nuevo se ha de cenar, / murciélago blasfemo al expirar.

ANEXO 7: SACRISTÁN SOBRE LEIBNIZ

Una breve antología de Sacristán sobre uno de sus lógicos y filósofos más considerados y cultivados. A su obra dedicó uno de sus ejercicios en las oposiciones de 1962 -«Sobre el Calculus Universalis de Leibniz en los manuscritos números 1-3 de abril de 1679″- y un esquema desarrollado que sirvió de ayuda para las oposiciones de un filósofo amigo -«El principio de la identidad de los indiscernibles de Leibniz» 56 .

1. El conocimiento de lo singular (1978)

Al hablar de los orígenes del «método dialéctico» de Marx es obligado recordar, aunque sea brevísimamente los precedentes spinozianos y leibnizianos de la aspiración al conocimiento de la «ley de desarrollo» de los entes singulares. El rechazo de la tesis clásica de que el individuo no es objeto de ciencia es ya un motivo de la explicatio de Spinoza (el término hegeliano Entwicklung tiene, entre otras, la intención de traducir el latin del filósofo holandés), sobre todo, es piedra angular de la filosofía de Leibniz. La tesis leibniziana de la existencia de una noción completa de la substancia singular es la expresión más cargada de este tipo de teoría del conocimiento que vive de la pasión por la inteligibilidad de lo singular concreto. Y no hay que olvidar que la idea leibniziana ha tenido una influencia extensa y profunda gracias a la eficaz obra de sus divulgadores. Así aparece, por ejemplo, en el parágrafo 27 del capítulo primero de un manual estudiado por tres generaciones de europeos cultos, la Lógica de Christian Wolff «Todo lo que concebimos en un individuo, o todo lo que se halla en él, está determinado en todo respecto, y es precisamente por eso, por estar la cosa determinada tanto en lo que constituye su esencia cuando en lo que es en ella accidental, por lo que adquiere la cualidad de individuo«.

2. Leibniz-Marx (1978)

Es inconsistente el intento de despojar a Marx de su herencia hegeliana para verle como científico. Desde luego que en su trabajo propio cada cultivador del legado de Marx puede hacer de su capa un sayo, y unos harán muy bien en practicar un marxismo cientificista (…) y otros harán con pleno derecho metafísica marxista. Pero Marx mismo, para el que quiera retratarlo y no hacer de él un supercientífico infalible, ha sido en realidad un original metafísico autor de su propia ciencia positiva; o dicho al revés, un científico en el que se dio la circunstancia, nada frecuente, de ser el autor de su metafísica, de su visión general y explícita de la realidad. No de todos los metafísicos se puede decir eso ni de todos los científicos. De entre los precursores de Marx, aquél con el que éste tiene más parentesco desde este punto de vista es Leibniz, no Hegel, ni Spinoza.

3. Obra lógica (1965)

La obra lógica de Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) constituye el último intento sin continuidad en la historia de la lógica en la cultura europea. En el caso de Leibniz se trata de la invención de la idea de cálculo lógico. Pese a tener un remoto precedente -Ramón Llull (1235-1315)-, Leibniz es el verdadero creador de esta noción, llamada a tener tanta importancia en la lógica del siglo XX. Sin embargo, la iniciativa de Leibniz aún presente en algunos de sus sucesores (Lambert, J.H., 1728-1777), quedó olvidada durante doscientos años.

Leibniz ha acuñado inequívocamente la idea de algoritmo o cálculo lógico al buscar «una característica de la razón gracias a la cual las verdades racionales (= formales) sean alcanzables en cierto modo como por un cálculo, igual en la aritmética y en el álgebra que en cualquier otro ámbito sometido a la consecuencia». Esas palabras muestran, por una parte, la influencia del ejemplo de los algebristas de los siglos XVI y XVII en la intención algorítmica de Leibniz y, por otra, lo excesivo de su programa: hoy se sabe, en efecto, que no todo «ámbito sometido a la consecuencia», es susceptible de formalización calculística.

Llevado por las exigencias de su programa, el filósofo ha notado las insuficiencias del lenguaje cotidiano para la construcción de algoritmos «los lenguajes naturales, aunque generalmente son útiles para el pensamiento consecuente, están sin embargo sometidos a innumerables ambigüedades, y no pueden prestar el servicio del cálculo, a saber, descubrir los errores del razonamiento que resultan de la composición de las palabras. Esta excelencia no es ofrecida hasta ahora más que por los signos de los aritméticos y los algebristas, con los cuales el razonamiento consiste en el uso de los caracteres y es lo mismo un error del espíritu que un error del cálculo.

4. Dos pinceladas.

A. Tout sera pour le mieux dans le meilleur des mondes possibles (1976)

Todo estará del mejor modo en el mejor de los mundos posibles. Es una frase irónica de Voltaire en su sátira novelada del optimismo filosófico (Leibniz), Candide.

