Después de más de 16 años de gobiernos post dictadura, Chile aún vive en el laberinto de una democracia restringida, amañada por la Constitución del 80, que fuera elaborada por el régimen militar y los políticos de la extrema derecha que se pusieron a su disposición, y que hoy, a través de la UDI y […]
Después de más de 16 años de gobiernos post dictadura, Chile aún vive en el laberinto de una democracia restringida, amañada por la Constitución del 80, que fuera elaborada por el régimen militar y los políticos de la extrema derecha que se pusieron a su disposición, y que hoy, a través de la UDI y RN han pretendido vestirse con el traje de la democracia.
Pero el problema de la democracia en Chile, no es una cuestión inherente tan solo al papel que juega la extrema derecha en el país, sino que atraviesa a la propia Concertación de partidos por la democracia, los que con su conducta han asumido una suerte de impunidad con el pinochetismo, con respecto a lo que es la enferma y debilitada democracia neoliberal chilena, en donde no cabe la participación de la ciudadanía y menos el ejercicio de la soberanía popular.
En Chile, los diversos partidos que forman parte de los dos bloques políticos en el poder, Concertación de Partidos por la Democracia y Alianza por Chile, se encuentran
en pleno proceso de renovación de directivas. Bueno, a través de la prensa, hemos podido constatar las graves falencias que tiene el propio ejercicio democrático en estas diversas agrupaciones políticas.
La propia prensa a través de las opiniones vertidas a los medios de comunicación, por los líderes de las diversas tendencias existentes en los partidos políticos, en su lucha por el poder dentro de estas organizaciones, podemos apreciar como las cúpulas, las camarillas y las conductas políticas mafiosas, es lo que impera en el accionar políticos de los dos grandes bloques en el poder. Vale decir, que las opiniones de los simpatizantes, de los militantes, de las estructuras intermedias y de las bases, no tienen una mayor injerencia en el diseño de las políticas de estos partidos, lo que refleja una grave carencia en el ejercicio democrático de quienes se siente identificados con cada una de las posiciones o principios políticos que dicen sostener estas organizaciones y de quienes se dicen ser demócratas.
Por ejemplo, recientemente la UDI fue acusada por unos de sus líderes, de ser una organización que no desarrollada la democracia interna y que todo lo deciden los
amigos y la camarilla que dirige el partido. En RN nacional, también surgen dos sectores que luchan por el poder interno, pero en donde sus militantes, no juegan
ningún papel en la elección de sus respectivas directivas.
En la Democracia Cristiana, hay una fuerte pugna por la lucha por el poder, en donde un sector exige la elección universal para elegir la nueva directiva, y el otro sector propone que la nueva directiva tiene que elegirla solo la Junta Nacional del partido. En el Partido por la Democracia (PPD), sucede un fenómeno parecido a lo que ocurre
en la DC, con la diferencia que aquí, hay varias tendencias internas que bregan por dirigir el partido y que además tienen ambiciones presidenciales, pero en donde
la militancia no tiene participación alguna, además el PPD es un partido instrumental de algunos ejecutivos o funcionarios, en donde todo se resuelve de cara a las pugnas
internas y donde son muy comunes las conductas mafiosas e inamistosas.
El Partido Socialista, también se encuentra en proceso eleccionario, con varias listas para dirigir el partido. Sin embargo cabe destacar que el partido de los socialistas
chilenos, se ha caracterizado el último tiempo, por una falta de la discusión o desarrollo de la democracia interna. Se dice que hay liderazgos que sustituyen la voluntad soberana de la militancia, o sea, no hay inclusión y hay importantes corrientes excluidas de la vida del partido.
Todo esto refleja las graves deficiencias que vive la restringida democracia chilena, que a partir de sus protagonistas principales, que son los partidos políticos y su dirigencia, precisamente no destacan por ser escuelas de participación democrática. Ahora si a esto le sumamos la existencia de un sistema electoral antidemocrático
conocido como Binominal, que no permite la representación real del todo el espectro político chileno, podemos concluir, que a la democracia chilena es necesario democratizarla.
La nueva Ley Maldita, no permite que los dirigentes sindicales y sociales puedan optar a cargos de representación popular en la Cámara de los Diputados, tampoco las personas que no tienen su enseñanza secundaria completa. Los chilenos que residen fuera del país no pueden participar en los actos eleccionarios del país. Pero no solo eso, desde la época de la dictadura hasta nuestro días, la actividad política, los partidos políticos y los líderes políticos, se encuentran completamente desprestigiados. La gente no tiene confianza en ellos y suele asociarlos a la corrupción y al tráfico de influencias, de allí que no solo es necesario prestigiar la actividad política, sino que terminar con la democracia formal y restringida.
Por otro lado, el sistema electoral mantiene en el apartheid político a un número importante del electorado (10%) sin derecho a tener una auténtica representación parlamentaria. En este sentido, además el estado chileno viola el Pacto Internacional de Derechos Políticos y Civiles de la ONU y la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, en sus artículos 21 (inc.2) y artículo 25 (c), que señalan que «todas las personas deben tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones publicas de su país», cuestión que en Chile no se respeta.
Es tal la degradación de la democracia chilena y el sistema binominal, que en el parlamento la oposición representada por la UDI y RN, se encuentra electoralmente sobre representada, aún siendo minoría en la Cámara de los Diputados, tienen la facultad para vetar cualquier proyecto de ley del Ejecutivo. De allí, independientemente de los grandes esfuerzos que hace la izquierda que se encuentra segregada del actual juego político chileno, por terminar con el actual sistema electoral antidemocrático, y después de cierta apertura de participación con el gobierno de Michelle Bachelet, para la elaboración de una nueva propuesta de sistema electoral, que sea representativo, proporcional y democrático. Se espera que con esta cobertura se puedan dar pasos reales, para cambiar el actual sistema electoral.
Ahora, de no crearse un amplio consenso político y social para resolver esta situación, de acuerdo a la capacidad de veto que tiene la extrema derecha en el parlamento, se hará imposible poder obtener un parlamento representativo y en igualdad de condiciones, de las fuerzas políticas existentes en el país. Por ello, el factor determinante para la modificación del actual sistema electoral de la dictadura, será la agitación, la rebelión y la lucha social en la calle, que permita sanear en parte esta anomalía, pero en donde lo fundamental es llamar a la creación de una Asamblea Constituyente, para la elaboración de una nueva Constitución, que le devuelva la soberanía y la democracia plena al pueblo chileno. Sin la necesaria movilización social, ningún cambio trascendental se va a producir en Chile a favor de la democracia y el cambio de sistema electoral, lo otro es seguir soñando despiertos.