Con el proyecto de presupuesto aprobado en el Congreso por la Alianza y la Concertación -que continúan hermanadas, para descrédito político de los que apuestan a la alianza con la Concertación para formar un «gobierno de democracia y justicia social»- el gobierno de Piñera termina su fase de instalación y comienza a pasar a la […]
Con el proyecto de presupuesto aprobado en el Congreso por la Alianza y la Concertación -que continúan hermanadas, para descrédito político de los que apuestan a la alianza con la Concertación para formar un «gobierno de democracia y justicia social»- el gobierno de Piñera termina su fase de instalación y comienza a pasar a la ofensiva en materia de profundización de las políticas neoliberales que han regido sin interrupciones desde hace tres décadas en Chile.
Parte de la ofensiva es la instalación del debate sobre una supuesta «Nueva Derecha», cuyas señas de identificación serían una mayor sensibilidad social y vocación democrática que la derecha tradicional.
No se trata de otra cosa que de la apropiación por ciertos sectores de la Alianza de algunos tópicos tradicionales del discurso concertacionista, que a fuerza de ser vaciados de sentido durante los veinte años de gobierno de la Concertación -mero asistencialismo estatal en un caso; democracia elitizada y oligárquica apoyada en el control de los medios en el otro- le han enseñado a ciertos grupos de la derecha que son inofensivos para el modelo capitalista neoliberal.
No son ajenos a este slogan de la «Nueva derecha» los forcejeos y pulseadas de distintos grupos de la gran burguesía empresarial. Al apoyo del empresario Álvaro Saieh y su conglomerado periodístico COPESA -que ha dado amplia tribuna al debate sobre la «Nueva derecha», en una clara operación de «agenda setting»1– al gobierno es parte de su competencia con «El Mercurio» de A. Edwards.
El primer eje de la ofensiva gobiernista es la educación, donde, lejos de una revolución, hay una profundización de las políticas iniciadas a principios de los 80 y continuadas por los gobiernos concertacionistas, aumentando la mercantilización de la educación, el deterioro de la educación pública y la elitización de la enseñanza de calidad.
Es una reforma pensada y dirigida hacia el sector privado. Lejos de explicarse sólo por razones ideológicas, esta ofensiva de la Alianza busca aumentar las transferencias estatales hacia un extenso sector de empresarios de la educación -políticamente transversal- que ha crecido alimentado por los subsidios públicos.
Uno de los factores que explican la ofensiva del gobierno es el capital político acumulado como resultado de la explotación mediática y política (hoy casi sinónimos por la espectacularización de la política) del rescate de los mineros de la mina San José. Pero de igual y mayor importancia es que Piñera sabe que no tiene una oposición real al frente por parte de la Concertación, que ha mostrado a todo el país su mezquindad y ruindad política.
La Concertación apoyó al gobierno en dos hitos fundamentales: la aprobación de un proyecto de royalty minero claramente antinacional y la aprobación del presupuesto 2011. El único enfrentamiento serio de la Concertación con el gobierno fue por las elecciones de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, un tema absolutamente secundario. Cuando se trata de cuestiones fundamentales para el funcionamiento del capitalismo neoliberal, no hay disensos. Cuando se trata de circo, los payasos de la Alianza y la Concertación se dan bofetones de utilería, pensando sólo en los próximos posicionamientos electorales y en ganar al otro bloque tal o cual cargo, pero nada más.
La única oposición de verdad a Piñera ha venido desde abajo, desde los movimientos sociales populares. Los pobladores de la Federación Nacional de Pobladores fueron a La Moneda a rechazar las nuevas políticas de segregación urbana emanadas del Ministerio de Vivienda. En Lota, treinta y tres obreras cesantes de los programas de reconstrucción se tomaron la histórica mina «El Chiflón del Diablo» en protesta por el término de los programas de trabajo de emergencia. Es parte de una ola de luchas grandes y pequeñas que recorre todo el país.
Esta emergencia de la lucha popular afronta el claro peligro de terminar siendo instrumentalizada para las campañas electorales de la Concertación, que busca retornar al gobierno y recuperar las posiciones de poder que perdió a manos de la Alianza. Tal como ocurrió en 1989, las promesas electorales serían pronto olvidadas para dar paso a la administración del modelo neoliberal. La experiencia de veinte años nos ha enseñado que no hay alternativa real entre Alianza y Concertación.
Dado que la Concertación ha visto debilitada su inserción en el movimiento social, va a recurrir a sacar las castañas del fuego con la mano del PC. La realización del XXIV Congreso de ese partido, así como las alianzas que los militantes del PC realizan con la Concertación en distintas organizaciones, como el Colegio de Profesores, no deja lugar a dudas a esa orientación. La consigna «todos contra la derecha» es la consigna de la instrumentalización del pueblo por parte de la Concertación y sus nuevos socios.
Las fuerzas anticapitalistas tenemos el deber ineludible de levantar un nuevo proyecto popular, con sus correspondientes instrumentos orgánicos, que sea alternativa independiente y popular para los trabajadores y el pueblo y que vaya en la dirección de convertir al pueblo en protagonista y no en furgón de cola de las luchas entre fracciones del bloque dominante.
Los llamados a la convergencia de los anticapitalistas basada en principios abstractos y difusos han demostrado ser inservibles, porque la dispersión política existente ha terminado impidiendo el concordar una estrategia y una táctica comunes. Por el contrario, se impone la necesidad de construir unidad para luchar con eficacia contra la ofensiva del piñerismo y construir una alternativa a la Concertación y las fuerzas de izquierda vacilantes que le sirven de escuderos.
Ello implica construir un frente político y social común que a la brevedad
* Levante una plataforma de reivindicaciones populares democráticas, antineoliberales y anticapitalistas, que sea capaz de unir fuerzas no sólo contra el gobierno, sino contra el modelo y ambas fracciones del bloque dominante. Una Asamblea Constituyente que anude las demandas por educación pública gratuita y de calidad, salud gratuita, nacionalización del cobre, fin del código laboral de la dictadura y otras del mismo tenor,
* Acuerde un plan de lucha independiente contra la ofensiva de la derecha empresarial y se plantee la perspectiva estratégica de acumular fuerzas para un paro nacional contra el gobierno y contra el modelo capitalista neoliberal,
* Concuerde una táctica electoral común para las elecciones municipales del 2012, que ofrezca a los trabajadores y movimientos sociales una alternativa política a la Alianza y la Concertación, disputando todas las comunas del país a ambas fracciones de la burguesía.
* Eche las bases de un nuevo instrumento político de los trabajadores, los movimientos sociales y el pueblo, que naciendo desde abajo y al calor de las luchas populares, sea capaz de proyectar esas luchas y sus demandas democráticas en un sentido histórico de superación del capitalismo y construcción socialista para Chile.
La constitución de este Frente es urgente. El momento político impone esta tarea a las fuerzas anticapitalistas como una necesidad táctica y estratégica apremiante. Se han acumulado fuerzas políticas y recursos humanos para iniciar una tarea de construcción de esa envergadura.
La historia es nuestra, a condición de que tengamos la voluntad de apropiarnos de ella.
Coordinador Movimiento Generación 80, G80
1.- La teoría de la agenda-setting postula que los medios de comunicación de masas tienen una gran influencia sobre el público al determinar qué historias poseen interés informativo y cuánto espacio e importancia se les da. El punto central de esta teoría es la capacidad de los mass media para graduar la importancia de la información que se va a difundir, dándole un orden de prioridad para obtener mayor audiencia, mayor impacto y una determinada conciencia sobre la noticia. Del mismo modo, deciden qué temas excluir de la agenda.