B. La perennidad de la verdadera filosofía(1985)

Pero ninguna de esas servidumbres ideológicas de época ha conseguido reducir la importancia intelectual de Gramsci ni su influencia. Eso se debe probablemente a que en otras vertientes de sus escritos es posible encontrar cosas más genuinas y permanentes. Gramsci mismo ha dado la pista de ello, acaso con toda consciencia, hacia el final de este cuaderno 11º, en la nota «Filosofía-política-economía»: «Un hombre político escribe filosofía; es posible que su «verdadera» filosofía se tenga que buscar en los escritos de política». Tal es, efectivamente, el caso de Gramsci, por lo menos si se entiende por «verdadera filosofía» aquella que tiene algo de lo que Leibniz consideró propio del buen filosofar: la perennidad.

Referencias: 1. «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia», Papeles de filosofía, ob cit, p. 328. 2. Ibidem, p. 364-365. 3. Lógica elemental, ob cit, pp. 318-319. 4. A. OME-41 (El Capital, libro I, vol 2), p. 419, nota 261. 4. B. «El undécimo cuaderno de Gramsci en la cárcel», Pacifismo, ecologismo y política alternativa, ed ct, p. 201.

Otro breve y elogioso fragmento dedicado al filósofo de los principios con el que Sacristán finalizaba su texto para las oposiciones de 1962:

La esencia del esfuerzo algorítmico de Leibniz se revela pues sólo a la mirada filosófica. Cosa parecida ocurre con casi todos los grandes lógicos -de Aristóteles a Wittgenstein- que han sido al mismo tiempo verdaderos filósofos. Y un filósofo se caracteriza por la sistematicidad de su pensamiento, o al menos por su aspiración a la plena totalidad del mismo; ello hace prácticamente imposible la comprensión suficiente de una de sus doctrinas -tal la lógica- si no la precede y acompaña la de los fundamentos filosóficos de su pensar. Todo lo cual vale máximamente del pensador que ha aspirado a personificar una «perennis quaedam philosophia» y a conseguir un ‘calculus universalis».

Igualmente, en las clases de Metodología de las ciencias sociales de 1981-1982, Sacristán hacía la siguiente referencia al papel de Leibniz en la historia de la idea de cálculo formal, asociándolo al proyecto llulliano. Leibniz conoció la obra de Llull a través de Nicolás de Cusa y era consciente de su deuda con Llull, tal como lo manifestaba en un célebre fragmento de Nuevos ensayos. La idea de cálculo formal era una vieja historia, pero, en opinión de Sacristán, el sentido que tenía en realidad «el ideal calculístico, mecánico, en lógica, es un ideal muy moderno, a pesar de su vieja historia, porque la motivación de Leibniz no es la misma motivación con la que hoy cultivamos en lógica los cálculos mecanizables, o teóricamente mecanizables por lo menos».

La intención de Leibniz era conseguir terminar con las disputas en el ámbito metafísico. En el fondo, observaba Sacristán, «era todavía la misma inspiración de Llull, aunque en Leibniz con una enorme preparación matemática». Leibniz es el verdadero fundador del cálculo infinitesimal moderno, tal como se conoce hoy. No hay duda de que ha sido un personaje de enorme importancia en la historia de la matemática, pero, proseguía Sacristán

[…] a pesar de la diferencia técnica, entre Llull, que no era nada matemático, y Leibniz, que era un gran matemático, la inspiración es la misma. Es mecanizar el cálculo con objeto de tapar la boca al que no lleve razón. Y Leibniz lo dice explícitamente: «que feliz sería el día en que cuando dos metafísicos estuvieran discutiendo en vez de seguir interminablemente la discusión uno dijera: un momento, «comptons», dice, contemos, para ver quien lleva razón. Es la misma motivación de Llull en realidad.

También, en estas anotaciones de la lección 68ª de una carpeta de lógica depositada en Reserva de la BC de la UB, se habla de «Leibniz y el ideal algorítmico»:

I. Introducción.

1. Leibniz es la versión ya explícita del ideal algorítmico, pero con una gran diferencia respecto de su formulación contemporánea.

II.

1. Leibniz ha leído a Llull y a Hobbes.

De Llull le viene la idea de alfabeto universal.

2. En su desarrollo llega incluso a formular las ideas de deducción y decisión tal como hay día son corrientes

3. La idea de algoritmo: una característica de la razón gracias a la cual las verdades racionales son alcanzadas en cierto modo como por un cálculo, igual en la aritmética y en el álgebra que en cualquier otro ámbito sometido a la consecuencia» (Ph. Sch, Berlín 1875-1890, Vol. VII, p.32, carta Rödeken de 1705).

  1. La idea de lenguaje artificial para conseguir el algoritmo:

Las lenguas naturales, aunque igualmente son útiles para el pensamiento consecuente, están sin embargo sometidas a innumerables ambigüedades y no pueden prestar el servicio del cálculo, a saber, descubrir los errores de razonamiento que resultan de la composición de las palabras, como solecismos y barbarismos. Esta excelencia no es ofrecida hasta ahora más que por los signos de los aritméticos y los algebristas, con los cuales el razonamiento consiste en el uso de los caracteres, y es lo mismo un error del espíritu que un error del cálculo» (Philosophischen Schriften VII, p.205).

