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Chile: ¿La lección que Venezuela aprendió?

Fuentes: Rebelión

Durante el exilio tuve la suerte de participar del proceso de cambio que protagonizó el pueblo chileno hasta el golpe de Pinochet. Sintetizo mi experiencia: «La mejor defensa es el ataque» Vi confirmarse dolorosamente este dicho ajedrecístico en forma negativa en el caso de Chile. Como en todo proceso de cambio los dueños del capital […]

Durante el exilio tuve la suerte de participar del proceso de cambio que protagonizó el pueblo chileno hasta el golpe de Pinochet.

Sintetizo mi experiencia: «La mejor defensa es el ataque»

Vi confirmarse dolorosamente este dicho ajedrecístico en forma negativa en el caso de Chile. Como en todo proceso de cambio los dueños del capital comenzaron a atacarlo, el gobierno en lugar de rechazar esos ataques avanzando a impulso del pueblo contra los saboteadores, los trataba con mano blanda pretendiendo conciliar. Los atacantes se envalentonaban y reforzaban el asedio, mientras que el bajo pueblo que apoyaba el proceso se sentía frustrado y se desanimaba. Así, las condiciones para el golpe estuvieron preparadas y éste triunfó.

Panorama general

La maduración de las luchas del pueblo chileno y de su conciencia lo llevaron a desengañarse del gobierno Demócrata Cristiano y a elegir al candidato de la Unidad Popular, Salvador Allende, a pesar de toda la campaña de calumnias desatada contra él por los poseedores del capital.

El gobierno avanzó con calma sin tomar medidas revolucionarias espectaculares, intentó ejecutar la ley de reforma agraria del anterior gobierno, rebajó notablemente los precios de los artículos de primera necesidad, garantizó el derecho de huelga.

Por su parte la población pobre avanzaba:

Los obreros tomaban en sus manos los establecimientos industriales en los que se cometían acciones dolosas como el sabotaje a la producción y otras.

Ante la organización de bandas paramilitares de la derecha y la pasividad de la policía, los obreros iniciaron la preparación de la autodefensa.

Organizados por rama de producción (textiles, metalúrgicos, de calzado, etc) como en cualquier país, iniciaron otra agrupación más ágil para el combate, los «Cordones Industriales», organización sobre base geográfica por zonas industriales, establecieron la hermandad de los obreros de todas las ramas para la autodefensa y para el combate a través de movilizaciones que incluían bloqueos y tomas de fábrica.

La organización de la autodefensa también la hicieron las poblaciones marginales y los campesinos, quienes ocupaban las tierras exigiendo el aceleramiento del proceso de reforma agraria.

A la rebaja de los precios de los productos, los comerciantes respondieron iniciando el acaparamiento, provocando escasez, lo que estimulaba que para conseguir los productos la gente se viera obligada a comprarlos a un precio elevado en el mercado negro. A esto el pueblo respondió denunciando a los acaparadores y exponiendo públicamente a los delincuentes.

La gran prensa, en manos del gran capital, como de costumbre desató una campaña de calumnias, la derecha desplegaba agresivas demostraciones públicas.

La policía no reprimía los desmanes de la derecha.

El imperio norteamericano que era el principal impulsor del golpe ya había mostrado su decisión criminal antes de la toma de posesión de Allende, mandando asesinar al comandante de las fuerzas armadas Schneider por haberse negado a realizar el golpe; como siempre, este crimen quedó impune.

El gobierno no actuaba contra los saboteadores desenmascarados y denunciados por el pueblo. Al contrario, frenaba el avance popular argumentando que contaba con el apoyo de los «militares constitucionalistas» a quienes inquietaban las acciones del pueblo. Uno de esos «militares constitucionalistas» fue Pinochet.

