Cuba mantiene una política informática que da prioridad al empleo social de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones, pero excluye el acceso privado a herramientas como Internet. «A medida que nuestras posibilidades sean mayores, se irán abriendo nuevos espacios», aseguró este viernes a IPS el ministro cubano de Informática y Comunicaciones, Ignacio González […]
Cuba mantiene una política informática que da prioridad al empleo social de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones, pero excluye el acceso privado a herramientas como Internet.
«A medida que nuestras posibilidades sean mayores, se irán abriendo nuevos espacios», aseguró este viernes a IPS el ministro cubano de Informática y Comunicaciones, Ignacio González Planas, durante un foro en Internet organizado por la cancillería.
González Planas no aclaró, sin embargo, si esos «nuevos espacios» implicarían aperturas que permitan en el futuro a ciudadanos de este país acceder a Internet desde cuentas personales habilitadas en las computadoras de sus casas.
Esa alternativa no parece figurar en los planes actuales, enfocados en desarrollar el uso social intensivo de los recursos de conexión.
De acuerdo con datos oficiales, Cuba contaba al cierre del primer semestre de este año con 335.000 computadoras, o 2,98 por cada 100 habitantes. En tanto, en 2004, 13 de cada 1.000 cubanos tenían acceso a Internet.
Todas las escuelas, 93 de las cuales tienen un solo alumno, iniciaron el actual curso escolar con 46.290 computadoras disponibles para sus estudiantes de educación primaria, secundaria y preescolar.
En este país de educación universal y gratuita, todas las universidades están conectadas a Internet, así como los centros científicos y los medios estatales de comunicación, entre otras instituciones.
Pero la compra o importación de una computadora está sujeta a estrictas regulaciones, lo mismo que el acceso privado a la red informática mundial.
«Mi padre me trajo los componentes de un ordenador desde el extranjero y aquí lo armamos. Luego conseguí una cuenta de correo electrónico», contó María del Carmen, economista de 26 años que no quiso dar su apellido.
La joven, que prefirió no explicar el origen de su cuenta de correo electrónico, sostuvo que esta forma de conectarse es más abundante que aquellas que permiten navegar en la red, pero está igualmente sujeta a restricciones en el sector privado.
«En la oficina tenemos Internet y ahí busco lo que necesito para el posgrado que estoy haciendo», indicó. Comprar en la «bolsa negra» un password (contraseña) para navegar desde casa le costaría unos 40 dólares, con derecho a unas tres horas diarias, algo prohibitivo para su bolsillo, explicó.
El ministro González Planas afirmó que las condiciones económicas del país impiden un acceso masivo a Internet, de modo que se optó por el uso social de estos recursos, a través de centros colectivos, instituciones, salas de navegación, escuelas, universidades y los llamados «joven clubs» de computación.
«Esto es sin duda más efectivo y pueden acceder más ciudadanos que si pusiéramos conexiones en algunos domicilios, cosa que podría pagar sólo una elite de la población y consumiría una parte muy importante de nuestro ancho de banda, por ejemplo», indicó González Planas.
Pero las salas de navegación son escasas, la mayoría se encuentran en los hoteles para turistas, se pagan en pesos convertibles, moneda local que circula en lugar del dólar estadounidense, y no siempre dan acceso a ciudadanos cubanos.
La actual conexión cubana a la red no ofrece el ancho de banda adecuado para satisfacer la demanda del país, cuyo único enlace a Internet es por satélite.
Según expertos, el problema se resolvería si se conectara un cable de fibra óptica entre Cuba y el estado estadounidense de Florida, pero las restricciones del embargo estadounidense contra este país lo impiden.
«Si por dificultades económicas no es posible que los ciudadanos tengan acceso a Internet desde sus casas, debería estimularse otras opciones, como por ejemplo diseminar los sitios que existen y ofrecerlos a precios moderados», dijo a IPS el opositor Manuel Cuesta.
En su opinión, lo económico se usa para «enmascarar» las razones ideológicas. «Es una manera de extender a la tecnología las limitaciones a las libertades de expresión, que es un mal mayor», comentó.
Cuesta es portavoz de Arco Progresista, una coalición de agrupaciones de la disidencia moderada vinculada a la revista digital Consenso, que ya va por su segunda edición bimensual. «Juntamos recursos para acceder a Internet. Es la única revista digital de la oposición desde Cuba», afirmó.
El gobierno cubano considera «mercenarios al servicio del imperio» a todos los grupos disidentes, algunos de los cuales tienen páginas digitales contratadas en servidores fuera del país.
Cuba acudirá a la segunda fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, que se realizará en Túnez del 16 al 18 de noviembre, con una delegación de 20 personas encabezada por el ministro de Informática y Comunicaciones.
Uno delos asuntos que se tratarán en esa cita es el de la gobernanza de Internet, es decir la forma de administrar la red mundial en sus aspectos técnicos y políticos y en la adjudicación de nombres y números de dominio.
Gobiernos de países en desarrollo y organizaciones de la sociedad civil reclaman participación en el gobierno de Internet, una red originalmente creada y desarrollada en Estados Unidos, cuyo gobierno ejerce cierta hegemonía en su administración.
La Habana aprovechará el encuentro para demandar a Estados Unidos el cese de las transmisiones «ilegales» de radio y televisión hacia Cuba, que según autoridades totalizan 2.425 horas semanales emitidas en 30 frecuencias.