5.Leibniz ha teorizado incluso la peculiaridad de la algorítmica lógica respecto de la propiamente matemática.

Pero el álgebra y la Mathesis Universalis no deben confundirse… corresponde a la Mathesis todo lo que está sometido a la representación, siempre que sea percibido con precisión; por tanto, no se trata en ella sólo de la cantidad sino también de la disposición de las cosas. Si no yerro, pues, tiene la mathesis Universalis dos partes: el Ars Combinatoria, que trata de la diversidad de las cosas y de sus formas o cualidades, en general, en la medida en que están sometidos al pensamiento riguroso, y de lo igual y lo desigual; y la logística o álgebra, que trata de la cantidad en general» (Mathesis Schriften, ed. Gerhardt, VIII, p.205).

El ignorante de Bochenski se asombra de que llame «logística» al álgebra.

6. Por último, está claro que no se trata ya del geometrismo de Llull. Leibniz quiere argumentar «al modo del cálculo algebraico» (Elementa characteristica universalis, Couturat, OC, Paris 1903, p.43)..

III.

1. Pero la noción de algoritmo no está «realizada» -en el sentido de que no es transparente a la consciencia de Leibniz. En el estudio que he presentado a esta oposición he mostrado cómo la algorítmica leibniziana se mueve dentro del marco de la silogística.

2. El primer algoritmo completo de Leibniz, es de abril de 1679, publicado por vez primera por Couturat, no es un sistema axiomático, sino un procedimiento decisorio para la lógica de predicados. Con palabras de Leibniz, de lo que se trata es de saber si propositio dada est vera.

3. El procedimiento consiste en asignar a cada término un número natural que es una característica observando la regla de que el término compuesto de otros términos tenga como número característico el producto de los números de los términos que lo componen (en intensión). He aquí el ejemplo de Leibniz…

4. En la versión definitiva (más o menos) este cálculo está algebrizado -no es el meramente aritmético- pero lo esencial es lo visto: que se trata de un procedimiento decisorio para la lógica de predicados coincidente con la de clases.

5. Leibniz tiene éxito por esa limitación. Pero esto es solo explicación técnica.

6. Que no llega a lo hondo. Sobre la base de un finitismo integral, cualquier cálculo es decidible en principio. Leibniz ha hecho aquella limitación porque trabaja inspirado por su finitismo filosófico. Consiguiente insuficiencia de la abstracción. Innecesaria porque, según el Discours, «los hombres tenemos todas las ideas».

7. De aquí la aspiración propiamente lulliana:

El único medio de enderezar nuestros razonamientos consiste en hacerlos tan sencillos como los de las matemáticas, de modo que uno pueda descubrir su error por pura inspección visual, y que cuando haya disputas entre los gentes baste con decir: contemos, sin más memoria, para ver quién tiene razón. Pues por este medio, habiendo reducido un razonamiento de moral, de física, de medicina o de metafísica a esos términos o caracteres, se podrá tan fácilmente añadirle en cualquier momento la prueba numérica, que será imposible equivocarse si no se quiere» (C.O., p.176, 1686).

Por otra parte, anotaciones de interés y de hermosa formulación, especialmente la 6ª, del fichero «Leibniz» de Reserva de la BC de la UB, en torno al trabajo de Nicholas Rescher, The Philosophy of Leibniz. Sacristán cita por la edición inglesa de 1967:

1. Al exponer las objeciones de Leibniz a la noción cartesiana de sustancia física (p. 13) el autor comenta que esas tres objeciones son «of a fundamentally conceptual character». Es curioso que con todo su naturalismo, etc. Leibniz es más reflejo, más epistemológico que los cartesianos, más parecido a Kant.

2. Cita Teodicea, 208: «Pues la mente más sabia obra, en la medida de lo posible, de tal modo que los medios sean también en cierta manera fines, esto es, que sean deseables no sólo por lo que hacen sino también por lo que son» (p.20).

3. Lo fundamental en Leibniz es el naturalismo en materia de valores.

4.La exposición por el autor de la idea de analiticidad virtual (con pasos infinitos) da una indicación histórica de mucho interés:

No hay duda de que las opiniones de Leibniz sobre esto, por mucho que deban a su propia obra sobre el cálculo infinitesimal, están influidas por la enseñanza de Nicolás de Cusa (en los caps. I-II de De docta ignorantia) según la cual un razonamiento verdaderamente exacto sobre cuestiones de hecho requeriría un número infinito de pasos de inferencia entre las premisas y la conclusión deseada en última instancia, de modo que el entendimiento humano puede sólo aproximarse a la precisión última de la verdad (praecisio veritatis), pero nunca alcanzarla (p.24).

No se trató sólo de la física de París del XV. Toda la época quedó paralizada por el descubrimiento de que no se puede ser empíricamente exacto. El análisis infinitesimal se vivió como superación de eso

.

  1. El autor ve así los principios de Leibniz:

A. Tres fundamentales. I. Principio de razón suficiente, interpretado así: Toda proposición verdadera es analítica (finita o infinitamente). II. Principio de identidad (o de contradicción), interpretado así: Toda proposición físicamente analítica es verdadera, y, precisamente, necesariamente verdadera. III. Principio de perfección (o de lo óptimo); interpretado: Toda proposición infinitamente analítica es verdadera, esto es, contingentemente verdadera.

