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Corralejas entre la memoria y el olvido

Fuentes: Rebelión

«En todas las memorias hay chimeneas humeantes», Jorge Semprún   Corralejas es un corregimiento del municipio de San Juan del Cesar (Guajira) ubicado en las estribaciones de la Serranía del Perijá. El verde de la Serranía, las risas de los niños y la amabilidad de la gente contrastan con un pasaje reciente de la historia […]

«En todas las memorias hay chimeneas humeantes», Jorge Semprún

 

Corralejas es un corregimiento del municipio de San Juan del Cesar (Guajira) ubicado en las estribaciones de la Serranía del Perijá. El verde de la Serranía, las risas de los niños y la amabilidad de la gente contrastan con un pasaje reciente de la historia de este lugar, años 2007-2009, que dejó una herida abierta en la población.

Según el Informe de la misión Humanitaria realizada por Acción Humana ONG el 13 de mayo de 2015 [i]: el 23 de marzo de 2008, en el sitio conocido como La Sierrecita murieron Luis Ángel Añez Ospino, de 15 años de edad y estudiante de noveno grado, y Tomás Alfonso Ospino Álvarez de 48 años de edad . En los hechos habrían estado involucrados miembros del Ejército Nacional [ii] , Batallón de Artillería de Campaña N° 10 «Santa Bárbara» [iii].

El sobreviviente de ese hecho y de otros incidentes comparten su testimonio y describen aquellos años en el corregimiento de Corralejas.

Weisner José Álvarez Frías

 «Yo estaba en un paseo pa´ya pa la parcela y salimos pal río. Cuando ya veníamos bajando nos coge el grupo armado: la guerrilla, las Farc. Eso es una cosa, me trae muchos recuerdos a mí malos y yo no he quedado bien desde lo que me pasó», recuerda Weisner.

«Ellos nos cogen aquí en la parcela, y nos llevaron de escudo, porque ellos se llevaron un ganado, y nos llevaron a nosotros, como a 25 civiles, y todo el que iban encontrando se lo iban llevando. Y como a las 9, fue cuando se enfrentó la guerrilla al Ejército. Fue un encuentro, prácticamente una emboscada, porque si ellos sabían que ahí iban civiles, qué iban a hacer con dispararle a uno, el Ejército sabía que iban civiles», comenta.

La parcela donde ocurrieron los hechos queda a aproximadamente un kilómetro de Corralejas. Weisner describe los hechos ocurridos el 23 de marzo de 2008 cuando él y sus amigos Luis Ángel Añez Ospino y Tomás Alfonso Ospino Álvarez [iv] caminaban juntos y a quienes la guerrilla les pidió que siguieran con ellos. Los ubicaron intercalados entre el ganado, explica Weisner, luego hubo un enfrentamiento entre la guerrilla y el Ejército.

El guerrillero, que llevaba a Weisner y a sus amigos, disparó. El Ejército disparó también y murieron el guerrillero y los amigos de Weisner. Él lo recuerda así:

– El Ejército dijo alto: ¡Somos el Ejército Nacional!

-«Entonces el guerrillero disparó [v] y de allá pá ca fue la tiramenta porque un solo guerrillero no va a hacerse ese poco de tiros. Cayeron ahí los muchachos, era hermano del padrastro mío, el otro pelao era primo mío, era un pelaito (…) Eso salió en las noticias pero pasaban como NN, como guerrilleros y eso es lo que pelean las familias, que limpien el nombre de ellos porque ellos nunca fueron guerrilleros» [vi]

«De los cuatro que iban ahí el único que sobreviví yo. Milagro de Dios porque donde caigan tres personas y sobrevivir es un milagro (…) ellos hicieron cantidades de tiros que uno no sabe de dónde salían. Yo me tiré al suelo y a los demás si los alcanzaron los tiros».

Weisner aún siente tristeza. Duró más de un mes sin dormir y no recibió acompañamiento psicosocial, él no pidió ayuda psicológica por miedo. Al preguntarle si el miedo desapareció responde que todavía no.

