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El planteamiento fue hecho por León Valencia en Medellín durante el conversatorio ¿Cómo va la implementación del Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC?

Colombia no está celebrando los acontecimientos de la paz

Fuentes: IPC

El primero de marzo, como parte del acuerdo de paz, comenzó la dejación de armas por parte de la guerrilla. El proceso culminará el próximo 31 de mayo. Sin embargo todavía es un acontecimiento que Colombia no celebra. Así lo expresó León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, quien dio a entender que […]

El primero de marzo, como parte del acuerdo de paz, comenzó la dejación de armas por parte de la guerrilla. El proceso culminará el próximo 31 de mayo. Sin embargo todavía es un acontecimiento que Colombia no celebra.

Así lo expresó León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, quien dio a entender que el país sigue dándole la espalda a la paz.

«Lo que pasa en Colombia es que una fuerza político militar va a dejar las armas después de 52 años de guerra y aquí discutimos si eso es importante o no. Y otra fuerza política -el Centro Democrático- se reúne y dice: ‘vamos a volver trizas ese acuerdo de paz’, y eso pasa desapercibido».

Sobre la dejación de armas, Henry Acosta, facilitador del proceso de paz, reveló que ya están en manos de las Naciones Unidas y precisó que se trata de armamento liviano, principalmente fusiles y pistolas.

Acosta, quien han sido facilitador del proceso desde el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, indicó que el armamento fue puesto por Naciones Unidas en pequeños contenedores, porque los contenedores grandes, que se habían pensado en principio, eran difíciles de movilizar por la accidentada geografía de algunas zonas.

Pero aun «faltan más de 960 caletas de armamento pesado: las 0.60, los explosivos TNT, los lanza cohetes. Esas caletas no se entregarán el día D+180 porque no están al borde de la vía, están en lugares donde ni si quiera hay camino de mulas, y Naciones Unidas tiene que ir por ellas», aclaró.

Frente a las críticas que han hecho algunos sectores por el asunto de las caletas, León Valencia, desmovilizado del ELN tras el proceso con la Corriente de Renovación Socialista en 1994, dijo que lo verdaderamente simbólico ya se está cumpliendo.

Es decir, «las FARC van a entregar las armas de dotación que son las principales. Ahí se produce una cosa vital: la separación del hombre del arma. Ellos están desarmados y las caletas están en otra parte. Ese es el hecho fundamental porque las armas de caleta son inutilizadas», explicó.

Y así como ocurre con la dejación de armas, el cese bilateral al fuego y de hostilidades pactado desde el 29 de agosto de 2016 entre el Gobierno y las FARC, ha sido otro asunto sin celebraciones.

«Aquí -aseguró León-, se ha cumplido el cese de hostilidades más perfecto, cuando en el mundo hay muchos ceses de hostilidades que se están violando, y se están rompiendo procesos de paz por eso. Aquí se rompían procesos de paz por violaciones a los acuerdos y al cese de hostilidades. Nosotros estuvimos en un proceso de paz y nos mataron dos negociadores en medio del proceso; nos mataron a Carlos Pizarro. Y en nuestro caso está claro que fueron los militares, tanto que están condenados los que hicieron eso. Pero en este proceso con las FARC solo ha habido tres incidentes menores. Eso es único y hay que hacerle un homenaje a las fuerzas militares porque están cumpliendo con rigurosidad ese cese de hostilidades».

La paz de Colombia depende de Antioquia

Aunque distintos gobiernos del mundo han destacado y respaldado el acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, en Colombia y particularmente en Antioquia, un amplio sector de la sociedad mira los acuerdos con recelo e incluso deseando «hacerlos trizas», como dijo recientemente el exministro Fernando Londoño durante la convención nacional del partido Centro Democrático.

Este tipo de actitudes preocupan al sacerdote jesuita, Francisco de Roux, quien expresó que «la paz de Colombia depende de Antioquia. Si Antioquia quiere habrá paz en Colombia, si Antioquia no quiere este proceso se para». Por eso invitó a los antioqueños a que tomen una actitud positiva frente a los acuerdos.

Y esto no quiere decir que no exista crítica, aclaró de Roux, pero si se necesita «una actitud proactiva como hicieron las víctimas en La Habana, que también tenían muchas dudas, pero el día que se hizo el acuerdo de Justicia Transicional, dijeron: vamos a ser garantes de esto, pero no la vamos a jugar toda para que se diga toda la verdad, para que no haya impunidades, para que se repare a todas las víctimas y para que esto no se repita«.

Ese tipo de actitudes, resaltó, son las que «el país necesita, en lugar de estar machacando para que estas cosas se destruyan en un momento en que la comunidad internacional está mirando lo que ha hecho Colombia».

Al relatar su experiencia reciente en Frankfurt (Alemania) y en Barcelona (España), de Roux reveló que durante su visita al viejo continente, académicos y parlamentarios europeos expresaron que «la mejor noticia internacional, algunos decían la única noticia internacional positiva del siglo XXI, es el proceso de paz en Colombia». Desafortunadamente, añadió, «en Antioquia no se piensa así».

Medellín tiene responsabilidades con la paz

«Si alguna ciudad ha tenido que ver con el conflicto armado colombiano es Medellín». Con esa afirmación, León Valencia refiere la responsabilidad y a la vez la importancia que tiene la capital antioqueña con la consolidación y construcción de la paz.

