El modelo económico capitalista neoliberal está mostrando en plenitud cuales son los fundamentos y resultados de su existencia: Chile convertido en un organismo social enfermo. No existe día, en algunas de sus pústulas, no derrame sus excrecencias sobre todos los chilenos: hoy son los niños muertos en un sistema (SENAME) que debiera cuidarlos, protegerlos, educarlos, […]
El modelo económico capitalista neoliberal está mostrando en plenitud cuales son los fundamentos y resultados de su existencia: Chile convertido en un organismo social enfermo. No existe día, en algunas de sus pústulas, no derrame sus excrecencias sobre todos los chilenos: hoy son los niños muertos en un sistema (SENAME) que debiera cuidarlos, protegerlos, educarlos, guiarlos. Periodistas y políticos se llaman a rebato como si nunca hubiesen sabido lo que allí ocurría. No sabían de la degradación abismal a la que serían sometidos los que allí eran derivados. No sabían, que el cuidado de los niños había sido concesionado al interés privado. Las concesiones, gran invento de nuestros mentores del norte y puesta en práctica primero por la dictadura y luego en desarrollo pleno por Frei y el inefable «socialista » Ricardo Lagos. No saben que Chile es el país con mayor incidencia de enfermedades mentales de la región y entre los primeros del mundo y con un crecimiento imparable de las tasas de suicidios. Sólo en Santiago hay cerca de dos millones de personas con alguna patología mental. No saben que los jóvenes empiezan a beber a drogarse y a suicidarse cada vez a más temprana edad. (Estudio de la U. de Chile).
La sociedad civil chilena sobrevive hoy en medio de la degradación, la confusión, la furia y el desencanto. Degradación de los que viven en pánico de que llegue al poder la izquierda como en Ecuador, Bolivia, y Venezuela. Confusión que nos les permite percibir que la delincuencia es esencialmente producto del sistema que ellos mismos crearon y que no les dará tregua a pesar, incluso, de sus fortificadas mansiones. Confusión que les empuja a votar nuevamente para Presidente de Chile por el epítome de los negocios turbios. Confusión que les convierte en realidad la ilusión de que van a terminar con el más temido de sus fantasmas: el fantasma del comunismo. Furia de los capas medias que piensan que en la denostación de lo político y su abandono es parte de la solución cuando es exactamente al revés. Solo la participación popular plena terminará por crear una nueva realidad. Furia que no les permite darse cuenta que las lacras sociales son la expresión orgánica de un modelo económico asentado en la explotación y expropiación de riqueza creada socialmente.
La ciudadanía alienada y endeudada contempla impotente la danza de millones que trafican los «emprendedores» del modelo dispuestos a aprovechar las «oportunidades de negocios» y a embaucar «al capital humano». Todo transita por un consumismo desenfrenado que es sustentado vía endeudamiento y/o el despilfarro absoluto del maná de los recursos naturales.
La riqueza más importante del país es devastada a vista y paciencia de todo el mundo; por una parte los ingresos del cobre son aplicados a un consumo suntuario desenfrenado y anárquico de las capas medias y por otro a los mandos militares en donde la incompetencia y el dolo campean. Nada de inversión productiva que saque al país de su dependencia. La «ley reservada del cobre» impide que sean investigados los que manipulan estos enormes ingresos; ella fue promulgada, no en la dictadura sino en el Gobierno de otro militar: el general Ibáñez que fijó un impuesto del 15 % a los impuestos pagados por la minería. Pinochet le dio el carácter leonino que tiene hoy con un 10 % de las ventas totales de Codelco y el impedimento de ser fiscalizados ya sea por la Contraloría General de la República como por el Congreso Chileno.
Toda la superestructura social existente fue construida a sangre y fuego por la derecha y perpetuada vía constitución. Aplicaron un castigo ejemplar contra lo «rotos» y las «chinas» alzados, los «upelientos», como los denominaban para mostrar todo su odio de clases. Además del crimen de estado, pusieron en práctica el modelo económico neoliberal que se inició con un shock económico monetarista con la complicidad de la Pontificia Universidad Católica y la Universidad de Chicago. La política del shock fue un experimento inédito y de gran envergadura que descargó sobre los trabajadores chilenos toda la violencia económica estructural de que son capaces; se abrió paso a la agresividad extrema, la brutalidad destructiva, la competitividad salvaje, el individualismo patológico, el crimen y la defraudación pública. Sus gestores se debieron juzgar por crímenes de lesa humanidad.
Lo que tenemos en acción entonces es el descarnado mundo capitalista y su sistema monetario que tiene la capacidad de hacer pasar por racionalidad la irracionalidad del llamado mercado y esa panacea mercantilista descrita como «crecimiento económico» que en lo fundamental es la depredación acelerada de los recursos naturales. Es en esta realidad que los manipuladores del mercado corrompen políticos y gobiernos y a los encargados de aplicar la ley. Proporcionan con abundancia pan y circo a la capas medias deformándolas ideológicamente a través de sus medios de comunicación. En Chile prácticamente toda la información es entregada por medios de comunicación estadounidenses: Chile Visión (Propiedad de Time Warner), CNN, propiedad de Time Warner y Liberty Global; Mega, propiedad de Discovery Comunications y el Grupo Bethia; Canal 13, Grupo Lucksic y la Pontificia U. Católica. Ellos se encargan junto a todos los medios de comunicación escritos, de conformar la opinión de los chilenos en la creencia de que son libres o que viven en democracia. Así nadie se percata que el país es propiedad del 1 % del país que se queda con el 40 % y más de la riqueza del país. Ellos los que ejercen en realidad la voluntad soberana: mandan, prohíben o permiten. Ellos son los que imponen el supuesto económico dominante: se debe maximizar las ganancias y en ese afán todo vale.
En Chile se aproximan nuevas elecciones y la base económica pone en juego sus poderes terrenales y extraterrenales para seguir perpetuando su control político- económico. No debiéramos desconocer los avances sectoriales que se han efectuado si hacemos un análisis frío de este último gobierno. Como en toda guerra de posiciones es necesario no obviar lo logrado para seguir avanzando. Nunca ha sido la política de la clase el todo o nada, salvo que la dialéctica de la realidad lo haga imprescindible e inevitable.
Recordar frente a los mesías del dinero y sus fantasmagorías que lo que mueve a los pueblos y construye su historia es el trabajo humano que se realiza colectivamente en la creación, en la ciencia, la tecnología el arte. Lo colectivo del trabajo permite el desarrollo fantástico del cerebro para entender y observar desde las increíbles complejidades dialécticas del universo en movimiento a las manifestaciones materiales de lo infinitamente pequeño. En definitiva los logros más extraordinarios del ser humano no tienen que ver ni con el individualismo ni con el lucro ni con la ganancia ni con el poder.
Santiago, julio, 2017
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