La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo (Sófocles) Ese mundo del realismo mágico no podía ser más evidente en este mundo globalizado, cuando en medio de los copos de nieve, y en pleno Moscú, las mariposas amarillas revolotearon al sonar las tamboras colombianas. «Eran las rosas amarillas que todas las […]
La obra humana más bella es la de ser útil al prójimo (Sófocles)
Ese mundo del realismo mágico no podía ser más evidente en este mundo globalizado, cuando en medio de los copos de nieve, y en pleno Moscú, las mariposas amarillas revolotearon al sonar las tamboras colombianas.
«Eran las rosas amarillas que todas las damas recibieron», aclararía un incrédulo asistente al homenaje del Premio Nobel Gabriel García Márquez al cumplirse 85 años de su nacimiento y 45 de haber obtenido el reconocimiento mundial a su obra.
Pero ¿acaso no es mágico que una multitud de gentes venciendo el frío gélido, reviva al ritmo de cumbia los pormenores de la obra de Gabo y lo acompañe en sus Cien años de Soledad?
En realidad casi todo en Gabo, es mágico. Por ejemplo ¿quién se hubiera imaginado que aquel bebe que nació el domingo 6 de Marzo de 1927, a las nueve de la mañana »con un aguacero torrencial fuera de estación» en un pequeñísimo pueblo de Colombia, Aracataca y que estaba a punto de ser estrangulado por el cordón umbilical, se convertiría después en el autor más leído del mundo? Gabriel de la Concordia García Márquez fue el primero de siete varones y cuatro mujeres de un telegrafista Gabriel Eligio García y de una joven muchacha de la burguesía local, Luisa Santiago Márquez.
Fueron precisamente los primeros años de su vida, que pasó al cuidado de sus abuelos en Aracataca, dejaron una huella imborrable en aquel niño. De día escuchaba las historias de su abuelo » Papalelo», coronel Nicolás Márquez veterano de la Guerra de los Mil Días, quien de joven mató a un hombre en un duelo. De noche su abuela ‘Mina», Tranquilina Iguarán, que tenía dotes de visionaria, lo aterrorizaba con sus historias misteriosas de fantasmas, premoniciones, augurios y signos.
Ese destino fue el que seguramente se encargó a sumergir al niño Gabriel en un mundo de dura realidad y fantasía y que en el futuro recibiría el nombre del »realismo mágico». Prácticamente todos los personajes de su infancia se convertirán en protagonistas de sus novelas. Su abuelo Márquez sería plasmado en » el Coronel» y en «El Amor en los Tiempos de Cólera» vivimos la historia de sus padres que lograron a convertir su amor imposible en realidad, venciendo todos los obstáculos que la sociedad provincial colombiana creaba al hijo de una madre soltera que aspiraba el amor de una señorita de familia tradicional. »Cien Años de Soledad» en este contexto aparece como una proyección de todo lo extraordinario y fantasioso que quedó grabado en la memoria e imaginación de Gabriel García Márquez durante su infancia en algo perfectamente natural y real.
Pero para llegar a estas alturas y convertirse en el escritor más leído y admirado del planeta tenían que pasar muchos años de sacrificios, hambre, experiencias positivas y negativas y dura labor para llegar a un conocimiento que facilite encontrar el camino para hacer fusionar en el papel lo extraordinario con lo real en una unión casi mágica. Con persistencia, dura y disciplinada labor creativa, Gabriel García Márquez logró reconocimiento de sus lectores que este año le rinden tributo en todas las partes del mundo con motivo de sus 85 años.
Aquí en Moscú la embajada de Colombia organizó una serie de eventos para rendir homenaje a este gran novelista, periodista, cineasta, guionista y político, galardonado hace 45 años con el premio Nobel de Literatura, bajo el lema »Año Gabriel García Márquez en Rusia». Al inaugurar esta jornada la semana pasada en el Instituto Cervantes, dijo el embajador colombiano en Rusia, Rafael Francisco Amador Campo que Gabo »dio una nueva dimensión al idioma español, hablado por unos 500 millones de personas en la orbe, convirtiéndose Gabriel García Márquez, en Cervantes y Don Quijote al unísono de nuestros tiempos».
Gabriel García Márquez no es un extraño en Rusia. Desde 1957, cuando por primera vez visitó la Unión Soviética en calidad de periodista, se quedó sorprendido por este país que reflejó en un reportaje titulado »URSS: 22.400.000 kilómetros cuadrados sin un solo aviso de CocaCola». Posteriormente se dice que hizo varias visitas más a este país pero no hay datos exactos. Sin embargo, lo que se sabe es que sus obras impactaron tanto en la URSS como en Rusia, especialmente «Cien Años de Soledad» y »La Hojarasca». Ahora todas las librerías de Rusia están llenas de obras de este gran maestro de la literatura, siendo el último libro traducido al ruso por Serguei Marcov, »Vivir para Contarla».
En los últimos años dominados por la globalización de las ideas y creación del pensamiento único, los medios de comunicación tratan de aislar y hacer olvidar el pensamiento político de Gabriel García Márquez separándolo de sus obras como lo han hecho desde hace tiempo con el escritor peruano César Vallejo. Sin embargo, la realidad es diferente. Desde 1967 a 1985 el escritor colombiano fue espiado por la Dirección Federal de Seguridad de México (DFS) por sus ideas políticas y por ser considerado «agente de propaganda de Cuba». Mientras esto sucedía en México, en los Estados Unidos por sus puntos de vista sobre el imperialismo, García Márquez fue etiquetado como subversivo y hasta que Bill Clinton declaró que Cien Años de Soledad era su novela preferida, le fue negado el visado a Norteamérica. Y no es de extrañar que dentro de 20 o 30 años nos enteremos que siempre ha estado bajo la vigilancia de algún servicio secreto por el encargo del poder globalizado.
La última vez que pude intercambiar unas palabras con Gabriel García Márquez fue en el 2006. Estaba Gabo en La Habana entre los invitados especiales al homenaje por cumpleaños de Fidel Castro quien se hallaba recuperándose de una grave dolencia. Aunque Gabriel García Márquez fue muy amable y me dijo que no daría ninguna entrevista, fue enfático al decir en breves palabras que para el significaba mucho que se respete y se mantenga el contenido de su obra y de su pensamiento. Gabo siempre se opuso al embargo contra Cuba y defendió la isla igual como hace ahora con Venezuela dando su apoyo a Hugo Chávez y a la idea de la integración de América Latina, diciendo que »lo que me interesa es que Latinoamérica vaya adelante y no atrás. Estamos en busca de la sociedad feliz». Siempre se ha declarado ser socialista y en una confesión a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza dijo que »quiero que el mundo sea socialista y creo que tarde o temprano lo será», entendiendo por socialismo un sistema de progreso, conocimiento, libertad e igualdad.
Así es Gabriel García Márquez un hombre versátil y gran humanista pero sobre todo un gran escritor que confesó un día: »la literatura es mi esposa, mi amante, mi tía, mi hija y mi abuela».
Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20120406/153350214.html