Son 10 los problemas estructurales o esenciales que aquejan a la sociedad colombiana. Uno por cada rueda dentada constitutiva del Bloque de Poder Contrainsurgente dominante en Colombia (BPCi). ¿Será necesario volver a mencionar cada una de estas estructuras problemáticas? Cuando pueden leerse o estudiarse con detenimiento en aquella magistral síntesis de una nota de pie […]
Son 10 los problemas estructurales o esenciales que aquejan a la sociedad colombiana. Uno por cada rueda dentada constitutiva del Bloque de Poder Contrainsurgente dominante en Colombia (BPCi). ¿Será necesario volver a mencionar cada una de estas estructuras problemáticas? Cuando pueden leerse o estudiarse con detenimiento en aquella magistral síntesis de una nota de pie de la página 223 del libro de Vilma Liliana Franco, «Orden contrainsurgente y dominación. Edición Instituto Popular de Capacitación. Bogotá. 2009».
Sobre cada uno de estos problemas y sus desarrollos se pueden escribir (como se ha hecho hasta el momento) montones de libros; de historia, verdadera, falseada, revisada, o incluso «oficial». Libros de diagnóstico, descriptivos, interpretativos, filosóficos y de la modernidad moderna convertida en «modernura», económicos de todo tipo y hasta sobre el desarrollo del «capitalismo en general», o de la intromisión sangrienta tanto en el campo como en las ciudades colombianas del Imperialismo estadounidense en este desarrollo violento hasta el neoliberalismo imperialista financiarizado actual. Estudios jurídicos y leguleyos sobre cualquier cosa incluso la impunidad. Ideológicos ni se diga. Lingüísticos que han pretendido cambiar las palabras por ejemplo «elite» en lugar de oligarquía, o «sociedad civil» en vez de pueblo trabajador». Libros políticos de todo tipo, politiqueros, sobre los partidos políticos, la democracia, la parapolítica, la impunidad, o de minuciosos análisis electorales, año por año, ciudad por ciudad y sus tendencias durante los 150 años de vigencia del paradigma de democracia genocida en Colombia. Volúmenes demográficos sobre masivos cambios poblacionales y recuentos pormenorizados de masacres oficiales o para oficiales y hasta guerrilleras. Libros militares sobre las FFMM o la coacción militar, la guerra contrainsurgente y su tranquilo curso, y la sacrosanta «salvaguarda orden público». Religiosos, laicos, escolásticos o clericales, y hasta culturales, sobre la cultura de la violencia, o la cultura «traqueta», la cultura mafiosa imperante, o la cultura narco de los lavadores simplemente.
Pero hasta el momento, pocos, poquísimos, se podría decir, han unido estos problemas con el grueso e inocultable hilo conductor del sanguinario proceso dialectico material y dinámico de la lucha de clases en la conformación de toda la sociedad colombiana con la condensación de todas esas luchas en un bloque de clases dominantes y cooptadas en el tan mentado Estado contrainsurgente: la sempiterna lucha de clases, por arriba entre las fracciones de la clase dominante o hacia abajo contra el pueblo que ha existido desde la conquista española; la colonia (ni se diga); la guerra anticolonial; el periodo Santanderista; las nueve guerras del siglo XIX y 32 revueltas locales bipartidistas Liberal Conservadoras con sus pactos bipartidistas y «constituciones nacionales» como solución política a cada confrontación; el periodo del post conflicto de la desastrosa guerra de los mil días al parecer inexistente hasta el momento, o reducido a un simple análisis del gobierno dictatorial del general Reyes, que sirvió de magma donde se dio el ingreso masivo del capital imperialista estadounidense en el país y se gestó la revancha Liberal contra los godos ganadores de la guerra que se inicia en la tercera década del siglo XX.
Fecha a partir de la cual sitúan el comienzo del actual conflicto colombiano los estudiosos de la Comisión Histórica del Conflicto, quienes rindieron sus informes interpretativos sobre este a la Mesa de conversaciones Estado colombiano-Farc-EP, en las 740 páginas del libro editado en Bogotá. 2015. El que queda para la historia con la pregunta: ¿Cuál de estos ensayos analíticos del conflicto, esboza una tendencia interpretativa sobre la catástrofe que generaría el fracaso del Acuerdo de la Habana que se estaba firmando y su reproducción, que se veía venir, y que estamos presenciando actualmente?
