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Chile ante un nuevo ciclo de movilizaciones

Fuentes: Crónica Digital

Durante la última semana de mayo, se han desarrollado en Chile una serie de movilizaciones: lunes 9 y miércoles 10, en contra de las cinco centrales hidroeléctricas y la línea de transmisión de HidroAysén; Jueves 12, veinte mil estudiantes contra la privatización de la educación; viernes 13, treinta mil personas en contra de HidroAysén; las […]

Durante la última semana de mayo, se han desarrollado en Chile una serie de movilizaciones: lunes 9 y miércoles 10, en contra de las cinco centrales hidroeléctricas y la línea de transmisión de HidroAysén; Jueves 12, veinte mil estudiantes contra la privatización de la educación; viernes 13, treinta mil personas en contra de HidroAysén; las dos últimas cifras sólo en Santiago y en base a datos de Carabineros, que entre las diversas cifras públicas, tienden a mencionar las de menor cantidad de participantes.

Si no se registraban movilizaciones de esta envergadura desde la «revolución pingüina» y no han cesado desde entonces, cabría preguntarse: si nos encontramos ante la fase inicial de un nuevo ciclo de movilizaciones que tuvo sus orígenes en la mencionada revolución estudiantil.

Veamos: La «revolución pingüina» se mantuvo en sus puntos más álgidos entre abril y julio del año 2006, fecha en que debió renunciar a su cargo el entonces Ministro de Educación, Martín Zilic. «La Nación» -diario con directores del gobierno de esa época- señaló que, 500.000 estudiantes se encontraban en tomas y paro nacional indefinido. Las movilizaciones de ahí, hasta este año, nunca se detuvieron aunque con menor número de participantes.

Paralelamente, hay que recordar las movilizaciones de Punta de Choros, con respecto a la termoélectrica de Barrancones, que detuvo la tramitación de la misma; además de varias otras sobre el mismo tema en distintos lugares del país, entre ellas, la termoeléctrica de Castilla en la Región de Atacama; las protestas de Magallanes, contra el aumento del valor del gas; anteriormente y paralelamente las ocurridas en contra de proyectos mineros como el de Pascua Lama; por último, las movilizaciones relacionadas a la oposición del proyecto hidroeléctrico de HidroAysén, que también vienen desarrollándose hace meses.

Al parecer, algo está cambiando en el escenario colectivo chileno; la investigación empírica demuestra que estos ciclos de activación social son posibles en la medida que las personas comparten una percepción de injusticia y la creencia colectiva de que la movilización puede transformar dicha situación.

Ahora bien, la posibilidad de transformar la situación percibida como hostil, depende de ciertas oportunidades políticas, entre ellas, el investigador Dough McAdam, menciona:

1. El grado de apertura relativo del sistema político institucionalizado.
2. La estabilidad o inestabilidad de las alineaciones entre las elite.
3. La presencia o ausencia de aliados entre las elites.
4. Capacidad del Estado y su propensión a la represión.

Respecto de los tres primeros puntos, se pueden observar, cada vez más indicios favorables a la emergencia de este ciclo de protesta.

Respecto al último punto, se puede señalar, como lo hace recientemente Amnistía Internacional, un aumento del grado de violencia empleado por Carabineros, a lo que habría que agregar una mayor criminalización de la protesta por parte del Estado y de los medios de comunicación conservadores.

En este sentido, es importante resaltar lo funcional que resultan los actos de violencia de parte de algunos participantes de las movilizaciones para la mantención del statu quo, y por el contrario, lo funcional que ha sido a la divulgación y efectividad para los movimientos sociales el uso de repertorios no – violentos, baste con mencionar al EZLN en México o el MST en Brasil.

En síntesis, al parecer nos encontramos ante un nuevo ciclo de protestas que anuncian un ciclo de mayor envergadura y efectos; y que una de las herramientas con que se cuenta para esto es la no – violencia activa, que permitiría al ejercerse, que vastos grupos de la población -hasta hoy inmovilizados- participaran de este proceso político, hecho fundamental para que los gobiernos y empresas modifiquen su accionar. Es de esperar que sepamos aprovechar esta oportunidad.

– El autor es psicólogo social e investigador en movimientos sociales. Colaborador de Crónica Digital.

– Fuente: http://www.cronicadigital.cl/news/politica/19274.html