B. Tres derivados. I. Principio de la identidad de los indiscernibles. Es derivado del principio de razón suficiente (<- identidad). II. Principio de plenitud (sin citas). III. Ley de continuidad. IV. Armonía preestablecida (II, III, IV del de perfección). Esquema del autor p.57. El desarrollo ocupa págs 22-57.

6. Leibniz, como Marx, tiene el encanto de la oscuridad de lo que nace, de las promesas que nunca se podrán cumplir porque cuando la inspiración tenga que hacerse método, se verá que no da para tanta realización como parecía en la confusión del nacimiento.

7. En la cita del Discurso de metafísica, 2, queda claro que el naturalismo de Leibniz es teológico, y, por ello, consistente (p.28)

8. Nota sobre el origen del cálculo infinitesimal en Leibniz (p. 40).

9. La explicación de la base lógica matemática de la doctrina leibniziana de la contingencia me hace pensar que, pese a su concepción crítica, analítica del cálculo y al concepto de límite, Leibniz lo pensaba filosóficamente para lo mismo que un hegeliano: Dios dispone de un cálculo con el que averigua el mejor mundo posible, porque puede maximizar la verdad.

10. pp.47-50. Formulaciones del principio. El principio es necesario pese a formulaciones dudosas como 1.2 [«No hay en la naturaleza dos seres reales absolutos indistinguibles», Phil. VII, 393)], a la vista de su naturaleza lógica, expresa en 1.3. (Phil. VII, p.219).La visión lógica es propiamente de lógica superior, o teoría de conjuntos:

(P) (x) (y) [(Px <-> Py) <-> (x = y)].

(Rescher no lo da así, sino al revés; pero eso es menos filosófico en mi opinión, y aleja de la metafísica leibniziana).

Sobrestructura metafísica del principio, p. 48 [Importancia de lo metafísico, p. 48. Al revés de lo digo]. Derivatividad del principio a partir de razón suficiente. Phil. VII, 371-372, 394-395. p.49. Aplicabilidad necesaria a sustancia, no a fenómenos. 5.1. Se trata de distinguibilidad, no de distinción. 5.2. Observo que eso inclina a la metafísica, más que a la operatividad. Es lógicamente irrelevante. Apela a Dios (p. 49). La objeción de Russell (pp. 49-50). Replica de Rescher (p. 50) que funciona en la medida en que lo decisivo sea la metafísica. Para mostrar dificultad de reconstrucción y utilización por Rescher («-> Principio de perfección»).

. Lo de que el principio de identidad de los indiscernibles se aplica necesariamente a todos los sustancias, pero no a los fenómenos (porque trata de la distinguibilidad, no de la distinción de hecho) (Rescher, p.49) inclina a ver como fundamental su lado metafísico, más que el lógico, porque la cosa es lógicamente irrelevante, renuncia a la operatividad y recurre a Dios, que distingue todo lo distinguible.

11. Está hablando de los leibnizianos phenomena bene fundata, y dice (p. 81) [Desde: «Este principio del buen fundamento afirma, puede decirse, que todas las características de los fenómenos…» hasta «…tiene que hacer frente a la cuestión.¿Cómo origina la realidad las apariencias»]. Es la misma lectura de Marx. Que es la transposición de ontología en metodología, pero resulta o puede resultar fecunda.

12. Pese a su admiración por él, Marx y Engels han entendido muy mal a Leibniz, pues éste no teorizó la metáfora. En Rescher, The Philosophy of Leibniz, 106-107, encuentro citas: «Pues si suponemos que realmente existen los segmentos de la línea que hay que designar mediante 1/2, 1/4… y que todos los miembros de esa secuencia existen en acto, infieres de eso que tiene que existir también un miembro infinitamente pequeño. En mi opinión, por el contrario, el supuesto no implica más que la existencia de cualquier fracción finita de pequeñez y arbitraria» (Carta a Bernouilli, Math, III, p. 536). «Considero dos cantidades infinitesimales como ficciones útiles» (Phil, VI, 629). «Pese a mi cálculo infinitesimal, no admito de ningún modo en ningún número infinito, aunque concedo que la multitud de los casos sobrepasa todo número finito, o, por mejor decir, todo número» (Phil, VI, 629).

De este texto, del que también procede la cita anterior, dice Rescher que se encuentra «en un ensayo de 1716, que es probablemente su último escrito filosófico conservado» (p. 107, n. 74). Sin embargo, no se puede olvidar la utilización metafísica y vaga por Leibniz del análisis del infinito en teología, ontología, etc.

13. En Nuevos Ensayos, libro II, cap 28, cap.10, parece estar la formulación más categórica de la raíz del naturalismo de Leibniz (p.138)

De ese mismo fichero, algunas consideraciones generales en torno a la obra de Leibniz:

1. Cada vez estoy más seguro de que la motivación más profunda de Leibniz es teológica: el problema de la presciencia y la libertad, de los futuros contingentes. Cfr. las nociones de verdad necesaria y contingente , VII, 250.

