Debemos apostar por el rearme del campo clasista, popular y revolucionario, romper el sectarismo, articular las luchas y retomar la iniciativa política para hacerle frente al actual gobierno de Boric, y todos los que vengan.
Este 11 de septiembre se cumplen 52 años del golpe civil-militar que instauró la dictadura al servicio de la burguesía y el imperialismo yanqui, táctica contrarrevolucionaria que buscó contener el sostenido avance de la organización y lucha del proletariado durante el siglo pasado. El golpe no solo intentó aniquilar físicamente a miles de luchadores y luchadoras populares, sino que también borrar de raíz cualquier intento de la clase trabajadora y el pueblo por construir una alternativa de poder por y para las y los trabajadores.
La derrota táctica de 1973 no puede entenderse sin la responsabilidad del reformismo y del revisionismo que, en lugar de preparar al pueblo para el enfrentamiento de clases, depositaron sus esperanzas en la institucionalidad burguesa y en acuerdos con las mismas clases dominantes que posteriormente desarrollarían la ofensiva antipopular. La vía institucional mostró sus límites, porque lejos de abrir el camino al socialismo, desarmó política e ideológicamente al campo clasista, popular y revolucionario, excluyendo la vía armada como forma de conquistar el poder para las y los trabajadores.
Sin embargo, no se puede negar que durante ese proceso surgieron expresiones organizativas de avanzada como los cordones industriales, los comandos comunales, las tomas de terrenos y la autodefensa obrera y poblacional. Esas experiencias nos enseñan que el verdadero protagonismo del pueblo está en su organización con independencia de clase y combatividad, y que solo en la lucha abierta contra el viejo Estado es posible avanzar en la conquista del poder y la creación de una nueva sociedad, la sociedad sin explotados ni explotadores, la sociedad sin clases.
Hoy en día seguimos viviendo las consecuencias del modelo económico capitalista “neoliberal” que la dictadura impuso a sangre y fuego, profundizado por todos los gobiernos de esta democracia burguesa. El alza del costo de la vida, los bajos salarios, las pensiones de hambre, la precarización laboral, el endeudamiento generalizado, la privatización de la educación, la salud y la vivienda, son el rostro cotidiano de un sistema diseñado para garantizar las ganancias del gran capital, asegurar la propiedad privada y la plusvalía, mientras las mayorías trabajadoras cargan con la miseria, la pobreza y la exclusión.
Las contradicciones de clase se agudizan día a día. Mientras las grandes empresas y compañías aumentan sus utilidades y el capital financiero concentra la riqueza, la clase trabajadora se ve obligada a sobrevivir en medio de una de las más profundas crisis del sistema capitalista monopólico. La represión estatal, que se manifestó con toda su crudeza en el alzamiento popular de octubre de 2019, muestra que este régimen solo puede sostenerse por la fuerza, porque ha perdido legitimidad entre las masas trabajadoras y populares.
Desde la Coordinación Clasista y Popular afirmamos que la memoria no puede quedar reducida a homenajes ni a llamados abstractos a la “unidad nacional”. Nuestro homenaje a las y los caídos, y a quienes resistieron a la dictadura y enfrentaron a la falsa democracia de ricos y poderosos, es la continuidad de su lucha, levantando organización clasista en los puestos de trabajo, en los territorios, en los centros de estudio, fortalecer la autodefensa de masas, articular las luchas obreras, poblacionales, estudiantiles y feministas de clase, y construir la fuerza necesaria para que nunca más nuestro pueblo sea conducido a la derrota.
Debemos apostar por el rearme del campo clasista, popular y revolucionario, romper el sectarismo, articular las luchas y retomar la iniciativa política para hacerle frente al actual gobierno de Boric, y todos los que vengan. Prepararnos para los futuros escenarios de lucha y combate y desde la calle hacerle frente a las políticas de hambre, al circo electoral, a la prisión política y a la ofensiva antipopular de los dueños del poder y la riqueza.
El 11 de septiembre de 1973 demostró que no se puede confiar en la burguesía ni en sus instituciones. Hoy, 52 años después, sostenemos que el camino sigue siendo el de la organización independiente, clasista y combativa de la clase trabajadora y el pueblo.
¡A 52 años del golpe, que la memoria sea la organización y la protesta popular!
Contra la burguesía y el imperialismo
¡La rebelión se justifica!
Coordinación Clasista y Popular.