Las fábricas «intervenidas»

Como dijimos los obreros tomaban las fábricas que cometían irregularidades, el gobierno nombraba un administrador provisional, a éstas se denominaba fábricas «intervenidas», en ellas se practicaba en alguna medida la autogestión obrera. Una fábrica de salsa de tomate fue tomada cuando el patrón en época de cosecha no compró materia prima, con intención de cerrarla. Cuando pasó a ser intervenida los obreros decidieron fabricar alimentos envasados para bebés comprendiendo la necesidad de ellos. Otra fábrica que hacía muebles de lujo cuando pasó a ser intervenida comenzó a fabricar muebles de uso popular. Se veía claramente que el aumento de conciencia revolucionaria en la clase obrera desplaza el egoísmo e impulsa la solidaridad.

Eran estas fábricas las atacadas por bandas fascistas, ante la pasividad de la policía los obreros decidieron organizar la autodefensa.

El fin

Saboteaba la derecha con el desabastecimiento y su prensa aullaba culpando al gobierno por éste, menudeaban las marchas antigubernamentales y los ataques impunes de las bandas fascistas, el régimen prohibía la autodefensa. Esto naturalmente envalentonaba a la derecha y desalentaba al pueblo.

El imperio impulsó un «golpe de prueba» en junio de 1973 para detectar cuáles eran los centros de mayor resistencia popular. Detectados éstos, los golpistas «se rindieron» y las fuerzas represivas desarrollaron crueles castigos contra los centros de resistencia detectados (el cordón Cerrillos, la población «Nueva Habana», los marineros que se negaron a participar en el golpe, los mapuches, etc.). Todo esto bajo el gobierno de Allende y ante su falta de acción.

Así, para septiembre quedó listo el golpe de Pinochet que se realizó en forma extraordinariamente cruenta para lograr derrotar a ese corajudo pueblo hermano.

Asesinaron a Allende quien valientemente no quiso rendirse y en su último discurso denunció a los «militares traidores que hasta el día de ayer me juraban lealtad».

Argentina peronista

Anteriormente me había tocado ser partícipe de otra resistencia a un golpe de estado, Argentina 1955. Cuando el gobierno yanqui impulsó el golpe contra Perón. Ahí también hubo el golpe de prueba en junio para detectar los focos de resistencia y el golpe verdadero en septiembre, igual que en Chile. Ahí también el gobierno de Perón frenó las actividades antigolpistas y hasta castigó a quienes reaccionaron contra el golpe. El resultado fue el mismo, la derecha se envalentonó y el pueblo pobre se desalentó. Triunfó el golpe de septiembre.

Guatemala

Un año antes la izquierda peruana en el exilio discutía el caso de Guatemala (otro golpe imperial). El Partido Comunista y el APRA (en ese entonces izquierda reformista, no sirviente del imperio como hoy) decían que el gobierno de Arbenz iba muy apresurado y que eso estaba mal. Yo ingresé al partido que opinaba que debía avanzar más para evitar el desastre, fue desde dentro de esa corriente y con esa concepción que participé en los procesos argentino y chileno.

Venezuela aprendió

Todo indica que Venezuela aprendió la lección. En el diario «El Comercio» de ayer leí bajo el alarmante título de «Se cocina una guerra civil» la condena a «la amenaza de las milicias» de «grupos armados paralelos a las Fuerzas Armadas».

Sabemos que sólo habrá «guerra civil» si el imperialismo a través de sus sirvientes se atreve a derrocar al legítimo gobierno democrático.

Lógicamente lo que preocupa a dicho diario nos satisface y tranquiliza.

Otra noticia buena de ese país es que ante el desabastecimiento de alimentos por el acaparamiento de comerciantes, Chávez no retrocede sino avanza, declara que si continúan acaparando nacionalizará los supermercados que pasarán a ser administrados por la población organizada en «consejos comunales».

Así se responde.

Es claro que entendemos que vivimos en otra época. No es el tiempo de Chile rodeado por gobiernos gorilas en Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay; es la época del fracaso del golpe en Venezuela, del triunfo de Morales en Bolivia, del triunfo de Correa en Ecuador.

Las lecciones que dejan las derrotas también son valiosas.

El autor es un líder campesino e internacionalista peruano.