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Conciencia de un periodo especial en Puerto Rico

Fuentes: Rebelión

Estamos en un periodo especial motivado por la crisis de deuda pública colonial y magnificada por desastres naturales como huracanes (2017), terremotos (2020) y la actual pandemia de COVID-19. Con el agravante de que la nación puertorriqueña carece de los poderes soberanos necesarios para gobernar y administrar su terrible realidad.

Los periodos especiales impactan  de manera exponencial la organización humana. La frase  “ etapa extraordinaria” se queda corta para definir sus contornos. Somos seres de costumbre y cambiamos por necesidad. Nadie se divorcia o cambia de trabajo sino por necesidad. Formados en la costumbre, analizamos las cosas a base de las costumbres hasta que la realidad extraordinaria nos fuerza a cambiar. Cuando hemos dependido de un pensamiento anquilosado, influido por dinámicas, normas y costumbres  de grupos cerrados, de sectas o clubes folklóricos, inclinados al chantaje y amenazas contra disidentes, se nos imposibilita comprender y enfrentar los nuevos problemas y retos que  trae una situación especial. Es el problema del pensamiento de la Edad de Piedra al que se refería  Mariategui (Nestor Kohan),  siempre atrasado ante los cambios de la realidad concreta. De ahí la necesidad de cultivar con celo y disciplina un pensamiento crítico nacional, renovado, culto, valiente, familiarizado con la tradición o el pasado mas libre de él, pero montado cómodo y sin trabas en las dinámicas aceleradas de las realidades concretas del presente, capaz de hacer las síntesis imprescindibles entre la tradición que cargamos como humanos y la novedad constante, los sentimientos y las sorpresas del azar, síntesis que  abordada con rigor genera los clásicos en diversas disciplinas o quehaceres humanos. La necesidad vital es turbina mayor hacia la renovación en las ideas, obliga al cambio de pensamiento, conducta y rutas. 

La guerra, desastres naturales inmensos, pandemias desconocidas, depresiones económicas globales prolongadas, caídas de imperios,  producen periodos especiales. Por ejemplo, luego de la Revolución Rusa de 1917 y la guerra civil y de agresión de las potencias, los rusos perdieron más de la mitad de su clase obrera, de los militantes cuadros dirigentes del Partido Bolchevique y de su producción nacional. Ello forzó a establecer medidas provisionales extraordinarias mediante lo que se llamó Nueva Política Económica (NPE), que entre otras restableció el capitalismo en el campo y la ciudad en una revolución surgida para destruir el capitalismo. La costumbre, el pensamiento sectario, convirtió esas medidas provisionales de la NPE en conducta permanente, que a la postre y a la larga fueron derrumbando el nuevo imperio sovietico hasta que colapsó en 1989, que marca un nuevo periodo en la humanidad. Ya no existía entonces el bloque solidario mundial que posibilitó los grandes procesos de liberación en cientos de naciones colonizadas. Ello trajo de golpe y porrazo cambios  dramáticos en Cuba, a tal punto que bautizarían ese periodo como uno especial, con el desarrollo de políticas económicas y sociales propias de una economía de guerra. Quien haya visitado a Cuba entre 1990 al 2000 podrá comprender y calibrar mejor lo que decimos. Teóricos, especialistas,  como el cubano José Luis Torres García, (El derrumbe  del Socialismo en Europa, 2015) acuden  a la experiencia comparada del periodo especial de la NPE rusa y su economía de guerra en un país socialista para comprender el periodo especial en otro país socialista en el Mar Caribe. 

Y podríamos señalar otros ejemplos de periodos especiales de la humanidad para ilustrar a los amigos lectores sus consecuencias y su pertinencia ante el periodo especial que enfrenta hoy la nación puertorriqueña. La gran depresión de la década de los 1930, la Segunda Guerra Mundial contra la intervención del eje fascista, la Peste Bubónica en Europa en determinado periodo son algunos referentes.

Puerto Rico, el andamiaje colonial que lo controla, ha sido jamaqueado a partir de la crisis sistémica y de la deuda odiosa colonial -que hoy asciende a cerca de $120,000 millones de dólares-desarrollada desde el 2000 ( José Nicolás Medina Fuentes, Rebelión, marzo y noviembre 2019). Ante esa crisis y periodo especial, la metrópolis -por vía de sus 3 ramas de gobierno- se tuvo que pronunciar,  tuvo que alterar, y cuestionar  el sistema colonial del ELA establecido como engaño en el 1952, para imponer la ley Promesa (2016) y la Junta de Control Federal, que no es otra cosa que una sindicatura provisional, paralización temporera de los cobros de los acreedores, para intentar garantizar su pago y la sobrevivencia del territorio no incorporado o colonia y su consecuente explotación del enclave colonial a favor del gran capital- comercial, industrial y sobre todo financiero- foráneo. Ante esa situación dramática, la nación puertorriqueña se ha fragmentado más con el éxodo masivo de sus mejores trabajadores, y ya no es la misma dramáticamente. Antes la nación boricua podía lidiar con desastres naturales, huracanes como Hugo (1989) y George (1998), terremotos e incluso pandemias. Ahora cada desastre de impacto motivado por causa humana o natural impacta de manera exponencial negativa  a cómo hubiera impactado en el pasado. 

