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Sobre el cristal

Cortázar, ¿en Cien años de soledad?

Fuentes: Rebelión

    «En mi caso, la gran mayoría de mis cuentos fueron escritos -como decirlo- al margen de mi voluntad, por encima o por debajo de mi conciencia razonante, como si yo no fuera más que un médium por el cual pasaba y se manifestaba una fuerza ajena» Julio Cortázar Algunos aspectos del Cuento: 1962 […]


 

 

«En mi caso, la gran mayoría de mis cuentos fueron escritos -como decirlo- al margen de mi voluntad, por encima o por debajo de mi conciencia razonante, como si yo no fuera más que un médium por el cual pasaba y se manifestaba una fuerza ajena»

Julio Cortázar

Algunos aspectos del Cuento: 1962

Muchos años después, frente al pelotón de sus lectores, Julio Cortázar había de recordar aquella tarde remota en que «una fuerza ajena» lo llevo a conocer el hielo de su soledad. En ese instante descubrió que todo no era más que un invento maravilloso, aquella soledad no era tal; para entonces su obra, vista en su conjunto, era visitada por los más variopintos ojos de distintas latitudes y lenguas, habiéndolo trascendido hasta alcanzar vida propia.

Esta autonomía o vida propia, en los textos de Cortázar, es de manera absoluta la gran aspiración del autor, así lo refieren Sambrano y Miliani , «…la pasión de Cortázar será la de llevar a sus extremas consecuencias una síntesis de experimentos narrativos. Donde la materia pueda autonarrarse, como pretendiera el mismo narrador-testigo de <>, cuando aspiraba irse a tomar un bock, mientras la máquina de escribir continuaba escribiendo sola el cuento». [2]

Cuando el «Pirata» [3] , Bosnio Gavrilo Princip asaltó el coche donde viajaba el Archiduque Francisco Fernando, dándole muerte y a su esposa Sofía Chotek, en Sarajevo, a comienzos del siglo XX, los ojos de Julio Cortázar estaban a escasos dos meses de ver la luz por vez primera en éste, hasta hoy convulso mundo [4] , en todo caso, lo no visto por aquellos ojos, ni percibido por el resto de los sentidos de aquel infante, era que las ambiciones de expansión y la patriotería de las potencias coloniales europeas usarían como excusa al cadáver del difunto heredero de la corona Austro-húngara, para desatar una confrontación sin precedentes en los anales de la humanidad, como lo constituyó efectivamente la guerra inteimperialista de la centuria pasada (1914-1945), cuyo sello final quedaría estampado con los genocidios de Dresdem, [5] Hiroshima y Nagasaki, poco antes de que Cortázar lograra los 31 años de edad.

Los padres de Cortázar se asustaron tanto con el toque de rebato y el estampido de los cañones, que perdieron el control de los nervios por el avance del ejercito Prusiano sobre Bélgica, por lo cual la novel familia tomo otros horizontes con una primera parada en Suiza, para luego seguir a España, donde permanecerían algo más de 3 años (en Barcelona) y finalmente llegar a su natal Argentina en 1918 cuando se produce una pausa en la locura desatada por el interimperialismo mundial, con el bando Austria-Hungría, Alemania y Turquía en franca desventaja frente a sus competidores Francia, Inglaterra, Rusia, Bélgica, Servia, Montenegro y Japón.

Desde un ángulo retrospectivo abordar a Cortázar implica navegar en «el laberinto de la soledad» [6] , que le acompaño desde niño, comprender la esencia de la individualidad en la construcción de su propio mundo, un mundo de temperamento aislado y solitario. «Siempre fui muy metido para adentro», un mundo de interioridad espontánea, inmerso en un mar de oleaje donde se jugaba con lo positivo y lo negativo de la experiencia vital, según la manera de visualizar las consecuencias. «Desde niño, todo lo que tuviera vinculación con un laberinto me resultaba fascinador. Creo que eso se refleja en mucho de lo que llevo escrito». [7] Cortázar fue un hombre de desdoblamiento, a pesar de su preferencia por los estados de soledad, de largos periodos de desgarramiento del mundo exterior, su mirada mágica lo delataba como un hombre de naturaleza sociable, cosa que no le producía ninguna contradicción si con esto le era útil al prójimo, tal situación le ayudaba a descargar un poco ese sentimiento de culpa para con los demás por sus escapes (in) voluntarios, para intensificar su vida interior.

Probablemente Cortázar tenga su par en Harry Haller, y, «…pertenece a aquellos que se han enzarzado entre dos épocas, que se han salido de toda seguridad e inocencia, a aquellos cuyo sino es vivir todos los enigmas de la vida humana sublimados como infierno y tormento en su propia persona» [8] .

Quizás el haber crecido y madurado en un mundo cargado de odio y egoísmo, a todo evento absurdo, cuyo único fin pareciera la búsqueda de la autodestrucción del género humano, hizo que el potencial escritor se refugiase en un mundo mejor, en donde la iniquidad, intrigas y ansias de venganza entre los hombres no tuviera cabida, un mundo posible, donde «…la valoración de los productos del inconsciente sería la piedra de toque de una nueva concepción del mundo que concluyó en la formulación de un programa revolucionario, tanto artístico como humano, y cuya esencia apunta al rescate del hombre total frente a una sociedad cada vez más dominada por la maquina y la razón» [9] occidental. No es otra cosa que la experiencia de encontrarse imbuido en el surrealismo y lo maravilloso en busca de la verdad verdadera, [10] a un precio que se podía pagar con la mano puesta en el corazón, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, en palabras de José Arcadio Buendía «…éste es el gran invento de nuestro tiempo».

La construcción de «el laberinto de sí mismo», [11] le llevaría toda la vida a Cortázar, a través de su peregrinar encontramos la búsqueda inquebrantable de salir del circulo, escapar del laberinto de Buenos Aires le angustiaba en su juventud, «…era como una especie de castigo. Vivir allí era estar encarcelado». [12] No obstante, Buenos Aires, Buenos Aires [13] , atraparía su pluma para siempre en un laberinto en el cual no tendría la opción de elegir, donde «…interrogarse sobre la posible elección vicia y enturbia lo elegible». (Rayuela. Cap. 73. Pág 325).

