El bombazo en la estación Escuela Militar del Metro en Santiago, del que aún no se puede afirmar con certeza de dónde provino, abrió un momento reaccionario, reforzándose medidas represivas y una campaña de criminalización. Pero por sobre todo, mostró que la estabilidad política de un régimen acostumbrado a resolver todo con protocolos y consensos […]
El bombazo en la estación Escuela Militar del Metro en Santiago, del que aún no se puede afirmar con certeza de dónde provino, abrió un momento reaccionario, reforzándose medidas represivas y una campaña de criminalización. Pero por sobre todo, mostró que la estabilidad política de un régimen acostumbrado a resolver todo con protocolos y consensos está puesta en cuestión, aquí, a punta de oscuras explosiones con efectos reaccionarios.
Pocos días antes, una importante movilización de los trabajadores convocada por la CUT (ver CPS nº 207) recorría la Alameda, a la vez que un paro de los trabajadores mineros se realizaba en distintos yacimientos. Pocos días después, con ocasión de los 41 años del golpe, una nueva movilización y enfrentamientos en todo Chile. La estabilidad patronal basada en su anti-obrero Código Laboral heredado de la dictadura, se ve cuestionada con los métodos de la lucha de clases de los trabajadores. A la vez que el movimiento estudiantil, se ve empujado a continuar su lucha con una reforma que cada vez más busca conciliar el agua con el aceite: el negocio de los empresarios de la educación con las exigencias de los estudiantes y sus familias.
La economía profundiza su desaceleración, acercándose a las puertas de una recesión. Los empresarios chantajean a los trabajadores y advierten contra toda reforma, al mismo tiempo que anuncian multimillonarias ganancias, con una desaceleración que sólo afecta a los trabajadores. Pero que desnuda una economía que sólo beneficia a la clase patronal, poniéndose también en cuestión.
Así, aunque el bombazo abre un momento reaccionario, las contradicciones estructurales que el 2011 estallaron continúan abiertas, profundizándose, con el régimen en cuestión, sus pilares como el Código Laboral de la dictadura y la educación de mercado en cuestión, y la economía en cuestión. Todo está en cuestión, Chile está dividido. Los empresarios, la derecha, el Gobierno intentan cerrar estos cuestionamientos a su favor. Los trabajadores y el pueblo pobre deben plantear una salida propia, independiente de toda variante patronal, sea la derecha o el Gobierno de la Nueva Mayoría.
El régimen de los consensos y protocolos en cuestión, y el contragolpe reaccionario
Aunque el bombazo es una acción marginal en la situación política, mostró en cuestión la estabilidad política de un régimen acostumbrado a resolver todo con protocolos y consensos. Distintos países del mundo advirtieron los peligros de viajar a Chile, y el Gobierno tuvo que salir a tranquilizarlos. En Chile, aparecen los límites de un régimen acostumbrado a la discusión entre 4 paredes para resolver sus problemas. Se enmarca en una situación en que la lucha de clases viene desde el 2011 impugnando todo, hasta el punto que la misma derecha inició su movilización en las calles en defensa de sus privilegios y de toda la herencia de la dictadura.
Y tras el bombazo, el régimen cerró filas. Todos los partidos, incluido el PC, se reunieron en La Moneda, y acordaron reforzar las medidas represivas: más policías en las calles, reforma a la Ley anti-terrorista para hacerla aplicable, reforzamiento de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) incluyendo agentes operativos, es decir, que se infiltren en las movilizaciones y organizaciones de la izquierda, de los trabajadores y el pueblo pobre. Los medios de comunicación lanzaron una campaña del terror. El Gobierno se lanzó a la abierta criminalización de la izquierda, en la figura del anarquismo, aún cuando algunos de sus dirigentes, como el presidente del PPD Jaime Quintana planteara la hipótesis que pudieran ser ex agentes de la dictadura.
De contragolpe, buscan generar un clima reaccionario. ¿Por qué?
La Santa Alianza reaccionaria a la ofensiva, el Gobierno a la defensiva
La Santa Alianza reaccionaria de los empresarios, la derecha, la Iglesia, sus medios de comunicación, se puso a la ofensiva. Quieren perpetuar toda la herencia de la dictadura: el negocio con la educación, la salud y las pensiones, el Código Laboral hecho a la medida de los empresarios, la economía de las multimillonarias ganancias empresariales y los salarios de hambre de los trabajadores. El Gobierno se puso a la defensiva, y retrocedió en toda la línea.