Estamos en un periodo especial motivado por la crisis de deuda pública colonial y magnificada  por desastres naturales como Irma y María (2017), terremotos (2020) y la actual pandemia de COVID-19. Con el agravante de que la nación puertorriqueña carece de los poderes soberanos necesarios para gobernar y administrar su terrible realidad. Ante este periodo especial se han destapado los eventos de corrupción e ineptitud más graves de los dos partidos hegemónicos del bipartidismo- (PNP y PPD), que desde el 2000 ya no pueden repetir triunfos electorales cada 4 años. 

Poco a poco se ha ido desarrollando una crítica y una contra cultura disidente de masas que ha potenciado el desarrollo de partidos nuevos emergentes, cada vez con más seguidores. Los mismos grupos emergentes no comprenden a cabalidad esta nueva situación especial. Tan es así que tanto el PIP como MVC no incluyen en sus programas la doctrina de deuda odiosa que exige responsabilidad a la potencia federal colonial a los acreedores y han sostenido, hasta ahora, la postura mansa reformista de auditar la deuda para que la nación explotada le pague con nuevos tributos a los acreedores. En el caso de Eliezer Molina y su grupo MC, fruto de una conferencia a su estado mayor y de llamadas de su dirigente principal y lecturas que le enviara, ha sido el único de los tres grupos que ha mencionado la doctrina de deuda odiosa en videos, aunque desconozco si la han incluido en su programa electoral. El asunto es grave. Se obvia que el Tratado de Viena de 1983-en proceso de aprobación-, es decir el derecho obligatorio entre las naciones del orbe, la Revista Jurídica de Harvard del 10 de abril del 2017, y el proceso conducente a la aprobación del Tratado de Paris de 1898-99, que rige como vértebra central el andamiaje colonial en Puerto Rico, todas esas autoridades reconocen que una nación colonizada no es responsable de deudas públicas odiosas coloniales, que no las hereda su estado independiente, que responde y paga a los acreedores la potencia colonizadora, que un estado soberano podría acudir a la Corte Internacional de la Haya para obligar a los Estados Unidos a pagarle a los acreedores. Eso es grave, porque si con la crisis especial no hay recursos para cubrir los  servicios esenciales a la población, aún sin estar pagando el servicio de deuda a los acreedores con la paralización automática del Título III entablados en la Corte Federal bajo la ley norteamericana  Promesa, cuando se termine la paralización: ¿quien y cómo se pagará a los acreedores y cómo se sufragará las reformas que prometen los distintos partidos coloniales o emergentes para cubrir los servicios esenciales?

Estoy consciente que los partidos emergentes , de buena voluntad, están en un proceso de transformación radical, abiertos al cambio, unos más que otros. Me consta que el MVC está trabajando a toda prisa, sin tener un mando o comité central electo formalmente, mediante un programa a través de su novedosa dinámica organizativa bautizada como “red de redes”, en medio de esta vorágine y periodo especial. Estos tres grupos emergentes debieron impugnar la prohibición de las alianzas-plenamente inconstitucional como argumento  en ensayo reciente (2020) publicado en mi página-   que establece el Código Electoral para acudir  a la guerra electoral mediante contrato, que respete sus autonomías, unidos por un programa común. No fueron capaces de ello y eso tendrá su precio y perjuicio que tendrán que pagar en los comicios que se avecinan en noviembre 2020; y luego de noviembre, por necesidad vital, tendrán que hacer un justo balance y acometer estas tareas impostergables  para no desaparecer. Pero con esa realidad hay que vivir. 

Exhorto a los amigos lectores y público en general a meditar sobre la incapacidad inherente del bipartidismo PNP-PPD de poder timonear este periodo especial. A que mediten y respalden la fuerza política que su sabiduría les aconseje y que sea capaz de ganar los comicios al bipartidismo. Una medida de transición, impuesta por la fragmentación, puede ser el voto mixto inteligente, pero plenamente conscientes que no será suficiente, porque habrá que desarrollar una tercera fuerza capaz de enfrentar al bipartidismo servil en este periodo especial de la nación puertorriqueña. 

Se puede resumir lo dicho en lo siguiente: ante el periodo especial que sufre la nación puertorriqueña hay que votar NO tres veces y SI de manera singular. NO al acoso en los próximos 60 días  a las figuras de los grupos emergentes Alexandra Lúgaro (MVC), Juan Dalmau (PIP) y Eliezer Molina (MC), quien lo haga merece ser castigado, denegàndole el voto por sectarismo egoísta imperdonable. NO en el plebiscito estadidad SI o No. NO a los planes A (PNP), B (PPD) y (-A menos (PD) que es calco extremo religioso dogmático del PNP), Planes A, -A y B, que comstituyen el bipartidismo y cultura servil al imperialismo. Votar SI por el Plan C que son MVC, PIP y MC, con la advertencia que el voto fragmentado llevará al triunfo en noviembre del continuismo servil, del bipartidismo servil. Sólo un milagro lo haría posible, que permita a alguno de esos grupos emergentes constitutivos del Plan C, que lo mueva a continuar renovándose, a mejorar su programa, que construya una maquinaria virtuosa con ideales y suficientes funcionarios para defender sus votos, que conmueva a la vasta población sufrida, que cultive su imaginario  y se vuelque a su respaldo. Los milagros son rarísimos, pero en periodos especiales, por cuestiones vitales colectivas, de vida o muerte, son posibles. Apuesto, miren que cosa, un realista o materialista dialéctico, a lo casi imposible, a  un milagro en este periodo especial.


José Nicolás Medina Fuentes: Abogado, profesor, escritor de centenares de ensayos, autor del libro La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico (Publicaciones Libre Pensador, 2018), egresado de Harvard, Magna Cum Laude (1987)