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Colombia: «Vote bien»

Fuentes: Alai-amlatina

«Todo es gris plomizo en estas vísperas electorales. El cielo de octubre viene más cargado de nubes de tormenta que otro cualquiera […]. Tal vez por eso estamos mirando el porvenir político de la Nación, como dibujado sobre un lamentable paisaje de cenizas». EL ex ministro Londoño concibe así, en su columna en el Tiempo, […]

«Todo es gris plomizo en estas vísperas electorales. El cielo de octubre viene más cargado de nubes de tormenta que otro cualquiera […]. Tal vez por eso estamos mirando el porvenir político de la Nación, como dibujado sobre un lamentable paisaje de cenizas».

EL ex ministro Londoño concibe así, en su columna en el Tiempo, las próximas elecciones regionales y locales que se llevarán a cabo el próximo domingo 28 de octubre. Los noticieros son aún peores: verdaderos boletines de guerra. 22 candidatos asesinados. Otros ocho, muertos antes que pudieran postularse. 36.000 candidatos más, bajo la protección de la policía. Por lo menos 200 (difíciles contar) acciones violentas. Además de los homicidios hay: secuestros, amenazas y daños colaterales, por ejemplo los familiares de los candidatos eliminados por error, o por cálculo. ¡Estas son las elecciones en los tiempos de la «seguridad democrática»!

Las autoridades se declaran preocupadas. Pero aseguran: «tenemos la situación bajo control». Imaginamos cómo sería si no la tuvieran. El presidente Uribe, en cambio, empezó una «gira democrática» para tranquilizar a los electores de las áreas rurales más aisladas y convencerlos de ir a votar: «tenemos debilitadas a las FARC, debilitado al ELN, desmantelado el paramilitarismo. Y perseguimos, con toda la determinación que exige la Constitución, a las bandas criminales del narcotráfico». Imaginamos cómo sería si no los tuvieran debilitados.

La realidad es que estas elecciones son las más violentas de la historia reciente, si se excluye las de 1997, año de la segunda expansión paramilitar en el país, cuando Carlos Castaño estaba formando las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia).

En cualquier país, estos números serían un escándalo, no un motivo para sacar pecho. En cualquier país habría manifestaciones y protestas, un rechazo de la ciudadanía, pero esto no pasa en Colombia en donde el conflicto armado penetra hasta en la medula de la sociedad civil, en donde el miedo se confunde con la indiferencia, acá los muertos son solo números que inflan las estadísticas y poco más.

Pero quién sabe cómo irán a votar los que hubieran votado por un muerto, como siguen postulándose los que siguen vivos. ¿Se pueden dar elecciones en estas condiciones?

Además, existen más de 200 candidatos inhabilitados, muchos se retiraron, pero 46 siguen en la carrera electoral. Son condenados o involucrados en el más grande escándalo de la historia colombiana. El escándalo de la parapolítica. Estos 46 están acusados de crear o financiar grupos paramilitares o participar en homicidios. ¿Cómo es posible que los partidos políticos en medio del escándalo de la parapolítica los sigan apoyando y seleccionando?

Estas son las primeras elecciones después del escándalo de la parapolítica. 40 parlamentarios están involucrados hasta el momento, y la mitad ya está en la cárcel, pero los números siguen subiendo cada semana. Justo a nivel local esta alianza entre grupos paramilitares y políticos ha sido más fuerte. Por ejemplo, existen alianzas entre paramilitares y alcaldes. Los primeros ayudaban a los segundos a ser elegidos. Como consecuencia, las autoridades locales aceptaban la presencia paramilitar y desviaban fondos estatales hacia estos grupos armados.

Nos acordamos de un político en el Guaviare que justificaba esta situación así: «El señor Cuchillo es un paramilitar distinto, él nunca se ha robado un peso de la administración pública… todos sus activos los ha ganado honestamente a punta de narcotráfico». Por estas razones, por primera vez en Colombia, han nacidos numerosos grupos y organizaciones de la sociedad civil para estimular el voto limpio y transparente. Como, por ejemplo, «Vote bien» en donde hay una convergencia de varios medios de comunicación y organizaciones sociales para informar a los electores sobre el pasado de los candidatos. De esta manera se ha logrado descubrir varios inhabilitados y candidatos apoyados por fuerzas oscuras y se ha creado un mapa de los municipios de alto riesgo de infiltración en cada región. Hasta la OEA (Organización de los Estados Americanos) ha enviado la misión de observadores más grande de la historia.

Laura Bonilla, directora del Observatorio Conflicto Armado de la Corporación Nuevo Arcoiris, está involucrada en el proceso de «Vote bien». Ella describe así la situación: «Esto muestra que aunque los jefes de los grupos paramilitares que operaban en esta región se encuentren recluidos, no ha mermado la intención de la clase política beneficiaria de continuar con el control de la institucionalidad pública en el nivel local y regional. En el sur, el paisaje está compuesto de aquellos dolorosos hechos que vivió el país central y poblado a mediados de los noventas: los últimos muestran cómo la estrategia comienza por la eliminación física del adversario político y termina por el establecimiento de clientelismos armados con el auspicio de las élites regionales».

Los atentados en el país, en este momento, se dan por parte de los guerrilleros de las FARC, que se oponen, como siempre, a las elecciones de un Estado que no reconocen, en las áreas rurales. Pero en los cascos urbanos se enfrentan los mandos medios de los paramilitares que intentan ganarse el control sobre el territorio dejado por los jefe que se encuentra en la cárcel. El fin de la «pax» paramilitar y de los candidatos únicos.

Hablando del trabajo en «vote bien», Laura, comenta: «El país no puede continuar en una carrera contra reloj entre quienes hacen la trampa y quienes tratamos de identificarla, círculo vicioso que nos hace olvidar que el gran problema es que con cada comicio electoral manipulado, la tensión entre el Estado central y el Estado de las regiones crece a niveles asombrosos e inmanejables. No podemos olvidar que quienes ejercen la mediación entre el Estado y el ciudadano, son los mismos que detentan el poder político a nivel regional, por ende, si estos últimos se encuentran comprometidos con mafias electorales o grupos armados al margen de la ley, el territorio que se construirá tendrá como consecuencia un país cada vez más fragmentado, un clientelismo perpetuo y unas regiones saqueadas y olvidadas.

Es difícil no darle la razón

Las alianzas para las elecciones locales son difícilmente explicables si no se piensa en la conveniencia del momento, el clientelismo y las lógicas pocos claras. Los partidos que son aliados al gobierno central, se enfrentan en las áreas rurales apoyando distintos candidatos. Los partidos de oposición al gobierno nacional, muchas veces, se alían a partidos Uribistas en lo local; en cada ciudad, cada candidato es apoyado por coaliciones diferentes y cambiantes. Hay anotar también que de este juego de la politiquería se queda afuera el partido de oposición Polo Democrático.

El día 29 será imposible hacer estadística a nivel nacional, todos los partidos podrán salir a decir que han ganado y nadie será perdedor. Claro, con la excepción de los candidatos borrados de las tarjetas electorales por deceso anticipado.