«Pa´que le voy a echar mentiras. Le voy a decir que no es lo mismo, pero yo por lo menos oigo un tiro en una parte y un nervio que me da», asegura.

Después de ocho años él siente temor. «El miedo que tengo yo todavía. Yo presiento por ejemplo yo pido una ayuda a un psicólogo y si, por lo menos, el Estado manda a hacer algo a uno, que yo fui el único sobreviviente, eso es lo que pienso yo (…).

«Yo quiero precisamente un psicólogo, que me ayude con el nervio que cargo yo encima. Es un nervio porque yo antes no era así, eso desde los ocho años pa´ca. No me daba miedo, yo sentía un tiro y era normal; ahora siento un tiro y me pongo nervioso; es un nervio que le queda a uno (…)Yo de noche no cojo; si me agarra la noche en la parcela, me quedo mejor pero yo solo no me vengo».

Alfredo Enrique Añez Álvarez

Alfredo Enrique Añez Álvarez, de 58 años de edad, es nativo de Corralejas. Es agricultor vive en la finca Nueva Vida; es padre y abuelo y también fue victimizado.

«Respecto a los ataques de los grupos armados, yo fui una de las víctimas también, del 2006 para acá, en los años, 2006 [vii] , 2007 y 2008 fueron los ataques contra mí, y contra los agricultores porque ellos a según todo el que estaba metido en el monte era cómplice de lo que sucedía. Entonces, a mí me tumbaron una puerta de la casa: me picaron las mangueras, me pisaron las ollas, y me maltrataban con palabras: apoyador, me decían de todo.

«Llegaban a la casa maltratando porque uno tenía que saber dónde estaba la guerrilla. Le decían apoyador y yo les decía que no era apoyador que así como llegaban ellos, llegaban otros y que yo no podía botarlos porque yo era un campesino y en el camino pasaba la gente. Yo les decía: pónganse en mi lugar si yo me pongo a averiguarle a todo el que pasa me matan más ligero, habían unos que pasaban y me hablaban y otros que no, así sencillamente.

«Sí yo denuncié. A muchos nos atendieron como desplazados, porque somos desplazados, nos tocó dejar la finca sola, me vine de la finca acá al pueblo. De allá nos hicieron venir al pueblo (…) Yo de terco me metí, allá tengo unos animalitos, volví en el 2009», recuerda Alfredo.

Al preguntarle cuántas veces entraron en su casa responde: «Uff cantidades de veces. A veces me acostaba y cuando me levantaba en la mañanita estaba el patio lleno de Ejército y era investigándome, metiéndose pa´dentro a ver si había alguien conmigo adentro».

Alfredo se sentía confundido: unas veces se quería venir, otras se quería quedar porque pues no ha matado a nadie, ni ha robado a nadie y deseaba quedarse en la finca. «Pero a veces me humillaba por la sugestión de la gente (…) No trabajaba uno confiado porque en el momento menos pensado llegaban, siempre estaba uno con la desconfianza porque uno estaba tranquilo.

En la actualidad, él vive entre su finca, donde tiene un cultivo, y el pueblo. «La ley casi no sube por allá por temor a las emboscadas», dice.

*****

Héctor Granadillo

Otra persona que sufrió el acoso del Ejército fue Alfredo Granadillo Coronado, de 53 años de edad, quien cultiva yuca, maíz y fríjol.

«Yo tenía una parcela y cuando llegó la Décima Brigada. En el año 2007, el papá mío trabajaba allí, un hombre ya mayor, ordeñaba. Entonces él me dijo: hijo ayúdame a ordeñar (…) Yo iba de madrugada, yo me levantaba a las 3:30, me pongo mis botas. Ellos ya les tiraron el dato, ellos venían con información de mi persona.

«Yo me levanté y me fui más temprano. Pasé por ahí y yo llego y encuentro al papá mío que se había levantado, me lo encontré ordeñando. Yo me meto al corral y engancho la primera vaca, vi un ternero y no estaba la mamá. Entonces me dice:

-Quédate aquí, yo voy a buscar la otra vaca, ahí hay un bebedero

«Y se regresó pal cerro. Cuando yo miró pa´ ca, yo vi que apagaron al fuego. Cuando yo miro, ya veo donde vienen y dicen:

-Ejército Nacional

– Les dije: bueno gracias.

«Se metieron al patio y apagaron las luces (…) Y me dicen:

-Usted no va a ordeñar, usted me tiene que acompañar.

-¿Cuáles son los motivos? pregunté

«Eran como las cuatro y pico, empezamos a discutir, les pregunté por qué me iban a sacar. Yo les dije si van a matarme, mátenme aquí, si van a ganar plata a costillas mías, no tengo enemigos.

-Entonces un militar dijo: si tuviera enemigos te mataban.

– ¡Respeten mi derecho humano! le digo.

-¡Qué derecho humano, ni qué nada!, respondió el militar

«Pero yo era dando tiempo a que el papá mío llegara y unos hermanos míos y un concuñado que estaban trabajando. Yo dando tiempo para que ellos llegaran, pero se metieron seis y me agarraron todos. Me llevaban a rastras. A unos pocos metros venía el papá mío y le dije:

-¡Papá los soldados me llevan y me van a matar, eso es lo que quieren ellos!

«Entones empezó a hablar él con ellos. Nada… no le va a pasar nada y lo apartaron así a un lado y a mí me bajaron (…) me estaba asfixiando y en eso yo saqué fuerza, le metí los pies y las manos y lo tumbé.

Cuando yo me traté de parar, él se paró primero y me mete la pata a mí y me decía que yo vivía extorsionando a los ganaderos.

-¿Cómo, dije, tienes pruebas?

Entonces llegaron los hermanos míos. Primero llegó un concuñado, le vino a decir a la mujer mía. Y yo le dije últimamente yo no camino más, si me vas a matar mátame. Ahí llegó la mujer mía, empezó a discutir con ellos, llegaron los hermanos, míos, un tío, esto se llenó de gente, todo eso se llenó y ahí me tuvieron hasta las 10 de la mañana. De ahí me dijeron váyase. Eso fue en el mes de junio, era un día feriado, un lunes feriado», afirma Héctor.

El personero, cuando era alcalde Hernando Marulanda Brito, era amigo de Héctor. Fue a su casa a contarle lo que pasó y él le dijo que volviera el martes para hacer la diligencia y presentar todo ante la Décima Brigada [viii] .

El Capitán de esa brigada lo conocía y fue a buscarlo donde su mamá. Allá le contaron lo que le hicieron. Héctor se encontró con él y el capitán le preguntó qué había pasado. Él le dijo que sus hombres lo iban a matar y el capitán le respondió que presentaría el caso en el Ejército y lo arreglarían.

Así fue. «Y duré allá casi como un mes porque esto lo pasaron a la justicia militar allá. Si yo hice todo, la denuncia, me venían a buscar aquí, a hacer las entrevistas, tomar el testimonio, me traían y llegamos a donde el que me golpeó.

«Pero usted sabe cómo es la justicia. Me trajeron al que me golpeó y le preguntaron:

-¿Usted por qué le pegó?

-No, yo me equivoqué respondió el militar.

«Usted sabe una cosa que manejan ellos, allá son unos y con uno son otros. Lo regañaron y mas nada. Le dijeron que no vuelva a suceder porque esa no es la metodología del Ejército», afirma Héctor.

Después de eso nunca se volvieron a meter con él. Pasan por su finca y a veces le hablan y a veces no. Héctor duerme de nuevo en su parcela, a 10 minutos de Corralejas.

Después de eso el personero, José Alfredo Plata Mendoza, se presentó en la Popa. Allí aparecía él muerto. Él y José Antonio aparecían como muertos. El personero les avisó a ambos. Héctor viajó a Valledupar para hacer los documentos que demostraran su supervivencia.

Durante un mes después de estos hechos, Héctor no se sentía bien. Algunas personas cambiaron con él, perdió un maíz que tenía sembrado porque no fue a atenderlo, durante un tiempo iba a su parcela acompañado, se sentía triste pero con el tiempo recuperó la confianza.