2. Carta a De Bolder, abril 1702, G II, 240. Si Rescher lleva razón en su réplica a Russell, la sustancia es inconceptuable.

3. [Principio de perfección] Leibniz. «Dios ha escogido [crear] el mundo que es más perfecto, esto es, que es al mismo tiempo el más simple en sus hipótesis y el más rico en fenómenos» Leibniz, Discurso de metafísica, 6, 5; Teodicea, 208; Principios de la naturaleza y de la gracia, 1. Relacionar con el principio de los indiscernibles: este principio es simple, pero va contra riqueza.

4. Visto metodológicamente, es una principio operacionalista, muy moderno (Llevó razón Dewey al ver en Leibniz el nacimiento de la modernidad).

Si se aplica al principio la tesis leibniziana de la analiticidad, el principio dice que identidad es inherente a indiscernibidad, lo cual es una reducción operacionalista.

5. 5ª Carta a Clarke, 1716, G VII, 390. MSL: ¿No se equivoca Russell al decir que Leibniz confunde dos principios de razón suficiente?

6. «La naturaleza de una substancia individual, dice [Leibniz] es tener una noción tan completa que basta para comprender y destruir todos sus predicados. De ahí concluye que ninguna substancia puede ser perfectamente igual a otra». ¿Es posible que Russell derive el principio de los indiscernibles de la noción de substancia? Creo que sí, con base a Leibniz mismo, 469 (60).

7. [Leibniz y Hegel. Entwicklung] «(…) Es posible que no exista un sujeto tal como yo, pero de existir, todos mis estados provienen del hecho de que soy tal como soy, y ello basta para explicar mis cambios, sin suponer que se actúe sobre mí desde el exterior» (pp. 63-64). Es programa epistemológico de Hegel es eso, borrando a Kant y borrando la última prevención empírica leibniziana.

8. [Fundamento metafísico o relación con continuidad] (Russell, p.74) [Desde «(…) último de los principios lógicos generales de Leibniz..» hasta «(…) de una vez constituye el de la identidad de los indiscernibles»]. Lo presenta bien como metafísica.

9. [Crítica lógica de Russell, p.79] [Desde «Mientras no se les hayan designado predicados…» hasta «(…) destruirá también todo aquello que pudiera asemejarse a la formulación leibniziana dle principio»]. Tan bruto como Althusser.

Finalmente, un breve comentario de Sacristán en torno a Bertrand Russell, Exposición crítica de la filosofía de Leibniz. Buenos Aires, Eds. Siglo Veinte, 1977:

Interpretando la noción leibniziana de contingencia, tiene una expresión muy feliz para la noción de teoría:

Las verdades relativas a los mundos posibles no pueden ser contingentes, y todas las verdades referentes al mundo actual son, una vez despojadas de la aserción de existencia actual, verdades acerca de uno entre los mundos posibles (p. 82).

1 Sobre Brecht y Sacristán, véase el anexo 1.

2 M. Sacristán, Lecturas. Icaria, Barcelona, 1985, pp. 65-86.

3 Número 4, agosto de 1954. La traducción al alemán corrió a cargo de H. Ostertag. En carta de 14 de agosto de 1954 dirigida a Sacristán, Ostertag comentaba: «Al hacer la traducción he introducido muy pocos cambios y puedo decirle que su artículo ha encontrado gran interés en la redacción de la revista y seguramente lo encontrará también entre sus lectores. En cuanto a los honorarios, quedamos tal como habíamos dicho; es decir, que he depositado en Alemania la cantidad de 50 marcos -unas 500 pesetas- a disposición de Vd para invertirla en la compra de los libros que desee. En cuanto me indique los títulos, yo me preocuparé de que lleguen a sus manos…» [la cursiva es mía].

4 Con Rafael Sánchez Ferlosio mantuvo Sacristán una relación epistolar frecuente durante un dilatado período que llega hasta mediados de los ’60. Puede consultarse parte de esa correspondencia en Reserva de la Biblioteca Central de la UB, fondo Sacristán. De aquí proviene también los documentos usados en este trabajo.

5 Manuel Sacristán, Papeles de filosofía. Icaria, Barcelona, 1984, pp. 15-55.

6 Es probable que Sacristán dictara su conferencia en algún período de vacaciones durante su estancia en el Instituto de Münster.

7 Esteban Pinilla de las Heras, En menos de la libertad. Dimensiones políticas del grupo Laye en Barcelona y en España, Barcelona, Anthropos, 1989, pág. 260. En mi opinión, el mejor estudiado realizado hasta la fecha sobre el grupo barcelonés.

8 La conferencia de Sacristán, por otra parte, impartida el 3 de diciembre de 1954 en la sala de estudios del Instituto, en el número 231 de la calle Valencia de Barcelona, está recogida en el citado ensayo de Pinilla de las Heras.

