José Mestre Fernández, el director de carga del Puerto de Barcelona y «mejor empresario nacional» del sector de la logística, ya duerme entre rejas. ¿El motivo? 202 kilos de cocaína. Fue detenido durante una reunión con narcotraficantes en un hotel barcelonés. No es la primera vez que Mestre tenía problemas con la justicia: en 1981 […]
José Mestre Fernández, el director de carga del Puerto de Barcelona y «mejor empresario nacional» del sector de la logística, ya duerme entre rejas. ¿El motivo? 202 kilos de cocaína. Fue detenido durante una reunión con narcotraficantes en un hotel barcelonés. No es la primera vez que Mestre tenía problemas con la justicia: en 1981 tuvo que marcharse brevemente al exilio por un asunto de robos en el Puerto.
El pasado mayo, el presidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, entregaba en mano el Premio al mejor empresario nacional del sector de la logística al citado Mestre por su trabajo al frente de la empresa Tercat. Resulta verdaderamente chocante que un presidente autonómico le de un premio a un empresario que un mes después será detenido por narcotráfico. Pero más allà de eso resulta interesante reflexionar sobre un negocio ilícito -como el tráfico de cocaína- en un sistema de libre mercado en plena crisis. Si millones de ciudadanos europeos y norteamericanos consumen coca habitualmente, ¿cómo no habrá cargamentos que lleguen a los puertos? En este contexto, gran parte de la acción policial está centrada en la represión al pequeño distribuidor o al consumidor, algo que resulta sorprendente en Valencia, teniendo en cuenta que el puerto de nuestra ciudad es la principal entrada de cocaína en Europa. Quizá para acabar con el «pintoresco mercado de caballo y farlopa que reparten los niños de ocho años como si tal cosa» en Natzaret y la Malvarrosa, del que hablaba Abelardo Muñoz hace un tiempo, habría que empezar por detener a más Josés Mestres. Aparte de los limitados recursos en este sentido, la actividad policial contra el narcotráfico a gran escala se enfrenta, además, a la opacidad de los paraísos fiscales, donde cualquier narcotraficante del mundo puede lavar capitales provenientes de actividades ilícitas gracias, por cierto, a la salvaje desregulación de inspiración neoliberal.
En realidad ese mercado (y subrayo la palabra mercado) del caballo y de la farlopa tiene que ver más con la banca, los paraísos fiscales y la corrupción de los poderosos que con Natzaret, la Malvarrosa (o las Barranquillas). Algunos dirán que hay que retirarle el Premio al mejor empresario nacional a José Mestre. Yo creo que no; al fin y al cabo era un gran empresario y un gran narcotraficante. Como tantos otros.
Fuente: http://www.linformatiu.com/nc/opinio/detalle/articulo/cocaina-i-lliure-mercat/