El 80 por ciento de los chilenos vive con algún problema de salud bucal. Sólo el 27,8 por ciento tiene su dentadura completa y puede darse el lujo de reír a mandíbula batiente. De acuerdo con un diagnóstico del Ministerio de Salud (Minsal), las patologías orales de mayor prevalencia en el país son las caries […]
El 80 por ciento de los chilenos vive con algún problema de salud bucal. Sólo el 27,8 por ciento tiene su dentadura completa y puede darse el lujo de reír a mandíbula batiente. De acuerdo con un diagnóstico del Ministerio de Salud (Minsal), las patologías orales de mayor prevalencia en el país son las caries dentales, enfermedades gingivales (inflamación e infección de las encías) y periodontales (infecciones que pueden llegar a la raíz de los dientes), además de las anomalías dento-maxilares (alteraciones o deformaciones). Más del 25 por ciento de la población utiliza prótesis y el promedio de caries por persona es 2,5, según la Encuesta Nacional de Salud 2003. Sin embargo, como todo en nuestra sociedad, las caries no se reparten en forma equitativa. El presidente del Colegio de Odontólogos, Rolando Schulz, señala: «La desigualdad parte en la boca de nuestros compatriotas». Explica que, según un estudio realizado por el Minsal, el 25 por ciento más pobre de la población tiene un promedio de 3,51 dientes con caries, mientras en el estrato socioeconómico alto el promedio desciende a sólo 0,9 piezas cariadas. En otra investigación (Gamonal, 1996) sobre prevalencia de caries y enfermedad periodontal en adultos de 35 a 44 años y de 65 a 74 años, de nivel socioeconómico bajo y medio/bajo en ocho comunas de la provincia de Santiago, se demostró que el 100 por ciento tenía caries. El grupo de 35 a 44 años presentaba un promedio de 25,9 piezas cariadas, obturadas y perdidas. El promedio superaba las 26 piezas en las personas de 65 a 74 años. La enfermedad periodontal bordeaba el 100 por ciento en ambos casos. Las comparaciones siguen mostrando una enorme brecha entre ricos y pobres. El 82 por ciento de hombres y mujeres de los sectores socioeconómicos bajos no tiene su dentadura completa, en tanto que en los estratos altos esa cifra disminuye a 51 por ciento. Son muchos los factores que influyen en estas diferencias. Por ejemplo, el tiempo de lactancia materna de los recién nacidos; estado de nutrición y nivel de caries que tiene la madre (u otros familiares cercanos), ya que se trata de una enfermedad infectocontagiosa que se transmite por la saliva; nivel de escolaridad de los padres -lo que influye en el cuidado y medidas de prevención-; calidad de la nutrición; condiciones sanitarias de la vivienda; hábitos de higiene e incluso, si se vive en la ciudad o en zonas rurales. Las consecuencias de una mala salud bucal son múltiples y muchas de gravedad. Se pueden producir partos prematuros, niños con bajo peso al nacer, deficiente control metabólico de los diabéticos, neumonía bacteriana, enfermedades cardiovasculares, entre otras. El doctor Schulz recalca que procesos infecciosos de años, por piezas en mal estado, «pueden producir endocarditis bacteriana, lo que es gravísimo, nefritis u otro daño renal severo». Eso, sin contar factores sicológicos y el malestar que se sufre por los dolores, que a menudo culminan en depresión.
PRIVILEGIO DE POCOS
Recibir atención dental es un privilegio en Chile. Para Schulz, «el problema principal en nuestro país es que las personas de pocos recursos no pueden recurrir a la atención profesional». Las cifras de la Encuesta Nacional de Salud 2003 son ilustrativas: en el estrato socioeconómico alto, el 38,3 por ciento dice haber visitado al dentista hace menos de seis meses, realidad completamente opuesta al sector más pobre de la población: el 31,6 por ciento de las personas dice no haber ido a control en más de cinco años e incluso, 7,6 por ciento jamás ha visitado a un especialista. Situación explicable porque la atención particular es muy cara y la salud pública ni siquiera pretende dar cobertura a toda la población. «Las políticas desarrolladas por el gobierno lamentablemente generan una marcada diferencia entre la salud pública y privada en materia dental», dice Schulz. A su juicio, las Isapres tienen este tema resuelto para sus clientes. Lo cierto es que, salvo contadas excepciones, éstas no tienen planes de atención dental. Lo que ofrecen son descuentos -mediante convenios con clínicas y dentistas- para que sus afiliados puedan tener prestaciones odontológicas. La calidad es cuento aparte, y sin duda hay todo tipo de niveles. Pero en el sistema de salud pública las visitas al dentista sólo están cubiertas cuando se presenta alguna emergencia, es decir, cuando ya es demasiado tarde. Esto es grave si se considera que alrededor del 85 por ciento de la población está inscrita en el Fondo Nacional de Salud (Fonasa). Pero la atención odontológica que este servicio otorga no satisface todos los requerimientos.
