En medio de una danza de cifras astronómicas, términos económicos, teorías y explicaciones que aparecen incomprensibles para el ciudadano común, todos los expertos hablan de una crisis financiera que puede tener características globales y no se pronuncian claramente respecto a una crisis económica. En palabras comunes, existen dos tipos de capital. El capital que se […]
En medio de una danza de cifras astronómicas, términos económicos, teorías y explicaciones que aparecen incomprensibles para el ciudadano común, todos los expertos hablan de una crisis financiera que puede tener características globales y no se pronuncian claramente respecto a una crisis económica.
En palabras comunes, existen dos tipos de capital. El capital que se invierte en empresas productivas o de servicios buscando generar trabajo y utilidades. Y el capital especulativo, que utiliza flujos financieros para ir de mercados en mercados, especulando sin un respaldo productivo, intentando elevar artificialmente los valores de sus inversiones y beneficiarse de altas rentabilidades.
Esto es lo que ocurrió en los Estados Unidos y que, como una ola imparable, esta golpeando las economías más desarrolladas, justamente porque el capital especulativo financiero actúa en esas naciones con mayor intensidad.
Los especuladores entraron al sector inmobiliario motivados por las bajas tasas de interés y por la desregulación del mercado hipotecario que establecieron los gobiernos norteamericanos y encontraron en este mercado una oportunidad para generar altas rentabilidades haciendo subir artificialmente los precios de las viviendas, las que llegaron a alcanzar más de 10 veces su valor real.
Esta burbuja duró hasta que los propietarios no pudieron pagar los créditos por sus viviendas y vieron como los bancos las remataban.
Por cierto el capital especulativo se retiro del mercado inmobiliario antes que dicho mercado colapsara, y fueron los bancos hipotecarios norteamericanos los primeros en entrar en un grave proceso de falta de liquidez y los dueños de las viviendas en cesación de pagos, esto generó la reacción en cadena del sector financiero norteamericano y la pérdida de confianza de los inversionistas y ahorristas en el sistema financiero en general, lo que ocasionó un pánico generalizado en los mercados a nivel mundial.
Hoy lo que ha hecho el gobierno estadounidense, y tras este los bancos centrales de los países industrializados, es salvar a los bancos con la estatización. Lo que es paradojal en el país capitalista por excelencia.
El capital financiero especulativo es un cáncer que el capitalismo tiene en su interior. Junto al capital productivo, que se mueve para generar bienes y servicios, está el capital especulativo, que es sólo papeles, y se mueve con mayor rapidez por la falta de regulación y el aumento de los negocios virtuales producto de los avances tecnológicos.
En nuestro país, lo efectos de esta crisis financiera están manifestándose en el alto precio del dólar, que encarecen la UF, un impuesto que afecta particularmente a las personas de más escasos recursos, y los combustibles. Lo que significa un alza de precios en los productos de consumo, en una economía abierta como la nuestra.
Frente a esta incertidumbre, se requieren medidas urgentes que protejan prioritariamente a quienes producen las riquezas de este país, los trabajadores. Esa es la principal señal que la gran mayoría de los chilenos espera de sus autoridades.
Así como se han inyectado recursos financieros estatales a la banca privada, el Estado debe comprar las carteras vencidas de los trabajadores para renegociarlas, en otras condiciones con intereses más bajos, y generar así un colchón que amortigüe la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.
El Estado debe hacerse responsable de la merma patrimonial en la administración privada de los Fondos de Pensiones. Es necesario inyectar recursos que permitan mitigar la pérdida que ya han tenido y seguirán teniendo los trabajadores en sus fondos para la vejez.
Se debe acelerar la discusión respecto de una AFP Estatal o trasladar la administración de los Fondos de pensiones al INP, que resguarde y garantice los recursos de los trabajadores para su vejez del mercado y sus variables.
Es urgente tomar medidas que vayan en apoyo a la Pequeña y Mediana Industria Nacional. Se debe rescatar el concepto que dio origen a la antigua CORFO, destinando créditos blandos y apoyo en tecnología para ayudar a desarrollar la producción nacional, generar empleo y elevar la demanda agregada.
El Ministerio de Hacienda junto al Ministerio del Trabajo, deben poner urgencia para que este año se apruebe en el Parlamento la iniciativa que concordaron con la CUT, en el marco de la Negociación del Ingreso Mínimo, de otorgar un subsidio estatal a los salarios más bajos del país.
Del mismo modo, es urgente acelerar la discusión sobre el fortalecimiento del Seguro de Desempleo y no abandonar la agenda social y laboral, que incluye una pronta reforma a la negociación colectiva, como una forma de redistribución de los ingresos.
Es el momento, como lo han hecho otras economías, de todos los sesgos políticos, de poner énfasis en un estado fuerte y ágil, que afronte las vicisitudes de la economía global con medidas nacionales de resguardo de su patrimonio más valioso, sus ciudadanos.
El autor es presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile.