La oscura historia de Colonia Dignidad está lejos de finalizar, pese al hallazgo de tumbas de desaparecidos por la dictadura y a la detención hace 10 meses del ex jefe del lugar Paul Schäfer, dijeron a IPS los autores de una completa investigación sobre ese enclave alemán del sur de Chile. «El hecho de que […]
La oscura historia de Colonia Dignidad está lejos de finalizar, pese al hallazgo de tumbas de desaparecidos por la dictadura y a la detención hace 10 meses del ex jefe del lugar Paul Schäfer, dijeron a IPS los autores de una completa investigación sobre ese enclave alemán del sur de Chile.
«El hecho de que la colonia misma no haya sido disuelta tras la detención de Schäfer es evidencia de que lo que allí ocurrió sobrepasa su persona», indicó Hans Stange, responsable junto a Claudio Salinas del libro titulado «Los amigos del ‘Dr.’ Schäfer».
Stange agregó que «no hay razones para creer que los vínculos entre el Estado (chileno) y la Colonia Dignidad se acaban con Schäfer».
Colonia Dignidad, conocida también como Villa Baviera, sirvió de centro de detención, torturas y exterminio de prisioneros políticos tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que dio origen a la dictadura de Augusto Pinochet, pero siguió protegida por un manto de impunidad por varios años tras la recuperación de la democracia, el 11 de marzo de 1990.
Salinas y Stange, egresados el año pasado de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, volcaron el fruto de más de un año de investigación en una obra de 280 páginas que lleva como sugestivo subtítulo «La complicidad entre el Estado chileno y Colonia Dignidad».
Complicidades, negligencia, corrupción en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial son los elementos, según el libro presentado por Salinas y Stange el 7 de este mes, que explican la turbia trayectoria del enclave de inmigrantes alemanes que se instaló en 1961 en un vasto predio agrícola al interior del municipio de Parral, unos 340 kilómetros al sur de Santiago.
Sólo el 2 de este mes, efectivos policiales localizaron mediante excavaciones una fosa de dos metros de profundidad en la colonia con los trazados para el entierro de numerosos cuerpos. El juez Jorge Zepeda confirmó que se trataba de tumbas donde se sepultaron víctimas de desapariciones forzadas de la dictadura militar.
La fosa estaba vacía, ya que los cuerpos de los asesinados por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta dictatorial, fueron removidos en 1978, en una operación denominada «Retiro de televisores» en las claves que utilizaban los aparatos represivos.
La Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos presentó el día 10 una querella criminal, con el fin de que el juez Zepeda, a cargo del proceso a Schäfer y de otras causas que involucran al enclave alemán, procese a los lugartenientes del jerarca e investigue formalmente los vínculos entre la DINA y Colonia Dignidad.
«La labor del juez Zepeda es, por decirlo así, ‘confirmatoria’, en el sentido de que sus diligencias están confirmando denuncias (sobre Colonia Dignidad) de hace más de 15 años: las torturas y desapariciones políticas fueron reveladas en 1977, el tráfico de armas en 1985, el abuso (sexual) de menores en 1966», puntualizó Stange.
La buena estrella de Schäfer recién comenzó a declinar en 1997, cuando este ex soldado del ejército nazi, que tiene actualmente 84 años, fue objeto de una orden de arresto que logró eludir en primera instancia, convirtiéndose en prófugo de la justicia hasta su detención el 10 de marzo de 2005 en una localidad argentina cercana a Buenos Aires.
Entre los cargos que enfrenta ante la justicia chilena está el de abusos sexuales contra al menos 26 menores, hijos de inmigrantes alemanas o de familias campesinas que Colonia Dignidad «reclutaba» a través de los servicios hospitalarios, educacionales y laborales que ofrecía a los lugareños con el beneplácito y aplauso de las autoridades chilenas.
El tráfico y tenencia ilegal de armas que mencionó Stange quedó demostrado el 4 de octubre de 2005, cuando en una diligencia ordenada por Zepeda se encontró un arsenal de 1.833 granadas, siete ametralladoras, 104 subametralladoras, 67 bombas de mortero, 76 cargas explosivas y 176 kilos de TNT (dinamita).
«El juez Zepeda no está descubriendo nada nuevo. La sensación que da es que en cada avance de sus investigaciones busca efecto en la opinión pública más que otra cosa», indicó Salinas a IPS.
Los jóvenes periodistas cuestionan la labor de Zepeda, porque a su juicio ha demorado el procesamiento de los lugartenientes de Schäfer y, fundamentalmente, porque en septiembre dispuso el fin de la intervención de las numerosas empresas y propiedades de la «sociedad benefactora» propietaria de Villa Baviera, ordenada por la jueza de Letras de Parral, Jimena Pérez.
Con esta decisión, la justicia «detuvo una serie de actuaciones legales que estaban bien encaminadas a demostrar lo qué es la colonia: una asociación ilícita, es decir, un grupo de personas que se reunieron conciente y voluntariamente para cometer los más atroces crímenes», recalcó Stange.
Tanto los abogados de familiares de víctimas de violaciones de derechos humanos como el gobierno del presidente Ricardo Lagos, a través del Consejo de Defensa del Estado, se opusieron al término de la intervención de los bienes de la colonia, pero Zepeda mantuvo su resolución.
En la obra «Los amigos del ‘Dr.’ Schäfer» se incluyen antecedentes sobre otro ilícito hasta ahora no investigado por la justicia chilena, en el sentido de que el enclave alemán no sólo fue un centro de torturas de presos tras el golpe de 1973 contra el presidente socialista Salvador Allende, sino que sirvió también para adiestrar a los organismos represivos en técnicas para torturar y degradar.
«En la instrucción (como torturadores) de los agentes de los órganos secretos chilenos habrían participado los propios colonos, en particular el jerarca Gerhard Mücke (segundo hombre de la colonia) y el propio Paul Schäfer», señaló Salinas.
Algunos alemanes, los más jóvenes, fueron entrenados en torturar en el mismo lugar por Schäfer y otros veteranos del ejército nazi que tenían instrucción militar desde la segunda guerra mundial, aunque otros recibieron adiestramiento de terceros, agregó el periodista.
«Respecto de la participación de extranjeros en la enseñanza de prácticas de tortura en la colonia se habla de agentes del Mossad (el servicio secreto de Israel), como Mike Harari, cuyo nombre salió a la luz gracias a una investigación en Alemania en 1993», continuó Salinas.
«También se habla de instructores brasileños, país que también estaba bajo una dictadura en los años 70, que fueron reconocidos por su acento e idioma por varios ex detenidos en Villa Baviera», detalló.
«Eso significa que los brasileños no sólo habrían impartido instrucción, sino también participado en las sesiones (de tortura) e interrogatorios», concluyó.