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Colombia sin asbesto, ¿una realidad inminente?

Fuentes: Razón Pública

Un gran primer paso El asbesto es un mineral pequeño, muy volátil e imperceptible que acaba con la vida de cientos de personas al año. En Colombia conocemos bien los efectos de este material. Una sola fibra puede ingresar al organismo, alojarse en los pulmones durante años y desencadenar enfermedades tan graves como el cáncer […]

Un gran primer paso

El asbesto es un mineral pequeño, muy volátil e imperceptible que acaba con la vida de cientos de personas al año.

En Colombia conocemos bien los efectos de este material. Una sola fibra puede ingresar al organismo, alojarse en los pulmones durante años y desencadenar enfermedades tan graves como el cáncer de pulmón, laringe, ovario o pleura -conocido como mesotelioma-.

A pesar de este hecho el asbesto se sigue utilizando en Colombia. Peor todavía: su uso sigue siendo defendido por grandes empresas que se aferran a él como si fuera una piedra preciosa, aunque de precioso no tiene nada.

Y sin embargo en este contexto lamentable, hace poco apareció un rayo de luz. Después de siete intentos fallidos, el pasado 11 de octubre la Comisión Séptima del Senado aprobó un nuevo proyecto de ley que lleva el nombre de Ana Cecilia Niño -periodista que falleció a causa de un cáncer producido por su contacto con el asbesto por haber vivido 17 años cerca de una fábrica de Eternit-.

Aunque esta iniciativa -que pretende prohibir la producción, comercialización y uso del asbesto en Colombia- deberá afrontar ahora nuevas instancias parlamentarias, la aprobación inicial es todo un acontecimiento. Se obtuvieron nueve votos a favor en una Comisión que había rechazado sistemáticamente todos los proyectos presentados en años anteriores.

La influencia ciudadana

Este resultado se puede atribuir a múltiples factores, pero sin duda la presión ciudadana ha sido el motivo principal que ha inclinado favorablemente la balanza.

Se trata de un triunfo colectivo. Esta lucha comenzó hace varios años con Ana Cecilia Niño y ha sido continuada por su esposo Daniel Pineda, representante del movimiento Colombia sin Asbesto. El movimiento ha crecido a pasos agigantados y reunió el apoyo de muchas organizaciones que colaboraron para impulsar el reclamo.

Varias agrupaciones médicas y científicas han aportado su conocimiento para dar a conocer las nefastas consecuencias del asbesto. Y a ellos se suman los miles de colombianos que se han unido de manera desinteresada a esta causa. Más de 130.000 personas apoyaron las peticiones de Greenpeace, Hagamos Eco y Change para que el asbesto sea prohibido definitivamente.

Más de 130.000 personas apoyaron las peticiones de Greenpeace, Hagamos Eco y Change para que el asbesto sea prohibido definitivamente.

El clamor ciudadano fue oído, y no solo por los senadores de la Comisión que ya se han pronunciado en primera instancia, sino por varios ministerios que se han sumado a la causa. El Ministerio del Interior, por medio de su programa Causas Ciudadanas, legitimó los más de 130.000 reclamos y se encargó de coordinar a los demás ministerios. Para sorpresa de los senadores, se sumaron al concepto que favorece el proyecto los ministerios del Interior, Salud, Medio Ambiente y Trabajo. Incluso el ministro de Salud, Alejandro Gaviria Uribe, ha manifestado en varias oportunidades su apoyo al proyecto.

Esta es una muestra de cómo las luchas que comienzan desde la ciudadanía y son canalizadas por organizaciones no gubernamentales escalan con éxito hasta llegar a quienes tienen el poder y la responsabilidad de tomar decisiones en favor de los ciudadanos.

Pero este es solo un primer paso. Faltan aún varias instancias donde los grupos de presión de la industria de la construcción, y en particular de empresas como Eternit, intensificarán su labor para evitar que esta ley sea sancionada.

Es ahora cuando los ciudadanos tendremos que presionar y hacer que nuestro reclamo resuene con mayor fuerza. No se puede permitir que se sigan protegiendo las ganancias de un grupo reducido de empresarios por encima de la salud de las personas.

El peligro (innecesario) del asbesto

El asbesto enferma, y no solo a quienes lo han tenido que manipular en sus lugares de trabajo. Las enfermedades relacionadas con el asbesto no son de carácter ocupacional: se han convertido en un tema crítico de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 100.000 personas mueren al año a causa de enfermedades relacionadas con el asbesto.

