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Ceuta y Melilla: del efecto llamada o del efecto huida

Fuentes: Rebelión

El 14 de Septiembre del año en curso intervino en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, el señor José Luís Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de España. Lo hizo en la sexagésima Asamblea General de Naciones Unidas, en particular en el marco de la reunión plenaria de Alto Nivel sobre la Financiación […]

El 14 de Septiembre del año en curso intervino en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, el señor José Luís Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de España. Lo hizo en la sexagésima Asamblea General de Naciones Unidas, en particular en el marco de la reunión plenaria de Alto Nivel sobre la Financiación al Desarrollo. Su discurso tuvo una importante carga moral, no se le puede negar, pues hizo un llamado grandilocuente a confrontar y en primera línea el drama del hambre y la pobreza en el mundo. Su intervención no fue prolífica, bastaron sólo unos minutos y en ella dijo cosas del siguiente tenor: «un mundo sin miseria en una generación no es una utopía. La lucha contra el hambre y la pobreza es la guerra más noble que la humanidad puede librar. Den por seguro que en ese combate el gobierno y el pueblo español quiere batirse en primera línea» [1]

Florido discurso, palabras bonitas, demagogia diplomática a costa de la pobreza y sus seculares pobres, así podría catalogarse y sin ninguna racanería calificativa la intervención del Presidente del Ejecutivo de España en la ONU. Y no me falta razón cuando realizo esta apreciación, pues lo que acontece en Ceuta y Melilla hoy desnuda y en su integridad la dialéctica cargada de buenos propósitos que comportó su renombrada intervención hace menos de un mes.

La inmigración convertida en un asunto de Seguridad y Defensa

Muchos creyeron en sus palabras, eran fuertes y evocaban un importante desafió, necesario y urgente entre otras cosas. Su discurso, no obstante, no resistió la primera prueba de fuego, pues sólo fue necesario que el rostro de algunos grupos de subsaharianos muertos de sed y de hambre intentaran atravesar la filosa y mortal valla que separa a Ceuta y Melilla del oprobioso régimen de Marruecos, para que presuroso diera la orden a la Guardia Nacional y al Ejército de trasladarse a este sitio con el objeto de evitar y a toda costa que un puñado de personas proveniente de los más disímiles lugares del África Subsahariana, en especial de la región del Sahel, lograran entrar en el suelo español.

A los inmigrantes del África profunda que huyen de las dictaduras, o de las pretendidas democracias que violan los más elementales derechos humanos de la población; que buscan refugio fuera de casa frente a las generalizadas guerras [2] por el control de las riquezas que existen en sus países; que huyen de las enfermedades y de su falta de atención medico-asistencial; de las hambrunas generadas por la falta de tierra, por las sequías y por la política de subsidios agrarios que aplica el primer mundo, o en su defecto por la quiebra generalizada de la asistencia social, producto, entre otras cosas, por la implementación de las políticas de ajustes estructural impulsados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la región, no encuentran, sin duda, nada diferente en Europa hoy, sin lugar a equívocos, como no sea una valla cada vez más en expansión y una política que muestra una tendencia y es convertir la inmigración en un asunto de seguridad y defensa. La presencia de la legión en aquellos lugares así lo corrobora, al menos en el caso español.

De esta manera, los rostros exhaustos que vemos de los inmigrantes en Ceuta y Melilla reflejan muy bien el drama de la miseria de la que vienen huyendo y a la que se enfrentan en su intento por llegar a Europa. ¿Son a estos inmigrantes y su pobreza a los que dijo Rodríguez Zapatero que valía la pena redimirlos de su condición? A éstos inmigrantes que ahora se arremolinan al frente de las vallas parece que no se tiene o tenía el interés de despojarlo de su condición de pobres, a ellos se les ha preferido atacar y con sevicia, de otro modo no se puede explicar el ataque que se les ha hecho, con helicópteros artillados, por supuesto, cual teatro de operaciones, y con la intención de matar. A éstos pobres y su centenaria pobreza se les ha dejado a merced de los desgarradores alambres y de las cuchillas asesinas que comportan las siniestras vallas. No conforme con no dejarles entrar a «Europa: a la tierra de la libertad, la democracia y los derechos humanos», —como siempre nos recuerdan el slogan–, ahora se les arroja como vertido al desierto del Sahara, convertido y para la ocasión en un sumidero, en un vertedero en donde se arroja sin ningún tipo escrúpulos y sin el más elemental respeto por los derechos humanos a éstas miles de personas. La intención en el fondo además de evitar que pasaran a Europa, es dejar bien claro el mensaje, sin duda, que España se batirá en la primera línea de fuego y apelará a todos los medios, habidos y por haber y como las evidencias así lo muestran, con tal de impedir que a su territorio entren inmigrantes indeseables.

