En este nuevo aniversario de Clotario Blest, cuando ahora los grandes esfuerzos que vienen realizando los trabajadores contra la impunidad patronal necesitan la reconstrucción de sus organizaciones para luchar por sus intereses y derechos, queremos recordar a Clotario Blest como organizador y luchador de la clase trabajadora. «Aquí están mis tres grandes obras: la ADIP […]
En este nuevo aniversario de Clotario Blest, cuando ahora los grandes esfuerzos que vienen realizando los trabajadores contra la impunidad patronal necesitan la reconstrucción de sus organizaciones para luchar por sus intereses y derechos, queremos recordar a Clotario Blest como organizador y luchador de la clase trabajadora. «Aquí están mis tres grandes obras: la ADIP (Asociación Deportiva de Instituciones Públicas), pequeña y humilde, pero que fue la antesala y el primer instrumento que tuve en mis manos para formar el gran movimiento gremialista del país; esta otra es la ANEF, su hija; y ésta es la CUT, en la que culminó mi labor como organizador». Este es el gran legado, dicho por el propio Clotario Blest, que queremos rescatar: su labor como organizador. Ayer, como hoy, no era fácil. Los empleados públicos no tenían derecho a organizarse sindicalmente. Clotario Blest encontraría, hacia fines de 1930, la forma de burlar las leyes patronales: «Me di cuenta de cuán mal pagado estaba el personal de la administración pública. ¡Cómo los defiendo!, pensé. Eran alrededor de 300 mil. Fundé entonces, clubes deportivos y culturales en todos los servicios. Los jefes, al comienzo, estaban encantados, pero después se dieron cuenta que en los clubes deportivos se discutían problemas gremiales. Todos los empleados asistían a charlas sociales y técnicas. La tesis que se sustentaba era: ‘mente sana en cuerpo sano’, para ser buen empleado hay que alimentarse bien y para eso se necesitaba un buen sueldo o salario. Y luchamos por eso (…) Se hacía deporte, mucho deporte. Pero la palabrita ‘cultural’ permitía dar charlas, y los charlistas pasaban, naturalmente, del deporte al problema económico».
Ya en mayo de 1943, fundaría la ANEF, porque, como recordaba más tarde Clotario Blest, «poco a poco se fue adquiriendo una conciencia de clase». Y también se puede explicar por dos razones más al menos: Una razón es que los partidos patronales estaban temerosos de los sucesos revolucionarios que habían sacudido a Chile las décadas anteriores, y no podían simplemente negarse a las exigencias de los trabajadores fiscales. Otra razón es que los trabajadores fiscales crecieron en número e importancia, con las transformaciones en la economía que, entre otras cosas, exigían un Estado más fuerte, y con más empleados. Apenas 10 años después, en 1953, venciendo enormes dificultades, represión, persecuciones anti- sindicales, la llamada Ley Maldita que perseguía a los militantes de izquierda, etc, y divisionismos, se fundó la CUT. No sólo tuvo que vencer estos obstáculos, también fue el resultado de las luchas del pueblo trabajador de Chile: en agosto de 1949, se luchó contra el alza de la locomoción, en lo que se conoció como «la revolución de la chaucha». De estas luchas, se fueron formando organismos unitarios que las permitieran, como el Comité Unido de Obreros, Empleados y Estudiantes. Por último, la formación de la CUT fue también el resultado de la decisión de los partidos de izquierda: ante el triunfo de Ibáñez del Campo con casi el 50%, los partidos vieron que tendrían que ejercer la oposición en el terreno sindical. Se habla de un Clotario Blest autonomista, contrario a los partidos. No es cierto, podríamos mencionar que fue uno de los que fundó el MIR original. Pero esto fue historia posterior a la fundación de la CUT. En este momento, Clotario Blest no fue opositor a los partidos, sino que lo que hizo fue tratar de poner un límite a las divisiones y luchas desgarradoras entre los principales partidos de la izquierda en ese momento, que afectaban, entre otras cosas, la posibilidad de fundar una nueva organización sindical, que era lo que se necesitaba.
De la experiencia de la formación de la CUT en 1953, queremos rescatar dos principios importantes. El primero, la Declaración de la necesidad de que «el régimen capitalista actual, fundado en la propiedad privada de la tierra, de los instrumentos y medios de producción y en la explotación del hombre por el hombre, que divide a la sociedad en clases antagónicas: explotados y explotadores, debe ser sustituido por un régimen económico- social que liquide la propiedad privada hasta llegar a la sociedad sin clase, en la que se aseguren al hombre y a la humanidad su pleno desarrollo». Algunos hoy recuerdan este principio de la CUT de entonces. Pero de socialismo muchos se pueden llenar la boca. ¿Se puede llegar a una sociedad sin explotadores ni explotados buscando convencer a los patrones con argumentos? ¿se puede llegar con mesas de diálogo social? Evidentemente que no. Por eso es importante rescatar otro principio de la CUT del ’53: «que frente al régimen capitalista, la CUT realizará una acción reivindicacionista encuadrada dentro de los principios y los métodos de la lucha de clases». Y esto no porque el trabajador elija este terreno, sino porque lo imponen los patrones y sus políticos patronales. Así que no se puede tapar el sol con un dedo.
Este es el gran legado de la CUT del ’53 que queremos rescatar desde este Boletín. Par mantener vivo y extender este legado es que luchamos por construir Tendencias Clasistas de Trabajadores de Base en todos los lugares de trabajo, hasta desplazar a los dirigentes del diálogo social que dirigen hoy la CUT y recuperarla como una herramienta de la lucha de clases en defensa de nuestros derechos e intereses como trabajadores. Una lección más que nos deja la experiencia de Clotario Blest. Tarde se incorporó, y por breve tiempo, a la lucha por construir un partido que luche por construir una sociedad sin explotadores ni explotados, sin abusos ni impunidad patronal. Y esto se paga. La clase patronal de la época, sintió que perdía el poder ante las luchas de los trabajadores. Y desesperada, en un gesto que puede parecer ridículo, preguntó a los trabajadores si querrían el poder (seguramente para pulsar cómo estaban los trabajadores y ver si tendrían que preparar un golpe de Estado). Al no ser parte de un partido que luche por el poder para terminar con toda explotación, Clotario Blest se negó. Así lo cuenta en sus propias palabras: «Ibáñez estaba alrmado: el paro demuestra que ustedes cuentan con el apoyo de la opinión pública; ¿qué quieren? Si desean el gobierno, se los entrego, pero no a los partidos políticos,- nos dijo el presidente. Yo sentí que hacernos cargo del gobierno en ese instante era una irresponsabilidad, habían demasiados partidos en pugna que malograrían esta experiencia. Le contesté: – No presidente, no hemos venido a hacernos cargo del Gobierno, a usted le corresponde solucionar los problemas de la clase trabajadora y le propongo nombrar comisiones con mayoría de la CUT, para que en un plazo máximo de un mes, elaboren proyectos que no necesiten pasar por el Congreso. – Conforme, nos dijo Ibáñez». Ya sabemos cómo terminan estas experiencias en que los trabajadores entregan a sus verdugos las soluciones de nuestros problemas (que los mismos patrones crean). De esta lección, negativa, también tenemos que aprender.