Mientras Buenos Aires, celebraba el triunfo electoral del Peronismo, Julio Cortázar, le sacudió el polvo a su vieja enemistad política con Juan Domingo y en señal de ello, renunció a la cátedra de literatura francesa que enseñaba en la Universidad de Cuyo, tal vez «…porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero…» (Rayuela. Cap 32. Pág. 165); así, antes de conservar el cargo como muchos, prefirió salir de esa «…sensación física que casi le molestaba para caminar, como una piedrecita en el zapato», marchándose de Argentina. Según afirman Oscar Sambrano y Domingo Miliani, para esa época «…la vida argentina había adquirido visos de absurdidad». [14]

Interiorizando esta absurdidad de la sociedad mecánica, esquematizada bajo el influjo total del racionalismo cientificista, desde la irracionalidad cotidiana, Cortázar comienza el desafío con la opacidad de la realidad, la raíz del espíritu contestatario va drenando sus angustias. El escritor, como el pintor, no pueden estar «…todo el tiempo pintando al óleo los mismos personajes. La vida es bonita así, cuando tu eres combativo, cuando eres rebelde, cuando no te autocensuras, cuando tu no cuidas un carguito.» [15] El hombre debe migrar hacia una especie de «realidad segunda» para encontrar las diferencias que le atormentan, partiendo del cuestionamiento de «la realidad primera».

Sobre estos elementos, en esta suerte de experimento con la verdad, se debe buscar la complicidad del espectador, en el caso de los escritores, involucrar al lector como creador de situaciones, dándole movilidad a los hechos, por ello Cortázar nos apunta: «…un escritor que merezca este nombre debe hacer todo lo que esté a su alcance para favorecer una del lector, luchar contra la pasividad del asimilador de novelas y cuentos, contra esa tendencia a preferir productos premasticados. La renovación formal de la novela -para emplear sus términos- debe apuntar a la creación de un lector tan activo y batallador como el novelista mismo, de un lector que le haga frente cuando sea necesario, que colabore en la tarea de estar cada vez más tremendamente vivo y descontento y maravillado y de cara al sol». (El Escarabajo de Oro, Buenos Aires, 1965). [16] Es muy probable que al lograr esta conjunción, (autor/lector) la «fuerza ajena» dedo de éste nexo, se revitalice logrando señalar situaciones «del lado de allá», «del lado de acá» y «de otros lados» sin que se fusionen, sino más bien mostrándose como complementos del libre albedrío de quien las vea, recreando realidades para muchos excepcionales, sin un Tablero de Dirección. Es acaso todo un mundo mágico (sin adentrarse en lo místico- religioso) donde «Estructura y personajes participan de esa lucha denodada por reconciliar lo irreconciliable, por alcanzar una síntesis de opuestos que se niegan a la síntesis porque no hay síntesis y la única reconciliación posible es esa desgarradura en que goce y sufrimiento, saber y no-saber, ser y no-ser, son las dos caras de la historia del hombre». [17]

Fue así como se supo que era literatura la endiablada jerga…de Julio Cortázar, la «fuerza ajena» aprovecho la circunstancia de ser el único ente que había podido comunicarse con el, para tratar de infundir la fe de lo real maravilloso en su ánimo libertario de escribir, Cortázar re-crea la realidad partiendo de lo cotidiano armándola desde lo fantástico ¿o al revés? De este modo, considerando a las situaciones cotidianas como momentos instantáneos irrepetibles, los cuales se despliegan inmediatamente en fenómenos pasados, y atendiendo a «que el pasado nunca es un hecho dado que podamos aprehender empíricamente mediante la percepción.» [18] , por lo cual se plantea la imposibilidad de auscultarlo ocularmente sino de manera mediata, inferencial o indirectamente, entenderemos entonces por re-crear , a la operación mediante la cual reproducimos mentalmente un hecho determinado, apoyándonos en las circunstancias que lo derivaron y las consecuencias ulteriores que produjo, pensándolo desde su representación, es decir, hay «que plantearse el problema por si mismo, ver qué soluciones posibles pueden presentarse» [19] y examinar por qué un hecho particular se produjo de una forma y no de otra, esto significa repensar intrínsicamente desde la perspectiva del otro o de lo otro.

En Cortázar, siempre estará presente de manera insistente e imperiosa la opción para el lector de armar «…su montaje personal de los elementos del relato, será en cada caso el libro que ha elegido leer». [20] Desde esta perspectiva podemos evidenciar la naturaleza subliminal del hombre, el cual bajo la guía metafórica de un «tercer ojo» se acerca a su destino último saltando dificultades, «…el hombre no es sino que busca ser, proyecta ser, manoteando entre palabras y conducta y alegría salpicada de sangre…». (Rayuela. Cap 62, Pág.307).

Entre los 25 y los 30 años Cortazar al igual que muchos escritores y artistas e incluso políticos de su generación, pasaron de esa especie de extrañamiento de lo Latinoamericano para adentrarse en sus raíces profundas en busca de una real autenticidad en sus obras, abordando novedosos signos estéticos en sus hechuras. De esta forma se va articulando un movimiento sui generis en la literatura de éste lado del Atlántico y más abajo del Río Bravo hasta la Patagonia, hablando en términos geográficos, con nombres como: Julio Garmendia, Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Arturo Uslar Pietri, Alejo Carpentier, Juan Rulfo, Agustín Yánez, José Revueltas, Leopoldo Merechal, Eduardo Mallea, Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti, fenómeno que conseguiría fluctuar o desplazarse hacia el primer plano del mundo de las letras contemporáneas en general, para los años sesenta con publicaciones como: Rayuela (Cortázar, 1963), La Ciudad y los Perros (Vargas Llosa, 1963) y Cien Años de Soledad (García Márquez, 1967).

Dentro de esta corriente se produce un ondular de caracteres consonantes y disonantes que se trajina con paso firme a «experimentar con más frecuencia con las nuevas técnicas, introduciendo en las novelas el monólogo interior, las inversiones cronológicas, las estructuras complejas y otros artificios». [21] En este orden de ideas, se trata de abandonar la noción de realidad como un concepto abstracto o estático, el asunto es buscar mostrarla con intuición propia, sin lugar a equívocos a estas alturas del juego estamos frente a una camada de escritores sin parangón lingüístico, todo nos obliga a dejar de pensar en las influencias; sin duda los viajes y las lecturas de autores modernos o no [22] , de otras lenguas a partir de traducciones o en el caso de Cortázar en el propio idioma de estos, sobre todo los franceses e ingleses, pudo «…haberles sugerido diferentes maneras de enfocar la escritura, pero por primera vez estamos delante de una generación de novelistas preocupados por la autenticidad y ansiosos de experimentar con un nuevo lenguaje y con nuevos métodos para expresar la verdad tal como la ven»; [23] pudiéramos completar parafraseando a Samuel Johnson [24] «…el propósito de viajar o leer, es ajustar la imaginación a la realidad, y, en vez de pensar cómo podrían ser las cosas, verlas tal como son».

Todo esto forma parte de una rebelión en proceso, una confabulación contra la solemnidad en los modos de escribir, asonada de la cual formaba parte en primerísima línea Cortázar. Don Apolinar Moscote no tuvo dificultad para identificar aquel conspirador de 1,93 metros de estatura y maquina de escribir terciada a la espalda. -Esto es un disparate Julito- exclamó. Ningún disparate -dijo Julio- «…es la más alta empresa del hombre contemporáneo como previsión y tentativa de un humanismo integrado» [25] . Y no me vuelva a decir Julito que ya soy el coronel Julio Cortázar. Un coronel de las letras, pues.

  A la edad de Cristo, Cortázar esta plenamente convencido de su originalidad, sabe y sabe que les consta a muchos, que se ha manejado dentro de un perfil propio, la publicación de Bestiario [26] es la mejor muestra de ello. Cortázar toma como punto de referencia de este grado de madurez en la construcción de su tejido literario un momento dado, que él ubica en 1947, así; observa «…yo estaba completamente seguro de que casi todas las cosas que mantenía inéditas eran buenas y que algunas de ellas incluso eran muy buenas». [27] . Cortazar tenía la firme convicción de la inexistencia de algo parecido a lo producido por él, en su rol de médium. Parecía que la «fuerza ajena» no era de éste mundo. Como Clarence Darrow [28] , sabía que la búsqueda de la verdad, incluso no encontrándola le haría libre, aunque por esto le crucificaran.

En plena madurez, a los 45 años de edad, se presentan nubarrones en las preocupaciones intelectuales de Cortázar, se traza el laberinto de la humanización del hombre, los mortales se encuentra sumergido en un circulo que da giros sobre un eje de rutinas y patrones que lo alienan inconscientemente, la realidad le es impropia, no disfruta de la vida libremente, por estar sometido a un mundo de interpretaciones, se hace necesario robar la felicidad la cual esta siendo comprada por un consumismo de ilusiones. Cortázar comienza a replantearse lo que ha hecho, intuitivamente pululan un conjunto de insatisfacciones en su intelecto, hay un replanteo en lo que creía conforme, lo fantástico como resolución estética no bastaba, Sus inquietudes dan vueltas en un día a ochenta mundos [29] , siente el relámpago de despejar el laberinto de si mismo.

En estas circunstancias Cortázar cuenta con un arma secreta, con un dispositivo central. «El Perseguidor», según algunos críticos un cuento largo o una novela corta, indefinible como la mayoría de sus trabajos, creación narratva incluida en Las Armas Secretas [30] , en todo caso, mas allá de la critica de cualquier índole, de ese escrito Cortázar diría, «…cuando escribí había llegado un momento en que sentí que debía ocuparme de algo que estaba mucho mas cerca de mi mismo. En ese cuento deje de sentirme seguro. Aborde un problema de tipo existencial, de tipo humano [31] , que luego se ampliaría en Los Premios [32] y sobre todo en Rayuela» [33] . Más adelante Cortázar confesaría que antes de exteriorizar a El Perseguidor, su orbita respondía muy poco a lo netamente humano, el genero le era excepcional, tal vez así se lo dictaba esa extraña «fuerza ajena» que lo utilizaba como médium, para manifestarse al margen de su voluntad, por encima o por debajo de su conciencia razonante. Sin embargo, asimismo tiene la cognición de que como hombre, nada de lo humano le podía ser ajeno (Terencio).

Con el descubrimiento de «El Perseguidor» razonada y conscientemente expone por «… ese entonces había llegado a la plena conciencia de la peligrosa perfección del cuentista que, alcanzado cierto nivel de realización sigue así invariablemente. En quise renunciar a toda invención y ponerme dentro de mi propio terreno personal, es decir, mirarme un poco a mi mismo. Y mirarme a mi mismo era mirar al hombre, mirar también a mi prójimo» [34] . Estaba explorando un horizonte sin límites en la libertad de la concepción de la realidad humana, un llamamiento a la «certeza experimentada de la libertad» (Sartre) como punto de orden en la moral occidentalizada. Y frente a todos y contra todo… tuvo tiempo de sacar el pecho y levantar la cabeza, sin comprender de donde fluía el líquido ardiente que le quemaba el corazón. ¡Cabrones! -gritó- ¡Viva la escritura liberadora!.