A la Caza del inmigrante

Ceuta y Melilla se han convertido en otro muro de la vergüenza, en un agujero negro, en donde se asesina y sin más a individuos que su único delito es huir del espanto del hambre, de la guerra, de los gobiernos dictatoriales y que curiosamente apoyan varios gobiernos de Europa y los mismos EEUU. Varios subsaharianos han terminado asesinados en su intento por llegar a Europa, han quedado a este o aquel lado de la valla, no han muerto por una afección cardiaca o pulmonar, han sido tiroteados por el Ejército Marroquí, dice el Gobierno de España y por el de España, y sin más, dice el gobierno de Marruecos. De los asesinados no se conocen sus nombres, no se conocerán, son negros y pobres y lo mismo da. Es posible que de los victimarios tampoco conozcamos sus nombres, estaban defendiendo una y otra patria, sobre todo de la perniciosa presencia de los inmigrantes.

Llegar a Ceuta y Melilla quienes vienen desde cualquier punto del África Subsahariana o desde el Sahel mismo, es ya un logro, muchos se han quedado en el desierto, murieron antes del intento de cruzar la valla, las fuerzas les faltó a muchos. Terminaron devorados por el desierto, en este quedaron las aspiraciones de una vida mejor para sí y para los suyos. De los muertos en el desierto nada sabe, no se sabrá, serán muertes anónimas, seguro. Los que intentaron cruzar la valla y lo lograron ahora están devuelta al desierto por el que un día pasaron, pues España escrupulosa y digna ha presionado al reino de Marruecos para que en virtud de un viejo acuerdo de repatriación, que data de 1992, se encargue y sin más de echar al desierto del Sahara Occidental a los que vieron truncado su paso a Europa. Hasta allí los están llevando, con grillo y todo. Las imágenes evocan la trata de esclavos, sólo que en este caso no los llevan a las plantaciones del Caribe, como hace 500 años, sino que los obligan a que no salgan de sus lugares. Se les pide a que esperen con resignación la muerte por epidemias, hambrunas, guerras, o por oponerse a unos regimenes dictatoriales como de los que proceden muchos de los que ahora son devueltos. Regímenes que apoyan y sin más no excepcionales gobiernos de Europa.

España se lava las manos, el Gobierno de Rodríguez Zapatero y de la Unión Europea están a la caza del inmigrante, sólo que el trabajo sucio lo hace y con lujo de detalles el Gobierno de Marruecos, entrenado en el desprecio y el desconocimiento de los derechos humanos de su población – y con más razón cuando se trata de la población inmigrante y a la cual se les ha solicitado deportar. Al reino Alaui, distintos comisarios de la Unión Europea le recuerdan de manera permanente que es un socio privilegiado de la Unión y, por tanto, que debe actuar en correspondencia con ese dictado.

Encargar a Marruecos que garantice el respeto de los derechos humanos de la población a deportar, conociéndole el proceder de su régimen en relación con la oposición interna o con el movimiento saharaui, es cuando menos iluso.

Los datos no mienten

Desde finales de Septiembre cuando empezó la intentona de cruzar la valla, se cree, que más de 14 subsaharianos han perdido la vida, se las han quitado para ser más exacto. Y ello para no referirme al espeluznante informe de Médicos sin Frontera (MSF) [3] y en donde da cuenta que entre el periodo comprendido entre abril del año 2003 y agosto del 2005, de las 10.232 consulta médicas realizadas a inmigrantes subsaharianos en Marruecos, 2544 de las mismas tenían como motivación la violencia directa ejercida contra ellos. El 44% de esta violencia ejercida había sido acometida por la Policía Marroquí y el 18% por las fuerza española. De este modo, encargar a Marruecos de cumplir los «protocolos» de derechos humanos en relación con las deportaciones, es como darle a un pirómano el cuidado de una estación de gasolina. Esa es la apuesta de España y de la Unión, de los que tanto hablan de los derechos humanos y de combatir a la pobreza.