ESCUALIDA POLITICA DE SALUD
A pesar que la salud bucal es reconocida desde 1997 como una de las prioridades del Minsal, se admite que en la actualidad «no existen los recursos necesarios para controlar la patología oral en toda la población, ya que el daño de los adultos es muy severo». La economía crece, el precio del cobre genera enormes excedentes, pero no hay plata para que chilenas y chilenos puedan ejercer plenamente su derecho a la salud. Hombres y mujeres adultos deben arreglárselas para soportar sus dolores de muelas y, cuando éste es insufrible, no les queda más que acudir a un servicio de urgencia para que les extraigan las piezas en mal estado. Luego de reconocer la escasez de recursos odontológicos en el sector público «para dar solución equitativa e integral» al problema, en los objetivos sanitarios 2000-2010 del Departamento de Salud Bucal del Minsal se establece la opción de priorizar acciones de promoción y prevención, «eligiendo aquellas de mayor impacto y mejor costo-beneficio, dirigidas principalmente a grupos más susceptibles». La principal medida preventiva para las caries es la fluoración del agua potable, una medida que los odontólogos califican de positiva pero que actualmente cubre a sólo el 50 por ciento de la población. La meta es llegar a 2010 con una cobertura de 75 por ciento. En las zonas rurales y localidades sin agua potable se aplica un programa semanal de enjuagatorios con fluoruro de calcio a los niños de enseñanza básica de escuelas municipalizadas y particulares subvencionadas. El objetivo es disminuir las caries de los menores de 20 años, llegando a una cobertura del 50 por ciento de ese segmento el año 2010. En 2000 se cubría solamente el 10 por ciento de las necesidades de atención en ese tramo de edad. Un estudio del Minsal, efectuado a nivel nacional entre 1996 y 1999 en niños de 6 a 8 y 12 años, detectó un promedio de 4,19 piezas temporales cariadas, extraídas u obturadas. Otro estudio (Mella S., 1992) en niños de 6 y 12 años detectó que en el 37,7 por ciento de los primeros y en el 41,1 por ciento de los segundos había presencia de gingivitis. Y las anomalías dento-maxilares en la población infantil y adolescente oscilaba entre 32,4 por ciento y 70 por ciento. También el Minsal considera grupo prioritario a las mujeres embarazadas y, más recientemente, a las mujeres jefas de hogar de escasos recursos. En el caso del resto de la población adulta, que es la que presenta el mayor daño acumulado, se plantea que el Estado deberá garantizar solamente atención de urgencia «y aumento progresivo de prestaciones electivas». En los centros de atención primaria el programa de atención del niño sano contempla un control odontológico anual a niños de 1 a 5 años, para la prevención de problemas de salud bucal. Hay otro programa de atención dental a niños de hasta octavo básico en escuelas municipalizadas y particulares subvencionadas. Dentro de los anuncios de la presidenta Michelle Bachelet el pasado 21 de mayo, estuvo la creación de clínicas dentales móviles para llegar a los lugares más apartados «acercando la salud dental a muchas chilenas y chilenos de bajos recursos». Con todo, estos esfuerzos focalizados tienen alcance muy limitado y están lejos de solucionar el problema. El plan Auge sólo garantiza la atención dental integral a niños de 6 a 7 años, ni antes ni después (etapa en la que aparecen los cuatro molares definitivos).