 

1963, es un año medular en el acervo ontológico y lingüístico de Cortázar, la publicación de Rayuela (Buenos Aires, Editorial Sudamericana) marcó un hito en la concepción de la literatura hasta ahora conocida, ya la atmósfera narrativa no era lo mismo, hay un antes y un después de Rayuela, Cortázar logra en forma de narrativa invadir el campo metafísico, intenta darle respuesta a través de la conjugación literaria a las grandes interrogantes y preguntas que se hacen los filósofos, en la indagación sobre la libertad y el desafío del hombre en tanto que, busca ser, proyecta ser. Pero sobre todo se da respuesta a sí mismo, cuando inserta de manera permanente «…la libertad total en las relaciones entre los lectores y los personajes» [35] .

Las respuestas oportunas a estas interrelaciones las conseguimos en las cavilaciones de Morelli: «Como todas las criaturas de elección de occidente, la novela se contenta con un orden cerrado. Resueltamente en contra, buscar también la apertura y para eso cortar de raíz toda construcción sistemática de caracteres y situaciones. Método: la ironía, la autocrítica incesante, la incongruencia, la imaginación al servicio de nadie. Una tentativa de este orden parte de una repulsa a la literatura, repulsa parcial puesto que se apoya en las palabras, pero que debe velar en cada operación que emprendan autor y lector. Así, usar la novela como se usa un revólver para defender la paz, cambiando su signo. Tomar de la literatura eso que es puente de hombre a hombre, y que el tratado, el ensayo sólo permite entre especialistas. Una narrativa que no sea pretexto para la transmisión de un (no hay mensaje, hay mensajeros y eso es el mensaje, así como el amor es el que ama); una narrativa que actúe como coagulante de vivencias, como catalizador de nociones confusas y mal entendidas, y que incida en primer término en el que escribe, para lo cual hay que escribirla como antinovela porque todo orden cerrado dejará sistemáticamente afuera esos anuncios que pueden volvernos mensajeros, acercarnos a nuestros propios limites de los que tan lejos estamos cara a cara». (Rayuela, Cap. 79. Pág. 336-337).

Esta invitación, planteada por Morelli, de acercar el limite entre quienes están cara a cara, encarna la posibilidad por la cual el lector puede auto-realizarse como el personaje más interesante del relato, un mecanismo intrínseco e invisible del cual el lector se apropia de manera inconsciente haciéndose cómplice, o a su vez convirtiéndose también en médium de la fuerza ajena, «… puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Así el lector podría llegar a ser copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista, . Todo ardid estético es inútil para lograrlo: sólo vale la materia en gestación, la inmediatez vivencial (transmitida por la palabra, es cierto, pero una palabra lo menos estética posible; de ahí la novela cómica, los anticlimax, la ironía, otras tantas flechas indicadoras que apuntan hacia lo otro)». (Rayuela. Cap. 79. Pág. 337). Es a partir de aquí, de esta simbiosis auto/lector, donde la «previsión y la tentativa de un humanismo integrado» se hace presente con más evidencia y puntualmente liberadora.

 

Con Rayuela, Cortázar había logrado darle forma a varias vidas a la vez. El texto, en toda su dimensión constituye una unidad dispersa, que cada lector debe escoger como armar. Esta forma de re-crear vidas paralelas partiendo de lo mas simple, copulando al margen de lo normado, sin ningún tipo de preservativos conspira contra su canonización. Sobre Rayuela, llovió un bombardeo de palabras tan letales como el NAPALM que arrojaban los norteamericanos en ese mismo momento sobre Vietnam. Sin embargo, como los vietnamitas, había vencido, de cierta manera las plegarias de Ursula, cuando supo de su existencia, habían operado a su favor. ¡Esta viva!, le informó Ursula a su marido. «Roguemos a Dios para que sus enemigos tengan clemencia».

Ni plegarias, ni clemencias, están asociadas al parto extraordinario que significó el aporte de Cortázar a la literatura de nuestro tiempo, Rayuela es, lo que el lector quiso que fuera. «Todas las novelas la novela». En un mundo de avatares en su representación ideológica, regido por la moral occidentalizada y la mano invisible del mercado, el hombre, antes de asfixiarse en una sociedad toxica, vuelve su mirada hacia elementos estéticos heterodoxos, escépticos, sarcásticos; en una sociedad cada vez más corporizada [36] , donde el desencanto esta regado por todos los rincones, el homo sapiens entra en la «…era de la desilusión ante el progreso logrado con el maquinismo, pero al cual no se correspondía una auténtica liberación del ser humano. Si en lo material, la civilización había alcanzado auge, lujo, fasto que indujeron al crecimiento de una sociedad frívola, vacía de conceptos, en lo moral, el hombre continuaba apegado a ciertos esquemas de racionalismo que venían estabilizados desde la filosofía cartesiana» [37] . En la alteración de estos esquemas, esta la clave del fabuloso poder y complejidad de «la fuerza ajena», cuyo fruto mas refinado esta reflejado en una sociedad idealizada sin poderes, expuesta aleatoriamente a merced del lector, en Rayuela.

Cabe destacar el sentido de la responsabilidad [38] como componente de la libertad en los relatos, Cortázar es un escrutador enfermizo de sus escritos, por ello fue un escritor tardío en el sentido de publicar [39] , mientras no tuvo la seguridad de estar preparado para ello, ser editado no constituyó una preocupación existencial para él; si intuitivamente observaba que no había una armonía, un ritmo en algún trabajo literario, éste terminaba siendo victima de la inquisición siendo condenado a la hoguera. Por ello nunca renegó de sus publicaciones, ni siquiera de lo firmado como Julio Denis [40] , acción que algunos críticos señalan como muestras de inseguridad, quizás alguna preocupación estética surgiría después; al respecto, más allá o más acá de la rigurosidad de Cortázar, István Mészáros nos destaca «…la identificación que hace un pensador de un aspecto problemático de su propia obra no significa automáticamente que le ha hallado una solución. Ni tampoco significa que la autocrítica retrospectiva es necesariamente válida y ha de ser aceptada tal cual como es. En ambos casos se nos ofrecen aseveraciones que necesitan sustentación y evidencia antes de que podamos llegar a una conclusión u otra. Nuestra conciencia de un problema puede proporcionar la de una solución, pero no debería ser confundida con la solución misma, que tiene que ser establecida sobre fundamentaciones objetivas y no sobre la base única de las autoafirmaciones críticas, por genuinamente que estas puedan ser» [41] .

