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“Histórica visita” de Bachelet a Cuba

Con la vara que mides…

Fuentes: Rebelión

El diario de Agustín, como desde hace un tiempo se nombra al principal medio de prensa escrita y conservadora del país (El Mercurio), ha levantado una fuerte campaña de rechazo a la visita oficial de la presidenta Bachelet a Cuba. En realidad que lo hiciera, no es ninguna novedad, preocupación o espanto causaría si guardara […]

El diario de Agustín, como desde hace un tiempo se nombra al principal medio de prensa escrita y conservadora del país (El Mercurio), ha levantado una fuerte campaña de rechazo a la visita oficial de la presidenta Bachelet a Cuba.

En realidad que lo hiciera, no es ninguna novedad, preocupación o espanto causaría si guardara silencio o titulara sin respingar la nariz «Histórica visita» e incluso tocando la fibra de la integración rematara «Chile y Cuba en un abrazo» calma fieles lectores del «Decano» nada de eso sucederá -al menos por estos días-.

Llama la atención sin embargo, la operación comunicacional escalonada, que unió a diferentes personas de la vida nacional como de la propia Cuba: Roberto Ampuero (Novelista chileno) envió su misiva a la presidenta, una conocida blogguera cubana, Yoani Sánchez, escribe en el suplemento del sábado un artículo titulado «Otro viajero y la misma isla» con fecha 7 de febrero de 2009. Finalmente, se sumó al desfile el profesor Carlos Peña, en su columna ampliada y enchulada para la ocasión «La misma vara» (Domingo 8 de febrero de 2009).

Con todos ellos concuerdo en algunas cosas, primero, Cuba no es una democracia al estilo Francés, segundo, la libertad de expresión no es un patrimonio del sistema político vigente y tercero, que eternizarse en el poder, no es la solución para un proceso revolucionario.

Sin embargo, me sorprende en Roberto Ampuero y Carlos Peña, la complacencia con el entorno nacional en sus críticas, señor Ampuero, usted debe ser de los pocos privilegiados que viviendo fuera del país, podrá votar en las elecciones presidenciales, porque ese derecho en Chile no existe. Y el candidato Sebastian Piñera a quien pretende dar su voto, no le interesa que compatriotas de otros lugares del mundo, se expresen en las urnas. No sólo en Cuba quienes viven fuera, no tienen arte ni parte…

En su carta a la presidenta usted argumenta que: «Desembarcar en La Habana y hacer como si se llegara a San José de Costa Rica constituye el sepelio de la superioridad moral de la Concertación en materia de derechos humanos, despierta odiosas divisiones en Chile y mina la consistencia de los principios democráticos».

Si lo que usted afirma fuera cierto ¿Qué significa para un escritor ocupar como tribuna, el mismo medio que ayudó a derribar un gobierno democrático y confundirlo con la comodidad de estar publicando en «El País» de España? ¿Qué significa para un escritor, prestar su pluma para compartir espacio con los mismos que ocultaron e incluso fueron parte de las operaciones de exterminio de opositores a la dictadura? ¿Desde qué superioridad ética, puede referirse usted al tema? Peor aun, a estas alturas ¿De cuál supremacía me habla? ¿La de no asesinar y torturar? El infierno del Dante, es más amplio que eso.

De hecho me sorprende, su efusiva confianza en los atributos morales de los integrantes de la concertación -que si algo han dejado claro en sus años de gobierno- es que su consistencia democrática, se mide en la calculadora del sistema binominal. Su discursividad y superioridad en torno al tema de los derechos humanos, tiene como punto de tope las comunidades mapuches en conflicto, a propósito, por si no estuviera informado, en Chile existen presos políticos, y para ser justos, la derecha hubiera arrasado sin remordimiento a las comunidades que proponen la recuperación de tierras.

En cuanto a las divisiones que una visita de estas características genera, lamentablemente para su argumento, se reducen al número de lectores que tal vez leyeron su mensaje y en mucho menor grado por supuesto, mi respuesta.

He dejado para el final el abordaje del abogado y rector de la UDP Carlos Peña, sobre el tema, porque deja entrever una serie de prejuicios desde mi perspectiva bastante primarios sobre el asunto, para él, solamente unas cuantas preguntas y un desafío.

Profesor ¿Cómo calificaría usted al gobierno de Fulgencio Batista? Porque según su artículo, «Desde 1959 – aunque con altibajos en sus inicios-, Cuba es una dictadura». Es decir, en 1959 se le arrebató al pueblo cubano una democracia ejemplar para Centro-América, se privó al pueblo cubano la posibilidad de reelegir al notable estadista Fulgencio, quien murió de pena por su país, en las orillas de Guantánamo, según la tradición oral de los exiliados cubanos.

Niega usted, rector Peña, el avance democrático que significó para los cubanos el proceso de la revolución, al menos mientras tuvieron la oportunidad de aportar, disentir y escoger a sus dirigentes; todos los intelectuales que se sintieron atraídos por el proceso, estaban profundamente equivocados, los jóvenes de la época, los movimientos sociales y políticos de la época, todos estaban errados. Niega usted, el sello identitario que tiene la revolución, con su propio proceso de independencia, coartada por la intervención norteamericana desde la época de Martí.

Profesor, usted llama a no callar ni por gratitud, ni por ningún otro compromiso las situaciones incompatibles con el Estado de derecho en Cuba «La gratitud en uno y otro caso no obliga a abdicar los principios en los que se cree. Como insinuaba Aristóteles, hay que ser más amigo de la verdad que de los amigos».

¿Ese principio rige cuando se trata de Cuba solamente o se amplía a diversas realidades? Si es así, lo emplazo a invitar cordialmente en su columna -de la cual no depende su sustento- a pedir explicaciones públicas a Agustín Edwards Eastman y Arturo Fontaine Aldunate por la complicidad que tuvo en el montaje de la dictadura en relación a los 119 detenidos desaparecidos y tantos otros. Porque yo sé que usted no abdicará de sus principios, aunque tenga que pasar por el trago amargo de la cicuta.

Omar Cid, Centro de Estudios Francisco Bilbao