GRAN MUTILACION
Teóricamente todos los pacientes mayores de 12 años tienen derecho a atención de urgencia, pero según el Colegio de Odontólogos no hay personal suficiente. El año pasado se redujo en 33 por ciento el equipo de profesionales de la Posta Central (de 18 a 12 dentistas especializados). Además, se suprimió el servicio de urgencia del Hospital San Juan de Dios y hubo otras reducciones en algunas regiones. «Hablamos con distintas autoridades, pero nos negaron la restitución de los profesionales despedidos a pesar que en la Posta Central se produjeron grandes atochamientos», dice el doctor Rolando Schulz. «Ahora la ministra de Salud ha dicho que la atención de urgencia se ha desplazado a los sectores periféricos. Pero en muchos consultorios la gente es devuelta a los centros de alta complejidad (Posta Central, Posta 3, etc.), porque no les pueden solucionar sus problemas. Son urgencias demasiado complejas y no hay especialistas». En los servicios de urgencia de los consultorios sólo se realizan extracciones. En la Posta Central también se practica cirugía bucal, con tarifas que varían de 2.430 pesos (Fonasa, nivel B) a 15.020 pesos (particulares). En los consultorios dotados de un servicio dental con atención más integral (principalmente obturaciones), las listas de espera son enormes. En el Consultorio de Maipú, por ejemplo, ya no reciben nuevas inscripciones porque hay una lista tan larga que implica esperar dos a tres años para sentarse en el sillón del dentista. ¿Qué caries aguanta tanto? «Lamentablemente, con la gente que queda sin atención profesional se va produciendo una gran mutilación», señala el presidente del Colegio de Odontólogos. Eso explica el gran éxito que tuvo el programa «Sonrisa de mujer», impulsado por la ex primera dama, Luisa Durán. 1.100 odontólogos atendieron a cerca de 35 mil mujeres de escasos recursos. «Mejoró la autoestima de esas mujeres, su condición humana, dejando atrás la discriminación o postergación social -dice Schulz-. Ese programa contribuyó a crear conciencia nacional acerca de la importancia de la salud bucal. Varias veces asistimos, como Colegio, a reuniones con la primera dama y las personas beneficiadas. Era muy emotivo encontrarse con testimonios de mujeres que llegaban a llorar. Nos emocionaban a todos».
FONASA: ¿LIBRE ELECCION?
«Si se quiere avanzar en una atención de salud digna para todos los chilenos, no basta con ofrecer servicios de salud bucal de urgencia. Hay que asegurarle a la gente educación, prevención y control respecto de sus dientes. Recordemos lo importante que éstos son en el desarrollo de una persona, tanto en calidad de vida como en autoestima. El Estado, por tanto, debe comprometerse con todos los chilenos por igual», dice Rolando Schulz. En su opinión, dada la magra cobertura del sistema público de salud, Fonasa debería incluir el sistema de libre elección, como ocurre en otras áreas de la salud. De esa manera, los afiliados podrían acceder a consultas privadas con un bono de Fonasa, lo que les permitiría contar con un aporte del Estado para financiar el costo de la atención. «Eso favorecería a un sector importante de la población, pero la falta de recursos ha impedido materializarlo, como también la falta de voluntad política de los legisladores», dice Schulz. El Colegio de Odontólogos lleva alrededor de veinte años desplegando iniciativas en ese sentido, y no solamente por conciencia social, sino también porque eso implicaría más trabajo para un gremio que aumenta a pasos agigantados debido a la gran cantidad de escuelas de odontología creadas en diversas universida- des. Actualmente son aproximadamente treinta, lo que significa que dentro de diez años la cantidad de dentistas se habrá triplicado, llegando a más de treinta mil. ¿Dónde y a quiénes van a atender? Es otro de los contrasentidos de esta sociedad
RECURSOS HUMANOS Y FISICOS
• En el último catastro de recursos humanos efectuado en 2003, el sector público de salud contaba con 2.615 odontólogos y 1.996 auxiliares paramédicos de odontología distribuidos en los 28 servicios de salud del país. De acuerdo con las estimaciones del Colegio de Odontólogos, actualmente trabajan 2.100 odontólogos en el sector -es decir, hay una reducción- y se necesitarían 1.500 profesionales más para dar cobertura adecuada a los programas que ya están funcionando. • En cuanto a equipamiento, el servicio público de salud estaba dotado en 2004 de 2.337 lugares de atención ubicados en 1.891 establecimientos de los tres niveles de atención, más 2.276 unidades dentales (equipos). Disponía también de 1.820 sillones de odontología en establecimientos de nivel primario (consultorios), 500 en el nivel secundario y 17 en postas de urgencia hospitalaria. Muchos, en deficiente estado. • En 2004 las especialidades en odontología se concentraban en 41 hospitales, once centros de diagnóstico y tratamiento, cinco centros de referencia de salud y tres establecimientos de nivel secundario