Bogotá parece no enterarse del horror que se vive más allá de la zona rosa y del centro internacional de negocios. Los medios de comunicación, monopolios de los grupos españoles Prisa y Planeta, dedican horas a denostar al gobierno venezolano, al chismorreo farandulero y al dolor de ingle de un volante de la selección de […]
Bogotá parece no enterarse del horror que se vive más allá de la zona rosa y del centro internacional de negocios. Los medios de comunicación, monopolios de los grupos españoles Prisa y Planeta, dedican horas a denostar al gobierno venezolano, al chismorreo farandulero y al dolor de ingle de un volante de la selección de futbol, una desgracia nacional según sesudos analistas.
Los medios no registran la gravedad de los ataques sistemáticos e impunes contra la dirigencia social colombiana que dejó el año pasado y en lo corrido de enero más de 115 personas asesinadas por grupos paramilitares que siguen operando en contubernio con la fuerza pública. Hace pocas horas fue asesinado el líder afro del último paro cívico del puerto de Buenaventura Temistocles Machado, pero el despliegue noticioso sólo muestra el dolor -que compartimos- de las familias de los doce policías y soldados muertos en acciones atribuidas a la guerrilla ELN desde que terminó el cese bilateral del fuego el pasado 10 de enero.
Pero mucho mayor es la cifra de indígenas del pueblo wayúu muertos de hambre y de sed alrededor de las minas de carbón de La Guajira, mineral que llega del Caribe colombiano al puerto cantábrico de Gijón, tan discreto como barato, para gozo de las empresas eléctricas que cobran lo que le les sale del socavón por kilovatio a los asturianos.
Hay muertos que son noticia para que la guerra siga y hay un genocidio de opositores en curso que se oculta con descaro para no afectar la «estabilidad democrática» puesta al servicio de la «confianza inversionista.»
El gobierno de Juan Santos -que no ha sido capaz de cumplir los acuerdos que firmó con las FARC-, hace pocas horas suspendió los diálogos de Quito con el ELN y retoma las acciones ofensivas. La respuesta está en marcha: medio millón de militares y policías movilizados para el combate, muchos atentados, centenas de amenazas, asesinatos de civiles, ríos de sangre recorriendo regiones que suman el tamaño de España: Cauca, Nariño, Arauca, Casanare, Atlántico, Santander, Chocó, Norte de Santander, Magdalena Medio…
Las organizaciones sociales colombianas que han rechazado el genocidio y la escalada de la guerra, exigen a gritos un cese bilateral del fuego y que las dos partes, gobierno y ELN, se sienten de nuevo a negociar. Pero la prensa se opone difundiendo con empeño unas encuestas en las que el 80% de la gente dizque quiere que la guerra siga. Los partidos políticos de la derecha aprovechan el baño de los horrores para vender un proyecto de seguridad es decir de continuidad de la guerra de cara a las elecciones del 11 de marzo. La izquierda -que está poniendo los muertos- no termina de unirse entorno a un proyecto electoral, pero expresa una voluntad inquebrantable de paz dialogada.
La XIV Delegación Asturiano-Irlandesa de Verificación del estado de los Derechos Humanos que comienza sus labores de campo el 3 de marzo, tendrá que lidiar con este panorama en el que las verijas de futbolistas y famosos son el centro de atención, mientras los buitres de la guerra y de las inversiones otean el horizonte y baten alas.
Javier Orozco Peñaranda. Técnico de la 14 Delegación Asturiano-Irlandesa de Derechos Humanos.
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