Muy a pesar de esta advertencia, para el Gobierno de España, —la actuación orientada a deportar a los subsaharianos por parte de Marruecos se cumple bajo unas medidas que hacen sacrosanto el cumplimiento de los derechos humanos de los fustrados inmigrantes– Nada más lejano de realidad que este criterio, pues importantes Organizaciones no Gubernamentales, en particular, SOS Racismo y MSF, vienen denunciando y hasta la saciedad que las deportaciones se están haciendo hacia la zona del desierto que está contiguo a Argelia y a Mauritania, y sobre todo dejando a su suerte a los deportados: sin agua ni comida, se arguye. Es decir, a que el desierto de buena cuenta de ellos. Así combate el Gobierno de España la pobreza, ni siquiera el atrabiliario gobierno de José María Aznar hizo lo que hoy hace este gobierno que funge de progresista y va promoviendo encendidas proclamas de acabar con la pobreza y los pobres. Es posible que esta sea su forma.

De Roquetas de Mar a Ceuta y Melilla

Frente a todo lo anterior, el buen actuar de Marruecos está certificado, lo da por bueno la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega y también el cancaneante Ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y quien ahora solícito busca reactivar el acuerdo de repatriación firmado en 1992 con el reino de Marruecos. Todos callan y mienten frente a lo que sucede en Ceuta y Melilla. Todo es permitido a Marruecos, salvo que quiera parar las deportaciones. Éstas deben hacerse cuanto más lejos mejor. Se trata de arrojar lo más remoto posibles a los intrusos, llevar la amenaza al desierto adentro, donde sólo sea una amenaza para sí mismo.

Está es la más noble de las guerra que quería y quiere librar España contra la pobreza y el hambre. Efectivamente hoy tenemos al Presidente del ejecutivo y a su gobierno en pleno batiéndose en la primera línea de fuego, como lo había dicho y con gran convicción, es decir, bombardeando con pelotas de goma a los subsaharianos desde los helicópteros españoles, cual ejercicio de buen safari se tratara, mientras sus fuerzas operativas contemplaban impávidas y cómplice el ametrallamiento de que eran objetos los inmigrantes que corrían de un lado para otro muertos del pánico producto del ametrallamiento por parte de la fuerza marroquí. Y no sólo el Ejército de Marruecos ha procedido de manera inmisericorde contra los indefensos y famélicos subsaharianos, también la fuerza española lo ha hecho y con qué crueldad, lo que pone sobre el tapete el recordado caso de roquetas de mar y en donde un ciudadano Español y, por tanto, europeo, murió a manos de unos guardias civiles.

Responsabilidad de Europa en la tragedia de África

Las imágenes son desgarradoras y más crueles son, sin duda, las salidas que propone España y la Unión Europea con su aliado de turno, el solícito y corrupto régimen de Mohamed VI, al que el Ministro Moratinos y el Presidente del Gobierno edulcoran de manera constante con el estribillo de Gobierno amigo. Las deportaciones no resuelven el drama y tampoco el amurallarse. No basta que a Argelia o a Mauritania o a cualquier otro país de paso se les asigne cuatro euros para que actúen como vigías del tranquilo sueño europeo. Ceuta y Melilla es simple y llanamente la consecuencia de lo que Europa y las potencias europeas han hecho con África durante siglos de colonialismo, neocolonialismo y todas sus equivalencias funcionales.

Si hay alguien que promovió la inmigración interna en África fueron las potencias colonizadoras europeas en su proceso de modernización sin modernidad, si hay alguien ha tolerado los desafuero de gobiernos corruptos y megalómanos en África ese ha sido y es Europa. Amén del gobierno americano. Si hay alguien que ha tolerado el genocidio y las guerras por el control de los recursos en África ese ha sido y es Europa, si hay alguien que se ha opuesto a que haya un estado mínimo benefactor en África ese es Europa y los EEUU, pues a los gobiernos de la región les han impuesto las políticas de ajuste fiscal, las cuales bajo la égida neoliberal han terminado por sepultar cualquier función social del Estado en África. Y frente a todo lo anterior, muchos Subsaharianos no han encontrado otra salida a sus seculares males como no sea a través del fenómeno migratorio, este mismo que a hoy muchos les han negado al haberlos asesinado o porque no encontraron la vía legal de hacerlo, o en su defecto, sin duda, porque los condenan a la devolución a casa a través de la dura vía del desierto.

