La idea que ya ha penetrado el espectro político de la Nueva Mayoría es que hay una crisis institucional. Se trata de un trance que apunta al corazón mismo de nuestro sistema presidencialista: porque no es lo mismo que tres ministros o un tercio del Parlamento esté relacionado con los casos de corrupción, a que […]
La idea que ya ha penetrado el espectro político de la Nueva Mayoría es que hay una crisis institucional. Se trata de un trance que apunta al corazón mismo de nuestro sistema presidencialista: porque no es lo mismo que tres ministros o un tercio del Parlamento esté relacionado con los casos de corrupción, a que la presidenta también esté tocada por el fenómeno, comenta el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier. Se trata de un momento en extremo delicado, en el cual las propuestas de salida cruzan o consideran reflotar a la figura presidencial. Sin una recuperación del liderazgo de Bachelet la crisis seguirá un curso impredecible.
La presidenta inició abril con los peores niveles de apoyo desde su llegada a La Moneda en 2014. Una aprobación que se diluye pero que suma, además, algo inédito: un aumento sostenido en los niveles de rechazo. La figura otrora incombustible de Bachelet ha perdido atributos fundamentales como su cercanía y credibilidad. La encuesta Cadem le daba un escaso 27 por ciento de aprobación hacia finales de marzo, y un 63 por ciento de rechazo. Adimark, en tanto, le otorgaba un 31 por ciento de apoyo y un 61 por ciento de desaprobación hacia la misma fecha. Este periodo, marcado por los escándalos de corrupción de Penta, Soquimich y Caval, coincidió con diversas catástrofes, desde la erupción del volcán Villarrica, el incendio en Valparaíso y La Araucanía y las inundaciones en Atacama. La presencia en terreno de la presidenta no logró revertir la caída de su imagen. Cadem registró que el 64 por ciento reprobó la acción del gobierno tras el desastre del norte.
Hubo, sin duda, otro episodio que reflejó la gravedad del fenómeno que afecta a la Presidencia. El rumor sobre la renuncia de Bachelet recorrió hacia finales de marzo y comienzos de abril los circuitos y redes sociales de la clase política y sus satélites, una espiral del silencio que si bien el gobierno intentó cortar, generó otros diversos efectos perjudiciales. Durante un desayuno off the record en La Moneda con corresponsales extranjeros, en el cual Bachelet aclaró y enfatizó que jamás ha pensado en renunciar, deslizó sus críticas a la prensa nacional, a la que responsabilizó de informar sobre la base de rumores. En su comentario, Bachelet no aludía al duopolio, sino a los medios independientes.
Señaló, según transcribió La Tercera : «Un comentarista dijo que yo había renunciado a la Presidencia de la República y se lo preguntó a alguien. Las redes sociales el sábado decían que yo estaba reunida con mis ministros porque estaba renunciando, y yo estaba en Diego de Almagro y en Tierra Amarilla. Entonces, creo que hemos llegado a un periodismo del rumor y hemos llegado a un periodismo un poquito preso de las redes sociales. (…) la gente, imagínese: ‘la presidenta renunció’, ese es un quiebre institucional. Por si acaso, si alguien tiene dudas, yo no he renunciado y no pienso hacerlo, ni siquiera sé cómo se haría constitucionalmente. No, yo no he pensado en renunciar de ninguna manera».
Bachelet se refería a Tomás Mosciatti en una entrevista a Camilo Escalona, alusión que horas más tarde desató todo tipo de reacciones por la redes sociales. Desde quienes acusaban al periodista de sedición a una defensa corporativa, con el silencio del duopolio, a la función de la prensa y del periodismo de investigación. Aquella noche los periodistas Daniel Matamala y Mónica Rincón expresaron su molestia en CNN por las declaraciones y acusaciones a la prensa hechas por la mandataria. Es probable que este tipo de intervenciones siga afectando negativamente a Bachelet. Ha perdido su aura de figura intocable y ya es objeto de críticas directas, lo que quedó demostrado con la respuesta que le dedicó Mosciatti días más tarde.
