¿Cómo es posible que un dirigente social de rango medio, sin mayor trayectoria sindical, ni cargos dirigentes en su partido, tenga al empresariado y a una gran parte del gobierno pendiente y asustado de sus acciones? Hasta el momento, la mayoría de las respuestas han sido bastante mecanicistas o bastante vagas, y por lo mismo, […]
¿Cómo es posible que un dirigente social de rango medio, sin mayor trayectoria sindical, ni cargos dirigentes en su partido, tenga al empresariado y a una gran parte del gobierno pendiente y asustado de sus acciones? Hasta el momento, la mayoría de las respuestas han sido bastante mecanicistas o bastante vagas, y por lo mismo, no han sabido entender la lógica del conflicto en el que nuevamente se encuentra la minera estatal. De ahí que parezca necesario generar algunas explicaciones sociopolíticas al fenómeno de la Confederación de Trabajadores del Cobre – CTC.
Explicaciones causales y discursos ideológicos
La mayoría de las explicaciones que se han dado a la fuerza, organización (y, en ciertos casos, violencia) que ha tenido la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) han girado básicamente en dos puntos: Primero, que la Confederación es un brazo sindical del PC. En este sentido, muchos explican el actuar de una organización por la militancia política de uno o más de sus líderes. Esta forma de entender la dinámica sindical es doblemente errada. En primer lugar, porque desconoce que en la CTC confluyen distintas perspectivas, desde democratacristianos hasta trotskistas, pasando por socialistas y comunistas, en un ambiente de diálogo, convergencia y pluralismo. En segundo lugar, porque esta mirada implica pensar que los trabajadores son robots guiados de manera ciega por sus dirigentes. Esto es totalmente errado, ya en el funcionamiento de la CTC es fundamental el trabajo de las bases y el rol del trabajador en la construcción de la política de la organización.
Por otro lado, algunos han argumentado que el actuar de la Confederación se debe a que los trabajadores contratistas serían unos oportunistas que sólo se estarían aprovechando de su condición de trabajadores de una empresa estratégica (CODELCO) para sacar beneficios economicistas. En este sentido, se ha dicho que los contratistas son los obreros mejor pagados, y que sus beneficios superan por mucho a los de los trabajadores promedio. Nuevamente, explicar el conflicto desde estas lógicas implica desconocer el sindicalismo de los trabajadores contratistas, alejado de las demandas gremiales y de las peticiones estrictamente económicas, y centrado siempre en las conquistas político sociales de los trabajadores. Por lo mismo, esta segunda arista también se hace insuficiente.
El peso de la historia
Una explicación un poco más desarrollada reconoce el peso histórico que el movimiento de trabajadores del cobre ha tenido en la historia del sindicalismo chileno. Estos, desde los inicios del siglo XX, han podido desarrollar una política sindicalista que triangula sus demandas hacia la empresa y hacia el gobierno, convirtiéndose en una organización que genera tanto demandas privadas como públicas. Esto les ha permitido implantar en la agenda social y la opinión pública sus necesidades, exigiendo cambios en la legislación o en la forma de aplicar ciertas leyes sociales. Por último, es importante recordar que los movimientos de trabajadores del cobre siempre han jugado un rol activo en el interior del movimiento sindical, ya sea como catalizador de las aspiraciones del movimiento (como ocurrió en los años 30 y 40), o como fuerza contradictoria al interior del mismo (como ocurrió en los 70´s, cuando los trabajadores del cobre fueron de los pocas organizaciones obreras que se pusieron, ya en 1972, en contra del gobierno de Allende). Sea como sea, todos estos factores influyen en el peso que hoy tiene la CTC y el movimiento que dirige.
El peso de la realidad
Pero más importante que el peso de la historia es el peso de la realidad. El contexto social en el que viven los contratistas es el mayor propulsor de este movimiento de trabajadores. No sólo se sienten trabajadores de segunda clase, sino que también viven como tales. No sólo perciben que su salario no corresponde con su trabajo, sino que están seguros de ello. Desde su perspectiva, sus beneficios y condiciones de trabajo son menores que las de los otros trabajadores, pero el esfuerzo que deben hacer en su trabajo es bastante mayor, ya que en muchas ocasiones realizan las tareas más arriesgadas y peligrosas al interior de la mina. Además, vivencian su explotación como doble: Por un lado, la empresa mandante tiene un rol tutelar sobre ellos, ya que dirige sus trabajos y coordina sus labores, y por otra parte, la empresa contratista es con la que se genera la relación salarial, y por la tanto, la que les extrae su plusvalía. Por todo esto, sus demandas emergen desde su propia realidad social, en que viven día a día, y momento a momento.
Organización y líneas estratégicas: Hacia un sindicalismo del nuevo tipo.
Además de lo anterior es importante analizar la forma desde la que la configuración se constituye para, desde ahí, intentar generar algunas explicaciones acerca de sus formas de trabajo e impacto en la realidad. En este sentido, emergen principalmente dos factores importantes de entender. En primer lugar, la CTC ha desarrollado una orgánica bastante particular. Su trabajo se basa en asambleas, y la construcción política es bastante colectiva y participativa. En algunas partes, han generado sistemas de delegados que les permiten romper con la burocrática lógica del dirigente sindical alejado de sus bases y dedicado a negociar con la empresa. Además, han podido incluir una fuerte formación dirigencial, joven y forjada en el trabajo mismo, que ha aprendido sin las trancas de los viejos dirigentes. Por último, han desarrollado una fuerte cultura organizacional, donde son los trabajadores (y no los dirigentes) los principales actores y promotores del sindicato, lo que permite construir un sindicalismo dinámico, vivo y en permanente construcción.
Por otro lado, la Confederación ha podido generar las bases para desarrollar un sindicalismo político, con fuertes anclajes en lo social y permanentemente preocupado de generar las transformaciones necesarias para cambiar la sociedad por completo. En este sentido, la CTC no elabora sus demandas en función de lo que ellos necesitan, sino desde lo que el conjunto de los trabajadores requiere. Esto implica un cambio en la lógica individualista del sindicalismo, ya que se apuesta a la conquista del poder por parte de los trabajadores, y se tiene claro que el primer paso para ellos es el fortalecimiento y crecimiento de la acción sindical. Y este, sin lugar a dudas, es un gran cambio.
Hacia la re – interpretación del conflicto
Todo esto, nos debe hacer re – pensar las lógicas y bases del conflicto. La testaruda idea de CODELCO y de una parte del Ejecutivo de no negociar, ni entender a la CTC como un interlocutor válido, sólo provocará un aumento progresivo de la violencia. Por lo mismo, urge re- pensar el conflicto, entendiendo que los trabajadores no son ni delincuentes, ni oportunistas ni títeres de un partido, sino que son actores políticos y sociales que buscan generar transformaciones en su entorno, a través de la movilización y la acción colectiva. Entender esto, será la única forma de acercarse a una solución.
Cristóbal Villalobos Dintrans (Sociólogo UC)