«Los ciclopes no tratan en juntas ni saben de normas de justicia; las cumbres habitande excelsas montañas, de sus cuevas haciendo mansiones; cada cual da la ley a su esposa y sus hijos sin más y no piensa en los otros». La Odisea (Homero) ¿Cuántos ciclopes quieren perpetuarse sobre la tragedia de Colombia? El día […]
«Los ciclopes no tratan en juntas ni saben de normas de justicia; las cumbres habitande excelsas montañas, de sus cuevas haciendo mansiones; cada cual da la ley a su esposa y sus hijos sin más y no piensa en los otros».
La Odisea (Homero)
¿Cuántos ciclopes quieren perpetuarse sobre la tragedia de Colombia?
El día 6 de noviembre de 1985, el grupo del movimiento insurgente por esa época M-19, envió un comando de 35 personas al Palacio deJusticia y tomó como rehenes a los magistrados de las Altas Cortes y empleados. La muerte rondó y se instaló durante los días 6 y 7. Asesinatos, torturas y desapariciones se palparon durante esos días en el país del genocidio y de un gobernante farsante como Belisario Betancourt (1982-1986). Durante la incursión y en la etapa final del bombardeo del Palacio de Justicia por parte de los militares, 12 personas que se hallaban en la cafetería salieron con vida del Palacio.
En este escenario del teatro de los cíclopes querían falsear la historia, pero allí está resuelta la memoria por destapar la verdad y esclarecer la muerte de la mayoría de los magistrados y las personas que salieron con vida del Palacio de Justicia. Después de más de 20 años de investigación histórica y jurídica por parte de abogados y familiares en búsqueda de responsabilidad de las 12 personas desparecidas, la justicia ha permitido un lugar en la memoria por el esclarecimiento de la verdad: testimonios orales, visuales y escritos han permitido saber que sus familiares salieron con vida y quiénes son los responsables.
Los familiares de las víctimas del Palacio de Justicia en el gran laberinto sinuoso que les ha tocado transitar en la búsqueda de la verdad, han vivido obstrucción a la justicia, amenazas, exilios.
La muerte del abogado defensor y representante de las victimas Eduardo Umaña permitió avanzar más por la verdad y el esclarecimiento de la desaparición forzada en Colombia. En el año 2000 se tipificó el delito de desaparición forzada en el Código Penal Colombiano. Desastrosamente, bajo la ignominia de un Estado paramilitar, el abogado Umaña Mendoza fue asesinado el 18 de Abril de 1998. Hasta la fecha un asesinato que permanece totalmente en la impunidad…
En el mes de mayo de 2010, la justicia halló responsable y culpable al ex-oficial Alfonso Plazas Vega, entonces comandante de la XIII Brigada del Ejército de Bogotá por los hechos del Palacio de Justicia. Plazas Vega deberá pagar bajo sentencia ejecutoriada una pena de 30 años por desaparición forzada. Aún continúa la lucha por el esclarecimiento sobre la responsabilidad judicial de otros 60 militares, que esperan su turno de ser llamados a juicio.
¿Quién era el Presidente de la República por aquella época?
El bucólico y marrullero, marioneta Belisario Betancourt.
Sí. A este ex-presidente, más allá de la responsabilidad política, lo espera el gravamen jurídico que bajo su silencio ruin, socarrón, solapado quiere exhimirse de los hechos violentos. Esta marioneta de los militares, bajo cuya figura pusilánime apoyó la masacre del Palacio de Justicia, tiene tanta responsabilidad como el ex-general Plazas Vega y el resto de los 60 militares, policias y políticos.
Betancourt tiene una responsabilidad ante hechos sumamente reveladores: dejó al país durante tres días bajo el mando de los militares. Dicen que mientras el país caía en la deshonra, el genocidio mediante el asesinato, la tortura y la desaparición de ciudadanos y del Palacio de Justicia en llamas, Betancourt se quedó en una silla mecedora leyendo poesía.
Cuando el magistrado Reyes Echandia solicitó por radio: «Yo soy Alfonso Reyes Echandía, presidente de la Corte Suprema de Justicia… Mal, necesitamos dramática y urgentemente que cese el fuego por parte de las autoridades, estamos rodeados del M-19, en varios pisos…». es urgente, es de vida o muerte, es indispensable que cese el fuego inmediatamente, divulgue a la opinión pública eso, para que el presidente dé, la orden«. Instando a que se le salvara la vida a él y al resto de los magistrados bajo un clamor angustioso de un cese al fuego, el Presidente nunca responderia.
El país entero escuchó al magistrado Echandía por radio, pero el flamante Presidente Belisario Betancourt no escuchó absolutamente nada. Según dicen estaba embelesado leyendo versos…mientras los magistrados y la legitimidad de las leyes se incendiaban. No mostró ni tan siquiera un gesto, ni se pronunció, no oyó lo que a todo el país le llegaba por radio. Nunca le pasó al teléfono al magistrado Echandía.
Hoy día Belisario Betancourt, cada vez que le hablan del genocidio del Palacio de Justicia, desvía la atención aduciendo su preferencia por la poesía y que la verdad saldrá a flote en un escrito póstumo, cuando sea un difunto y se halle bajo la flora de los gusanos …¡ Una vergüenza bárbara!
Él, sus mandos militares, policías y políticos de la época son responsables del genocidio y del silencio que dominó al país. Mientras los hechos ocurrían en medio del mutismo de algunos en el país, otros veían un partidito de fútbol autorizado por la entonces ministra de Comunicación Nohemí Sanín (ex-candidata presidencial por el Partido Conservador en el 2010). Así, el Palacio de Justicia en Colombia era destruido y con ello se quería modificar parte de la historia del país. Los ciclopes no renunciarían al genocidio…
Hoy, la justicia en la memoria se hace palpable como esclarecimiento de la verdad, ante una sociedad que parece sufrir de esclerosis en la memoria. El reto es grande para los abogados y familiares de las víctimas: que se enjuicie a militares y se logre la responsabilidad civil, política y jurídica del entonces Presidente Belisario Betancourt. Es necesario que el acto criminal bajo la estela política no quede bajo la impunidad. La historia no debe repetirse, es crucial la justicia ante la violencia jurídica que se ha instalado por décadas.
Continúan las amenazas…
La capacidad del presente es un reto más de la justicia para que no se continúe alterando la vida de una sociedad civil que, bajo asesinatos, desapariciones y amenazas, se ha desprendido un camino bárbaro para la historia de Colombia.
La jueza Stella Jara, quien dictó sentencia judicial al coronel (R) del Ejercito Alfonso Plazas Vega por desaparición forzada en el genocidio del Palacio de Justicia, ha sido amenazada de muerte; ella y su familia.
En el país de la demencia, del paramilitarismo atroz cabe recordar a la jueza, abogados y las familias que permanecen con entereza ante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y sus mandos militares, que han insistido en la inocencia de Plazas Vega. Estos protegen y consienten el genocidio.
Es necesario que la justicia continúe legitima, autónoma con el propósito de encontrar la verdad, no solo de estos crímenes del pasado reciente, sino de los genocidios realizados bajo el gobierno actual de Álvaro Uribe Vélez.
Seguramente, a los ciclopes les esperan otras instancias y en ellas es necesario escoger. Escojamos…