El 25 de Octubre de 1938 sucedió un hecho político que haría cambiar los rumbos históricos de Chile. Era elegido como nuevo Presidente de la República, Pedro Aguirre Cerda. La victoria del abanderado del Frente Popular por sobre Gustavo Ross, el candidato de la Derecha, se produjo por una mínima diferencia: 3.773 votos. Podía augurarse […]
El 25 de Octubre de 1938 sucedió un hecho político que haría cambiar los rumbos históricos de Chile. Era elegido como nuevo Presidente de la República, Pedro Aguirre Cerda. La victoria del abanderado del Frente Popular por sobre Gustavo Ross, el candidato de la Derecha, se produjo por una mínima diferencia: 3.773 votos. Podía augurarse que este nuevo gobierno nacía débil y que no podría sostenerse. En efecto, desde un comienzo la oligarquía dominante le hizo una oposición feroz y trató de derribarlo por la fuerza. Tal fue el «ariostazo», un intento de golpe de estado encabezado por el general Ariosto Herrera, que fue derrotado con la movilización popular.
El triunfo del Frente Popular en Chile tuvo repercusión internacional. Chile fue uno de los tres países del mundo donde una coalición política con este nombre había triunfado. Los otros fueron Francia y España. En ambos casos la vigencia de estas alianzas duró poco y su disolución fue una tragedia. En Francia derivó hacia un régimen conciliador con la derecha fascista, lo que facilitó la invasión hitleriana y la ocupación alemana. En España, el levantamiento militar llevó a la resistencia y a la guerra civil que desembocó en cuarenta años de dictadura franquista.
Si bien en Chile, el gobierno de Aguirre terminó prematuramente con la enfermedad y muerte del Presidente, (1941) tuvo un continuador eficaz y enérgico, electo por una amplia mayoría, Juan Antonio Ríos, (1941-1945) quien también fue afectado por una enfermedad mortal. Desde el punto de vista formal, el Frente Popular había dejado de existir. Sin embargo las reformas progresistas que promovió y las nuevas fuerzas sociales que desató se prolongaron por un largo período histórico. La clase trabajadora y el movimiento sindical fueron alcanzando gran presencia e influencia en la vida del país. Las capas medias crecieron y dieron origen a nuevos movimientos sociales. Se puede seguir este hilo conductor, a pesar de algunas interrupciones, como fueron el gobierno entreguista de González Videla (1946-1952) y el derechista de Jorge Alessandri (1958-1964). A través de los gobiernos de Ibáñez (1952-58) y Frei Montalva (1964-1970) prosiguió esta línea progresista la que también generó avances democráticos, en diversos órdenes.
Allende y la Unidad Popular fueron aún más decididamente los continuadores del Frente Popular. Por algo Allende fue un brillante Ministro de Salud del Presidente Aguirre, fundador del Frente en Valparaíso e incansable promotor de la unidad política de los partidos populares, especialmente de socialistas y comunistas. La UP se inspiró en la experiencia del FP y llevó adelante, en las nuevas condiciones y desafíos de la época que reclamaban cambios profundos con vista al socialismo, un programa basado en los grandes principios de éste, el despliegue de la democracia, la independencia en su política exterior y la preferencia por los trabajadores y sectores empobrecidos y discriminados del país.
Algunos han sostenido que la Concertación que ha gobernado el país, desde 1990 hasta la fecha sería, en lugar de la Unidad Popular, la verdadera continuadora del Frente Popular y exitosamente, habría perfeccionado los logros de ésta. Ciertamente el primer gobierno de Aylwin, post dictadura, levantó un programa democratizador y reformador, apoyado por toda la izquierda y sectores de centro. Pero este programa fue pronto abandonado por los gobiernos siguientes y sobre todo en materias económicas, reemplazado por el proyecto neoliberal implantado por la dictadura, el cual incluso fue ampliado y profundizado. De allí, el desencanto de una gran parte de la población, el crecimiento de la oposición de izquierda y la crisis que se observa entre y dentro de los partidos de la Concertación.
La derecha económica y política fue duramente opositora a los gobiernos de Aguirre, Ríos, Ibáñez y Frei Montalva y enemiga mortal de la Unidad Popular. En cambio, con la Concertación ha utilizado diversas tácticas, desde la amenaza de la vuelta del pinochetismo hasta la adulación, levantando principalmente la llamada «política de los consensos». Esta última se ha basado en la premisa de que aunque ha permanecido como una minoría electoral en los últimos setenta años, la derecha se adueñó de un poder de veto ilegítimo en el Congreso Nacional mediante los mecanismos antidemocráticos del sistema electoral binominal y las leyes «orgánicas» que impiden las reformas, debido al empleo del veto derechista.
El Frente Popular entrega valiosas enseñanzas para la actualidad, cuando el neoliberalismo transnacional se está derrumbando. Nació cuando el enemigo principal en todo el mundo era el nazifascismo y frente a él, las disputas entre los partidos obreros y los demócratas eran peligrosas, siendo necesaria la unidad política más amplia para enfrentarlo. Se fogueó en la lucha social y política contra las consecuencias del modelo económico y social del mismo tipo neoliberal actual, que predominó largamente en Chile, después de Balmaceda (1891) y hasta 1938. Durante ese período de «liberalismo económico» los chilenos soportaron varias crisis económicas, siendo la de 1929 a 1932 la más grave y profunda. El Frente Popular propuso buscar en el desarrollo de nuestros recursos naturales y humanos, la independencia económica que habíamos perdido con la crisis del salitre. Se puso en marcha la industrialización del país. Así se levantaron las primeras plantas hidroeléctricas, se exploró y descubrió el petróleo, se levantó la siderurgia con nuestro propio carbón y hierro, se impulsó la industria textil, la metalurgia. Se promovió la educación y la cultura nacional, bajo el lema presidencial de «gobernar es educar». Así se desarrollaron las escuelas normales, las escuelas industriales y agrícolas. La Universidad de Chile creó la primera Orquesta Sinfónica y la primera Escuela de Teatro. Gabriela Mistral, Pablo Neruda y muchos creadores tuvieron el apoyo y reconocimiento del estado. El pueblo trabajador y la clase media alcanzaron alta representación en el Congreso.
Hoy, para afrontar el retraso político antidemocrático en que nos mantiene la constitución pinochetista, para acortar las enormes discriminaciones económicas y sociales entre una minoría opulenta y una mayoría que vive en la angustia o la inseguridad, se vuelve a plantear la urgencia de una nueva alianza social y política. La crisis económica que golpea a nuestras puertas no debe resolverse otra vez a costa de los más desprotegidos. El país está reclamando una Nueva Mayoría Nacional para un Nuevo Proyecto Nacional.
– José Cademártori fue ministro de Economía de Salvador Allende.