9 En Radio España de Barcelona (EAJ 15), diciembre de 1954, dentro del programa radiofónico «Universidad de aire», se dio información detallada sobre el curso. La emisión finalizaba con las siguientes palabras: «(…) Nos gustaría desde esta antena disponer de espacio temporal para trasmitir íntegras las palabras de Julián Marías, no es así. No obstante, señalamos el interés y la trascendencia de este curso. Seguido de la promesa de la Universidad del Aire de seguir el desenvolvimiento del mismo, el próximo martes hablará Gabriel Ferrater a propósito del porvenir de la pintura. En nuestra emisión venidera el mismo Gabriel Ferrater pronunciará desde nuestra antena un resumen de las ideas que integran su pensamiento» (Ibidem, p. 259). Según Pinilla de las Heras, la censura radiofónica sólo permitió la intervención de Julián Marías y de Gabriel Ferrater.

10 Ibidem, p.121.

11 Como es sabido Rafael Sánchez Mazas sería, después de la guerra, Ministro en gobiernos del general Franco. A una decisiva anécdota personal de su biografía está dedicada la novela de Javier Cercas Soldados de Salamina.

12 Véase anexo 2.

13 Como recordaba, el malogrado Alfredo Deaño: «La primera persona en España que había recibido una formación sólida de lógica en el extranjero».

14 De Hasenjaeger traduciría Sacristán para Labor Conceptos y problemas de la lógica moderna. Pueden verse las declaraciones del lógico alemán en el documental «Sacristán filosofo» de Integral Sacristán de Xavier Juncosa.

15 De las 131 páginas de los apuntes del curso redactados por Sacristán, 71, más del 50%, estaban dedicadas a la Lógica. Véase anexo 3.

16 Para «Kant», una voz escrita en 1953 para la Enciclopedia política Argos, véase M. Sacristán, Lecturas de filosofía moderna y contemporánea. Trotta, Madrid, 2007, pp. 81-98. Edición, notas y presentación de Albert Domingo Curto.

17 En el apartado de agradecimientos, Sacristán citaba únicamente al Dr. José López Urquia, catedrático de Matemáticas de las Operaciones Financieras de la Facultad de Económicas de la UB, de quien decía que «ha tenido la bondad, que el agradezco, de leer el texto en pruebas y sugerirme retoques de interés didáctico que he llevado a cabo en la medida en que lo permitían los límites de espacio y de contenido impuestos al manual».

18 En su «Prólogo para esta edición», Vera Sacristán y Albert Domingo Curto recordaban: «Siento el libro ya prácticamente inencontrable en librerías, y a pesar de la insistencia de los editores de entonces, no hubo ninguna edición posterior debido a la intención del autor de reformular, ampliar o matizar partes del original».

19 Un tratamiento de la silogística, muy inspirado en Lukasiewicz, como no podía ser de otro modo, puede verse en Lógica elemental, un ensayo de sacristán de 1965 que no llegó a publicarse en su momento y que Vera Sacristán editó póstumamente en Vicens Vives en 1996. Para un análisis comparativo de las dos obras, véase Luis Vega Reñón: «Sobre el lugar de Sacristán en los estudios de lógica en España» en Salvador López Arnal, Albert Domingo y otros (eds). Donde no habita el olvido. Montesinos, Barcelona, 2005, pp. 19-49, en mi opinión el mejor estudio realizado hasta la fecha de la obra lógica de Sacristán. Igualmente, la presentación de Jesús Mosterín a Lógica elemental.

20 Para una magnífica aproximación al tratamiento de Sacristán del teorema de incompletud de Gödel, véase el trabajo de Paula Olmos Gómez – «La recepción en España del teorema de Gödel: la labor de Manuel Sacristán»- incluido en el volumen referenciado en nota anterior, pp. 287-303.

21 Curiosamente, veinte años después, Sacristán volverá sobre el tema en cursos de doctorado y posgrado. Por ejemplo, en el curso «Inducción y dialéctica» impartido en la UNAM durante dos semestres del curso 1982-1983 y en seminarios y cursos de doctorado dictados en la Facultad de Económicas de la UB.

22 Así, al comentar el libro de Lukasiewicz, Sacristán señalaba: «Es el estudio formal más importante de la silogística aristotélica realizado con métodos modernos». De la misma forma, a hablar de Scholz y su Geschichte der Logik apuntaba: «Al revés que el anterior [el estudio de Prantl] es muy breve y no trae documentos históricos; pero su moderno punto de vista ha influido en la mayoría de los estudios históricos contemporáneos».

23 En su trabajo, escrito tras su vuelta de Alemania, sobre la filosofía en la posguerra hasta 1958 escrito para la enciclopedia Espasa, actualmente recogido en el segundo volumen de sus «Panfletos y Materiales», Rudolf Carnap es el autor al que Sacristán dedicó más páginas.

24 Alfons Barceló, entrevistado para los documentales de Xavier Juncosa sobre la vida y obra de Sacristán («Integral Sacristán», El Viejo Topo, Barcelona, 2006), ratificaba esta consideración: Sacristán fue expulsado de la Universidad barcelonesa en 1965, sus sustitutos no fueron buscados precisamente para continuar su labor filosófica y cultural, y su reincorporación a la facultad de Económicas durante el franquismo -con la curiosa solicitud de un nuevo profesor contratado de Econometría llamado Sacristà Lizó– duró apenas un curso académico.

