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Colombia rechaza la paz de los sepulcros

Fuentes: Gara

Con motivo del del Día de los Crímenes de Estado, que ayer recordaron en Colombia, el refugiado político Jorge Freytter hace un pequeño recorrido histórico que revela el origen del conflicto que azota a su país. Asimismo, no quiere dejar pasar la ocasión de manifestar en su artículo el recuerdo de numerosos compañeros y compañeras […]

Con motivo del del Día de los Crímenes de Estado, que ayer recordaron en Colombia, el refugiado político Jorge Freytter hace un pequeño recorrido histórico que revela el origen del conflicto que azota a su país. Asimismo, no quiere dejar pasar la ocasión de manifestar en su artículo el recuerdo de numerosos compañeros y compañeras muertos a manos de los paramilitares. Y posteriormente da cuenta de varias iniciativas, tanto en Colombia como fuera del país, de cara a la resolución de ese largo conflicto, entre las que incluye la activación de la solidaridad internacional.

En Colombia se vive una guerra, un conflicto armado interno prolongado en el que el estado emplea métodos de terror para defender sus intereses, en todo distantes y distintos de los de las mayorías, como por ejemplo, uno del cual escuché hablar a mis abuelos: La Masacre de las Bananeras, que se registró el seis de diciembre de 1928 en el municipio Colombiano de Ciénaga, Magdalena, cuando un regimiento de las Fuerzas Militares abrió fuego indiscriminado a los trabajadores y trabajadoras que protestaban en contra de la empresa Estadounidense Unit Fruit Company. Nunca se supo cuántos trabajadores fueron asesinados, pero podemos indicar, a través de los comentarios de la población y de los registros en documentos, que oscilan entre 800 y 4.000, muchos de los cuales fueron arrojados al mar. Este fue el punto de efervescencia en la clase trabajadora Colombiana. A partir de aquí vinieron los asesinatos, los consejos de guerra y el aniquilamiento selectivo de líderes sociales, hasta la cárcel. Es así como no los va contando García Márquez en su obra «Cien Años de Soledad» y toda la tradición oral de la costa Caribe.

Los crímenes de estado cometidos por una oligarquía bien enraizada en el país son silenciados tanto por la vía de las matrices de opinión que implantan las empresas de comunicación mercenarias como por el aparataje jurídico que el «Estado de derecho» del establecimiento ha ido hábilmente armando. También ayuda al silencio una política internacional que sabe alabar muy bien y servir eficazmente a quienes detentan el poder fáctico en casi todo el planeta. Del mismo modo, hay que decir que se caracteriza el colombiano por ser un pueblo emprendedor, pues a pesar de la voracidad ilimitada y las inimaginables formas de terror ejercidas por el propio estado, la respuesta popular ha sido sostenida, tenaz y perseverante, por las distintas vías que a ese pueblo le ha tocado idear para resistir con dignidad, y en estos momentos lo estamos presenciando más aún, cuando desde Colombianos y Colombianas por la Paz, con la voz cantante de la exsenadora y líder política Piedad Córdoba, quien fue secuestrada por estos grupos paramilitares al mando de Carlos Castaño, jefe paramilitar cuya desaparición enigmática, macondiana, deja una estela insostenible de impunidad en Colombia.

En el mes de marzo, que en Colombia venimos hablando del Día de los Crímenes de Estado, aprovecho estas páginas para hacer un alto y recordar a aquellos compañeros y compañeras de todas la universidades públicas en Colombia, como fueron profesores, sindicalistas, trabajadores que fueron cruelmente asesinados por las hordas del gran proyecto hegemónico paramilitar que en el periodo de Álvaro Uribe se tomaron el poder y ascendieron a las más altas esferas del poder del estado, lo cual les permitió legalizarse en las universidades públicas Colombianas. En lo que me compete, en las universidades de la costa Atlántica, como fueron las universidades del Atlántico, Córdoba, Magdalena y también la Universidad de Antioquia, como fue el caso de Alfredo Correa de Andreis, asesinado por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), seguido de los casos de los líderes estudiantiles de la Universidad del Atlántico Humberto Contreras y Reynaldo Serna, quien se encontraba exiliado en Chile, y al año de regreso lo asesinaron en la puerta de su casa y ante los ojos de su hijo; también de mi padre, Jorge Adolfo Freytter Romero, profesor universitario, luchador social, asesinado en el año 2001 cuando desde su labor sindical y de abogado plantaba cara a los desmanes.

En Colombia, el Alma Mater se caracteriza por ser el ente contestatario del Estado colombiano a través de sus movimientos estudiantiles y de sus expresiones políticas, que le permitieron al final de 2011 tumbar el proyecto de ley santista de privatización de la universidad pública. Los estudiantes también siguen contribuyendo a construir espacios para la solución dialogada al conflicto colombiano.

Con el objetivo de impedir que este tipo de hechos caiga en el olvido y, sobre todo, con la clara intencionalidad de abrir espacios para el debate y la acción que contribuya a la construcción de una nueva Colombia, distintos colectivos sociales y políticos de Colombia venimos planteando un proceso de unidad, como es la Marcha Patriótica, que en el mes de abril se concretará en Bogotá, mediante la creación del Consejo Patriótico Nacional. Los encuentros tratan temas tan relevantes en el conflicto colombiano como los presos y presas políticas, los distintos foros y seminarios que se vienen planteando a nivel nacional e internacional, como el evento que se realizará entre los días 23 y 25 de marzo en Suiza, donde tomaremos parte en este debate de la solución política al conflicto colombiano desde diversos enfoques políticos. Y porque una vez conocida esta realidad no cabe la indiferencia, comienza a cobrar vitalidad la idea de conformar una comisión de verificación y acompañamiento internacional para conocer in situ la situación de los prisioneros y prisioneras políticos y de la situación real de los derechos humanos en el país, agravada con la reinante impunidad genocida. Urge, pues la activa solidaridad internacional con las luchas del pueblo colombiano. La mediación internacional es fundamental para la salida política.

Es claro, desde la resistencia del pueblo colombiano, que la paz, con justicia social que ponga fin al conflicto social, político y armado que vive el país solo se logrará con la puesta sobre la mesa de los problemas fundamentales, que dan origen al conflicto. Si desde el Gobierno colombiano se piensa que la paz será sinónimo de rendición y simple entrega de armas, el Gobierno se equivoca. Una insurgencia desmovilizada que no resuelva estos problemas estructurales, como la reforma agraria, el modelo económico, la soberanía sobre los recursos naturales, la democracia… será una paz débil, y nuevas generaciones de hombres y mujeres se volverán a levantar en armas, como todas las generaciones de los Buendía, y no tendremos una segunda oportunidad sobre la tierra como los personajes míticos de «Cien Años de Soledad».

La propuesta de la oligarquía es la rendición y la paz de los sepulcros, a lo cual respondemos desde las diferentes expresiones de lucha del pueblo, decimos que la llave de la paz la tiene el pueblo y que es desde las calles, desde la lucha de masas y desde las diferentes expresiones de lucha que se impondrá la salida política a la clase oligárquica colombiana. No hay otra opción.

Jorge Freytter es refugiado político y miembro de Colombianos y Colombianas por la Paz

http://www.gara.net/paperezkoa/20120307/326722/es/Colombia-rechaza-paz-sepulcros