En un comentario de siete minutos, Mosciatti reivindicó la función del periodismo de investigación, sin el cual se conocería poco o nada de los casos de corrupción que hoy remecen al país. En su relato, recordó cuando en febrero fuerzas ocultas, que no fueron simples «rumores», intentaron sacar de las investigaciones de la arista Soquimich al eficiente fiscal Carlos Gajardo, en tanto finalizó enfatizando que seguirán informando «en contra de la campaña que dice que un rumor no es información».
LA MAYOR CRISIS DESDE
EL FIN DE LA DICTADURA
Al rumor de renuncia, el que según la prensa ha sido un malentendido surgido de una reunión con Anatel el 22 de marzo pasado, oportunidad en la cual Bachelet habría dicho que renunciaría si así resolviera la crisis, le han sucedido otros, que especulan con riesgos y amenazas a todo el sistema democrático. La percepción que ronda es de un país atascado en la mayor crisis desde el fin de la dictadura y cuya solución es difícil de aplicar.
Es lo que se percibe de las propuestas para frenar la crisis, que parecen como simples ideas o acciones sin destino. El jueves 9 de abril los partidos de la NM y la Alianza suscribieron un acuerdo sobre probidad y transparencia para separar el dinero de la política, una iniciativa que en conjunto con la Comisión Asesora Presidencial (o Comisión Engel) contribuya a salir del atolladero. Bajo este consenso, los líderes de los principales partidos destacaron el «liderazgo» de la presidenta Bachelet como «articuladora» de iniciativas para generar un nuevo marco institucional.
Un acuerdo de esta naturaleza parece extemporáneo y superficial. De partida, no tendrá efectos retroactivos, por lo cual no podrá sancionar ni obligar a renunciar a los políticos corruptos. Además, es muy probable que su desarrollo se vea obstaculizado por el devenir de los múltiples casos de corrupción que están en curso en los tribunales. Es como ofrecer el medicamento antes de tener claro el diagnóstico. Nadie puede saber cuántos políticos y empresarios más aparezcan en las investigaciones durante las próximas semanas y meses.
El mayor obstáculo, la inviabilidad de un acuerdo de este tipo, es que no tiene suficiente fuerza política para cambiar un proceso histórico malogrado. Al considerar que la raíz de los males en la política está en la dictadura y la transición diseñada por Jaime Guzmán -la que fue aceptada y reforzada por la Concertación-, es muy difícil que un pacto entre actores favorecidos por ese sistema logre alterar la esencia de un periodo que ya tiene más de 25 años.
CAVAL EN LA CRESTA
DE LA OLA
El diputado DC René Saffirio, en una entrevista a CNN el 10 de abril, expresó su molestia tanto por los obstáculos puestos por el gobierno ante la Comisión Investigadora de la Cámara para el Caso Caval y manifestó su desconfianza al acuerdo de los presidentes de partido para poner coto a la crisis. Sobre el freno a las investigaciones, dijo que «se quiere aplicar el mismo criterio sesgado de la UDI con Penta. Yo no lo comparto. Eso es un doble estándar en materia de corrupción. Cuando hay que investigar de corrupción hay que investigar independientemente de quiénes sean los responsables de los eventuales ilícitos. Cuando se cree en la justicia, en las facultades fiscalizadoras del Poder Ejecutivo, esas facultades hay que ejercerlas porque estamos viviendo una crisis profunda que evidentemente no se va a resolver con la declaración de seis presidentes de partido, sino que con mucha generosidad, mucho respeto y sobre todo, con mucha conciencia de que estamos en una crisis profunda».
La idea de quienes firmaron ese acuerdo es que sea presentado por la presidenta junto al informe de la Comisión Engel. Sería otra gran reforma, señala el diputado Teillier. Un acuerdo que requiere, como se ha visto, de una recuperación de la alicaída imagen presidencial.
