Patricio Manns (1937) es uno de los creadores más versátiles de América Latina; reconocido en toda la tierra, no sólo de habla hispana; por ejemplo en 1988 obtuvo la Beca Guggenheim de Literatura y en circunstancias políticas adversas vivió durante 17 años en la ciudad de Trez Vella (Francia). Cofundador de la Nueva Canción chilena, […]
Patricio Manns (1937) es uno de los creadores más versátiles de América Latina; reconocido en toda la tierra, no sólo de habla hispana; por ejemplo en 1988 obtuvo la Beca Guggenheim de Literatura y en circunstancias políticas adversas vivió durante 17 años en la ciudad de Trez Vella (Francia).
Cofundador de la Nueva Canción chilena, junto a Víctor Jara, Ángel Parra, Inti Illimani, Quilapayún y un largo etcétera. En los años de exilio se le conoció por su voz contra la dictadura de Pinochet, basta oír en su discografía: Canción sin límites (1977); en Francia, Chansons de la résistance chilienne (1978) y Con la razón y la fuerza (1982), hasta su partitura y letra del Himno del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (cinta que se distribuía clandestinamente en el país andino) grabada por voces anónimas del FPMR y tiempo después por Ana María Miranda y un coro de presos políticos.
Compositor e intérprete de los discos: Entre el mar y la cordillera (1965); El sueño americano (1966); El folklore no ha muerto, ¡mierda! (1968); La hora final (1969); Patricio Manns (1971); Canción sin límites (1977); La Araucana (1982); Itinerario de un retorno (1983); La muerte no va conmigo (1986); Patricio Manns en Chile (1990); Cantología (1997); Porque te amé (1998); América novia mía (2000) y Salvador Allende (2003).
Autor de las novelas: Diversos Instantes del reino (2006); La vida privada de Emile Dubois (2004); La tumba del zambullidor (2001); El desorden en un cuerno de la niebla (1999); Memorial de la noche (1998); Cavalieur Seul (1996); El corazón a contraluz (1996); De repente los lugares desaparecen (1992); Actas de Muerteputa (1988); Actas del Alto Bío Bío (1985); Actas de Marusia (1974); Buenas noches los pastores (1972) y De noche sobre el rastro (1967). Ha sabido dividir su tiempo e inspiración entre la música, la poesía, la narrativa, el ensayo y la dramaturgia. Patricio Manns sigue cantando y escribiendo a los de abajo y a la izquierda de su corazón a contraluz.
-Ahora que leo la serie Nosotros los chilenos de la editorial Lom (2004), me acordé de usted y del proyecto original de Quimantú ¿Cómo le ayudó a su vocación de escritor contar con las páginas de Quimantú?
-Cuando la editorial Quimantú me contrató para escribir una serie de libros para su colección Nosotros los chilenos, que funcionó a partir de octubre de 1971, yo ya había publicado hacía tiempo mi primera novela, De noche sobre el rastro (Editorial Universitaria, 1967) merecedora del Premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile. También había publicado Buenas noches los pastores (1972), que al año siguiente fue premiada por la Municipalidad de Santiago como la mejor novela publicada ese año. Este fue el último premio en democracia y se suponía que lo recibiría en septiembre de 1973. Muchos años después (1995) la Municipalidad de Santiago me lo entregó de manera oficial. Quimantú fue una excelente editorial con la que muchos escritores colaboramos. Yo llegué a publicar 7 libros entre 1972 y 1973, los más conocidos son Las grandes masacres y El movimiento obrero, ambos con un tiraje inicial de 50.000 ejemplares. También en esa época publiqué La revolución de la escuadra (Ediciones Universitarias de Valparaíso), con un tiraje exactamente igual a los mencionados antes. La segunda edición fue tirada al mar en 1973 y hubo que esperar hasta noviembre de 2001 para volver a distribuirla, gracias a Javier Vergara, esta vez con Ediciones B.
Es por todo lo dicho anteriormente que puedo decir con sinceridad que mi vocación se hallaba bien encarrilada cuando comencé a trabajar con Quimantú.
-¿Su novela: Diversos instantes del reino (2006) fue un giro que tomó su ensayo: Chile, Una dictadura militar permanente?
-No, Chile una dictadura militar permanente es un ensayo que se relaciona justamente con las grandes masacres que mencioné anteriormente, editado por Quimantú. Diversos instantes del reino está basada en Actas de Muerteputa, al igual que Memorial de la noche con Actas del Alto Bío Bío. Son pequeñas licencias literarias que me permito siendo el autor.
-Escribió la trilogía de Actas: Marusia; del Altio Bio Bio y Madreputa ¿Se considera un Actuario de Muerteputa? ¿El cronista llega a ser notario público de la vida y la muerte?
-Algunos críticos han creído ver en estos libros una ‘voluntad notarial’ en el sentido de registro de acontecimientos, desgajados de la Historia de Chile, pero rara vez mencionadas por la Historia oficial.
-Usted vive en Concón y muy cerca de allí, en Playa Ancha está sepultado el asesino serial Emile Dubois ¿por qué le pareció novelesca la vida de Dubois?