Su primer logro fue el protocolo de la reforma tributaria. Su segundo logro, las indicaciones a los primeros proyectos de la reforma educacional, que preservan mal disimulados a los empresarios de la educación. Van por el tercero: impedir las reformas laborales.
Tras estas moderaciones del Gobierno, es que empezó a caer en las encuestas. Caída que se dio justamente tras las moderaciones de las ya moderadas reformas.
Envalentonados, van por más: comenzaron a instalar un clima para forzar el cambio de gabinete, como manifiesto del abandono de las promesas de reformas.
Primeros triunfos que, aunque ahora asegurados por el clima reaccionario, no resuelven ninguna de las contradicciones del régimen que emergen con la puesta en cuestión de la estabilidad del régimen, de sus pilares, y de su economía. Puesta en cuestión que no logra derrotarlo.
El sostén de las direcciones burocráticas
El mismo 4 de septiembre que miles de trabajadores se movilizaban o paralizaban en casi todo Chile, la presidenta PC de la CUT, Bárbara Figueroa, declaraba que no importaba si la reforma laboral se presentaba en octubre como estaba comprometido o más adelante. El detalle, es que los empresarios quieren posponer o alargar la discusión para que no se produzca ningún cambio a su Código Laboral, y que el Ministro de Hacienda Arenas del Gobierno de la Nueva Mayoría les aseguraba que no debían inquietarse por la reforma laboral. Debilitaba la fuerza movilizada de los trabajadores.
Pocos días después, las direcciones burocráticas del CONFECH rogaban al Ministro de Educación por una mesa bipartita, después de haber estado semanas en una mesa de Participación Ciudadana que no sirvió para nada, debilitando también la fuerza de los estudiantes que se siguen movilizando. Una vez más, se chocaron contra una pared: el ministro les respondió que podría dialogar con ellos sin comprometerse a tomar las demandas de los estudiantes, y a la vez que presentaba las indicaciones que favorecen a los empresarios de la educación.
Las dirigencias burocráticas de la CUT y del CONFECH, debilitan las fuerzas movilizadas de trabajadores y estudiantes, y convierten sus marchas en paseos de presión, dándole tiempo al Gobierno, y de este modo, indirectamente, fortaleciendo la ofensiva de la Santa Alianza reaccionaria.
Pero la puesta en cuestión de la estabilidad del régimen de los protocolos y los consensos, de sus pilares y de su economía, sigue creciendo, sacudiéndolo, y dividiendo a Chile. Por más que ahora se pretenda afirmar que la «mayoría social» que exigía terminar con las herencias de la dictadura no existe. No sólo existe, la división avanza, y eso prepara nuevos choques. Podrán ser retrasados, pero difícilmente evitados.
Pero si no le da una salida independiente a sus contradicciones la clase trabajadora junto a los estudiantes y todo el pueblo pobre, la terminarán dando los empresarios y la derecha.
Las demandas se arrancan con los métodos de la lucha de clases
Poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora para la lucha de clases
La batalla que se avecina será dura.
La principal tarea, en cada paro, huelga y movilización, será unificar las filas de los trabajadores bajo las banderas de una política de la clase trabajadora independiente de toda variante patronal, con los métodos de la lucha de clases, y basado en la democracia directa de los trabajadores.
Para esto, hay que poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora para la lucha de clases, como el que lucha por construir nuestra joven liga el Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR).
Y prepararse para luchar -removiendo todos los obstáculos como el PC, sus direcciones burocráticas y los antineoliberales que sólo echan polvo sobre sus ojos-, para que la clase trabajadora, capaz de paralizar y poner en jaque a la clase patronal, una detrás de sus fuerzas, a todas las fuerzas de los estudiantes, pobladores y mapuche. Y abra el camino de una salida de los trabajadores, independiente de toda variante patronal, a las contradicciones del conjunto del régimen terminando con toda la herencia de la dictadura que sigue en pie.
http://www.ptr.cl/cps/comentario-politico-semanal-del-ptr-ccc-n-208-chile-dividido/