25 Así lo expresó Sacristán en cartas dirigidas a Josep Ferrater Mora depositadas en la cátedra Ferrater Mora de Girona, dirigida por Josep Mª Terricabras.

26 Desde cualquier mirada no complacida con el pasado, lo ocurrido durante los primeros años de la transición política con Sacristán, y con otros destacados intelectuales antifranquistas, dice mucho del tipo de estrategia seguida y su escasa ejemplaridad moral en numerosos ámbitos, del tipo de comportamiento político que ha devenido orden del día de toda agenda que se precie (o menosprecie) y que, desde luego, hace enrojecer de vergüenza caras y recuerdos. También en esto Sacristán apuntó al corazón de algunas tinieblas. En una carta de 30 de abril de 1980, dirigida a Verena Stolke y Joan Martínez Alier, señalaba: «[…] Siento que la desgraciada historia de la carta catedrática llegara hasta ahí. Pero no comparto la optimista distinción entre estado y universidad, rebus sic standibus. La verdad es que lo más desagradable de esta historia está ocurriendo aquí, en la UB, y es mi conversión kafkiana en pelota de ping-pong con la que juegan mis viejos conocidos Badía, Hortalá. Estapé, Torrent, etc. No se qué es peor para el pobre género humano, si la pesadilla fría de los ministerios o el mal chiste del comportamiento de los individuos importantes. Lo que me alivia un poco la situación es la esperanza de que el asunto se olvide, ya que un partido de ping-pong no es buena lid, ni suficiente, para estas guerras por el rectorado barcelonés. Pero si la cosa se desarrolla hasta algún final, mi situación será muy desagradable, porque, haga lo que haga (salvo irme por completo de la Universidad), parecerá que lo hago por partidismo de Badía-PSC-PSUC o por partidismo de Esquerra-pequeños partidos de extrema izquierda, que es como se plantean las relaciones entre el rectorado y el decanato de Económicas.»

27 Daniel Quesada Casajuana, Olga Fernández Prat y Manuel Pérez Otero (2001), Lógica y metodología de la ciencia. Resultados clásicos y nuevas ideas. Vicens Vives, Barcelona 2001, p. 9.

28 El probable envío puede inferirse de una carta de 18 de enero de 1968 que García Bacca dirigió a Sacristán desde Caracas. En ella le informaba, a «su distinguido amigo y colega», del envío de algunos libros suyos, de los que él mismo no tenía ejemplares en aquellos momentos -entre ellos, Invitación al filosofar según espíritu y letra de A Machado y Elementos de Filosofía de la Ciencia– y le preguntaba sobre la posibilidad de que impartiera un curso de dos o tres meses a partir de abril del mismo año en Venezuela. Sacristán, sin pasaporte y militando en la ejecutiva del PSUC, no pudo aceptar el generoso ofrecimiento de García Bacca.

29 Los prólogos de Goethe y Heine. Están recogidos ahora en Manuel Sacristán, Lecturas, op. cit. Sobre este punto, véase anexo 6. 

30 Desarrollada, fundamentalmente, en los tres capítulos -XI, XII y XIII- de la sección primera de la tercera parte.

31 Este paso de ILAF, pp. 197-99, sigue siendo tan deslumbrante como hace 40 años: «(…) Por este camino de interpretación cada vez más laxa y vaga del teorema de incompletud de Gödel, algunos filósofos han llegado a afirmar que el resultado de Gödel demuestra «el fracaso de la lógica» o hasta «el fracaso de la razón». Estas afirmaciones carecen de fundamento, como puede verse en las siguientes consideraciones. En primer lugar, lo único que demuestra el teorema de Gödel es que resulta imposible conseguir un conjunto de axiomas y un juego de reglas de transformación que suministren todas las verdades formales expresables en el lenguaje de la lógica de predicados…En segundo lugar, el hecho de que la lógica misma haya descubierto y demostrado los límites o la inviabilidad de una realización universal del programa algorítmico en su forma clásica, es más bien un éxito que un fracaso de la actividad capaz de tal resultado…En tercer lugar, debe observarse que la incompletud de un cálculo lógico tomado en toda su dimensión no excluye la completud de cálculos parciales contenidos por él…En cuarto lugar, por lo que hace a la aritmética misma, debe observarse que los enunciados cuya indemostrabilidad establece la argumentación de Gödel no son del mismo estilo, por así decirlo, que los teoremas clásicos de la aritmética, los cuales se refieren a operaciones con números y son los realmente utilizados en la aplicación a otras ciencias o a la técnica… Para estos teoremas de tipo «clásico» -o sea, para toda la parte «útil» de la aritmética (y de las disciplinas matemáticas basadas en ella, señaladamente el álgebra clásica y el cálculo infinitesimal)- se han construido cálculos (sistemas) que dan de sí todos los teoremas interesantes. Por último, también puede conseguirse una cierta completud del cálculo de predicados en general aunque pagando por ella el precio de una cierta ambigüedad semántica del cálculo, pues el sistema permite entonces interpretaciones no primariamente deseadas. Este último punto, establecido por L. Henkin (1947, 1950), no va a interesarnos aquí, pero debe tenerse en cuenta cuando se considera la significación del teorema de Gödel para la teoría de la ciencia».

