Chile país que pretende presentarse al mundo como ejemplo democrático de America Latina, pero que se rige por una Constitución espuria y con un parlamento que carece de vocación democrática y que actúa al margen de los intereses de los electores y la ciudadanía, una vez más ha cerrado las puertas para que los dirigentes de organizaciones sociales y sindicales, puedan acceder a un cargo de representación nacional en el Congreso de los diputados del país.
El cogobierno y la confabulación entre Concertación y pinochetismo, representado por la UDI y RN, han impedido que se pudiera proceder a la reforma necesaria para que los dirigentes sindicales y vecinales pudieran acceder a cupos parlamentarios.
Por 60 votos a favor, y 40 en contra, el proyecto terminó siendo rechazado en la Cámara de Diputados, ya que se necesitaban 70 sufragios para su despacho, por obra y gracia de la Constitución pinochetista excluyente y totalitaria.
La Alianza por Chile (UDI-RN) herederos auténticos del legado político de la dictadura, en sus expresiones duras y moderadas, expresaron una vez más el profundo desprecio que sienten por el pueblo chileno, las organizaciones sociales y su clase trabajadora. Para ello se presentaron férreamente unidos para rechazar la reforma necesaria, que posibilitaría que los dirigente sindicales y de organizaciones sociales pudieran erigirse como candidatos a parlamentarios.
Sin embargo cabe destacar que los parlamentarios que representan a la coalición de gobierno no desplegaron los esfuerzos necesarios, mostraron poca voluntad política y tampoco en esta oportunidad dedicaron su tiempo a realizar el lobby necesario, cuando se trata de reformas de esta índole. En Chile no existe voluntad política real para romper con la exclusión y avanzar en participación y mayor democracia en el país.
Esta situación viene a reflejar una vez más lo maniatada en que se encuentra la seudo democracia chilena y la gran necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente que de paso a la construcción de una nueva Carta Fundamental que le devuelva la soberanía real y plena al pueblo chileno.
Se puede llamar «democrático» a un país cuyo parlamento ultraja y atenta la conciencia de sus ciudadanos y la propia declaración universal de los derechos humanos…?, que en su articulado número 21 señala que toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.
Pero en Chile no solo se impide que los dirigentes sindicales o sociales puedan acceder a cargos parlamentarios, sino que además se tiene a un 15% del electorado completamente excluido de la posibilidad real de tener representantes populares en el parlamento de la nación.
Al respecto el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez, fue enfático y afirmó que «necesitábamos que la derecha (pinochetismo) mostrara una señal de que quería terminar con la exclusión, pero ellos tienen un ‘odio parido’ contra los dirigentes sindicales y lo demostró ahora. Negó todos los votos y eso tiene que ver con el rol que jugamos en la dictadura, porque encabezamos la lucha para botar a Pinochet y la derecha (UDI-RN) pasa la cuenta. Sigue siendo la misma de siempre, la derecha golpista, fascista, racista que sólo tiene un discurso para la galería.
A juicio del diputado Sergio Ojeda , quien además es presidente de la comisión de Derechos Humanos de la Cámara, «impedir que los dirigentes vecinales o sindicales lleguen al Congreso es una violación a los derechos políticos y humanos de todo ciudadano. Esta iniciativa era de toda justicia; es una lástima que se haya rechazado». Ahora lo cierto es que la Concertación, no puede venir a «rasgar vestiduras» ante la situación, pues ellos cedieron en todo ante el pinochetismo, cuando se trato de introducir cierta normalidad democrática en el país, una vez concluida la dictadura.
Mientras tanto el candidato presidencial del pinochetismo, el usureo y especulador financiero Sebastián Piñera, guarda un completo silencio antes las conductas antidemocráticas de su representante en el parlamento. De allí que a la clase trabajadora y al pueblo de Chile, no le queda otro camino que «funar» a los representantes del pinochetismo en todas las actividades públicas en donde estos esbirros de la política tengan que comparecer. Tampoco deben faltar los «huevos y tomates», para expresar todo el repudio que siente el pueblo por esta casta de políticos corruptos que se eterniza en los puestos parlamentarios.
El cogobierno entre Concertación y Alianza por Chile, ha generado una camada de políticos empresarios, que viven más preocupados de sus carreras políticas y ambiciones de poder, que una real vocación de servicio público.
Por ello no es raro además que los sectores sociales de menores ingresos del país, califiquen a los parlamentarios como uno de los estamentos más corruptos de la seudo democracia existente en el país del cono sur. Los chilenos más golpeados por el modelo económico neoliberal vigente en Chile, señalan con un 73,6% a los diputados y senadores como corruptos. Luego le siguen las autoridades de gobierno que son calificadas con 63,8% como corruptas, le siguen los municipios, los ministerios, los tribunales de «justicia», la contraloría, todas con índices del 60% hacia arriba como corruptas. De allí que la desazón, el descontento y decepción de los chilenos con la mediocre casta política que cogobierna el país, es cada vez mayor.
En Chile después de casi 20 años de gobiernos post dictadura, no se ha realizado ningún plebiscito o referéndum sobre materias de trascendental importancia y que afecta al conjunto de los chilenos. Los engendros antidemocráticos del pinochetismo y un sector de a Concertación, suelen hacer gárgaras de democracia y son los mayores críticos de los gobiernos de Bolivia, Ecuador, Venezuela, cuando realizan consultas populares sobre temas que afectan a la ciudadanía o reformas a la legalidad establecida por las burguesías oligárquicas existentes en la región, es la paradoja de quienes cogobiernan y se autocalifican de «demócratas ejemplares».
Finalmente cabe agregar que al margen de todos los esfuerzos que despliega el Partido Comunista chileno, junto al pacto Juntos Podemos Más y un sector de la Concertación para terminar con la exclusión consagrada en la Constitución fascista de Pinochet, se verán amagados si no se despliegan grandes movilizaciones sociales para terminar con la legalidad pinochetista. La clase trabajadora, los sectores populares y las agrupaciones políticas de la izquierda chilena, tienen un gran desafío de por medio para recuperar la normalidad democrática, más aún cuando el pinochetismo se niega por principio a cualquier cambio que afecte sus intereses políticos, y que están consagrados en la legalidad de la dictadura plenamente vigente en el país, aún después de los cambios cosméticos realizados por la Concertación y que han realizado en mutuo acuerdo con el pinochetismo.
En el actual escenario político chileno, lo único que se visualiza es que la Concertación le esta pavimentando claramente el «camino» al pinochetismo para que estos se hagan del gobierno, eternizando definitivamente la exclusión política en el país. Las posibilidades reales de que la Concertación pierda el gobierno, tampoco garantiza por si sola que vayan a obtener una mayoría parlamentaria, aún con el apoyo del Juntos Podemos Más y otras fuerzas políticas, generando así una nueva grave crisis social y política en el país.
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