Las primeras informaciones sobre la presencia chilena en nuestras luchas emancipadoras, cuando aun Cuba no era libre de la metrópolis española, tienen lugar en fecha tan temprana como en 1865, cuando el presidente de Chile, José Joaquín Pérez envió a la ciudad de Nueva York en misión especial, al abogado, político y escritor Benjamín Vicuña […]
Las primeras informaciones sobre la presencia chilena en nuestras luchas emancipadoras, cuando aun Cuba no era libre de la metrópolis española, tienen lugar en fecha tan temprana como en 1865, cuando el presidente de Chile, José Joaquín Pérez envió a la ciudad de Nueva York en misión especial, al abogado, político y escritor Benjamín Vicuña Mackena, un hombre de pensamiento liberal enamorado partidario de la causa insurgente cubana y puertorriqueña, a estimular la emigración revolucionaria en la búsqueda de la emancipación de ambas islas de la metrópolis española.
Ese gesto, más la decisión del gobierno chileno de permitir en 1866 que los buques que la Cuba insurgente lograra preparar contra España, pudieran enarbolar su bandera, (por cuanto la joven nación que se gestaba no tenia) hizo que el patriota cubano Carlos Manuel de Céspedes asumiera, como un alto honor, la enseña chilena, incorporándole ligeros cambios y convirtiéndola como la bandera o enseña del levantamiento. Así, cuando se produce el «Grito de Yara en 1868, fue esa bandera la que inició nuestras luchas libertarias en el oriente del país.
Por lo tanto, nuestra primera bandera tricolor y la chilena , con su estrella solitaria, se fusionan en la historia y en la gloria de nuestros pueblos y ello es debido a un gesto solidario de un presidente chileno, gesto que devino raíz de las relaciones entre nuestras dos naciones desde mediados del siglo XIX.
En 1869, a un año de iniciada la contienda cubana por su independencia del yugo español, el presidente José Joaquín Pérez reconoció el derecho de beligerancia de las armas cubanas y durante su gobierno la causa de los revolucionarios cubanos contó en Chile con la comprensión y tolerancia de manifestaciones y acciones de apoyo.
La bandera chilena se usó públicamente por primera vez, el 12 de febrero de 1818, durante el gobierno de Bernardo O’Higgins, en la solemne proclamación de la Independencia y primer juramento de la bandera, mientras que en Cuba la primera enseña nacional, entró triunfal en Bayamo con el Ejército Libertador, en la entonces provincia de Oriente, el 20 de octubre de 1868, es decir, 50 años después de asumida en Chile, Cuba levantó a su también puro cielo azulado su enseña patria, que nació del gesto solidario y fraterno del país austral, lejano en la geografía, pero amigo cercano en la fraternidad y en el apego a la independencia.
Al paso del tiempo la bandera tricolor ha dado luz a otros atributos, como las bandas presidenciales que se imponen solemnemente a los presidentes en la toma y juramente al cargo y viene a la mente una foto histórica del Presidente Salvador Allende luego de asumir la presidencia, donde se le ve bajando una escalera del recinto, luego de ponerle sobre su pecho la banda presidencial. Había contraído en ese instante un sagrado compromiso: representar la voluntad de los chilenos, la de los hombres y mujeres que creyeron en él, su pueblo; y lo hizo, y de que manera tan cabal y tan digna. Era el 4 de noviembre de 1970.
Nunca antes una banda presidencial fue tan dignamente portada, ni estuvo mejor representada la historia y la dignidad de su pueblo. Se abría en 1970, para la nación chilena, una nueva y trascendental página de su historia que aun concita admiración y es referente obligado para quienes defienden las ideas del socialismo.
Este 26 de junio se cumplió un aniversario del natalicio de Salvador Allende ..» el líder indiscutible, el dirigente perseverante, consecuente, que abrió las anchas alamedas y nos hizo caminar por una vía de independencia económica sin tutelajes imperialistas y trazó la línea de la liberación de pueblos oprimidos. Nos condujo a la victoria», dijo en su momento con mucho acierto Mireya Baltra cercana colaboradora en tiempos de la Unidad Popular.
Esa victoria en las urnas se inmortalizó sobre el pecho de su líder cuando recibió, sereno pero a un tiempo feliz y emocionado, la banda tricolor. Era el anuncio oficial de que había llegado para la nación chilena, la hora tan añorada de la justicia social. La esperanza tomó ese día un nombre: Salvador Allende Gossens.
Ahora, elevamos un pensamiento agradecido al luchador social incansable que con 65 años cumplidos se inmolo por la dignidad de su pueblo apenas tres años después de arribar a la Moneda cumpliendo el mandato que el pueblo le entregara, sin embargo nace Allende cada 26 de junio para Chile y los cubanos.
Cuba celebró en 1970 como suyo aquel triunfo de la «Unidad Popular» con su presidente al frente y un año más tarde se abrazaron dos pueblos en sus dos dignos dignatarios.
Fidel Castro visitaría de extremo a extremo al país austral y al querido pueblo chileno durante 25 días. La estancia del líder cubano al Chile generoso que no solo nos reconoció y apoyó de manera decidida y efectiva desde nuestras guerras emancipadoras, sino que decidió soberanamente en 1970, como primer acto de gobierno, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas para facilitar la llegada de la delegación cubana que ya volaba en ese instante hacia Santiago de Chile y que asistiría a la toma de posesión de Allende a su cargo de presidente.
No es casual entonces la solidaridad y la mutua simpatía de nuestros pueblos que perdura, como no lo es el parecido de dos banderas y la entrañable amistad que siempre se profesaron dos hombres símbolos de la dignidad latinoamericana: Salvador Allende y Fidel Castro.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.