La polarización que sufre Colombia en medio de este aniversario 200 de vida como República quedó evidente con la placa que el presidente saliente del Senado dedicó al ex presidente Uribe, donde lo califica como ciudadano ejemplar; mientras otros muchos apenas lo ven como el jefe del ala más violenta de la extrema derecha, que […]
La polarización que sufre Colombia en medio de este aniversario 200 de vida como República quedó evidente con la placa que el presidente saliente del Senado dedicó al ex presidente Uribe, donde lo califica como ciudadano ejemplar; mientras otros muchos apenas lo ven como el jefe del ala más violenta de la extrema derecha, que debe responder en 270 procesos judiciales por delitos graves.
La situación deplorable en que está el sistema político, la economía y la sociedad colombianas exige salidas de fondo, que desde la ultraderecha aprecian como una oportunidad para refundar la nación… ¿Significa esto volver a los principios que dieron origen a la República en 1819? ¿O más bien, debemos adaptarnos a la situación actual de la humanidad?
La respuesta a nuestro entender se encuentra en construir una visión común del nuevo país que queremos, desarrollada como una solución política del conflicto; que supere el clima de polarización que sólo contribuye a mantener el empobrecimiento, la exclusión violenta y la guerra como único destino para Colombia.
Es inobjetable que el país necesita unas transformaciones para salir del pantano en que está postrado, requiere de concretar unos Cambios Básicos Urgentes que impulsen la paz y hagan viable a Colombia como nación.
Varios retos enfrentamos como sociedad, el primero es sacar la violencia de la política, otro es ser de verdad una nación independiente que no viva sometida a ninguna potencia; y un tercer desafío es ejercer la gestión pública como servicio al pueblo para cuidar los bienes comunes y no como medio de lucro personal.
Las élites gobernantes deben aceptar la voluntad de cambio que crece en el país y disponerse a cumplir los compromisos y transformaciones que se pacten para la paz, de lo contrario seguirán perpetuando el conflicto y cosechando el repudio de las mayorías nacionales, que quieren pasar la página de la guerra y no toleran más un estado generalizado de saqueo y corrupción.
La paz hay que lucharla, porque ni Trump ni Uribe la van a conceder por voluntad propia, ambos solamente se van a mover si existe sobre ellos una fuerte presión y movilización social.