En esta ciudad, recordó el analista, hicieron presencia el «ELN, el M-19 y las FARC. Eso se dio hasta principios de este siglo. Llego un momento, hace 14 años, en que aquí se hizo una gran batalla entre las fuerzas de las FARC y las fuerzas del Estado conjuntamente con los paramilitares: la batalla de la Comuna 13».

Dicha confrontación tuvo lugar en el año 2002 cuando en esa zona del occidente de la ciudad se desarrollaron más de veinte operaciones militares. Entre ellas la Operación Mariscal y la Operación Orión, tal vez las más recordadas por su impacto a la población civil.

Esa batalla, sostiene el analista, dejó una dinámica de control que propició «el predominio de los paramilitares en la ciudad. Esa es la continuidad del conflicto. Los combos de ahora no son distantes de lo que ocurrió».

Partiendo de esos antecedentes y del contexto actual, León Valencia concluye que «Medellín es centro en el posconflicto» y que se requiere construir la paz urbana por medio de una política de sometimiento a la justicia para esos grupos herederos del paramilitarismo.

Sin embargo, la actual Alcaldía en cabeza de Federico Gutiérrez no ha visto muy claro el camino a seguir con el acuerdo de paz. Según Carlos Arcila, subsecretario de Derechos Humanos de Medellín, «la dificultad que se ha dado en la implementación de los acuerdos es que no se tiene una comunicación concreta y real frente a los procesos que se deben desarrollar».

Por eso, anotó el funcionario, «la preocupación y las observaciones que el Alcalde le ha hecho al Gobierno Nacional». Y uno de los asuntos que más preocupa por estos días a la administración municipal es el tema de la amnistía y el indulto a miembros de las FARC.

Arcila recordó que en la ciudad y en Antioquia unas 100 personas han recibido este beneficio. Sin embargo, dijo que no ha habido suficientes claridades sobre el proceso. «El año pasado cuando amnistiaron a 30 miembros de las FARC, dos llegaron a Antioquia y fueron amenazados. El Alcalde le ha dicho al Gobierno Nacional, hay preocupación frente a algunos temas que desconocemos y que no se ha dado la información».

Lo mismo estaría ocurriendo con el proceso de la Comisión para la Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, cuyo decreto fue firmado recientemente. Ahí «existe una grave preocupación sobre cómo se va a desarrollar e implementar. Medellín tiene un compromiso en este tema y precisamente ese decreto no está muy claro», concluyó el funcionario de la Alcaldía a quien le genera inquietud el aspecto presupuestal y el mecanismo de articulación.

Chocó necesita una solución humanitaria

El proceso con el ELN también fue tema de discusión en el conversatorio sobre la implementación del acuerdo de paz. Y en el contexto actual, hablar de ese grupo insurgente implica hablar de la difícil situación humanitaria que atraviesa el departamento del Chocó por la disputa territorial entre esa guerrilla y el grupo paramilitar Autodefensas Gaitanistas de Colombia.

En esa zona del pacífico colombiano, la Defensoría del Pueblo reportó en el mes de febrero el desplazamiento de 641 personas en Pie de Pató, Alto Baudó, y emitió una alerta por confinamiento y riesgo de desplazamiento de otras 500 personas en áreas rurales de Buenaventura y el Litoral del San Juan en el Chocó. Las víctimas han sido en su mayoría integrantes de grupos indígenas y afrodescendientes.

Al respecto, el padre Francisco de Roux expresó que tiene «preocupación y mucho dolor» por lo que está sucediendo, por ello insistió en que el país necesita una paz completa. Además «necesitamos una movilización muy fuerte de la sociedad civil -agregó el sacerdote-, porque el ELN dice estar a la escucha de lo que diga la sociedad civil. [Entonces] digámoslo con fuerza: paren esa guerra, párenla de todos los lados, párenla ya».

León Valencia coincidió en que la negociación con el ELN tiene en la situación del Chocó un trasfondo muy doloroso. Pero piensa que hay posibilidades de buscar una salida humanitaria.

«Hay que decirle muchas cosas al ELN, porque es muy triste que una organización a estas alturas de la vida defienda el secuestro -comenzó León-. El Gobierno insiste en que el ELN anuncie la dejación del secuestro. Fue una condición que se le puso a las FARC y esa guerrilla la aceptó. Pero la dificultad que tiene eso en el caso del ELN es que en los acuerdos internos de la organización se definió que nada sería unilateral, que todo lo acordado sería bilateral y que debería haber una contraprestación a cada cosa que haga el ELN. Entonces, están discutiendo que sería la contraprestación para dejar el secuestro.»

Justamente el llamado al ELN es a que ponga sobre la mesa de negociación la crisis en el Chocó. «Esa es una carta de negociación para abandonar el secuestro y armar una mesa humanitaria en ese departamento. Eso puede tener recibo en el Gobierno y dar un camino distinto», planteó León.

Lo que puede concluirse es que tanto la implementación del acuerdo de paz alcanzado con las FARC como el proceso de negociación con el ELN, con todas las dificultades y desafíos que rodean a ambos, requieren un apoyo más decidido de la sociedad civil y acciones más contundentes en territorios como Antioquia y el Chocó donde el contexto ha venido siendo muy adverso.

Fuente original: http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/index.php/2017/05/15/colombia-no-esta-celebrando-los-acontecimientos-de-la-paz/