En lo particular, Cortázar reconocía y termina aceptando que él, sólo era un médium, los cuentos y las novelas ya estaban escritos en algún lugar del espectro espacio/tiempo, por ello, sin noción de horarios él se limitaba a darles un lenguaje a traducirlos en un idioma digerible para los lectores, en una superposición de planos. Sin duda un escritor controversial.

En otro contexto de ideas y circunstancias, como se sabe, la década de los sesenta fue una etapa volcánica de la historia de la humanidad, el colonialismo estaba prácticamente entre comillas acabado, la guerra en Vietnam mantenía en estado de agitación a buena parte de la sociedad estadounidense y en continuo desgaste moral al gobierno de ese país, si es que alguna vez la han tenido, la revolución cubana y la posibilidad de exportarla a otros países de la región a través de las tesis guevaristas constituía punto numero uno en la agenda del imperialismo norteamericano y sus fantoches en Latinoamérica, fue una década de esperanzas y frustraciones, una década de filosofía y revolución. «Todas las revoluciones la revolución». Este cúmulo de situaciones provocaron la conjunción de lo más granado del pensamiento progresista en torno a las preocupaciones mas sentidas de la sociedad política e intelectual del entonces, nada escapaba al cuestionamiento y la permanente discusión: la teoría de la historia, la persona humana, el modelo soviético, la filosofía, la sociología, la psicología, la economía, el marxismo, el existencialismo y todos los ismos, los problemas propios del tercermundismo y el tiempo presente con proyección de futuro.

Al final de la década, la tesis y la antitesis de toda esta policromía de propuestas se sintetizó en el denominado «mayo francés», éste terremoto de rebeldía estudiantil con epicentro en la ciudad de Paris (1968) cuya onda expansiva se propago con tal rapidez que sus efectos se relacionaron con hechos tan diversos como la Revolución Cultural China, la Primavera de Praga, la represión estudiantil en Estados Unidos de Norte America [42] , los sucesos de la Plaza de Tlatelolco en México y el Cordobazo [43] en Argentina. «Todos los movimientos el movimiento». Eventos donde los estudiantes y la desobediencia juvenil se mantuvieron en primer plano como sujetos políticos, hechos que desde luego no le serían ajenos a Cortázar.

Esta sacudida de inconformidad y energía explosiva contó con la adhesión y apoyo militante de números intelectuales: Sartre, Marcuse y la escuela de Frankfurt como principales mentores, además Foucault, Michel De Certeaud [44] , Cornelius Castoriadis [45] , Simon de Beauvoir, H. Lefevre, y hombres de las ciencias puras como Alfred Kastler [46] y Jacques Monod [47] entre muchos otros, y, por su puesto Cortázar; todos ellos, vieron en este movimiento la vía posible para redención del hombre.

Una revuelta que en pocos minutos logró motivar al unísono a los más variados segmentos y estratos de la sociedad, traspasando las fronteras de lo meramente estudiantil para adquirir connotación de protesta centrada en el malestar social generalizado; cuyo mayor legado estuvo marcado por las peticiones de liberación cultural, social, económica y política, expresadas en la originalidad de los graffitis desplegados en las paredes parisinas, las cuales Cortazar registraba religiosamente en una pequeña libreta: «Prohibido prohibir», «Paren el mundo que me quiero bajar», «Si tienes el corazón a la izquierda no tengas la cartera a la derecha». «No le ponga parche, la estructura está podrida». Un autentico poemario sobre concreto.

Dentro de este torbellino de ideas convertidas en consignas, Cortazar le comenta a Tomas Eloy Martínez. «El futuro esta al alcance de la mano. Por fin empezamos a vivir en un estado de revolución permanente» [48] , a Tomas lo había «… conocido cinco años antes, cuando su obsesión eran las utopías individuales y las rarezas que sucedían en los márgenes de la realidad. Es que, en aquellos efervescentes días de mayo en Francia, los desvelos de Cortázar habían girado hacia las utopías colectivas, la fe en un mundo regulado por la justicia y la igualdad entre los seres humanos» [49] .

Cortázar, no solo fue un intelectual de las letras, también utilizó su intelecto para acompañar en múltiples ocasiones a los pueblos de Nuestra América, en su lucha por la defensa de los derechos soberanos y democráticos, mantuvo siempre una posición frontal contra toda forma de tortura, desapariciones forzadas, represión gubernamental, o ajusticiamientos extrajudiciales, su participación en el Tribunal Russell II [50] (Bruselas, 1975) es prueba de ello. Con la singularidad característica utilizó la sentencia del Tribunal, donde se condenaba a los regímenes fascistas del cono sur, por su sistemática violación a los Derechos Humanos, para sustentar parte de los argumentos de las historietas narradas en «Fantomas contra los vampiros multinacionales» [51] , historietas concebidas para denunciar y romper el bloqueo informativo al cual estaban sometidos nuestros pueblos por las maniobras de las transnacionales norteamericanas.

Su novela, «Libro de Manuel [52] «, es expresión inequívocas de su compromiso social y político, el texto esta estructurado prácticamente como un reporte diario/denuncia donde se exponen con claridad y soporte gráfico, los atropellos del totalitarismo sobre todo en Argentina, por lo menos durante seis meses, tiempo suficiente para escribirlo; además «Libro de Manuel» cumplió una función social, si se le puede llamar así, en tanto que Cortázar donó las regalías por derecho de autor para aportar ese dinero al pago de los abogados defensores de los presos políticos en la Patagonia Argentina. Una de sus mayores recompensas y satisfacciones la obtendría al enterarse de la liberación de muchos de ellos, diría en diversos medios.