-Si hay una vida novelesca es ésta, muchos años antes de regresar de Francia y establecerme en Concón ya tenía en mente hacer algo con este personaje. En sus inicios fue un guión de cine que escribí para Helvio Soto en Francia, pero el film no pudo realizarse por falta de medios. Ahora tengo la novela publicada: La vida privada de Emile Dubois (Alfaguara, 2004) y un nuevo guión en español y su traducción al francés que espera su oportunidad. También escribí la adaptación para la TV con 3 capítulos de 1 hora cada uno.
-Recuerdo haber visto archivos fotográficos tomados por Alejandro Stuart de usted cantando en Ciudad de México durante su exilio, pero si su estancia fue en la región náhuatl ¿Por qué sólo tiene poemas a la cultura maya?
-No es un problema de culturas. Cuando escribí Memorial de Bonampak, me encontraba en Yucatán y se produjo el levantamiento del Subcomandante Marcos (EZLN). Fue extremadamente casual y útil. Es uno de mis trabajos poéticos que me apasionan, por la cercanía del acontecimiento, que viví desde adentro. Comienza con la llegada de los españoles a México y termina con la gesta del Subcomandante Marcos. Curiosamente este libro, que cuenta con un trabajo introductorio de 30 páginas del famoso nerudiano Robert Pring-Mill, de la Universidad de Oxford, ha sido publicado en Chile y en España, (Brosquil ediciones, Valencia) y nunca ha sido publicado en México. También he escrito poemas como La Araucana, y novelas como El corazón a contraluz, en donde una india Selknam y su cultura desempeñan un papel preponderante.
Más recientemente Quatre saisons en Patagonie, libro editado por Gallimard en Francia, con fotos de Oliver Jolly y texto de mi autoría, también habla en texto e imágenes de los habitantes de Patagonia y de Tierra del Fuego. Es más, en un país como Chile, donde se encasilla rápidamente a la gente, me han rotulado como escritor indigenista por la defensa que siempre hago de los pueblos originarios.
-Escribe novela, ensayo, poesía y dramaturgia, parece que la música es otro género literario para Patricio Manns, pero dígame ¿Qué inventa primero la letra o la música de una canción?
-En general la música me sorprende en los lugares más inesperados y tengo que correr hasta encontrar un instrumento para fijarla en mi memoria. A veces me despierto con la música en la cabeza. Recuerdo claramente una música que soñé cuando estábamos con mi esposa Alejandra Lastra en una isla en las Antillas llamada Antigua. Es una canción que llamé: La isla. Anoche viendo un programa de TV sobre Luciano Pavarotti, escuché a Bono (del grupo irlandés U2) contar como había soñado una canción que el tenor le había pedido que compusiera para él. Para mí el texto siempre viene después.
-Al escuchar sus canciones Arriba en la cordillera, Elegía para una muchacha roja y El cautivo de Til Til, le pregunto ¿siente simpatía por los personajes ‘fuera de la Ley’? ¿Puede contarnos brevemente la historia de éstas canciones?
-Neruda afirma en un prólogo a uno de sus libros que ‘entre el juez y el fuera de la ley, se queda con el fuera de la ley’. Hago mía esta elección. Arriba en la cordillera se basa en una comunidad aislada en la zona cordillerana al interior de la ciudad de Los Ángeles, en Chile, que no tiene tierras y roba ganado para vivir. En cierto sentido es una canción sobre la necesidad de la Reforma Agraria. Elegía para una muchacha roja, recoge la infrahistoria de muchachas que llegaron de provincia a militar a Santiago de Chile y murieron en huelgas o marchas políticas reivindicativas. Hay varios ejemplos. El cautivo de Til-Til describe los últimos momentos de Manuel Rodríguez, el guerrillero, asesinado en Til-Til en 1829 Esta canción ha sido grabada en argentina, por Cesar Isella y Soledad entre otros.
-Su trabajo musical lo llevó a compartir escena y amistad con Víctor Jara e Inti Illimani ¿Cómo recuerda aquellos días de Revolución y vino tinto?
-Con Víctor Jara compartí muchas horas en la Peña de los Parra (calle Carmen 340) y en giras nacionales; con Inti Illimani, comenzamos a trabajar en la Peña de la Universidad Técnica del Estado y continuamos haciéndolo en Europa después del golpe de 1973 y ahora nuevamente en Chile. En ambos casos, hay una buena parte de mi vida y de mis creaciones involucradas.
-Su canción América novia mía es una de mis preferidas ¿No cree que le fue infiel al vivir su exilio en Francia? ¿Hubo reproche de parte de su amada al volver del exilio?
-Como todos los reencuentros. La amada había cambiado mucho, ya no era la de entonces. Sin embargo, fue un a elección absolutamente personal volver a Chile, aunque no estoy seguro de haber hecho la elección correcta. Chile es un país extremadamente distante, burocrático y cruel con sus creadores. Sólo a través de la muerte llega un reconocimiento tardío. Y sin remedio.
-Finalmente ¿Con qué nueva novela se desvela? ¿Qué proyecto literario tiene entre manos o entre cuerdas?
-Discúlpame Mario, pero me gusta sorprender a mis lectores y prefiero no hablar de eso por el momento. Sólo quiero decirte que pienso publicar en el 2008, un ensayo, un poemario, una novela y una cantata de inspiración bolivariana.