Finalizó el 2007 y con ello se inicia un nuevo año que estará marcado por luchas electorales y demandas sociales. Sin embargo, el balance esta pendiente ya que pese a los esfuerzos gubernamentales de aumentar los subsidios a los chilenos más pobres, no pudo controlar la inflación ni mucho menos reducir la mala distribución del […]
Finalizó el 2007 y con ello se inicia un nuevo año que estará marcado por luchas electorales y demandas sociales. Sin embargo, el balance esta pendiente ya que pese a los esfuerzos gubernamentales de aumentar los subsidios a los chilenos más pobres, no pudo controlar la inflación ni mucho menos reducir la mala distribución del ingreso.
El gobierno calificó, a través del ministro Francisco Vidal que el 2007 el Ejecutivo había cumplido con su tarea y que ahora iniciaba «un segundo tiempo» pero que necesitaba una coalición más ordenada detrás de la Presidenta Michelle Bachelet. Hay que reconocer que se han hecho cosas pero son insuficientes frente a las necesidades de la ciudadanía.
El 2007 fue un año difícil para los partidos de la Concertación y la clase política en general. La falta de liderazgo y la instalación de agendas personales de sus dirigentes permitieron que la derecha dirigiera la discusión pública al grado de definir hasta los tiempos legislativos.
Prueba de ello, fueron los acuerdos que debió firmar el Ejecutivo con la Alianza por la Reforma a la Educación, la Reforma a la Previsión y la necesaria Reforma a los temas de Seguridad Ciudadana, donde los criterios de la oposición primaron por sobre los planteados por La Moneda. En concreto, se mantuvo el lucro y la seguridad ciudadana se fundamenta en la represión.
Lo preocupante de esta forma de hacer política es la sensación de cogobierno que se genera o, más bien, la percepción pública de que no existe diferencia entre un gobierno de la Concertación y un gobierno encabezado por la derecha. Se llegó hasta decir que se fundaba un nuevo concepto: el bacheletismo aliancista.
Por otro lado, la movilización social y de los trabajadores también inundó el calendario noticioso. El Transantiago, la exigencia de los deudores habitacionales y la masiva reivindicación de los subcontratistas y forestales, con la lamentable muerte del obrero Rodrigo Cisternas que hasta ahora no existen responsable de quien lo mató por parte de Carabineros, solo por nombrar algunos temas, dejó de manifiesto la profunda inequidad laboral y social que deben vivir más del 80% de la población en el país.
Es más, la Iglesia Católica denunció, por primera vez en 17 años, con sus palabras esta realidad. Monseñor Alejandro Goic hizo un llamado público a buscar mecanismos que permitieran llegar a un «salario ético» de 250 mil pesos mensuales. Días después, se conocería la encuesta Casen donde se establece que más del 54% de los asalariados en Chile ganan menos de 216 mil pesos al mes.
Hasta ahora no existen propuestas claras, desde el gobierno o de la clase política para enfrentar esta inequidad. Los chilenos que durante el 2007 recibían un sueldo por debajo del «etico» propuesto por la Iglesia Católica deben saber que al 1 de enero de 2008 el valor de sus ingresos es un 7% menos, producto de la inflación.
Sin embargo, lo positivo de todo esto es que hoy la opinión pública habla de trabajadores de primera y segunda clase. Se trasparentó también la fórmula de los dueños del gran capital de armar cientos de empresas relacionadas para evitar la formación de sindicatos o para pagar sueldos mínimos sin beneficios sociales. Los retail son el «mejor» ejemplo de la explotación labora y de la forma de cómo en Chile se reproduce el neoliberalismo.
UNA IZQUIERDA AL DEBE…
El 2007 fue sin duda el año de la movilización de los trabajadores y ello se debió, principalmente, a la implementación de la Ley de Subcontratación. Pero, dicha y justa reivindicación obrera estuvo enmarcada solo en el campo laboral. Se echó de menos una opinión política sobre el rol de la izquierda en estas luchas y las propuestas que deben tener para mejorar o cambiar esta situación.
