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Memoria viva

¿Cómo logró la aristocracia recuperar su poder luego de obligar a O’Higgins a abdicar?

Fuentes: Rebelión

Portales fue uno de los primeros precapitalistas de Chile y el fundador del Estado conservador que aún rige y que, aunque ya debilitado en 1973, fue restituido íntegramente por la dictadura de Pinochet.

Veamos las cosas desde el comienzo. La misma aristocracia que se declaró española en 1810 con la junta del 18 de septiembre, se declaró chilena después de Maipú. Valiéndose de su poder económico e influencia sobre parte de la oficialidad y de la Iglesia, expulsó a O’Higgins del poder en 1823, entonces Director Supremo y el más conspicuo de los patriotas republicanos vivos.

La esperanza de un Chile popular, igualitario y democrático, que quisieron Carrera y O’Higgins, se esfumó luego que los “pelucones” (los conservadores) vencieron a los “pipiolos” (los patriotas liberales) en la batalla de Lircay en 1830.

Al mando de las tropas conservadoras estaba José Joaquín Prieto, entonces un convencido pelucón, aunque había luchado con Carrera contra los realistas durante la Patria Vieja.

El bando pipiolo tenía como jefe a Ramón Freire, héroe de Maipú y antiguo lugarteniente de O’Higgins.

Prieto fue investido presidente de Chile, aunque el cerebro de su gobierno fue el vicepresidente del país, y más tarde su Primer Ministro, Diego Portales Palazuelos.

Portales, además de rico comerciante, un especulador y dueño del “estanco” (o sea, el monopolio) del tabaco, era miembro de una familia conservadora y pro realista; por lo tanto, contraria a los ideales y obras tanto de Carrera como de O’Higgins.

Terminó con la constitución política de 1823, reformada por Freire en 1825, y temeroso que los ideales patriotas de igualdad social y política y plurinacionalidad volvieran a emerger, negó sistemáticamente la presencia de O’Higgins en Chile, prohibiendo su vuelta desde el exilio en Perú, aunque sólo fuese para morir en la Patria, lo que muchas veces se lo suplicó el Libertador.

El día de la independencia de Chile se celebraba el 12 de febrero, como lo había estatuido O’Higgins. Portales derogó ese día, cambiándolo en 1832, para siempre, por el viejo, realista y aristócrata 18 de septiembre. Es decir, y dicho con toda claridad, fue la aristocracia de Chile, la triunfadora militarmente en Lircay, la que inventó el 18 de septiembre como nuestro día patrio.

Portales, su mayor dirigente, desligó la celebración de nuestra verdadera independencia de la realidad histórica y de la figura y obra de los más ilustres patriotas de la Independencia, explícitamente de O’Higgins, al eliminar el 12 de febrero como el Día Nacional; y de Carrera, al dejar en el olvido el 4 de septiembre.

En 1832, para rematar el edicto que imponía al país el 18 de septiembre, Portales ordenó la primera “Revista Militar” al día siguiente, el desfile y ceremonia que hasta hoy tiene lugar en todo el país, que conocemos como como la “Parada Militar,” acto que se celebra como lo que pasó a llamarse “el día de las glorias del Ejército.”

Para terminar, aunque la mentira del 18 de septiembre siga en curso, nadie podrá borrar los hechos objetivamente históricos. Indiscutiblemente, el 18 de septiembre de 1810 no es la fecha en que Chile debería celebrar su independencia.

Como lo hemos señalado, ese día los realistas, tanto peninsulares como criollos, dejaron “guardada” la colonia de Chile hasta la vuelta de “su adorable rey.” Sólo 22 años después, el ministro Diego Portales, un aristócrata anti-independentista por pensamiento, origen y familia lo transformó, falsamente, en el Día de la Independencia.

Portales fue uno de los primeros precapitalistas de Chile y el fundador del Estado conservador que aún rige y que, aunque ya debilitado en 1973, fue restituido íntegramente por la dictadura de Pinochet.

Portales, un gobernante tiránico y opresor, al revivir el olvidado 18 de septiembre nada menos como el Día Nacional de Chile, selló así la vuelta de la aristocracia al poder.

Restauró el poder de la oligarquía, inició la ocupación de La Araucanía y sustituyó la constitución política de 1825 por la suya, la constitución de 1833.

Era natural, entonces, que la derecha golpista y autora del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, además de frenar la continua marcha del país hacia una nación verdaderamente independiente económicamente, más democrática e igualitaria, hiciera de Portales su mayor ídolo y mentor ideológico.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.