La irrupción en la escena nacional del Movimiento No+AFP y la negociación del reajuste salarial del sector público, han terminado por llevar a la bancarrota a las cúpulas del sindicalismo tradicional, expresadas en la dirección de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). La obsecuencia para con las representaciones «democráticas y progresistas» de la burguesía por […]
La irrupción en la escena nacional del Movimiento No+AFP y la negociación del reajuste salarial del sector público, han terminado por llevar a la bancarrota a las cúpulas del sindicalismo tradicional, expresadas en la dirección de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
La obsecuencia para con las representaciones «democráticas y progresistas» de la burguesía por parte de la dirección de la CUT la hicieron -y la hacen- incapaz de enfrentar firme y decididamente los dramas que aquejan a miles de trabajadores, tal como quedó de manifiesto en su decisión de no plegarse al paro del 4 de noviembre convocado por la Coordinadora de Trabajadores No+AFP y su tibio apoyo al mismo. A lo más que había llegado la Central sindical fue a levantar la demanda de una AFP estatal como solución a las míseras pensiones que entrega el sistema. Así, la exigencia de suprimir el sistema de AFP tuvo que ser levantada e impulsada desde fuera de la CUT.
El entreguismo impulsado por el Partido Comunista desde la presidencia de la CUT le hacía declarar a los trabajadores que el gobierno de la Nueva Mayoría era un decidido impulsor de las «más profundas transformaciones sociales» (sic) hechas desde la vuelta a las administraciones civiles del capitalismo, cosa que generaba la airada reacción de la derecha y el gran empresariado, razón por la cual había que cerrar filas en torno a este gobierno.
Bajo cualquier análisis serio eso era a todas luces un sinsentido. Basta tener en consideración el comportamiento histórico y reciente de los partidos que sostienen al gobierno, además del rol que juegan sus símiles en otros rincones de América Latina (Venezuela, Brasil, etc.), para darse cuenta de que el «relato» levantado por la dirigencia comunista en el seno de la organización de trabajadores no pasaba de ser una justificación del más burdo oportunismo político, sin asidero alguno en la realidad.
En el tema específico de la previsión de los trabajadores, son vanas ilusiones creer que la Nueva Mayoría pueda emprender un cambio de fondo del sistema, cuando sus ministros, altos funcionarios y cuadros pensantes van y vienen desde los directorios de las grandes empresas, AFP incluidas. Sin ir más lejos, la ex ministra del Trabajo, Ximena Rincón, formó parte del directorio de la AFP Provida después de su participación en el gobierno de Ricardo Lagos.
LA ESTRUCTURA BUROCRATICA
Ahora bien, el desprestigio de la cúpula sindical no es consecuencia exclusiva de su entreguismo a los representantes políticos de la patronal, sino también de la anquilosada y antidemocrática estructura de la CUT que impide que los reales intereses de los trabajadores se vean expresados en ella.
La bochornosa elección de la mesa directiva en septiembre pasado cobró la forma de una pugna inter burocrática de ribetes mafiosos, terminando por sepultar la credibilidad de la Central ante los ojos de los sectores populares.(1)
La estructura burocrática de la CUT es una de las razones por las que el entreguismo de su dirección puede sostenerse, sin que dicha línea le signifique perder la conducción. En otros sectores del movimiento de masas, cuyos órganos de lucha se estructuran sobre bases cualitativamente más democráticas, la implementación de dicha línea le significó al reformismo tradicional la pérdida de conducción. Este fue el caso del movimiento estudiantil, donde una vez que el PC iniciara su viraje hacia la Concertación, las Juventudes Comunistas dejaron de estar a la cabeza de las principales federaciones universitarias. Las recientes elecciones de la Fech confirman esta tendencia, relegando a la lista encabezada por las JJ.CC. al tercer lugar, por debajo de expresiones de Izquierda no necesariamente más radicales, pero si claramente desmarcadas del bloque gobernante.