1 El escenario político social complejo del fracaso del Acuerdo de la Habana, producto de la perfidia contrainsurgente Estatal (de Santos «poner conejo» y de Uribe, «volver trizas ese maldito papel causa de todos nuestros males») se ha constituido en el telón de fondo de las próximas elecciones de octubre 2019, para elegir alcaldes, gobernadores, diputados, concejales y ediles, que desde ya ha destapado una sorda y repulsiva lucha politiquera entre los aspirantes a estos cargos de los partidos de la gobernanza oficial y de los cooptados del sancocho ecléctico que fungen como «oposición», como lo acaba de mostrar el incidente del «chivatazo» o sapeo del Camaleón anticomunista Gustavo Petro en la embajada de los EEUU contra Piedad Córdoba y algunos otros compañeros suyos del alternativo partido político Polo Democrático.
2. Al genocidio contrainsurgente gota a gota contra líderes sociales y reinsertados de las Farc, en marcha, se le agregan:
3. El Desgaste de la figura presidencial y su reflejo en las ultimas encuesta de popularidad motivado por:
4. La derrota (hasta ahora) del plan guerrerista de Washington- Bogotá- Brasilia, para invadir la hermana república Bolivariana de Venezuela y derrocar violentamente al legítimo presidente Maduro.
5. La cada vez más creciente intromisión del gobierno de Trump en los asuntos colombianos como si se tratase ya de una colonia bananera, vapuleando al pobre presidente de los colombianos Duque con sus críticas a su clara incapacidad para resolver la parte que obliga a Colombia en la «War on Drugs».
6. La movilización social de estudiantes, maestros, trabajadores, y en especial la Minga campesina étnica y popular que, si bien están limitadas en sus reivindicaciones incluso regionales y no alcanzan a tener todavía un alcance más general, si han sido una muestra más de resistencia, combatividad, persistencia y del enorme potencial trasformador, como del triunfo del pueblo trabajador convocado y movilizado.
7. El rechazo generalizado tanto a nivel nacional como internacional de las tales objeciones presidenciales a la Justicia Especial para la Paz (JEP)
8. La creciente solidaridad nacional e internacional con Santrich pidiendo su libertad inmediata y rechazando el burdo montaje del Fiscal de Sarmiento Angulo, Néstor(Odebrecht) Martínez, y el Embajador de EEUU Whitaker.
9. El asunto de los «Desayunos Whitaker» con varios parlamentarios colombianos para hacerles saber cuáles eran las órdenes actuales del presidente Trump, y el incidente al que dio origen. (ver https://www.
10.El recrudecimiento del llamado conflicto armado y territorial: Con el ELN. Con las Farc-Disidencias. Con el EPL en crecimiento, lo cual exige una verdadera Solución Política a este problema. A lo cual se suman los proteiformes enfrentamientos armados con los diversos grupos de traficantes de cocaína nacionales y extranjeros.
11. La escasa consolidación del partido político Farc-Rosa surgido del Acuerdos de la Habana, lo que parece comprobar una vez más la tesis sociológica de que en Colombia, ningún partido surgido de un acuerdo con las guerrillas ha logrado consolidarse o proyectarse a futuro. A lo cual se suma la ya franca posición crítica a la dirección actual de este partido, ejercida por miembros de esa misma dirección como Iván Márquez, Joaquín Gómez, Santrich, Romaña, el Paisa, etc, que aumenta en la base popular, aún más, la sensación de desastre y estupor, pasmo y aturdimiento de conducción político-ideológica y práctica, que favorecen el espontaneísmo y la desorganización en las bases populares.
12. En definitiva, el realineamiento y refuerzo de los partidos tradicionales y de los partidos cooptados que con su «eclecticismo» fungen de oposición, con sus rivalidades y lucha de fracciones por la Hegemonía en el Estado Contrainsurgente, centrado en la promoción mediática de sus mascarones de proa más representativos: Uribe, Santos, Vargas Lleras, Gaviria, Roy Barrera, Petro, Mockus, Navarro, el senador Claudia López…etc. Y que, desde tan temprano, anuncian al impotente pueblo trabajador colombiano, más de lo mismo.
Así las cosas, Piedad: ¿con amigos así, para qué enemigos?
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