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Primer graduado estadounidense de la Escuela Latinoamericana de Medicina

«Como afroamericano, aquí en Cuba me siento libre»

Fuentes: Granma

¿Cómo te sientes al ser el primer estudiante estadounidense en obtener un título médico en Cuba? La respuesta le surge fácilmente a Cedric Edwards, de Nueva Orleans, Louisiana, un joven serio, de 34 años, afroamericano, quien recibió su título el 20 de agosto en La Habana, junto a otros 1 600 graduados de la Escuela […]

¿Cómo te sientes al ser el primer estudiante estadounidense en obtener un título médico en Cuba? La respuesta le surge fácilmente a Cedric Edwards, de Nueva Orleans, Louisiana, un joven serio, de 34 años, afroamericano, quien recibió su título el 20 de agosto en La Habana, junto a otros 1 600 graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM).

«Me da un poco de miedo, pero estoy muy contento. Quiero dar todo de mí para ser un buen ejemplo.»

Como sus compañeros de aula de toda América Latina y el Caribe, Edwards estudió completamente gratis; su modesto albergue, libros y clases fueron todos pagados por Cuba, como parte de los esfuerzos de la Revolución para llevar atención médica a los necesitados del mundo.

Pero, a diferencia de sus compañeros, Edwards viene de un país que ha desatado una guerra económica, política y encubierta contra la Isla en sus intentos de derrocar la Revolución desde que triunfó en 1959.

Cuando la Administración del presidente George W. Bush intensificó su agresión contra Cuba en el 2004, bajo presión popular, hizo una excepción al bloqueo económico y la prohibición de viajes para que los más de 80 jóvenes norteamericanos que estudian Medicina en la ELAM pudieran seguir sus estudios, lo cual es aplicable igualmente a otros futuros estudiantes. Hubiera sido políticamente costoso para ellos negar a jóvenes negros, latinos y de otras minorías, de familias humildes, la oportunidad de hacerse médicos y así servir en sus comunidades.

Fue en el año 2000 que Cuba abrió las puertas de la ELAM a los estudiantes norteamericanos que cumplieran con los requisitos y que tuvieran tales orígenes, quienes de otra manera no hubieran podido estudiar Medicina por su alto costo. Los estudiantes se comprometen a servir en las comunidades pobres y necesitadas después de graduarse.

El programa es administrado por la Fundación Interreligiosa para Organización Comunitaria (IFCO) Pastores por la Paz, dirigida por el Reverendo Lucius Walker, de Nueva York. Los estudiantes provienen de 19 estados además de Washington D.C. y Puerto Rico; 85% de los 88 pertenecen a minorías y el 73% mujeres. Este mes llegaron otros 15 para empezar sus estudios.

Edwards, quien quiere especializarse en Medicina Interna, habla sobre cómo no fue fácil lograr su título, aunque se califica como una persona «superinteresada en la ciencia».

«No hablaba nada de español cuando llegué», recuerda. «Recibí mucha ayuda de mis compañeros de aula y mis profesores. Me di cuenta que ya podía hablar con fluidez cuando dejé de cargar el diccionario.»

Ha soñado con ser médico por muchos años. «En mi primer año de universidad, uno de mis hermanos menores, en su último año del pre, se lastimó jugando fútbol americano, y quedó paralizado desde el cuello hacia abajo. Empecé a investigar las lesiones de la médula espinal y me interesé en las neurociencias. Quería ayudar».

Después de graduarse como becado de Middlebury College con título en Biología Molecular y Bioquímica, solicitó préstamos para ingresar en una escuela médica y completó dos años, pero tomó «una decisión precipitada» y sintió frustración porque las notas que sacaba no reflejaban sus esfuerzos y decidió entrar a la Escuela de Derecho. «Me arrepentí. Por pura suerte me enteré del programa de la ELAM por el amigo de un amigo, y supe que era mi oportunidad de obtener mi título de médico.»

La madre de Edwards es maestra de preuniversitario y su padre trabaja como técnico para una empresa telefónica. Ellos y los amigos de Edwards estaban en contra de que viniera a Cuba. «Hay mucha propaganda contra Cuba. Mis padres tenían miedo. Pensaban que era peligroso. Yo tenía muchísimo miedo pero quería hacerme médico a cualquier precio. También pensaba que venir sería una oportunidad para conocer otro país, pues nunca había viajado al extranjero».

Resultó que Cuba no era lo que pensaba. «Me impactó positivamente. Todo el mundo fue simpático. Es otro medio».

«Como afroamericano, acá no percibo la tensión racial que experimento en EE.UU. Para mí, esa sensación es completamente inédita. Me siento libre: puedo hacer lo que sea sin miedo. Este lugar es muy seguro. En EE.UU. hay más jóvenes afroamericanos muriendo violentamente que de cualquier otra raza; también está el enorme problema de las drogas. Pero aquí en Cuba no es el caso. Este es el lugar más seguro para tener una familia.»

Sus padres están «muy agradecidos. Ahora tienen mucho más interés en conocer mejor a Cuba. Como es contra la ley que viajen a la Isla, aún para la graduación de su hijo, no pudieron compartir ese momento tan especial. Pero tienen planes para celebrar cuando Edwards regrese en un par de semanas.

Este dice que no le interesa la política; sin embargo, afirmó que «no estoy de acuerdo con el bloqueo. Pienso que se debe poner fin a ello».

Junto a su título, lleva consigo una profunda apreciación del sistema médico de Cuba.

«Me encanta el hecho de que, a pesar de la situación económica, todo el mundo puede verse con un médico y recibir atención preventiva completamente gratis. Esto es algo muy distinto de la ausencia total de atención médica para millones de estadounidenses que no tienen seguro médico y, por tanto, no reciben atención médica hasta que estén graves o ya es demasiado tarde.

Después de celebrar y tomar un descanso bien merecido, Edwards piensa estudiar para los exámenes requeridos para obtener su licencia, y así practicar Medicina y poder hacer su residencia en un hospital. No tiene preferencias especiales sobre el lugar, siempre que esté donde sea útil. El joven médico piensa que su experiencia en la ELAM, viviendo, estudiando y trabajando junto con estudiantes de docenas de países -muchos de los cuales son de pueblos indígenas y comunidades rurales-, lo ha preparado para relacionarse con todo tipo de gente.

Mientras tanto, planea obtener un trabajo, preferiblemente en el sector médico, para devolver los préstamos superiores a $100 000 más los intereses con que pagó los primeros años de escuela médica en los Estados Unidos.

Los críticos del programa de la ELAM dicen que alguien con un título médico cubano tendrá muchas dificultades para practicar Medicina en EE.UU., pero Edwards es optimista.

Su hermano, quien se hizo abogado a pesar de continuar paralítico, es «parte de mi motivación. Yo mantengo las cosas en perspectiva», dice. «Quiero tratar a mis pacientes como a familiares. Quiero usar lo que aprendí para ayudar a la gente.»