El primer congreso del Polo culminó en medio de la alegría de todos sus asistentes, y no era para menos. El ambiente de unidad que se vivió durante los tres días de su realización justificaba el festejo. El espectáculo que se vivió en la tarde del sábado cuando se dio el proceso eleccionario para constituir […]
El primer congreso del Polo culminó en medio de la alegría de todos sus asistentes, y no era para menos. El ambiente de unidad que se vivió durante los tres días de su realización justificaba el festejo.
El espectáculo que se vivió en la tarde del sábado cuando se dio el proceso eleccionario para constituir la Mesa Nacional de Unidad era impensable hace algunos años y mucho más hace algunas décadas. Una izquierda que en el pasado se acostumbró a encarar sus diferencias políticas e ideológicas con descalificaciones, denuestos y confrontaciones físicas aprendió a exponer con tranquilidad las diferencias en las apreciaciones, programas y líneas y competir con consignas y cantos en el momento de promocionar sus candidatos y listas. Las comisiones que debatieron de la paz, la guerra, la lucha armada, medio ambiente, políticas regionales, elecciones, estatutos, política internacional y otros temas logro armar propuestas de consenso y también definir puntos con diferencias donde se requerirá seguir discutiendo y buscando formulas de encuentro.
Con absoluta seguridad los analistas y politólogos de la derecha que se autoproclamaron consejeros y asesores de la izquierda y que pretendieron tirar línea sobre las conclusiones que el congreso debía asumir, expresarán por estos días sus desencantos. El congreso del Polo no mordió la carnada de concentrarse a discutir si la lucha armada había que condenarla, aplaudirla o justificarla. Tampoco intentó expulsar a quienes no consignaran obligadas condenas en sus proclamas y pensamientos. El congreso expresó con absoluta claridad la necesidad de la solución política negociada al conflicto social y armado que contemple transformaciones de fondo en las antidemocráticas estructuras de la sociedad colombiana y como parte de este propósito trabajar en lo inmediato por el intercambio humanitario.
La inmensa mayoría de los delegados y delegadas al congreso mostraron identidad y coherencia con la historia, los acumulados y los valores intrínsicos de la izquierda. No se deja deslumbrar por quienes, en nombre de una acomodada interpretación de la modernidad, convocan a la conciliación y al oportunismo. Un congreso que en el extraordinario y emotivo acto de instalación fue contundente en su apoyo a Cuba, a Fidel y a la revolución bolivariana de Venezuela. La base del polo es radical y anticapitalista. Y esto no la aleja de ser una izquierda moderna, abierta, incluyente y pluralista.
Carlos Gaviria fue proclamado como presidente del Polo y Antonio Navarro Secretario General hasta el mes de febrero cuando se realice la primera reunión de la Mesa Nacional de Unidad y se nombre un secretario en propiedad.
Lo que ahora sigue es darle cuerpo y estructura regional, municipal, barrial y por sectores al Polo. Y que salga a las calles a confrontar las políticas antipopulares de Uribe y a reclamar por la paz, la cárcel para los genocidas y la conquista de la democracia y la dignidad nacional.