Ante la quiebra total del Estado en África muchos han optado, en correspondencia con lo que dicta el postulado de la modernización en materia de migraciones, a buscar nuevas oportunidades e iniciativas con las cuales enfrentarse al éxito. Para muchos subsaharianos el éxito y la esperanza está en Europa, la inmigración se orienta en la dirección y el sentido en donde los recursos fluyen y en donde las metas del que emigra se puedan lograr. El sistema vende la palabra éxito por doquier y no tolera a los perdedores. Cuando éstos, como en este caso arriesgan hasta la vida, incluso, llevando a su paroxismo lo que dicta el manual del neoliberalismo, entonces el sistema no sólo le cierra las puertas sino que les asesina y con ellos también su ilusión.

De este modo, el desafío no es menor. Los intentos por blindarse y amurallarse no son la mejor solución, nunca lo serán. Los urgidos y desheredados del mundo no se quedarán cruzados de brazo esperando de manera paciente el día de la mortaja. Ceuta y Melilla ponen de presente que las asimetrías en los niveles de renta, en la calidad de vida y en las condiciones para disfrutarla de manera plena y con características holisticas no se puede seguir aplazando, pues el primer mundo si no entra a resolver de cuajo las graves asimetrías que existe entre un norte opulento y un sur hambriento, y sin posibilidades de desarrollarse en todas las manifestaciones y formas, tendrá que vivir con la intranquilidad y el miedo, y tendrá que apelar a los muros, a las murallas y todo lo que se parezca, lo cual al final será inútil, pues los grupos resisten y conjugan enormes estrategias para el logro del fin migratorio.

Dicho lo anterior, resulta repugnante que se hable del efecto llamada, como lo hace el impresentable de Mariano Rajoy, Presidente del Partidos Popular, o que se achaque todo este entuerto a las mafias como hace el Gobierno, desconociendo así y de este modo la naturaleza estructural de la problemática. Lo que acontece en Ceuta y Melilla es la punta del iceberg, ello no es una problemática de orden policial y mucho menos un asunto de seguridad y defensa, es una situación humanitaria y más que eso: una situación de injusticia internacional y del modo en que está estructurado el sistema económico y político internacional y en el que una inmensa minoría del planeta al interior del bloque dominante goza de una serie de derechos y oportunidades, mientras que una inmensa mayoría, convertidas en parias y en algo menos que desechos o vertidos, viven en condiciones clamorosamente deplorables. Ceuta y Melilla son sólo las consecuencias de un mal mayor que Europa no ve o no quiere ver.

La imagen de África en los medios: lo que no cubren

Capitulo especial dentro de lo que pasa en la Frontera Sur de Europa merece, al decir verdad, el tratamiento informativo con qué el poder mediático presenta lo que acontece en Ceuta y Melilla. Se habla y hasta la saciedad de «avalanchas de subsaharianos» cuando en realidad todos sabemos que los que han podido llegar hasta las puertas de Europa o atravesar las vallas, con tiroteo y todo, es una cifra tan pequeña que se desprecia. Éstos medios que instalan el dispositivo del miedo y el terror en la opinión pública de Europa y en particular en España, como lo hemos visto y oído, son los mismos que poco o nada cubren de las hambrunas en África, en particular en Mauritania, sur de Níger, Burkina Faso, Malí y Chad. Mientras esto ocurría, esos mismos medios se iban a Gleneagles, Escocia, en Julio pasado, a cubrir la reunión del G-8 y a oírles decir a sus infames gobiernos que el año 2005 sería el año de África.

Estos medios que ofrecen unas imágenes estereotipadas sobre África y sus tragedias, son los mismos que no se atreven a denunciar los negociados que importantes gobernantes del continente africano tienen con reconocidos emporios empresariales de Europa, y son ellos mismos, en muchos casos, quienes asumen un silencio cómplice frente a las guerras olvidadas en aquel continente y en donde la población civil es la principal afectada. ¿Qué se dice en la Prensa española, por ejemplo, de los desmanes de Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial, o del desastre humanitario que ha producido la guerra del Congo, en donde se habla de más de 4 millones de muertos y de dos millones de desplazados y de miles de refugiados? ¿Qué se dice de la Guerra en este país por el control del famoso Coltan, y en donde están importantes gobiernos y multinacionales de Europa y los EEUU comprometidos?

