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Construir ya el partido bolivariano de Colombia

Fuentes: Rebelión

Nadie, en ninguna parte del globo, podrá decir que Yohir Akerman o William Ospina son reaccionarios o agentes del imperialismo yanki, o aliados del decrépito anciano oligarca y perpetuo conspireta, quien junto con Marcos Rubio, imaginó y puso en marcha un golpe de Estado paranoico,  no duro como los de antaño, ni blando como los más actuales, sino  diarreico acuoso, y se les pueda acusar de “enemigos internos” por escribir valerosas y valiosas columnas de opinión que, como excepciones, publican en reconocidos medios adictos al régimen colombiano.

Por el contrario, y a diferencia, por ejemplo, de los “opinadores de mala leche”, profesionales del portal (dizque neutral) de La Silla Vacía: Caro, y el hijo del calpixque liberal antioqueño Vélez Cabrera, entre los más conspicuos, Akerman y Ospina han mostrado a todos con honestidad argumentativa, buena prosa, y sobre todo, sin los vituperios biliosos llenos de odio de la llamada oposición uribista y de derecha oligárquica, la realidad real circundante del personaje que hoy se sienta en la silla presidencial de Colombia Gustavo Petro, su estrategia y su legado.

Akerman, en un notable análisis sobre el culto a Petro  en https://cambiocolombia.com/poder/el-culto-petro y William Ospina, en su habitual columna en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/william-ospina/el-que-solo-vende-futuro-siempre-tiene-algo-que-ofrecer/. Opiniones, que invito a quienes desde una posición fresca de izquierda o que tengan mente abierta y quieran salirse del círculo vicioso tóxico Petro-oposición derechista, que se ha tomado el imaginario político colombiano encapsulando la lucha política-ideológica práctica y liberadora, tan necesaria para transformar en un régimen genocida disfrazado de democracia como el colombiano.

Lo que Akerman y Ospina, muestran con obviedad, no es sólo la personalidad trastornada y vaporosa del personaje (supongo, por ejemplo, que William Ospina tan conocedor de la historia de Ursúa, en algún instante de la escritura de esta columna de opinión hubiera recordado los efectos perturbadores y enloquecedores producidos por la canícula ecuatorial y el sol de plomo inclemente del trópico sobre el cráneo calvo o pelado y sin injertos capilares de Lope de Aguirre, y de muchos de sus acompañantes en la famosa aventura de la “nave de los locos”), sino que entre renglones, ambos escritores, muestran la cabina hermética en la que se encuentra metido el predicador con su rebaño.

Es decir, cómo la llamada izquierda colombiana tradicional con su pasado sectario o de secta religiosa ciega seguidora de “predicadores”, carente del principio básico de la filosofía de la praxis y la tradición marxista, cual es la de la autocrítica, que los pragmáticos anglosajones llaman “Insight”,  o línea roja de la ciencia psiquiátrica útil en el diagnóstico clínico y que sirve para determinar si una persona con su mente alterada sea por los neurotransmisores, o por el alcohol o por el abuso de las varias sustancias aditivas, ha roto o ha abandonado su relación con la realidad exterior objetiva.

Sencillo, sin autocrítica no es posible reconocer errores, ergo, imposible continuar moviéndose en la dinámica, móvil y cambiante realidad exterior, y mucho menos, intentar transformarla como suplicaba a sus amigos el sabio de Tréveris.

Intentar llevar el rebaño que los sigue, a la aventura política-ideológica y práctica de cuadrar el círculo teórico de reformar desde dentro, un capitalismo sanguinario y genocida imposible de reformar o maquillar, como el instaurado en Colombia desde la época de los asesinos depredadores invasores del imperio colonial español en el siglo de las luces, reforzado en los siglos posteriores con la contrainsurgencia de los imperios inglés y estadounidense que, reemplazaron paulatinamente a los imperios ibéricos en Nuestramérica.

Cuadrar ese círculo vicioso, imposible de cuadrar, o mejor, enderezar a ese jorobado de nacimiento, sin cirugías, solo con un corrupto y maloliente “sancocho político”, diseñado en la época de los 80 del siglo pasado, pero inútil actualmente con el bloque de poder contrainsurgente dominante en Colombia, que fue reforzado y blindado por la globalización y transnacionalización oligárquica neoliberal actual , y no reconocerlo, es, como lo hacen pensar los escritores en comento, una falta absoluta de autocrítica necesariamente destinada al fracaso.

 Pero, además, no aceptar el fracaso adornándolo con banderas políticas circunstanciales que de momento tremolan en Chile con el incierto viento mundial, o maquillar la decepción presentando el 20 de julio en el parlamento colombiano, cifras sacadas de no se sabe dónde, con el fin de persistir tercamente en esa aventura y así, prolongar la secta electoral exhibiendo una planilla de siete ambiciosos y densos precandidatos presidenciales que  NO podrán conformar ningún Frente Amplio,  porque son amigos de la misma secta o compinches, con el fin de acudir a las elecciones presidenciales del 2026, compitiendo con los restantes 75 encarnizados rivales, y tratar de presentar esa aventura en un partido político electoral  llamado “Pacto Histórico” como  herencia personal del presidente; es realmente una línea roja, no de la fantasía de nadie, sino de la sobrevivencia y especialmente del futuro colectivo de la Política Alternativa (con mayúsculas) de las clases populares y subalternas de Colombia.

Petro se irá y con él el llamado Petrosantismo. En cambio, la valiosa herencia ojo Teórico-Práctica anticolonial y anfictiónica legada por siglos  los pueblos nuestroamericanos por nuestro Padre Simón Bolívar, como dijo el poeta popular incaico José Domingo Choquehuanca, el 2 de agosto de 1825 en el altiplano peruano de Pucará:            

“Quiso Dios de salvajes formar un gran imperio y creó a Manco Cápac; pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiaciones ha tenido piedad de la América y os ha creado a vos. Sois pues, el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar. Habéis fundado tres repúblicas que en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevan vuestra estatua a donde ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece el tiempo con el transcurrir los siglos y así como crece la sombra cuando el sol declina».

 Así lo demuestran los hechos y la realidad real de la actual revolución bolivariana de Venezuela, que cada día que pasa crece a lo ancho y a lo profundo dándole la razón al poeta Choquehuanca.

Así las cosas, la realidad política de Colombia ha puesto al Movimiento, y a los auténticos bolivarianos de Colombia, frente a una responsabilidad esa sí histórica, que obliga a formular la siguiente pregunta:

¿Dejarán pasar de largo esta oportunidad irrepetible e inigualable?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.