El 2 de febrero de 1922 tuvo lugar en París uno de los sucesos literarios de mayor impacto en la historia del siglo XX: la primera edición de la novela Ulises, del irlandés James Joyce (1882-1941).
Aun cuando la tirada no sobrepasó el millar de ejemplares, su publicación representó un parteaguas. Varias de las técnicas y estructuras narrativas a las que apeló el escritor para concebir la monumental obra de 800 páginas han devenido códigos frecuentes no solo en el ámbito anglosajón, sino en otras lenguas del mundo occidental, como las variaciones estilísticas en sus 18 capítulos, el paralelismo temporal de los protagonistas (un mismo día de su vida compartido en un mismo espacio, sin que apenas se entrecrucen), los cambios de perspectiva de la narración (del relato omnisciente de los acontecimientos al relato personal de los pensamientos), y el fluir de la conciencia llevado a su más radical consecuencia en el monólogo interior de Molly Bloom hacia el final de la novela.
De ella ha dicho el narrador y crítico cubano Alberto Garrandés: «En una obra caudalosa, cuya inmensidad consiste en el modo en que vino a subjetivar el tiempo y el espacio, los distintos estilos de Joyce detentan, claro está, una riqueza morfosintáctica siempre en crecimiento, puesto que nunca deja de aludir a la productividad de la escritura. El sentido de lo coral adquiere sedimentos y posos allí, se ha dicho muchas veces, en esas capas de acción que van sucediéndose y acumulándose».
La obra transcurre a lo largo de un día, el 16 de junio de 1904, en la ciudad de Dublín. El joven Stephen Dedalus, que había sido entronizado en una novela anterior, Retrato de un artista adolescente (1916), y Leopold Bloom, un agente de publicidad, cuya esposa Molly tiene un amante, se sumergen en la rutina de la cotidianidad con sus vivencias, sentimientos, cavilaciones, relaciones humanas y frustraciones. Joyce tomó de pretexto la Odisea para revertir la experiencia del viaje: de la épica del héroe homérico a la grisura de los antihéroes de la modernidad.
En Cuba, hacia 1967, la colección Cocuyo publicó en un pequeño tomo el monólogo interior del Ulises. La mejor traducción de la novela a nuestra lengua se debe al español José María Valverde.
Pese a la fama, son menos los que leen Ulises que los que cantan sus virtudes. El propio autor dijo alguna vez: «He escrito el Ulises para tener ocupados a los críticos durante 300 años». Al menos en los primeros cien la profecía se ha cumplido.
Fuente original: https://www.granma.cu/cultura/2022-02-01/cien-anos-de-ulises-parteaguas-en-la-literatura-01-02-2022-22-02-36