«Me sentía triste por lo que me estaba sucediendo y dándole gracias a Dios que salí de eso. Pasó ese mes y me re entregué a la gente y recibí apoyo de la gente. Y ya he seguido yo mis andanzas, yo soy un hombre que a mí me gusta el fútbol y me he dedicado a participar en Villanueva, jugando fútbol, gracias a Dios estoy tranquilo, ahí luchando la vida con ayuda de Dios porque el gobierno por aquí…totalmente abandonados», finaliza.

***

José Antonio Vega

José Antonio Vega, tiene 38 años, es agricultor y vive en Corralejas. En el año 2007 se dedicaba a la siembra de algodón con una hermana. El Ejército lo veía pasar todos los días.

«Un día yo venía y me dicen: Vente pa´ requisate.

– Y dije qué me va a requisar si vengo en pantaloneta qué me va a requisar. Yo casi no le paré bolas y regresé al día siguiente en la mañanita.

– Me la teneis que pagar, me dijo el soldado.

– Y yo le dije qué te voy a tener qué pagar, yo no te debo nada a ti. Tuvimos unas palabras ahí y me fui.

«Cuando regresé estaban toditos. Me quitaron la camisa, me decían hijuepeuta, que era un perro malcriado, un poco de cosas me decían, malparido, y yo también les decía porque yo no me les quedaba callado».

José Antonio afirma que uno lo empujó. Entonces él le tiró una palmada. Le quitaron la camisa, le tomaron fotos y lo pusieron dos horas sol a sol sin camisa; después lo llevaron al cerro.

«Eran cuatro. Me sacaron por arriba, por allá arriba sin camisa, monte a monte, sin camisa me llevaron y pua´ allá me hicieron unos tiros.

– Me dijeron: corre pa´que veas que si corta el fusil

– Si quereis lo soltas, esta también corta le dije yo, con la mano

– Corre hijueputa me decían.

– Y últimamente yo les dije; si me va a matar mátame acá parado porque yo no voy a caminar más».

Mientras tanto su familia lo buscaba. Por un rato, lo bajaron del cerro donde lo tenían y luego lo pusieron de nuevo al sol sin camisa. Le hicieron todo eso porque no se dejó requisar cuando caminaba en pantaloneta.

-Me decían: ¡párese ahí guevón, ahí tenes que quemate el cuero!

– Entonces yo les decía yo si me lo tengo que quemar me lo quemo, pero a mí no me interesa (…)

Le tomaban fotos y luego quien los mandaba le dijo:

-¡Hay que meterle un castigo para que no sea malcriado!, me dijo.

-Yo le dije si me lo van a meter métamelo, pero yo de aquí no me voy a mover más, de aquí cojo pal´ pueblo.

«Me volvieron a tener hora y pico al sol y me pusieron un soldado ahí. Y se puso a hacer rayitas en el suelo y yo me le volé. Me tiré, me le fui corriendo y me vine pa´quí y vinieron dos soldados a sacarme a la casa.

«Entonces una hermana mía me dijo: ¡coge un machete! Se meten ahí y mocho uno, pero no se metieron. Trataron pero las hermanas mías estaban ahí, no los dejaron entrar a la casa», finaliza.

«De ahí aparecíamos muertos, que nos habían matado, ese mismo grupo a nosotros, con el otro amigo, lo agarraron junto a la casa y lo maltrataron. Aparecíamos muertos él y yo», asegura.

«Un funcionario del gobierno de San Juan se dio cuenta y nos dieron a todos el pasaje y fueron y nos arreglaron eso y uno inocente de nada. Uno también va y no busca asesoría de nada y ahí quedó el caso. Ahora que esta gente está viniendo por aquí se ha removido eso [ix] (…) Yo no denuncié y eso quedó así».

Después de ocurridos los hechos, los primeros días, sintió miedo y le tiene miedo a la muerte porque ama la vida y a sus hijos. «(…) Esa gente vinieron fue por aquí desatados, trompiando gente, maltratándola. Eso no es así, pero ya eso se calmó bastante».