32 El problema de la decisión. Fue un reto en lógica encontrar un algoritmo general que decidiera si una fórmula bien hecha del cálculo de primer orden era o no un teorema del cálculo. En 1936, de manera independiente, Church y Türing demostraron la imposibilidad de tal algoritmo.

33 Para una sucinta visión de algunas consideraciones de Sacristán sobre Leibniz y su legado filosófico, véase el anexo 7.

34 Véase el anexo 4.

35 Véase el anexo 5.

36 Curiosa, dialécticamente si se me permite el abuso, García-Valdecasas, catedrático entonces en la UB, fue maestro del gran científico barcelonés republicano, nacido en el campo de Argeles, Eduard Rodríguez Farré, amigo y compañero de Sacristán en la aventura de mientras tanto. Por su parte, Sacristán, en clases de metodología de las ciencias sociales y en un acto de generosidad histórica y veracidad nada frecuente, solía referirse con respeto por la obra del farmacólogo García-Valdecasas. En una ocasión, Sacristán, ante una entrevista periodística, comentó explícitamente que él no estaba dispuesto a sostener que no hubiera habido ciencia de interés durante el franquismo y puso, como ejemplo, la labor de Valdecasas en el ámbito de la farmacología. En enero de 1999, Manuel Vázquez Montalbán resumía algunas de las tareas del ex-rector: «(…) García-Valdecasas dejó el listón represivo muy alto. Aún le recuerdo como severa vanguardia civil respaldado por el secretario Linés, y tras ellos la carga de la policía brutal y los juicios por rebelión militar por equiparación o del tribunal del Orden Público. A veces ibas a una manifestación y García-Valdecasas y sus cómplices históricos conseguían que tardaras dos, tres, cuatro, años en volver a casa».

37 Fabián Estapé, «LA EXPULSIÓN DE MANUEL SACRISTÁN».La Vanguardia, 6/03/2008.

38 Ni que decir tiene que cultivar el legado familiar suele tener sus frutos. La hija del señor García-Valdecasas, la señora García-Valdecasas, fue gobernadora civil de Barcelona en la época del señor José Mª Aznar, fruto también de una tradición familiar fructíferamente cultivada.

39 Sacristán había colaborado con él en 1962 en la traducción y presentación del libro de Papandreou: La economía como ciencia, un ensayo de metodología que Sacristán siguió considerando de forma muy positiva veinte años después.

40 Sacristán, como es obvio, no hizo uso público de la carta. Xavier Juncosa entrevistó a José Luis Sampedro para los documentales de Integral Sacristán. Sampedro, que recordaba la carta, leyó el texto emocionado ante la cámara. La lectura no ha podido ser recogida en los documentales.

41 Recogido ahora en M. Sacristán, Papeles de filosofía. Icaria, Barcelona, 1984, pp. 302-317 .

42 Miguel Sánchez Mazas, Cálculo de las Normas. Ariel, Barcelona, 1973, p. 34, nota 80.

43 Ibidem, p. 60

44 El año de la publicación de ILAF.

45 El anterior domicilio de Sacristán

46 Probablemente desde una casa de veraneo de Francisco Fernández Buey y Neus Porta.

47 Resultó imprescindible poco después.

48 El piso de la dirección. Sánchez Mazas había enviado su carta a Diagonal, 527, 8º piso.

49 Este es uno de los temas centrales de las conferencias e intervenciones de Sacristán en sus últimos años sobre temáticas de política de la ciencia.

50 El codescubridor del ADN y Premio Nobel ha evolucionado, como se sabe, hacia posiciones muy alejadas

51 Creo que la respuesta fue afirmativa pero que Sacristán no llegó a escribirla finalmente.

52 Mientras tanto

53 Juan-Ramón Capella, La práctica de Manuel Sacristán, Una biografía política. Trotta, Madrid, 2005, pp. 243-244.

54 Vale la pena recordar, y acaso no olvidar, que la actual propietaria del edificio, heredera de la familia que alquiló en los años ’70 el piso a Sacristán, Giulia Adinolfi y Vera Sacristán, no ha permitido que una placa municipal recordase que allí vivió el que seguramente ha sido el mayor filósofo marxista hispánico. La fachada, de su propiedad, no podía ser ocupada (ni manchada) con tal recuerdo.

55 Félix Novales, había escrito a una conocida suya, Encarna, una carta fechada el 19 de abril de 1985, en la que comentaba con algún error: «(…) Y por lo demás, la única persona que conozco algo, por algunos escritos, y que me interesaría que lo leyera es Manuel Sacristán, filósofo de Belllaterra».

56 Ambos textos están recogidos en Manuel Sacristán, Lecturas de filosofía moderna y contemporánea. Trotta, Madrid, 2007, pp. 159-176 y 193-204 respectivamente (presentación, edición y notas de Albert Domingo Curto)