Sin embargo el burocratismo de la CUT no es una barrera que inmunice completamente a la dirección sindical. Poco a poco se comienzan a evidenciar desbandes paralelos y por abajo de franjas de trabajadores cada vez más amplias, y sobre las cuales la CUT tiene poco o ningún control. El Movimiento No+AFP es uno de ellos, pero también están los casos de los trabajadores portuarios, las convocatorias paralelas del 1° de mayo con igual o más convocatoria que las del acto oficial de la CUT, y la rebelión desde las bases que sufrió la conducción de Jaime Gajardo en el Colegio de Profesores.
Dicha situación ha sido acusada por la burocracia sindical. El round con el ministro de Hacienda Rodrigo Valdés en el Congreso protagonizado por Bárbara Figueroa a propósito de la discusión del reajuste salarial del sector público se explicaría, en parte, como un intento de reposicionamiento entre los trabajadores.(2)
Sin embargo lo demagógico de la escena no basta para esconder la realidad. Al observar los datos resulta que el gobierno de la Nueva Mayoría promedia en su gestión un 0,3% de reajuste real por año, mientras que en el pro empresarial y derechista gobierno de Piñera el reajuste salarial del sector público promedió 2,1%.
La respuesta de la presidenta de la CUT fue personalizar esa responsabilidad en el ministro Valdés. Pero la verdad es que los bajos reajustes salariales del sector público han sido una constante del actual gobierno, no una excepción. De hecho un patrón similar se repite también en los reajustes del salario mínimo (ver cuadro).
LA BASE SOCIAL
Finalmente, la pérdida de protagonismo y capacidad de conducción de la CUT frente a las nuevas demandas y frentes de lucha abiertos por los trabajadores se explica también por las limitaciones de la propia base social sobre la que descansa la sindical. Parte importante de sus afiliados y sectores más activos provienen del sector público y municipal. Las organizaciones pilares de la CUT son hoy la Anef y el Colegio de Profesores.
Se trata de una base en la que tiene gran predominio el funcionariado público de planta y/o contrata del estrato administrativo, el cual está sujeto a estatutos particulares, y que por su perfil etario está parcialmente ajeno a los nuevos dramas que aquejan a los trabajadores.
A pesar de toda la capacidad de lucha mostrada en esta última negociación esta base no es del todo representativa de la fuerza de trabajo en Chile, e incluso en el mismo sector público deja fuera una parte importante de trabajadores, tales como los funcionarios a honorarios. En este último segmento se han ido constituyendo paulatinamente sindicatos independientes en paralelo a las asociaciones tradicionales de funcionarios.
Notas
(1) Ver Punto Final N° 860.
(2) Este «exabrupto izquierdista» de Figueroa tendría su raíz también en la necesidad de la dirigencia comunista por conservar su argumento de negociación al interior de la coalición gobernante, que es precisamente su capacidad de garantizar cierta estabilidad en la base social para el proyecto de la Nueva Mayoría a través de su ascendencia sobre el movimiento de masas. Influencia que precisamente habría salido bastante mermada en la última pasada (elecciones municipales, elecciones universitarias, etc.), y con signos de seguir deteriorándose. De hecho, el episodio no fue un simple exabrupto de la presidenta de la CUT, sino toda una línea de acción implementada desde la alta dirección del PC con el fin de medir fuerzas con los sectores conservadores de la coalición, especialmente con la DC, y determinar así las influencias relativas en vista a la próxima elección presidencial.
RECUADRO
Reajuste real por año de las remuneraciones del sector público y del salario mínimo
Piñera Bachelet
Reajuste salarial del sector público
Año Var.% Año Var%
2010 1,7 2014 0,5
2011 1,1 2015 0,2
2012 2,9 2016 0,3*
2013 2,6 2017 —
Reajustes salario mínimo
Año Var.% Año Var%
2010 3,1 2014 2,7
2011 2,4 2015 2,7
2012 3,4 2016 2,6
2013 6,6 2017 1,9**
Fuente: Construcción propia a partir de datos del INE.
* Considera una inflación esperada para noviembre de 0%.
** Dado que el monto del salario mínimo para el próximo año ya está establecido en 270 mil pesos, se consideró una inflación anual esperada del 3%.
Publicado en «Punto Final», edición Nº 865, 25 de noviembre 2016.