En este mismo orden de ideas, por todo es sabido de su insistencia en la necesidad de identificar y conocer con precisión a los enemigos de todo intento de progreso en America Latina, tanto externos como internos. En el mensaje [53] enviado al «Primer Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra America», realizado en La Habana (septiembre, 1981), responsabiliza directamente a los intereses del imperialismo de los Estados Unidos de Norteamérica, como ejecutor principal del panorama desolado y desolador de nuestra región, a través de campañas de intimidación y desinformación bien orquestadas, allí mismo, denuncia con nombre y apellido al Imperialismo Yanqui como factor exógeno que conspira y actúa contra la identidad profunda y el destino histórico de nuestros pueblos. No obstante, su mayor preocupación está concentrada en la identificación del enemigo endógeno al cual califica de más peligroso y repugnante, son fuerzas reaccionarias que de manera abierta o embozada operan al interior de nuestros países, para cumplir directrices enlatadas en el norte.

En esa apretada síntesis de nuestra historia común, Cortázar siente «…la necesidad de clarificar conceptos que muchas veces se manejan sin el rigor crítico suficiente, y uno de esos conceptos es el de pueblo cuando se tiende a emplearlo como una totalidad positiva frente al enemigo exterior, sin precisar que nuestros pueblos más oprimidos lo están en gran medida por razones fratricidas, sin admitir con suficiente claridad que una parte de esos mismos pueblos son el terrible caballo de Troya de los Estados Unidos en cada uno de esos países». En aquella oportunidad señala a los estados gobernados por dictaduras en el cono sur, junto con Guatemala y El Salvador, como ejemplos clásicos de esa especie de alianza trágica para el retroceso, dejando ver además que, «… hay otros en los que la misma traición a nuestro destino se da de maneras más encubiertas pero igualmente nefastas».

Por otro lado, hace un llamado a ir más allá de la denuncia, es imperativo visualizar medios para liberar a Nuestra America de los enemigos de su utopia, para ello es urgente plantearnos con la cara al sol «…una critica severa, incluso despiadada, de todos los prejuicios mentales , los vocabularios desvitalizados, las nociones maniqueas que a través de discursos, medios de comunicación, propaganda política y consignas partidarias, suelen distanciarnos de una realidad que es necesario enfrentar cada vez más lucidamente si no queremos sustituir el sistema de mentiras del enemigo por un sistema de ilusiones igualmente negativo». Una visión todavía actual si de verdad queremos ser agentes de nuestro destino.

Frente a la inmensa capacidad del enemigo para manipular y confundir ideológicamente es obligatorio oponer un lenguaje político y ético capaz de transmitir ideas nuevas, que impulse los pensamientos más nobles del hombre de la reflexión a la acción, hay que convertir en revolucionario al lenguaje de los revolucionarios, y, es allí precisamente donde juegan un papel importante los intelectuales, resueltamente Cortázar nos dice: «…los que hemos elegido hacer de la palabra un instrumento de combate, nos incumbe que esa palabra no se quede atrás frente al avance de la historia, porque sólo así daremos a nuestros pueblos las armas mentales, morales y estéticas sin las cuales ningún armamento físico conduce a una liberación definitiva».

En conclusión, cierra su mensaje con una frase de insondable trascendencia: «las revoluciones hay que hacerlas en los individuos para que llegado el día las hagan los pueblos».

 

En 1984 llegó el final del juego [54] , los Cronopios y Famas [55] , junto con las Esperanzas, como aquella noche en Paris durante el intermedio del concierto de Stravinski se le presentaban nuevamente, ésta vez, para invitarlo a recorrer historias dando la vuelta al día en ochenta mundos de otras dimensiones, las imágenes del Parque Güell de Gudin en Barcelona al igual que la de los Cafés, Bares y calles parisinas y de Buenos Aires llegaban y se iban como ráfagas de viento, el laberinto de si mismo trazaría la bitácora de viaje, del cual tenía plena conciencia desde 1950, cuando la fuerza ajena le comentó que había del otro lado.

En el capitulo 61 de Rayuela, tenemos evidencia de ello, es ciertamente un pasaje premonitorio, en una nota inconclusa de Morelli, se lee:

«No podré renunciar jamás al sentimiento de que ahí, pegado a mi cara, entrelazado en mis dedos, hay como una deslumbrante explosión hacia la luz, irrupción de mi hacia lo otro o de lo otro en mí, algo infinitamente cristalino que podría cuajar y resolverse en luz total sin tiempo ni espacio. Como una puerta de ópalo y diamante desde la cual se empieza a ser eso que verdaderamente se es y que no se quiere y no se sabe y no se puede ser.

Ninguna novedad en esa sed y esa sospecha, pero si un descontento cada vez más grande frente a los ersatz que me ofrece esta inteligencia del día y de la noche, este archivo de datos y recuerdos, estas pasiones donde voy dejando pedazos de tiempo y de piel, estos asomos tan por debajo y lejos de ese otro asomo ahí al lado, pegado a mi cara, previsión mezclada ya con la visión, denuncia de esa libertad fingida en que me muevo por las calles y los años.

Puesto que soy solamente este cuerpo ya podrido en un punto cualquiera del tiempo futuro, estos huesos que escriben anacrónicamente, siento que ese cuerpo está reclamándose, reclamándole a su conciencia esa operación todavía inconcebible por la que dejaría de ser podredumbre. Ese cuerpo que soy yo tiene la presciencia de un estado en que al negarse así mismo como tal y al negar simultáneamente el correlato objetivo como tal, su conciencia accedería a un estado fuera del cuerpo y fuera del mundo que sería el verdadero acceso al ser. Mi cuerpo no será el mío Morelli, no yo que en mil novecientos cincuenta ya estoy podrido en mil novecientos ochenta, mi cuerpo será porque detrás de la puerta de luz (cómo nombrar esa asediante certeza pegada a la cara) el ser será otra cosa que cuerpos y, que cuerpos y almas y, que yo y lo otro, que ayer y mañana. Todo depende de … (una frase tachada).

