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Construir consensos en Euskal Herria

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El proceso político que se abre camino en Euskal Herria se convirtió en el elemento central en la jornada de cierre del llamado Debate del Estado de la Nación, en el Congreso de los Diputados. El PP, por boca de su líder, Mariano Rajoy, formalizó la ruptura con el Gobierno español que ya anunciara tras […]

El proceso político que se abre camino en Euskal Herria se convirtió en el elemento central en la jornada de cierre del llamado Debate del Estado de la Nación, en el Congreso de los Diputados. El PP, por boca de su líder, Mariano Rajoy, formalizó la ruptura con el Gobierno español que ya anunciara tras conocer, la pasada semana, que el PSE se reunirá oficialmente con la izquierda abertzale. Sin embargo, los orígenes de esa quiebra no parten ni del alto el fuego permanente declarado por ETA en marzo, ni de ese más reciente anuncio de diálogo hecho por Patxi López. Esa ruptura data de largo. Según explicitó el presidente español, José Luís Rodríguez Zapatero, la renuncia del PP a la «unidad de los demócratas» ha sido una constante desde la llegada del PSOE a la Moncloa.

El PP se desvinculó luego de la declaración acordada por el Congreso de los Diputados el 20 de mayo de 2005, por la que se abría la puerta a la exploración del diálogo para poner fin a la violencia política. Desde entonces, su actitud de zapa ha sido una constante. A partir de esos datos, que el propio Zapatero remarcaba ayer en tribuna, cabe preguntarse por qué el presidente del Gobierno español sigue esperando a que el PP dé un giro total en su actitud política antes de hacer efectivo su anuncio de dar luz verde a la fase de diálogo. Máxime cuando dispone de sólo 24 días para lograr el milagro.

Entra dentro de lo razonable que el presidente de un gobierno apure los plazos para atraer a una empresa tan importante a la primera fuerza de la oposición, lo que resulta más desconcertante es que, cuando todas las fuerzas parlamentarias menos una le han dado ya el plácet para que aborde esa negociación, Zapatero no haga bueno ese apoyo dando un paso al frente, sin más dilaciones, no ya sólo para abrir el diálogo con ETA, si no para explicitar su respeto a lo que decidan los vascos.

Así las cosas, ese mirar atrás en que Rajoy y Zapatero convirtieron el debate, más allá del efectismo político, no aporta gran cosa al logro de la paz y la normalización política. Básicamente, porque aunque Moncloa aspire al control del tempo, el reloj del proceso está en Euskal Herria. Y en este país, nadie entiende que a ningún agente se le otorgue, ni un día más, el derecho de vetar de partida un proceso que avala la mayoría. A los agentes vascos no les toca esperar, sino construir con diligencia los consensos que permitan la puesta en marcha del diálogo multipartito. Cuanto antes mejor.