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Chile necesita paz, no guerra

Fuentes: Rebelión

En una entrevista publicada en la página electrónica «Terra.cl», de Chile, Daniel Prieto Vial, «experto» en política internacional y académico de la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile, haciendo referencia a las demostraciones antichilenas realizadas en la República hermana del Perú con motivo de la venta de armas a Ecuador durante el conflicto entre […]

En una entrevista publicada en la página electrónica «Terra.cl», de Chile, Daniel Prieto Vial, «experto» en política internacional y académico de la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile, haciendo referencia a las demostraciones antichilenas realizadas en la República hermana del Perú con motivo de la venta de armas a Ecuador durante el conflicto entre esos dos países hermanos en el año 1994, expresó que: «Chile debe armarse. Si Chile se arma puede parar esta crisis». Fundamenta sus razones en que Chile tendría un potencial bélico inferior al Perú y que lo que se necesita para estabilizar la situación es lograr un equilibrio militar. Además, le achaca al Perú la situación de descontento de Bolivia por la intransigencia de los gobernantes de mi país en solucionar el problema de la mediterraneidad de Bolivia.

Primero, me voy a referir a la mediterraneidad de Bolivia. Ese es un problema que no necesita de intrigas de terceros países. Los que estamos bien informados sabemos que desde muchos años hasta acá (tal vez más 50 años) los bolivianos no están conformes con la pérdida de todo su litoral producto de una guerra de agresión. Es muy naiv el señor Prieto si cree que los sentimientos del pueblo boliviano se manifiestan hoy, producto de intrigas y de una política secreta del Perú de promover una alianza Perú-Bolivia para una posible guerra con Chile, para que ambos recuperen sus territorios que nosotros nos apropiamos por la fuerza. Creo que en estas creencias del señor Prieto hay un poco de sentimientos de «mea culpa», no sólo por lo que ocurrió en aquella época, sino porque él conduce y enseña en ese establecimiento educacional una geopolítica que estuvo muy de moda en el pasado, sobretodo producto del manual preparado por la Academia de Guerra de Chile y publicado por Pinochet c omo suyo propio.

Segundo, explica que entre los ministerios de guerra y las fuerzas armadas de Chile y Perú hubo durante el gobierno de Pinochet y al comienzo del gobierno de la Concertación conversaciones para afianzar una cierta forma de unión entre las fuerzas armadas (No de integración económica) que no prosperó. Pero lo que no explica el señor Prieto es que esas «conversaciones» tenían como base fundamental combatir la insurgencia de sus connacionales a regímenes oprobiosos y criminales. Manifiesta que: «Eso no ha prosperado mucho, ha sido un esfuerzo un poquito estéril. Se han hecho reuniones, pero siempre con un grado de desconfianza que no ha sido superado». Claro está, como podría haber un grado de confianza ni siquiera entre militares reaccionarios cuando los militares chilenos y su gobierno no actúan derechamente, sino en forma solapada armando a Ecuador en un momento de conflicto bélico entre esos países. El problema radica en dos aspectos fundamentales: Chile tiene una política a rcaica en lo que respecta a la unidad y la integración de nuestros pueblos, y en vez de actuar con una intención pacifista, aumentando la tensión y las posibilidades de un conflicto bélico en esa región, pensando que «a río revuelto ganancia de pescadores».

Tercero. Parece que el problema que preocupa al señor Prieto es la seguridad de Chile. Del estado nacional chileno, que pertenece a la burguesía chilena. Los trabajadores no tenemos ni participamos de ese estado nacional y de sus recursos. Y ahora piensa este señor que es más importante para la seguridad gastar más dinero en armas, aviones, destructores y más soldados, como paliativo a esta política equivocada del gobierno de la Concertación y de la ideología castrense que todavía tiene gran influencia en la política exterior. No se le pasa por la cabeza que la mejor seguridad nacional pasa por una política de buena vecindad y de sinceridad, no una política encubierta y malintencionada. Además, la seguridad de nuestros pueblos latinoamericanos sólo la puede dar una unidad real y la integración económica que una nuestros intereses y rompa las fronteras que nos separan.

La política guerrerista del señor Prieto no sólo es una política añeja que se parece mucho a la de los políticos que impulsaron al gobierno chileno de 1879 a la guerra del pacífico o guerra del salitre como otros la llaman. No ha pensado el señor Prieto que si compramos más armas, lo países vecinos, todos ellos, también comprarían más armas, porque eso es lo que sucede siempre, como el principio de acción y reacción. Entraríamos en una espiral de gastos inútiles que no beneficiarían para nada a la clase trabajadora chilena que tiene ingresos a nivel del hambre, que carece de una seguridad social, que carece de un sistema de salud apropiado, a los pensionados de la clase proletaria que apenas sobreviven con sus magros ingresos. No ha pensado el señor Prieto que una política así como el plantea nos podría llevar a una espiral de confrontación que podría terminar en un conflicto bélico, el cual nadie puede asegurar que podríamos ganar. Me pregunto si el señor Prieto sabe lo que es una guerra. Los horrores de una conflagración y los sufrimientos de los pueblos son el resultado de mentes que tienen como medicina para los problemas de la política internacional más armas y más guerras. Me pregunto si alguna vez este señor ha participado en un conflicto armado, tal vez piensa que en caso de llegar a suceder algo semejante, él no tendría que preocuparse, porque la carne de cañón la pone el pueblo y no su clase social. Ellos (los de la clase del señor Prieto) ven la guerra sentados en sus cómodos sofás frente al aparato de televisión de 40 pulgadas y digital, y bebiendo una coca-cola muy helada, por supuesto.