Los medios de información hablan de avalanchas y todo lo parecido a este calificativo, sin embargo, la realidad es otra. El fuerte de la inmigración africana es de característica intracontinental. Así al menos lo enseñan importantes investigadores sobre el mundo africano [4] . Es de anotar que, verdaderas avalanchas humanas son las que han tenido que sortear países en África como el Congo Zaire y Tanzania, quienes debieron acoger la estampida de ruandeses y burundeses, que sumaron en total más de tres millones de refugiados en el año de 1994, justo cuando Francia [5] protegía a la horda asesina de los Hutus, en uno de los mayores genocidios de que se tenga conocimiento en el periodo poscomunista. En Europa, los países que más acogen a Refugiados, y que son Alemania e Inglaterra no se han enfrentado a cosa parecida. ¿De qué que avalanchas entonces no hablan?

A manera de Colofón

Europa requiere mano de obra, eso lo sabemos y así lo indican y hasta la saciedad importantes estudios. Se cree que España requiere una inmigración de al menos doscientas mil personas por año si no quiere enfrentarse a un descenso poblacional amenazante. La tasa de crecimiento poblacional en Europa es preocupante, en sitios como España e Italia apenas se mueve. Gracias a la inmigración hoy muchas faenas del campo se desarrollan y también en el frente de las infraestructuras y en el de servicios. Los inmigrantes son un puntal significativo en las cuentas positivas de la seguridad social y de aquí en adelante lo serán aún más, pues la población española se hace cada vez mayor, mientras que la inmigración subsahariana y latinoamericana es relativamente joven.

Por ahora Europa, y España miran la inmigración más desde una óptica política y geopolítica, y menos desde la arista de la economía y la cultura. Cuando Europa requiera de verdad de la mano de obra faltante volverán a utilizarla, como lo hicieron con la inmigración africana después de la segunda guerra mundial, a la cual recurrieron, pues la necesitaban para los fines y propósitos de la reconstrucción – y ya antes la habían utilizado también en la guerra— Cuando se requiera la mano de obra inmigrante en la cantidad y el momento que lo requieran, seguro que si tienen que vaciar a África o a cualquier región del mundo lo harán. Por ahora la combaten y prefieren tenerla al otro lado del Mediterráneo y también del Atlántico en espera de levantar la veda. Por hoy, sólo se habla de una política común en materia de inmigración en el seno de Europa, de subir unos metros más el vallado de Ceuta y Melilla, hacerlo más infranqueable y más asesino quiero decir, y «buscar gobiernos amigos» entre el sahel y el Magreb que se vayan a la caza del negro, del inmigrante.

Frente a lo anterior, existe el inaplazable deber de cuestionar el hipócrita comportamiento de la Unión Europea y en especial el de España en esta crisis. Nunca antes el lema de que otro mundo es posible y urgente se hace más vivo, y más sin vallas de ninguna estirpe ni condición. Derribemos los muros y dejad que pase la solidaridad. Recobremos la memoria para la crítica y la acción. España inserta en el mundo de la Unión y el Euro ahora se le olvida que hace apenas unas décadas cientos de miles de españoles tuvieron que huir del hambre y de la guerra. Cuando a ello se enfrentaron muchos y muchas, significativas puertas y ventanas se abrieron en distintas direcciones y hasta allá fueron los exiliados españoles. El Presidente de México en ese entonces, Lázaro Cárdenas, dio una soberana lección de solidaridad y humanidad; esa misma que sin duda, le falta al ejecutivo español y a los tecnócratas que regentan la cada vez inexpugnable Unión Europea hoy. Esto apenas comienza.

* Hugo Paternita Espinosa. Doctorado en Antropología social. Universidad Autónoma de Madrid.

Notas:


[1] Discurso completo en la página Web de Naciones Unidas. Intervención realizada en la Cumbre Mundial del 2005. Reunión Plenaria de Alto Nivel del 60 periodo de sesiones de la Asamblea General. En el apartado de declaraciones. Nueva York, Septiembre 14, 2005. Versión castellana e inglés.

[2] Sobre la violencia en África, ver, CHABAL Patrick y PASCAL DALOZ, Jean, África camina. El desorden como instrumento político, biblioteca de Estudios Africanos, Editorial Bellatera, Barcelona, 2001. Es especial capitulo 6

[3] Médicos Sin Fronteras. Frontera Maruecos- España. Uno de dada cuatro inmigrantes irregulares Subsaharianos atendido ha sufrido acción violenta. Septiembre 2005. Ver página Web// htpp//www.msf.es//noticia.

[4] KABUNDA, Mbuyi, África y el fenómeno de la inmigración. En. Perspectiva Ciudadana en la Red. 2001.

[5] GODOY, Julio, Francia sigue negando su apoyo al Ejército Rwandés en el genocidio. En página Web htpp//wwwlainsignia.org