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Cómo ser una adecuada conductora de televisisión y no morir en el intento

Fuentes: Rebelión

Si cree usted poseer una buena dicción, voz agradable, carisma, distinción, seguridad, paciencia a prueba de balas, sentido del humor profundo y un carácter tan pero tan afable que difícilmente alguien pueda sacarle de sus casillas, sepa -y por muy cruel que esto pueda parecerle- que debe ir primero limando poco a poco tales deficiencias, […]

Si cree usted poseer una buena dicción, voz agradable, carisma, distinción, seguridad, paciencia a prueba de balas, sentido del humor profundo y un carácter tan pero tan afable que difícilmente alguien pueda sacarle de sus casillas, sepa -y por muy cruel que esto pueda parecerle- que debe ir primero limando poco a poco tales deficiencias, o bien desarrollarlas sólo cuando esté en su dulce hogar y rodeada de sus queridos familiares o, quizás, camuflarlas de la mejor manera una vez que se encuentre ahí, delante de la cámara, en el set televisivo. Todo en la vida lleva sacrificio y si es su caso el de esas personas que, por encima de cualquier obstáculo o limitación, se empeñan en lograr lo que quie-ren aun conociendo que no reúne los requisitos adecuados, pues continúe; pero sepa que le costara más de lo que usted imaginó en un principio. No todos llegamos a este mundo con iguales dones.

Si de verdad desea ser conocida y reconocida a través de la televisión no invente ni experimente. No pierda tiempo. Sólo observe. Malgaste uno de sus preciados días buceando en cada uno de los canales «hispanos» que tan orgullosamente poseemos. Ya verá el tipo de peinado que debe hacerse, la manera de vestir, el maquillaje preciso, el modo en que debe colocar las manos y situar la sonrisa. Es fácil porque de una a otra no encontrara mayores diferencias. Tal pareciera que fueran sus «profesores» los mismos; los mismos que «forman» a las bellas muchachas mexicanas, a las bellas muchachas vene-zolanas, a las bellas muchachas de este refrito convencional y retrogrado que es Miami.

No se preocupe, de corazón se lo digo. Entre menos ortografía conozca mejor; entre menos historia, política, naturaleza, biología, arte, literatura; es justo ese uno de los requisitos fundamentales para que usted dé el plante, sea aceptada, la reciban con bombos y platillos. Eso sí, olvídese de cualquier regla gramatical que le hayan enseñado en su educación primaria y secundaria. Entre menos coincidan sustantivo y verbo a la hora de comunicarse mayor preparación notaran en su persona. Y no olvide colocar siempre una sonora «s» cuando utilice la segunda persona del singular en pretérito perfecto. Es incorrecto decir fuiste, comiste, bailaste; lo aceptado es fuistes, comistes, bailastes. También es incorrecto el «hubo». Utilice siempre, pero siempre, «hubieron»; así notarán que se encuentra usted muy actualizada en cuanto a las últimas acepciones de la Real Academia Española de la Lengua. Y olvídese del «muy», para algo se inventó hace mucho, mucho, el «bien». De esta manera l as cosas nunca volverán a ser ni muy buenas, ni muy interesantes ni muy bonitas; sino bien buenas, bien interesantes y bien bonitas. No importa que, constantemente, un adverbio de modo esté modificando a otro. Ni siquiera importa que usted sepa lo que es un adverbio de modo; de modo o de lo que sea.

Tampoco se inquiete imaginando que pueda, en determinadas circunstancias, quedarse en blanco o sin palabras que decir. Eso, también, es asunto resuelto desde hace tiempo ¿Para qué cree usted que se integró al lenguaje televisivo la salvadora «definitivamente» ? No se rompa la cabeza, cada tres palabras usted suelta un definitivamente y no sólo estará a salvo sino que hasta la considerarán una mujer sabia. Bella y sabia ¿Se puede pedir más?

No es difícil, se lo aseguro. Cualquier hija de vecino puede lograrlo. Basta conque tenga una figura «bien buena», esté dispuesta a mostrarla sin pasarse -sólo insinuación, así es como funciona-, un conocimiento, acerca de lo que sucede en el mundo, rudimentario y un especial interés por las catás-trofes naturales, asesinatos, violaciones y lo que rodee a las figuras públicas, mientras no sea la labor que desempeñan. Y, ya sabe, nada de política. Nada que no sea hablar mal de Cuba, Venezuela, el «despertar» de la izquierda en Latinoamérica y lo salvaje que resultan los árabes. El resto del mundo va bien.

Y, bueno, si a pesar de todo no da la talla, tampoco se deprima. Siempre tendrá otras opciones. Bailar semiencueros, como corista, en algún programa de participación; formar parte de algún sketch seudo-humorístico como la muchacha tontica de cintura estrecha o, con mejor suerte, pasearse del brazo con algún famoso.

Por supuesto, si llega la ocasión de que sea usted la entrevistada, hable, con lágrimas en los ojos y voz zigzagueante, de la pobres y sacrificadas jineteras cubanas que, infelices ellas, han de valerse de su cara y cuerpo para lograr algo en esta vida.

Aramís Castañeda Pérez de Alejo -crítico santaclareño radicado en Miami- [email protected]