***

J anner Eduardo Puentes, a quien llaman cariñosamente el mono, tiene 35 años y es un líder respetado en Corralejas. En su opinión estos hechos tuvieron un impacto negativo sobre la población: «Saber que a nuestros hermanos los mataban, los ultrajaban y saberse que fue el Ejército, el paramilitarismo que actuó acá en la zona y cambiar la cultura de paz y tranquilidad que tenía la zona, marca mucho».

Él no olvida el sufrimiento de las familias, ver pasar los cadáveres como ver pasar un chivo; eso causó un trauma y no tuvieron acompañamiento de ninguna entidad para procesar lo ocurrido.

Según Janner la comunidad se ha sobrepuesto a esa situación y sólo ahora expresan lo que llevan por dentro. Esta población mantiene sus heridas abiertas.

«Eso se refleja en el trato de la comunidad, ya no hay el mismo trato. No hay el mismo respeto, ya no hay la misma solidaridad que había antes. Eso es gracias a ese flagelo y a ese duelo que no tienen con quién expresárselo ni con quien conversarlo si no que lo hacen con el hermano, con el vecino, con el familiar porque es la forma de sacar lo que llevan por dentro», asegura.

La comunidad no ha recibido apoyo psicológico.

Janner estableció unos compromisos en Riohacha para que vengan y escuchen a las víctimas ya que no vinieron de San Juan del Cesar. Él espera que escuchen a la comunidad aunque ya no puedan tomar declaraciones.

Recientemente ha trabajado con Congreso de los Pueblos, Acción Humana, la Universidad de la Guajira y Sintracarbón porque desea que se conozca lo que pasó en este corregimiento.

Entre tanto, Acción Humana ONG realizó el Conversatorio por el derecho a la vida, el 1 de septiembre de 2015 en el que participaron organizaciones de diferentes sectores sociales y la OEA.

El propósito del conversatorio, en el que estuvieron presentes los familiares de las dos personas asesinadas en 2008, fue generar un espacio de diálogo intersectorial en el que se socialicen y se discutan propuestas pedagógicas para la construcción de la convivencia y la paz en la comunidad.

Janner desea acabar con el estigma de guerrilleros que tienen los habitantes de este lugar. «Es fuerte y hay ratos que uno se sale de las casillas defendiéndose, es triste que uno se sale de las casillas defendiéndose. Uno no está en un bando ni con el otro; también uno por hacer silencio, se gana el estigma y es duro de limpiarlo y quiero que el Estado pida el perdón público y tenga reconozca que se cometieron errores y atrocidades en esta comunidad».

Él y otros miembros de la comunidad anhelan la reconciliación de las personas pues mientras que no haya eso -asegura Janner- es muy difícil que alguien cuente la historia porque son de familias aparentemente enemigas por las decisiones que tomaron algunos de sus miembros en el pasado.

Janil otro líder del corregimiento lucha por reconciliar a su comunidad. Él tenía 16 años cuando asesinaron a los dos hombres que paseaban con Weisner. Uno de ellos, el menor, esa su amigo. «Con él andaba para arriba y para abajo, para todos lados, al enterarme que lo matan, yo al principio no lo creía», recuerda.

Antes de que eso ocurriera, señala Janil, los jóvenes caminaban por el monte sin preocupación de nada, pero después los papás restringieron esas salidas, no les daban tanta libertad para ir a los sitios turísticos, la represa y el manantial, por miedo de que les pasara lo mismo que a Luis o los reclutara la guerrilla.

Desde entonces, las relaciones en Corralejas cambiaron. «La gente ha optado por olvidar lo que pasó, de no hablar de eso para no despertar lo que se vivió en ese momento.

Janner y Janil trabajan incansablemente para desestigmatizar a su comunidad y rescatar lo mejor: la solidaridad, la unión, y por desenterrar aquellos hechos que persisten entre la memoria y el olvido.

El caso en la Fiscalía

Una fiscalía adscrita a la Dirección de Derechos Humanos adelanta la investigación donde fueron víctimas Tomás Alfonso Ospino Álvarez, Luis Ángel Añez Ospino y Roberto Carlos Bayona Bayona.