Esta es una constatación que preocupa a la NM y que ninguna acción del gobierno ha logrado revertir. Es por ello que reclaman ante el gobierno que la presidenta haga un gesto público, una especie de mea culpa institucional para alterar el curso de la crisis. «Que la presidenta tenga una voz clara y firme respecto a todo esto y que hable a nombre del país», comenta Teillier. Que lo haga cuando reciba el informe de la Comisión Engel el 24 de abril, o para la cuenta del 21 de mayo, propone otro presidente de partido.
Estas declaraciones e ideas son una clara expresión de la profundidad de una crisis que no da señales de amainar. Muy por el contrario, los tres frentes en investigación, Penta, SQM y Caval, amenazan con profundizar y extender aún más el trance. Y la presidenta en medio de ello.
Durante estas semanas se abren nuevas investigaciones en el caso Penta con la formalización por parte de la Fiscalía a ocho políticos. Junto a los miembros de la UDI (Jovino Novoa, Ena von Baer, Iván Moreira, Laurence Golborne, Pablo Zalaquett y Felipe de Mussy) y Alberto Cardemil, de Renovación Nacional, será formalizado el ex ministro de Hacienda del anterior gobierno de Bachelet, Andrés Velasco.
Si esta formalización toca principalmente a la derecha, el caso Caval apunta directamente a la presidenta. Y a partir de ahora, junto a la Fiscalía se suma la investigación de la Cámara de Diputados, que aprobó la creación de una comisión especial por 58 votos a favor, sólo nueve en contra y cinco abstenciones.
El caso Caval crece semana tras semana. Una investigación publicada en Qué Pasa y El Mostrador reveló que Natalia Compagnon tuvo otras reuniones con Andrónico Luksic, el dueño del Banco de Chile. Según estos medios, la cita para gestionar el crédito de 6.500 millones de pesos a la empresa Caval fue solo la primera de varias reuniones. A partir de entonces, Compagnon asumió la función de asesora de la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU), una de las empresas de Luksic. En su declaración ante el fiscal, informa La Tercera , la nuera de la presidenta habría reconocido cuatro reuniones con Andrónico Luksic y reveló tener otros dos socios, ambos operadores políticos de la UDI.
CRITICA DURA A MICHELLE
Entre quienes votaron a favor de la comisión investigadora del caso Caval estuvo el diputado DC Saffirio. «Aquí -dice en aquella entrevista- hay miedo del gobierno. Aquí hay miedo a la verdad. Hay muchas otras personas involucradas. No tengo porqué pensar que sean solo Penta y Soquimich las únicas empresas involucradas, o que los parlamentarios mencionados sean los únicos. Es absurdo pensarlo así. Yo creo que en Caval hay un conjunto de situaciones que todavía no conocemos, no sabemos si las únicas reuniones con Luksic fueron las relacionadas con el crédito para comprar el predio de Machalí. No dejo fuera de sospecha a la presidenta. No me parece sostenible que se haya enterado por la prensa».
Ante este ambiente turbio, el 12 de abril Bachelet dio una entrevista a TVN y habló sobre el negocio de su nuera. Muchos medios al día siguiente titularon: «Soy una persona honesta, nunca he aprovechado el cargo». No es predecible qué efectos tendrá en su imagen esta nueva estrategia comunicacional, pero lo cierto es que este tipo de explicaciones confirman que la presidenta perdió su aura carismática.
Toda crisis es también una oportunidad. Para ello, sin embargo, es necesario dejar fluir. Purgar para sanar. Es en este contexto, de una crisis sistémica que abarca desde el modelo neoliberal, el empresariado y hasta la misma Presidencia, que la ciudadanía ha comenzado a pensar que la única salida está en un verdadero cambio de modelo. La citada encuesta Cadem hizo la pregunta sobre el cambio: un 77 por ciento estimó que Chile requiere de una nueva Constitución y un 60 por ciento dijo que debe ser mediante una Asamblea Constituyente. Cada día que pasa se suman más voces a esta posibilidad. Es tal vez la oportunidad que Chile necesita.
Publicado en «Punto Final», edición Nº 826, 17 de abril, 2015