Final melancólico: Un es instantáneo y todo lo resuelve. Pero para llegar a él habría que desandar la historia de fuera y la de dentro». (Rayuela. Cap. 61. Pág. 303-304).

En estos párrafos sin duda, están recogidas buena parte de las inquietudes existenciales de Cortázar, pero más allá de esto: ¿Sabía Cortázar, que moriría en los ochenta? o ¿Como Aureliano, había dado otro salto en las páginas de los pergaminos para anticiparse a las predicciones y averiguar la fecha y las circunstancias de su muerte? ¿Acaso la palabra tachada por Morelli era «…la muerte»? En todo caso la vida también esta llena de eventualidades desagradables.

Cuando se abrió la puerta de ópalo y diamante, «… entraron en el cuarto de Julio Cortazar, lo sacudieron con todas sus fuerzas, le gritaron al oído, le pusieron un espejo frente a las fosas nasales, pero no pudieron despertarlo. Poco después, cuando el carpintero le tomaba las medidas para el ataúd, vieron a través de la ventana que estaba cayendo una llovizna de minúsculas flores amarillas. Cayeron toda la noche sobre el pueblo en una tormenta silenciosa, y cubrieron los techos y atascaron las puertas, y sofocaron a los animales que durmieron a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro». Charlie Parker, preside el cortejo fúnebre, con su saxo va subvirtiendo la realidad, marcando el espacio de la luz y la esfera.

Cortazar, murió [56] en el mecedor de bejuco, una noche de fiesta, vigilando la entrada de su paraíso. Paraíso que se había ganado al ser «…el primer novelista hispanoamericano que, sin concesiones, sin desertar de su condición de escritor latinoamericano, entra erguido y con paso seguro en esta tradición (surrealismo) de la literatura occidental que se centra en la búsqueda de un hombre más autentico y de una realidad más real. (..) No sin sobrada razón decía el crítico y novelista norteamericano C.D.B. Bryan que Rayuela es Con Rayuela tenemos los latinoamericanos lo que el Quijote había sido para España en el siglo XVII». [57]

El pasado 26 de agosto se han cumplido cien años del nacimiento de Cortázar, es un acontecimiento de impacto mundial con celebraciones solemnes como se acostumbra en este tipo de acontecimientos, seguramente a los que Cortázar no asistiría, en todo caso no son motivo de aburrimiento dado que cien años no es mucho tiempo, para quienes se han quedado despiertos disfrutando de la más alta empresa del hombre contemporáneo como previsión y tentativa de un humanismo integrado.

Después de cien años, la fuerza ajena aun peregrina en la soledad, dando vueltas en un día a ochenta mundos de fuegos [58] , en busca de un alma a quien poseer, para hacer de ella un médium que actúe al margen de la voluntad, por encima o por debajo de la conciencia razonante. Ha caído en la soledad de si misma.

Al final, cuando acabemos de integrarnos al laberinto de la soledad de Cortazar, entremos al laberinto de nosotros mismos, podremos entonces …descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tenían una segunda oportunidad en la tierra.

Es Autentico.



[1] Las frases, pasajes, párrafos, extrapolaciones y parafrasees de la obra de Gabriel García Márquez, fueron tomadas (plagiadas) de la 4ta edición de Editorial Sudamericana. Buenos Aires .1974.

[2] Sambrano, Óscar /Miliani, Francisco. Literatura Hispanoamericana. Tomo II, 2da edición. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas. 1999. Pág. 385

[3] Estudiante.

[4] «Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la Legación Argentina en Bélgica y como acababa de casarse se llevo a mi madre a Bruselas. Me toco nacer en los días de la ocupación de Bruselas por los alemanes a comienzos de la primera guerra mundial». Tomado de la Cronología para la edición de Rayuela de la Biblioteca Ayacucho. Caracas/1980. Pág. 496. En adelante, todas las referencia a esta obra corresponden a esa edición.

[5] Nos referimos al brutal bombardeo sobre esta ciudad alemana, pocas semanas antes de la rendición total del Ejercito Nazi, autentico prólogo de un ajusticiamiento colectivo, perpetrado por el imperialismo Británico y Norteamericano, un ataque desde todo punto de vista innecesario, justificado solo por la sed sádica de venganza de estos agentes del mal, que todavía riegan al mundo de sangre en nombre de la libertad. Son crímenes de guerra por todos conocidos y por muchos callados.

[6] Titulo de un ensayo de Octavio Paz, publicado por Cuadernos Americanos en 1950, donde explora con agudeza y expresión cuidadosa el gentilicio mexicano.

[7] Cronología… Pág. 508.

[8] Hesse, Herman. El Lobo Estepario. Introducción. Editorial Panapo. Pág. 27.

[9] Jakfalvi, Susana. Introducción a : Las Armas Secretas. Editorial Cátedra S.A. Madrid/1977. Pág 30.

[10] Según Rogelio Esteller. «No hay dudad que las profundas raíces del surrealismo se entierran en la plástica manierista, en esta representación de un mundo turbulento y de un hombre desgarrado por la violencia del acontecer cotidiano, de un hombre desgarrado por el acontecer cotidiano, de un hombre que ha perdido su ideal medieval, su religiosidad, la quietud de las ordenes políticas, sociales, económicos, morales, estéticos… y no termina de adecuarse a los nuevos valores». (Revista Zona Tórrida. Universidad de Carabobo. N° 16/17. Valencia/Venezuela. 1989. Pág. 99). Esteller nos indica allí mismo (pág. 98) que el llamado Siglo Manierista se ubicó entre los años 1516 y 1616, con El Bosco, como principal exponente.

[11] El Laberinto de sí mismo, obra publicada en 1933 por el cubano Enrique Labrador Ruiz (1902-1991) pionero en las nuevas formas estilísticas de la narrativa Latinoamericana.

[12] Cronología… Pág. 542.

[13] Texto compuesto con fotografías de Alicia D’ Amico y Sara Facio. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1968.