Hasta el momento esa investigación ha mostrado importantes avances. Entre ellos, que la fiscalía los está trabajando en contexto con nueve procesos más en los que se investigan bajas presentadas por el Batallón de Artillería de Campaña No. 10 Santa Bárbara, adscrito a la Décima Brigada Blindada, pues pueden haber elementos de conexidad entre ellos.

Respecto a los datos sobre personas vinculadas por hechos en los que se relacionan unidades tácticas de la Décima Brigada Blindada preliminarmente, con datos a corte noviembre de 2015, se puede establecer que:

LEY 600 (sistema mixto)

LEY 906 (sistema acusatorio)

Personas vinculadas a la investigación

Sentencias condenatorias

Audiencias de imputación realizadas

Sentencias condenatorias

633

81

22

11

 

@vozdisidente

 

* Novena entrega de la beca Carter de Periodismo y salud mental.

Notas

[i] La Sierrecita, WEISNER JOSÉ ALVAREZ FRIAS, manifiesta que con él, había un grupo de personas civiles en un paseo en el Río Capuchino, al regreso más o menos eran las 03:30 de la tarde, fuimos sorprendidos por hombres entre ellos habían dos mujeres armados/as, dijeron ser de las guerrillas de FARC, nos pidieron que siguiéramos con ellos, nos compartieron en varios grupos acompañados de dos y tres guerrilleros, intercalados con un ganado que llevaban, conduciéndonos hasta La Sierrecita, como a las 09:20 de la noche, se presentó el Ejército, y disparó un guerrillero, empezó a disparar el Ejército y dieron muerte al guerrillero que había disparado, hay fue el momento en que murió el adolescente LUIS ANGEL AÑEZ OSPINO y el señor TÓMAS ALFONSO OSPINO ALVAREZ, el Ejército, dijo salgan los civiles, Yo, salí, y fui detenido por el Ejército, hasta las 04:00 de la tarde del día siguiente, de ahí me soltaron y me vine para la casa en Corralejas. http://agenciacamagueyanadeprensalibertad.bligoo.cl/informe-de-mision-humanitaria-corralejas-la-guajira-situacion. Ver también pdf del informe de la Misión.

[ii] La periodista contactó la Décima Brigada la cual no respondió a las preguntas y remitió a la periodista a la Fiscalía. Tampoco respondió la pregunta sobre sanciones disciplinarias.

[iii] Informe de Misión Humanitaria Corralejas, La Guajira. Situación de Derechos Humanos. http://agenciacamagueyanadeprensalibertad.bligoo.cl/informe-de-mision-humanitaria-corralejas-la-guajira-situacion. Ver también: www.facebook.com/accionhumana.ddhh

[iv] Informe de Misión Humanitaria Corralejas, La Guajira. Situación de Derechos Humanos. http://agenciacamagueyanadeprensalibertad.bligoo.cl/informe-de-mision-humanitaria-corralejas-la-guajira-situacion

[v] La periodista consultó a Pastor Alape, uno de los miembros de la delegación de paz de las Farc de la Habana pero al momento de publicar este reportaje no obtuvo respuesta sobre estos hechos.

[vi] La Décima, Brigada y los 146 supuestos falsos positivos http://www.elpaisvallenato.com/2015/jun/28/ladecimabrig.html Ver también: http://www.eltiempo.com/politica/justicia/informe-de-human-rights-watch-sobre-falsos-positivos/15996076

[vii] Los ocho generales cabezas de las brigadas con más falsos positivos http://www.las2orillas.co/los-8-generales-cabezas-de-brigadas-con-mas-falsos-positivos/ . Ver también: Militates deberán pagar 40 años de prisión por falsos positivos http://elpilon.com.co/militares-deberan-pagar-40-anos-de-prision-por-falso-positivo/ Ver también: http://www.vanguardia.com/actualidad/colombia/286121-ejercito-responde-senalamientos-por-falsos-positivos-de-ocho-militares

[viii] Décima Brigada http://www.ejercito.mil.co/?idcategoria=239185

Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, maestra en relaciones internacionales y trabajadora comunitaria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.