La “reñida” elección presidencial de Gustavo Petro en Colombia, ha llegado al Pueblo Trabajador de la mano de grandes expectativas y esperanzas. Emociones, que cuando no logran sustento en la realidad, se evaporan prontamente convirtiéndose en desilusión y desprestigio.
Algo semejante a las expectativas y las ilusiones “reformista” que trajo la firma del Acuerdo de paz de la Habana en 2016, que más pronto de lo esperado, convirtieron las trizas que quedaron en una amarga frustración popular y en un fuerte acicate para la llamada “Movilización Social Diversa”, a continuar y profundizar la lucha (de clases) por la real democratización y pacificación de Colombia, y que condujeron a la ola de aguerridas movilizaciones cívicas y populares que prepararon y elevaron la conciencia popular generando un sustrato social amplio y diverso, haciendo posible la posterior elección de Petro.
En Colombia está llegando a su fin, la vieja y centenaria tecnología política oligárquica santanderista, de cerca de 200 años y por lo tanto muy colombiana, de hacer (al contrario de lo enunciado como principio moderno por el General Clausewitz) la política como una prolongación de la guerra civil perpetua. Es decir: La política, como una guerra civil por otros medios, prolongando el peso de las superestructuras pre-modernas en la sociedad.
A la confusión (intencional) pretendidamente marxista de Pre-modernidad con feudalismo o pre-capitalismo, dizque para “desarrollar el capitalismo en Colombia donde todavía hay una burguesía en ascenso” (será hacia las profundidades de la proletarización y el trabajo precario, es decir, un ascenso hacia abajo que si no fuera por la seriedad con que se dice, daría risa), ahora, siguiendo la mejor tradición de los varios desastres Latinoamericanos, se ha confundido (también intencionalmente) Izquierda con Progresismo, y más aún, Izquierda alternativa con reformismo gatopardista, haciendo de todo ello un amasijo incomprensible.
Y como si fuera poco, de acuerdo con aquella eficiente y probada máxima del colonialismo imperialista anglosajón de que : “si no puedes con tu enemigo !confúndelo!”, se está pretendiendo hacer pasar al Estado como Gobierno; cuando para el abc del Marxismo actual y la Filosofía de la Praxis, una cosa es la relación entre diversas fuerzas sociales contenida en el concepto Estado, y otra muy distinta, el concepto de Gobierno que la ciencia política actual ha dado en denominar con el término de Gobernanza. !Con la misma piedra hemos vuelto a tropezar, Sancho.!
Lo dibujaré: El concenso revestido de coerción, que para el Maestro antifascista y comunista Gramsci, constituye la esencia de la relación social Estado: es lo que ha estado haciendo con relativo éxito el presidente Petro con los 10 pactos que enuncié en mi pasado articulo https://rebelion.org/petro-no-abre-un-periodo-historico-lo-cierra/ , a fin de conseguir que el actual Estado colombiano con algunos maquillajes y presentaciones, y sin que cambie su fondo (su base economica capitalista trasnacionalizada) ni cambie su “oberbau” o sobreconstrucción juridica y poltica ( superestructua en lenguaje admitido por el uso) que tiene una densa impronta coercitiva contrainsurgente diseñada por el gobierno de los EEUU, siga su curso normal hacia el futuro.
Todos (?) estamos de acuerdo en que Colombia siga siendo capitalista como lo dice la constitución inmodificable de 1.991 ( consenso). Con unas leyes, con unos aparatos de represión y con unos aparatos ideológicos de Estado, AIE según Althusser (coerción).
El otro aspecto, la Gobernanza, es tarea de dos experimentados “tránsfugas politicos”, Roy Barreras y Benedetti, quienes han pelechado o construido sus exitosas sus carreras políticas haciendo enjuagues bochornosos y vergonzosos dentro de todos los llamados partidos políticos del “establecimiento”, saltando de uno al otro como quien se cambia de camisa sudada. Algo así como lo que a un nivel más alto de la inteligencia el Maestro Gramsci llamaba el “transvestismo politico”, que nada tiene que ver con identidades de género, sino con el cambio oportunista de ropajes políticos.
No es mi intención “hacer recomendaciones a la nueva Gobernanza”, sobre las medidas excepcionales de choque que debe tomar para solventar la terrible crisis de ruina, hambre, muerte y represión sangrienta que recibe de los horrorosos 20 años de Uribismo y Santismo, o, para abrir una válvula a la olla a presión en que se ha convertido la realidad colombiana: el volcán a punto de estallar del exministro de salud Gaviria; como al parecer han hecho la mayoría de los llamados analistas políticos y económicos de la actual coyuntura colombiana insertada, quiérase o no, en la coyuntura global mayor
Mi intención es, y seguirá siendo, hasta el final alternativa y crítica, sin dobleces ni apetencias burocráticas momentáneas: Aclarando lo que haya que aclarar para que la correlación de fuerzas en esta nueva batalla social se incline definitivamente a favor de una democracia popular participativa avanzada, y por una verdadera paz completa para todos, como fue mi intención hace 20 años, cuando acepté participar en los diálogos del Caguán dentro de la Comisón de Personalidades, que sigue intacta. !Luz, más luz! pedía el gran Göthe instantes antes de morir.
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