[14] Sambrano /Miliani, Ibid Pág. 382

[15] Aníbal Ortizpozo, entrevista con Vanessa Davis, Suplemento Dominical La Artillería N° 202. Pág. 2-6. Diario Correo del Orinoco. 24/08/2014.

[16] Jakfalvi. Ibid. Pág. 58.

[17] Alazraki, Jaime. Prólogo a la edición de Rayuela. Biblioteca Ayacucho. Caracas. 1980. Pág. LXXV.

[18] Collingwood (1981) Idea de Historia. FCE. México. Pág. 271

[19] Ibid. p. 273

[20] Nota introductoria a: 62 Modelo para Armar. Editorial Sudamericana. Buenos Aires 1968. Pág. 7.

[21] Franco, Jean. Introducción a la Literatura Hispanoamericana. Monte Ávila Editores C.A. Caracas. 1970. Pág. 318.

[22] Proust, Kafka, Freud, Joyce, autores existencialistas en sus distintas variantes, James, Faulkner o Dos Pasos, la lista sería indeterminable.

[23] Franco. Ibid. Pág 319.

[24] Escritor y ensayista ingles, 1709-1784.

[25] Cortázar, Julio. Irracionalismo y eficacia. Realidad; revista de ideas. Buenos Aires. N°s 17-18. sep-dic. 1949. Pág. 253. Citado por Alazraki. Ibid. Pág. XIII.

[26] Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1951.

[27] Cronología. Pág. 592.

[28] Abogado, Directivo de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles. 1857-1937.

[29] La Vuelta al día en ochenta mundos. (cuentos, ensayos, poemas) Siglo XXI Editores. México. 1967.

[30] Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1959.

[31] Quizás comparta con el filosofo francés, Jean Paúl Sartre que: «El Existencialismo es un Humanismo.»

[32] Novela. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1960. En esta obra Cortázar experimenta la fascinación de participar como personaje de la trama, sin ser el dedo acusador que decide mas allá del bien y el mal en la vida de los otros personajes, puesto que en la medida que escribía no sabia que pasaría luego, de algún modo cumplía con las reglas del juego impuestas por la fuerza ajena. Por otro lado esta novela es el primer libro traducido a otro idioma. Publicado por Fayard de Paris en francés. (1961)

[33] Cronología. Pág. 614

[34] Ibid. Pág. 614.

[35] Franco. Ibid. Pág. 336

[36] En el sentido de estar mediatizada por las Corporaciones Transnacionales.

[37] Sambrano/Miliani. Ibid. Pág. 263

[38] Sobre este aspecto Sartre nos comenta: «la idea que nunca he dejado de desarrollar es que al final siempre somos responsables de lo que se ha hecho de nosotros. Incluso si no podemos hacer otra cosa que asumir esa responsabilidad. Porque creo que un hombre siempre puede hacer algo a partir de lo que se ha hecho de él. Ese es el limite que yo le impondría hoy a la libertad: el pequeño movimiento que hace de un ser social totalmente condicionado alguien que no reintegra completamente lo que su condicionamiento le ha dado. Lo que hace de Genet un poeta cuando él ha sido condicionado rigurosamente para ser un ladrón. (…) El individuo interioriza sus determinaciones sociales: interioriza las relaciones de producción, la familia de su infancia, el pasado histórico, las instituciones contemporáneas, y luego las reexterioriza en actos y opciones que necesariamente nos remiten de vuelta a ellas». ( Itinerary of a Thought, p. 45) Citado por: Mészáros, Istvan. La Obra de Sartre. La búsqueda de la libertad y el desafío de la historia. Vadell hermanos Editores. Caracas. 2013. Pág. 503.

[39] Se sabe de su precocidad como lecto-escritor, al tanto que siendo niño 8 o 9 años, un medico le prohibió las lecturas por riesgos de salud, según lo dicho en entrevista con Joaquín Soler Serrano en el programa «A Fondo», para RTVE. España.1977.

[40] Presencia. (poemas) El Bibliófilo. Buenos Aires. 1938.

[41] Mészáros, Istvan. La Obra de Sartre. La búsqueda de la libertad y el desafío de la historia. Vadell hermanos Editores. Caracas. 2013. Pág. 140.

[42] Las manifestaciones estudiantiles originadas en la Universidad de Columbia/Nueva York, (abril, 1968) puso de manifiesto el descontento de los jóvenes por la segregación racial y contra la guerra en Vietnam.

[43] Insurrección por reivindicaciones universitarias encendida 29 de mayo de 1969.

[44] Jesuita, historiador y filósofo francés. 1925-1986.

[45] Filosofo y Psicoanalista, en la decada de los 40 fundo el «Movimiento Socialismo o Barbarie» 1922-1997.

[46] Físico francés, 1902-1984. Nobel de Física 1966.

[47] Biólogo francés. 1910-1976. Nobel de Medicina 1965.

[48] Fraga, Alejandro. Aquella pequeña libreta de Cortázar. Documento en línea. En http//www.elciudadanoweb.com/aquella-pequeña-libreta-de-cortazar/ Publicado el 28/05/2011.Extraído el 29/08/2014.

[49] Fraga. Ibid.

[50] Constituido para evaluar la situación política y social de los países de América Latina.

[51] Excelsior. México. 1965.

[52] Publicada por Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1973, en los últimos días del gobierno militar de Alejandro Lanusse, en el cual fueron asesinados por ejecución 19 presos políticos, en lo que se conoció como la masacre de Trelew ocurrida el 22 de agosto de 1972.

[53] Publicado en la Revista Casa de Las Américas N° 129. La Habana. Nov-Dic. 1981. Pág. 18-20.

[54] Final del juego. (cuentos) Los Presentes. México.1956.

[55] Historias de cronopios y famas. (historias cortas) Ed. Minotauro. Buenos Aires. 1962.

[56] Febrero, 12 de 1984.

[57] Alazraki. Ibid. Pág. XIII-XIV.

[58] Todos los fuegos el fuego. (cuentos) Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1966.