Además, la OMS advierte que «los productos que contienen crisotilo (por ejemplo tejas para techos o tuberías de agua) sufren daños y liberan fibras de asbesto en el ambiente durante los trabajos de mantenimiento de edificios, en los procesos de demolición y de eliminación de los residuos de construcción, y como consecuencia de desastres naturales. Estas exposiciones pueden producirse algún tiempo después de la instalación original (controlada). Este riesgo puede evitarse totalmente si se deja de utilizar ese tipo de productos».

En Colombia se presentan más de 300 muertes al año relacionadas con el asbesto. Exactamente 57 países han prohibido esta fibra, entre ellos Argentina, Uruguay, Chile, Canadá y varios de la Unión Europea.

¿Por qué Colombia es de los pocos países que se aferra al uso de este material cuando las empresas ya pueden hacer la transición a otros materiales?

Según un informe conjunto de la Universidad de los Andes y Greenpeace, Colombia produce asbesto en grandes cantidades. En 2007 era el sexto país en el mundo que más producía este mineral. Además, aquí también se comercializan muchos productos que lo contienen, como tejas, láminas, discos de embrague, bandas, bloques y pastillas de frenos, cordones, telas, cintas, aislamientos térmicos, empaquetaduras, papel y cartón industrial.

La comunidad científica y los afectados llevan años comprobando la relación directa entre el asbesto y el cáncer.

Uno de los principales usuarios de asbesto en Colombia es Eternit, que funciona hace 75 años y enferma a los ciudadanos con los productos que fabrica. Todos los colombianos podemos estar en contacto con el asbesto que utilizan esta y otras empresas del sector. Eternit se enorgullece de cubrir más de 300 millones de metros cuadrados con sus tejas, de servir a un millón y medio de viviendas con sus tanques y de tener cerca de 40.000 kilómetros de tubería de acueducto y alcantarillado en el territorio nacional. Esto representa un peligro para todos los colombianos, pues el asbesto de estos productos puede llegar a liberarse por desgaste, quiebres, mala remoción, etc., y una sola fibra de este material puede producir cáncer.

Lo anterior muestra la doble moral de estas empresas que, por un lado, se presentan como miembros responsables de la sociedad, pero por otro producen con materiales que indiscutiblemente perjudican la salud pública.

Además, los argumentos que plantean estas empresas acerca de las pérdidas de trabajo que causaría la aprobación de la Ley son débiles porque:

  1. Pueden seguir produciendo perfectamente sin asbesto. Existen opciones de reemplazo para el asbesto crisotilo que Eternit y todo el sector deberían considerar. Esta empresa incluso exporta productos sin asbesto a aquellos países que ya lo han prohibido, pero en Colombia sigue vendiendo productos con esta fibra.
  2. La prohibición misma generará una nueva industria que servirá como fuente de trabajo, como podría ser la dedicada a la remoción de asbesto en las construcciones existentes.

Pero antes de pensar en este panorama es necesario que el Congreso apruebe la iniciativa y frene la posibilidad de seguir usando y comercializando productos con asbesto.

Y todo esto sin olvidar que tarde o temprano las empresas que utilizan este material tendrán que hacerse cargo de los pasivos ambientales y de los colombianos enfermos que luego de años de exposición al asbesto padezcan enfermedades mortales como el cáncer. No podrán lavarse las manos argumentando que no sabían, que la información no era concluyente o que había un uso seguro de este mineral. La comunidad científica y los afectados llevan años comprobando la relación directa entre el asbesto y el cáncer.

La decisión de la Comisión Séptima del Senado es un gran paso, pero no deja de ser apenas un primer avance. Greenpeace, el movimiento Colombia sin Asbesto y otras organizaciones acompañadas de miles de colombianos seguirán exigiendo y trabajando para que la prohibición del asbesto sea una realidad.

 

Silvia Gómez, Coordinadora de Greenpeace Colombia, antropóloga de la Universidad de los Andes con maestría en Sustentabilidad de Schumacher College de Inglaterra. Ha liderado proyectos junto a la ONU, organizaciones no gubernamentales y comunidades en la Amazonia colombiana.

Fuente original: http://www.razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/10635-colombia-sin-asbesto-