El Transantiago y los temas de seguridad ciudadana tampoco encontraron propuesta y liderazgo en la izquierda, lo que ha significado que estos problemas todavía existan y la ciudadanía deba soportar el mal diseño de políticas públicas con un alto costo personal y económico.
Esto no significa que la izquierda no tenga propuestas en estas materias. Es más, estamos seguros que las tienen pero no ha sido eficiente en su masificación. Falta generar instancias de comunicación con la ciudadanía. Falta unir la reivindicación social con una acción política eficaz. Las palabras del presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre, Cristian Cuevas, a la revista Análisis adquieren fuerza cuando dijo «la izquierda debe hacer su pega».
No debemos olvidar que el 2008 se caracterizará por ser un año de elecciones y de luchas laborales. En este escenario político el pacto «Juntos Podemos Más» deberá resolver sus diferencias y recuperar dos años de inactividad producto de las agendas de sus principales fuerzas políticas.
Quizás, la pregunta que hoy se debe hacer la izquierda y los sectores progresista si es o no necesario superar la actual conformación del Juntos Podemos Más.
No debemos olvidar que ante la crisis de los partidos de la coalición de gobierno y el complejo estado de situación que vive la izquierda tras el conflicto vivido por la unilateral postura del Partido Humanista de no llamar a votar el la segunda vuelta electoral por Michelle Bachelet provocó una suerte de inmovilismo de la izquierda, sobretodo, porque el «partido naranja» tomó dicha determinación de manera inconsulta lo que lesionó las confianzas al interior de la alianza y, hasta ahora, no ha permitido rearticular ese frente político.
También es cierto que los cincos puntos planteados por el Partido Comunista, la Izquierda Cristiana y otros sectores a la Concertación y al equipo de Bachelet para apoyar la candidatura oficialista tampoco se han cumplido en estos dos años. Recordemos cuáles fueron estos puntos: Cambio al sistema binominal; el derecho a la negociación colectiva y a huelga de los trabajadores y trabajadoras, la situación de las pensiones, los problemas del desempleo; los derechos de los pueblos originarios; el resguardo del medio ambiente; la verdad y justicia y respeto a los derechos humanos.
La realidad nos dice que más allá del compromiso de Bachelet y la coalición oficialista sobre estos cinco puntos, el resultado político se puede resumir en un conjunto de buenas intenciones ya que al finalizar el 2007 el balance de lo acordado es igual a cero. Ninguna de las propuestas ha sido materializada ni mucho menos se ha convertido en proyectos de ley.
Más allá de los posibles acuerdos con la Concertación para sacar de los principales municipios del país a la derecha, la izquierda deberá definir hoy cual será su accionar para el 2008, principalmente en el terreno de los derechos ciudadanos. El primer congreso nacional de derechos humanos realizado a fines del año pasado, mostró cual debería ser el camino. La izquierda el progresismo deberá asumir esa responsabilidad desde todos los frentes, principalmente en lo relacionado al trabajo en los sectores populares donde hoy la ciudadanía se ve desorganizada y con pocos liderazgos en juntas de vecinos y uniones comunales.
En este contexto, los concejales y alcaldes deberían dar cuenta pública sobre lo realizado a un electorado que los apoyó con su voto y que hoy supera el 12 por ciento según las últimas encuestas de opinión. Los medios de comunicación de este sector poco o casi nada han reflejado los avances de los líderes electos en los municipios y eso produce desconfianza tanto en la militancia como en el electorado de izquierda.
A pocas horas de iniciarse el 2008, la izquierda enfrenta nuevamente grandes desafíos, pero esta claro que con discursos o visitas a tomar café no se resuelves los grandes temas de país. La izquierda tiene un rol que cumplir: Estar con la gente y ser parte de las grandes discusiones que se desarrollan, especialmente con propuestas concretas de país.