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Contar la población… esa no es la cuestión

Fuentes: SEMlac

En Cuba, país de avanzado envejecimiento demográfico y más de un quinquenio sin crecimiento de su población, estimular la fecundidad pasa por garantizar las condiciones para que cada familia pueda tener los hijos que quiera y cuando quiera, señalan especialistas en demografía.

«Tenemos que apostar al mayor número de nacimientos posibles, pero sin aspirar al reemplazo demográfico y partiendo de que cualquier medida o política debe respetar los derechos sexuales y reproductivos, sobre todo de las mujeres», explica a SEMlac Antonio Aja Díaz, filósofo, demógrafo y director Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.

Su colega Matilde Molina Cintra, psicóloga y subdirectora del centro, insiste en que los análisis se ajusten a la realidad concreta de cada territorio, teniendo en cuenta que el embarazo adolescente se presenta como la «mayor desarticulación de la fecundidad cubana» y no se puede incrementar el número de nacimientos a costa de los bebés de madres menores de 20 años.

Ambos criterios entroncan con el llamado del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), en su más reciente informe del Estado de la Población Mundial 2023, presentado a nivel global el 19 de abril.

La publicación, titulada «8.000 millones de vidas, infinitas posibilidades: argumentos a favor de los derechos y libertades«, valora que la llamada «ansiedad demográfica», provocada por los conteos estadísticos que se producen prácticamente en tiempo real, se ha convertido en un fenómeno generalizado y «cada vez es más frecuente que los gobiernos adopten políticas encaminadas a aumentar, reducir o mantener las tasas de fecundidad».

La planificación familiar no puede ser una herramienta para alcanzar las metas de fecundidad, sino un recurso que empodera a todas las personas. Las mujeres deben poder elegir si desean tener hijos, cuántos y en qué momento de su vida, sin sufrir coacción, alerta el texto.

El informe aboga por «dar un giro de 180º grados a la perspectiva desde la que se abordan las cifras demográficas» y llama a gobiernos, instituciones públicas, academia y medios de comunicación a «prescindir de los relatos exagerados sobre explosiones y descalabros poblacionales».

En lugar de preguntarse a qué velocidad tiene descendencia la ciudadanía, es necesario plantearse si todas las personas -en especial las mujeres- están en posición de ejercer su libertad reproductiva, alerta el texto.

«La reproducción humana no es ni el problema ni la solución. Cuando adoptamos políticas que tienen como pilar fundamental la igualdad de género y los derechos, ganamos en fuerza y resiliencia y nos volvemos más capaces de lidiar con los problemas derivados de los cambios demográficos repentinos», aseveró la doctora Natalia Kanem, directora ejecutiva del Unfpa, durante la presentación del Estado de la Población Mundial.

Dinámica demográfica compleja

La dinámica demográfica cubana es compleja. «Una realidad que ha implicado ajustes en las políticas para su atención y exige un cambio de mentalidad para sus análisis», valora Aja Díaz.

A la baja fecundidad, con 45 años sin reemplazo generacional (que al final de su vida reproductiva cada mujer deje una hija que la reemplace en ese rol), se suman bajos niveles de mortalidad, alta esperanza de vida y un sostenido saldo migratorio internacional negativo.

En 2022 aumentaron significativamente las defunciones generales, hubo muchos menos nacimientos y creció de forma notable la población en el exterior, sin ser considerada migrante, según datos preliminares de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).

«Se produjo el más bajo número de nacimientos y el más alto de defunciones de los últimos 60 años», precisa el director del Cedem.
Esos nacimientos incluyen los partos de madres adolescentes, pero el aporte de estas jóvenes a la fecundidad general del país ha crecido, alerta Molina Cintra.

Los partos de madres entre 15 y 19 años fueron 16,7 por ciento del total de nacimientos del país en 2019, cifra que subió a 17,1 en 2021. La experta precisa que también crece «la heterogeneidad de la fecundidad adolescente según zonas de residencia, provincias y municipios».

A la par, la movilidad interna de zonas rurales a pueblos y ciudades del ámbito urbano impacta negativamente en la población económicamente activa de los polos de producción de alimentos.

Además, contar con más personas mayores de 60 años y con expectativas de superar los 80 años de vida presiona a los sistemas de seguridad y asistencia social e incrementa la demanda de cuidados de larga duración, tarea que recae básicamente sobre mujeres y las obliga, muchas veces, a abandonar sus empleos.

Hacia 2030, la población cubana continuará decreciendo, precisa Aja Díaz. El número de personas con más de 60 años se acercará al 30 por ciento de los habitantes del país, sobre todo en zonas urbanas y las familias serán cada vez más pequeñas.

Para el director del Cedem, atender la actual dinámica demográfica en Cuba también supone cambiar imaginarios. Entender la migración como un proceso circular, por ejemplo; o el envejecimiento como una etapa de la vida que puede ser activa y productiva. Pero, sobre todo, atender las particularidades en provincias y municipios.

Calmar la «ansiedad demográfica»

El llamado de Aja Díaz está en línea con las recomendaciones del Unfpa. «Si queremos forjar sociedades prósperas e inclusivas, independientemente del tamaño de la población, necesitamos un cambio radical de mentalidad en lo que respecta a nuestra forma de hablar sobre los cambios poblacionales y hacer planes en torno a ellos», dice el Estado Mundial de la Población este año.

El texto desmonta múltiples mitos repetidos en medios de comunicación y otros espacios, en torno a la llegada del planeta a los 8.000 millones de habitantes, en noviembre de 2022: nacen muchas o pocas personas; ya no caben más habitantes en el planeta; las cuestiones demográficas no tienen que ver con las desigualdades de género o hay que controlar la fecundidad, entre otras.

Unfpa llama a dejar a un lado las «retóricas alarmistas» y propone analizar mejor las consecuencias de estos números en las vidas, los derechos, la salud y futura descendencia de todas las personas.

El informe recomienda a los gobiernos adoptar políticas cuyo pilar fundamental sean la igualdad de género y los derechos, como programas de licencia parental, deducciones fiscales por cada hijo, políticas que fomenten la igualdad de género en los entornos laborales, y acceso universal a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.